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El arribo de la pandemia del Covid-19 a finales marzo y principios de abril de 2020 obligó a Durango al confinamiento de la población y al cierre de los negocios no esenciales; pero su reapertura ordenada por los semáforos naranja y amarillo, en junio y septiembre, provocó que en noviembre se impusiera la emergencia en rojo, con la que ahora los comerciantes se declaran “asfixiados” no solo por la enfermedad, sino también por la ineptitud de los tres niveles de gobierno.
Significativos sectores duranguenses, locatarios de mercados públicos y comerciantes informales consideran que las malas decisiones de los gobiernos Federal, estatal y municipal, así como la falta de apoyos económicos suficientes para su sobrevivencia alimentaria y empresarial, son las principales causas del aumento de los contagios de Covid-19, que se triplicaron en octubre, y también del panorama de incertidumbre que prevalece en la entidad.
Los locales del primer cuadro de la ciudad de Durango están levantando sus cortinas, reabriendo sus puertas y vuelven a ofrecer sus mercancías a los transeúntes. Tal es el caso de Jaime Martínez Olguín quien explica a buzos que él reconoce la existencia del virus y que, a diferencia de la gente desinformada, sabe que “la enfermedad está aquí y eso es muy malo, los contagios han aumentado en el estado porque no ha habido una buena planeación para disminuirlos”.
“Cuando el mercado Gómez Palacio fue cerrado durante dos meses y medio, nosotros obedecimos las medidas impuestas por las autoridades de salud. Nos encerramos en nuestras casas, pero los contagios siguieron. No le vamos a echar la culpa al mercado, ni que el virus siga porque ciertas personas o ciertos comercios no obedecieron las disposiciones de las autoridades. De los dos meses que el mercado permaneció cerrado, la gente siguió haciendo lo que quería, porque hubo, y hay todavía, una mala planeación de las autoridades que les corresponde hacer este tipo de evaluaciones. Les ha quedado muy grande el puesto”, insiste don Jaime.
Cerca del 20 por ciento de los locales comerciales de la zona centro han cerrado sus puertas en los últimos meses y no se sabe si esta cifra aumentará en las semanas próximas. La Cámara Nacional del Comercio en Pequeño (Canacope) conserva la esperanza de que las ventas se recuperaron en la temporada navideña, pese a las restricciones impuestas desde noviembre por el semáforo rojo, debido a que los contagios de Covid-19 continúan.
Pero los dueños de los comercios aseguran que no es responsabilidad de ellos. “Nosotros, los que pertenecemos al mercado o tenemos algún local aquí, solo tenemos esta fuente de ingresos, no tenemos otros negocios por fuera. No, la mayoría aquí solo dependemos de las ventas que generamos aquí adentro; dependemos totalmente de este mercado”, nos cuenta otro locatario vecino de don Jaime, quien se abstuvo de dar su nombre.
Otros comerciantes coinciden en que no les será posible mantener más tiempo cerrado su negocio. “Sobrevivimos al cierre de los primeros dos meses con algunos ahorritos que teníamos, con el guardadito que teníamos por ahí y para ajustarnos a la situación. Por ejemplo, si antes comíamos carne, pollo u otras cosas, pues ahora nos ajustamos con lo que teníamos ahorrado, comiendo frijolitos y sopa; con porciones más reducidas, tuvimos que apretarnos el cinturón, porque no nos quedó de otra, porque no sabíamos qué pasaría después o por cuánto tiempo tendríamos que estar así. Pero ahora que ya pudimos abrir de nuevo nuestros locales, estamos esperando lo que sigue; porque nosotros sabemos lo que significan los meses de enero, febrero; son meses muy difíciles, entonces ahora lo que estamos esperando es que de un momento a otro comiencen las ventas”.
Doña Elena, otra locataria entrevistada por buzos denunció: “Cerramos la primera vez por no ser negocio esencial. Fue en los meses de marzo, abril y mayo; pero la situación se nos ha vuelto muy complicada, pues hace un mes que volvimos a cerrar por otras dos semanas. Ya no podemos sostenernos debido a la falta de ventas; y aunque nos hemos recuperado un poco y dado rumbo a los negocios, si volvemos a cerrar, se nos caerá de nuevo todo. Aguantamos cuando solo abríamos con horarios restringidos, y con la vuelta al semáforo rojo y el incremento de los contagios, ya no podremos volvernos a levantar.
“De cada local depende una familia –continúa doña Elena– pero muchos de nosotros tenemos empleados y ellos también tienen familias que mantener. Los empleados, al igual que nosotros, como locatarios, tienen que llevar ese sustento a casa diariamente, por lo que se ha puesto más difícil la situación. Si fuéramos nomás nosotros, los locatarios, podríamos arreglárnosla solos pero, como digo, muchas familias son las que dependen de la venta de los locales. Los empleados también tienen esposas, esposos, hijos, padres, hermanos. Si yo tengo empleados, sus familias también dependen del negocio”, explicó la comerciante.
Los locatarios del mercado Gómez Palacio están preocupados porque las afectaciones; desde la primera suspensión de actividades, a finales de marzo, bajaron mucho sus ventas debido a las restricciones de horarios y días –solo abren de lunes a viernes– ya no pueden pagar la renta y comenzaron a despedir personal, medida que debieron aplicar contra su voluntad.
Traba tras traba del gobierno
Mónica Landeros, quien tiene un negocio de regalos, afirmó que han tratado de dialogar con las autoridades municipales para que les permitan abrir al menos durante la mañana del sábado, pero hasta el momento no han recibido respuesta. “Los únicos acuerdos con el gobierno estatal y municipal, simplemente han sido de cierre de negocios, pues no estamos catalogados dentro de los esenciales. Pero de brindar apoyos no dicen nada. Los apoyos aquí no han llegado, ni del gobierno municipal, ni del estatal... menos del Federal. Dicen y anuncian que hay éste o aquel tipo de apoyo; pero para nosotros, los pequeños negocios, no hay nada. Si alguien quiere algún apoyo, va y mete su papelería y lo que te piden es algo imposible de cumplir. Tú vas y metes tu papelería y ¿sabes qué? te piden hasta que el perro hable inglés. O sea, puras trabas; oiga que tráigame esto, que tráigame lo otro y acá y, por último, que el perro hable tres idiomas”.
Los cierres decretados han golpeado muy duro a los comerciantes. Los contagios tienen que parar, pero se debe buscar que las medidas se cumplan: el uso del cubrebocas, el uso de gel antibacterial, mantener la sana distancia, lavarse las manos y las medidas que sean necesarias. Las estrategias deben ser concretas y tiene que difundirse la instrucción desde el gobierno, quienes son responsables y saben de las medidas más eficientes.
En el mercado Gómez Palacio se han aplicado todas las medidas preventivas, se han sanitizado los locales y repartido cubrebocas; pero los comerciantes ya no pueden seguir con la situación económica que tienen y acusan a las autoridades de crear un embudo muy difícil de “desbaratar”.
Su posición es insostenible y afirman que los negocios no resistirán un nuevo cierre. “Ya no hemos permitido que nos cierren los negocios porque nos damos cuenta de que aquí en los mercados no hay movilidad, los contagios no son aquí, aquí no hay gente más que los que vendemos aquí; pero además, en todas las puertas tenemos gente que antes de que entre alguna persona, le toma la temperatura, se le aplica gel antibacterial, pasa por el tapete sanitizante y si no trae cubrebocas, no se le permite la entrada… estamos cumpliendo con las medidas, estamos dentro de los parámetros que dicta la Secretaría de Salud”, sentenció Mónica.
Después de ocho meses de permanecer con cierres parciales y ventas hasta el 90 por ciento más bajas, los negocios no esenciales están “a punto de la extinción”. En el Centro Histórico pueden observarse locales comerciales sin clientela o en renta, mientras las autoridades ofrecen despensas alimentarias y créditos de dos mil a tres mil pesos que son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de los comerciantes, a quienes les exigen que no trabajen.
Frente a esta situación dramática, no puede saberse, con exactitud, si serán muchos o pocos los negocios que aún deberán cerrar sus puertas; y el propio gobierno de Durango está padeciendo la crisis económica, pues el 56 por ciento de sus ingresos propios anuales provienen de las empresas prestadoras de servicios, como el comercio, transporte, la educación, el turismo y otras actividades terciarias.
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Escrito por José Emilio Soto Soto
Colaborador