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El plan macabro de Javier Milei
Las “leyes Milei” buscan abrir más las fronteras argentinas a la entrada de capitales y mercancías del extranjero, es decir, con el pretexto de la “libre concurrencia”, quedarán los trabajadores argentinos a merced del capital extranjero.
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Se encuentra en el Congreso de Argentina la conocida como Ley Ómnibus para que los diputados la discutan y, en su caso, la aprueben o la desechen. Estamos hablando del conjunto de modificaciones legales que ha propuesto el nuevo presidente Javier Milei para instrumentar el programa económico con el que intentará hacer realidad sus propósitos de gobierno, el documento incluye cuestiones tributarias, penales, energéticas y electorales y se le llama así porque se trata de una cantidad enorme de transformaciones jurídicas que tomarían forma con la aprobación de 664 nuevos artículos.

Javier Milei pretende diseñar una nueva Argentina eliminando o corrigiendo todas las disposiciones que impidan o siquiera estorben la obtención de la máxima ganancia por parte de unos cuantos ricachos. Los que trabajan y producen la riqueza, a ponerse en acción hasta caer exhaustos, los que se quedan con ella, a recogerla y disfrutarla. Hasta ahora, la más nueva ocurrencia de los artistas de la ganancia a nivel planetario, lleva el nombre de neoliberalismo. Así se puede caracterizar el programa económico de Javier Milei, el presidente recientemente electo en Argentina apoyado, como en muchas partes del mundo, en una democracia que privilegia a los dueños del dinero.

Nada más que esta “nueva ocurrencia” de la clase dominante no es tan nueva y menos en Argentina; ya se instrumentó sin miramientos durante el gobierno de Carlos Saúl Menem y en el de Fernando de la Rúa. El hecho craso es que poco antes de que Néstor Kirchner, representante de una burguesía menos feroz que frenó las medidas neoliberales, asumiera el poder, la pobreza ya había alcanzado al 66 por ciento de los argentinos (dato de octubre de 2002). No obstante, a fines del año pasado, en un entorno mundial en el que los poderosos argentinos y sus patrones estadounidenses enfrentaban diversos conflictos y corrían el riesgo de ir a parar a los BRICS, decidieron volver al capitalismo salvaje o neoliberalismo e impulsaron con mucho dinero la candidatura de Javier Milei. Otra vez la burra al trigo. 

¿No aprenden las clases dominantes? Claro que aprenden. Sólo que no tienen otro camino más que mantener y acrecentar la plusvalía, aunque saben bien que ese camino los llevará irremediablemente al precipicio, al choque final entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Así de que, ahora, a imponer el cambio de 664 artículos o gobernar por decreto o las dos cosas. ¿Podrá el pueblo llano, ése al que ya casi ni se le enseña a leer, conocer los cambios propuestos y, más aún, entender las repercusiones que tendrá para ésta y las futuras generaciones la mentada Ley Ómnibus? Si como yo creo, no es así, estaremos ante otro más de los múltiples abusos de los ricachos en el poder.

Hay que saber que Javier Milei quiere tener facultades para gobernar por decreto y eso se llama dictadura. Las “leyes Milei” buscan abrir las fronteras o, más bien, abrir más las fronteras argentinas a la entrada de capitales y mercancías del extranjero, es decir, con el pretexto de la llamada “libre concurrencia”, que no es ni libre ni concurrencia, quedarán los trabajadores argentinos a merced del capital extranjero. El enorme paquete de reformas pretende, también, la venta de recursos estratégicos del país para beneficio de los grandes capitales e incluye la eliminación de controles de precios y la derogación de la norma que impide la privatización de las empresas públicas.

Las privatizaciones incluyen a la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, a la empresa estatal Aerolíneas Argentinas, a los Corredores Viales, al Correo Argentina, a los Ferrocarriles Argentinos, a los medios de comunicación públicos, a la Administración General de Puertos, a Aguas y Saneamientos, al Banco de Inversión y Comercio Exterior y a la Casa de Moneda, entre otras instituciones gubernamentales más. Javier Milei pretende arrasar con todos los bienes del Estado argentino y entregarlos a la empresa privada para que obtenga gigantescas ganancias.

Hay más. Se iniciará el retiro de subsidios para abaratar las tarifas de energía y el transporte en el área metropolitana de Buenos Aires y quedará suspendida la obra pública y la transferencia de recursos a las provincias. Se eliminará el apoyo a las instituciones del libro, el teatro, el cine, la música y la cultura y, como chiste revelador, los jueces tendrán que usar toga y martillo, al estilo estadounidense. Se elimina también el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, desaparecerá el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro, la Ley de Defensa de la Actividad Librera y se elimina el financiamiento al Instituto Nacional de la Música, al Instituto Nacional de Ciencias y Artes Audiovisuales y a las bibliotecas populares. La cultura, sólo al que pague por ella.

La nueva ley elimina el tope de aportes privados a las campañas presidenciales. Pablo Secchi, miembro de Transparencia Internacional, escribió: “Se privatiza la campaña y los candidatos pueden llegar a ser directamente empleados de empresas, empresarios, o corporaciones (...) genera una terrible inequidad en la competencia y una dependencia enorme del sector privado”. Y, si a alguien se le ocurre inconformarse con la opresión terrible que se anuncia, la nueva ley prevé que: “Toda reunión o manifestación deberá ser notificada ante el Ministerio de Seguridad con una antelación no menor a 48 horas”. Asimismo, y como complemento indispensable para la esclavización de los argentinos, el llamado “megadecreto” de Milei limita el derecho de huelga, precariza las condiciones laborales y reduce las indemnizaciones por despido, entre otros aspectos. 

Y claro, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya expresó su “respaldo” al jugoso paquete de medidas. La portavoz del FMI, Julie Kozack, declaró cínicamente: “Estas fuertes acciones iniciales apuntan a mejorar significativamente las finanzas públicas de una manera que proteja a los más vulnerables de la sociedad (¡!) y a fortalecer el régimen cambiario”… “Su aplicación decidida contribuirá a estabilizar la economía y a sentar las bases de un crecimiento más sostenible y liderado por el sector privado”. Por lo pronto, sin modificaciones legales ni decretos siquiera, sólo por la voluntad y decisión de los barones de las finanzas, en los primeros días del gobierno de Javier Milei, el tipo de cambio del peso argentino pasó de 350 a 940 pesos por dólar.

A los mexicanos nos llama la atención especialmente que Javier Milei, diga que va a combatir la corrupción y que se reforzarán los programas sociales destinados a “la gente que más lo necesita”, sin intermediarios. Ya lo hemos escuchado, ya sabemos que se trata de la demagogia que se usa para encubrir las políticas antipopulares del neoliberalismo y para controlar votaciones. El periódico The Guardian de Londres, que sabe bien de todos estos fenómenos, dice sobre el primer mes de gobierno del argentino majadero y reaccionario: “Recortes masivos; demoler servicios públicos; privatizar bienes públicos; centralizar el poder político; despedir a funcionarios públicos; eliminar las restricciones a las corporaciones y oligarcas; destruir regulaciones que protegen a los trabajadores, a las personas vulnerables y al mundo vivo; apoyar a los propietarios contra los inquilinos; criminalizar la protesta pacífica; restringir el derecho de huelga”. Todo lo dicho, ¿se parece a lo que ya se ha hecho en México y la “Cuarta Transformación” no ha revertido sino ahondado y generalizado? Usted tiene la palabra. 


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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