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Llegamos a los 500 días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando México enfrenta una emergencia sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19. Este problema médico ha ahondado la crisis económica iniciada en 2019 por la falta de crecimiento del producto interno bruto (PIB), por la caída de los precios internacionales del petróleo y aun porque el gobierno, pese a haber gastado menos de lo que había planeado, incurrió en un déficit fiscal mayor al tres por ciento. Esta crisis ha tomado por asalto a la administración federal, que se halla sin ingresos suficientes y con las fuentes prácticamente agotadas. Esta situación contrasta, desde luego, con las declaraciones optimistas de los funcionarios federales que a diario exaltan su buen manejo de las finanzas públicas, el combate a la corrupción, etc, cuyo objetivo evidente es ocultar lo que en los últimos meses se halla a la vista de todos: que los fondos de emergencias se han agotado, que las reservas en dólares van en declive, que la depreciación del peso avanza día a día…
Es cierto es que ningún país ha logrado financiar su desarrollo con deuda pública contratada en los mercados financieros, ni con los créditos de los organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID). De acuerdo con estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2018 la deuda pública de México ascendía a 9.2 billones de pesos, cifra que equivalía al 54 por ciento del PIB. El pago de los intereses generados por esta deuda implica un recorte aproximado del 13 por ciento del gasto federal en un año; es decir, implica menos gasto social e inversiones del Estado. Esta deuda se ha multiplicado por seis en los últimos 12 años, pero su uso práctico no se ha reflejado ni en el crecimiento económico, ni en el empleo, ni en los servicios sociales de bienestar como salud, educación, vivienda e infraestructura urbana.
Por ello la deuda pública es vista como un lastre absoluto por los pueblos, cuya población trabajadora es la que acaba pagando con sus impuestos los trastos que rompieron los gobiernos precedentes. Mediante el uso político de esta percepción popular sobre la deuda, el gobierno de la “cuarta transformación” (4T) hace alarde de su principio irrenunciable de no endeudarse por ninguna circunstancia en todo el sexenio. Esta posición implicaría, a modo de solución alternativa, la practica de una reforma fiscal urgente y suficiente para que el gobierno federal disponga de los recursos financieros necesarios para solventar los gastos de la contingencia sanitaria y la crisis socioeconómica que está en marcha. Pero el gobierno de la 4T no ha anunciada nada en ese sentido.
Esta crisis, como la mayoría, está cebándose con la población empobrecida de México. Ante la incertidumbre y la inminencia del hambre, la única posibilidad de auxilio para estos mexicanos se halla en los tres niveles de gobierno -federal, estatal y municipal- cuyos responsables están obligados a responder con oportunidad y suficiencia a sus demandas.
La respuesta a esta gente no puede ser un decálogo de principios. El gobierno federal tiene que echar mano de todos los recursos posibles para garantizarle alimentos y servicios sanitarios, haciendo a un lado su fundamentalismo económico y los prejuicios de orden doctrinario de su principal responsable, pues las acciones del Estado no pueden equipararse a las de los individuos. En México necesitamos un liderazgo que sepa reconocer y responder a tiempo a las coyunturas; un liderazgo que no se deje avasallar por “principios económicos” antes que por el bienestar de su pueblo. Y este no es el de la 4T. Al tiempo.
"Una barra cuesta en promedio 17 pesos, prevemos que la misma pueda llegar a 40 pesos", afirmó el presidente de la ANPEC, Cuauhtémoc Rivera.
La Asociación de Bancos de México hace un llamado a la disciplina fiscal y al superávit primario como medidas clave para la recuperación económica.
El precio por galón de gasolina en México fue de 4.42 dólares, mientras en Estados Unidos fue de 3.38 dólares
Con grandes pendientes e importantes problemas por resolver en materia de salud, educación, infraestructura y política fiscal, concluirá el sexenio de López Obrador, aseguró México Evalúa.
La informalidad laboral está mayormente presente en los extremos de los grupos etarios de la población ocupada, 82.1% de los jóvenes.
Según el Índice de Confianza del Consumidor presentado por el Inegi, durante el octavo mes de este año, el nivel de confianza repuntó en 0.3%
El petróleo es hoy por hoy el producto geopolítico clave en las relaciones mundiales. Por tanto, hundir su valor mercantil a un nivel que no se veía desde hace 30 años es una estrategia de guerra.
Buscará entender como ese plan de negocios de la petrolera mexicana se combina con las perspectivas de mediano plazo
Los ingresos hospitalarios de esta semana fueron 4 mil 464 y se analiza su relación con las festividades navideñas, destacó el funcionario capitalino.
La situación de pobreza de millones mexicanos se ha vuelto más miserable debido a los efectos económicos de la pandemia de covid-19.
“Según sus cifras [del presidente López Obrador], la IED que se registró a fines de su primer año de gobierno, 2019, fue la mayor desde 2013. Eso es falso”.
La economía mexicana se reactivará hacia 1.3 por ciento en 2020, estima la Cepal, apoyado en la inversión pública y privada en infraestructura
La pobreza y desigualdad económicas están permeando en la capacidad de resistencia física y espiritual de los más pobres. Por eso es vital un combate efectivo a la pobreza distinto a la política asistencialista que aplica este gobierno.
De acuerdo con el análisis de México, Cómo Vamos (MCV), sobre el inicio del sexto año de gobierno de AMLO, al cierre de este 2023 se registran 48.3 millones de mexicanos que no tienen los ingresos suficientes para alimentar a sus familias.
La proyección del crecimiento del comercio mundial de mercancías bajará a 2.6 por ciento, para este año al nivel más bajo en tres años por el impacto de los conflictos comerciales y los aranceles.
Escrito por Vania Sánchez
Licenciada en Economía por la UNAM, maestra en Economía por El Colegio de México y doctora en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).