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Todos los organismos vivos estamos formados por unidades fundamentales llamadas células. En las células albergamos la información que necesitamos para desarrollarnos y vivir. Los organismos como las bacterias están formadas por células procariotas (menos complejas), mientras que los seres humanos, los animales y las plantas estamos compuestos por células eucariotas (más complejas). Algo interesante de las células eucariotas es su capacidad de especializarse, de esta manera tienen la capacidad de formar tejidos y, a su vez, conformar órganos. Por ejemplo, después del proceso de fecundación en los animales, los gametos (espermatozoide y óvulo) originan un embrión formado por células embrionarias que pueden diferenciarse y especializarse en células que formarán tejidos. Como el muscular, que da origen a su vez al músculo, en donde se producen contracciones y, por lo tanto, el movimiento de varias partes del cuerpo, incluyendo algunos órganos internos.
Pero, por otro lado, a comparación de las células animales, las células vegetales presentan una fascinante capacidad de desdiferenciarse, es decir, las células de algún tejido se pueden reprogramar para realizar funciones diferentes a las que se han especializado. Algo así como una persona que estudió para ser ingeniero, pero también trabaja haciendo pasteles. Imagínate que esto fuera posible en células humanas, y las células del músculo se desdiferencien, reprogramen y se conviertan en células de la piel. Suena a una película de ciencia ficción, pero en las plantas esto es posible.
Esta capacidad de desdiferenciación que presentan las células de las plantas ha sido aprovechada en la investigación para desarrollar técnicas biotecnológicas como la embriogénesis somática (ES). Para entrar en contexto, la ES es la obtención de un embrión a partir de una o varias células vegetales. El embrión que se obtiene de la ES se desarrolla y se convierte en una planta. Para comprender esto, imagina que la hoja de una planta está conformada por 100 células, entonces, por cada hoja, se podrían obtener aproximadamente 100 embriones, que darán origen a 100 plantas. Ahora, seguro te preguntarás, ¿por qué la hoja de la planta que está en mi casa, no genera embriones?
Esto es debido a que no todas las especies de plantas, sus hojas y/o partes, producen embriones de manera natural; pero existe una especie de planta muy común del género Kalanchoe que sí lo puede hacer. Las Kalanchoe generan embriones que darán nuevas plantas a partir de las células que están en el borde de las hojas.
Este conocimiento ha sido utilizado por los científicos, que después de arduos años de trabajo se dieron cuenta de que, bajo condiciones óptimas de laboratorio, las células de plantas de diferentes especies pueden generar embriones. Los científicos pudieron observar que cuando cultivan las células de un fragmento de hoja (explantes) y les agregan diferentes moléculas que regulan su crecimiento, los explantes generan embriones y a su vez plantas completas. Actualmente, la ES está siendo utilizada en los laboratorios para la producción de plantas de importancia agroindustrial como el cafeto o el agave. Esta herramienta permite reducir los tiempos en los que las plantas crecen o la susceptibilidad a contraer enfermedades, permitiendo una mayor producción en el campo. Me imagino que, después de este artículo, observarás de otra manera a las plantas. ¡Son seres con capacidades increíbles!
Ota Benga fue un congoleño de 1.25 metros de alto que llegó en 1906 al zoológico de Nueva York. Fue vendido como esclavo y comprado por Samuel Verne, un antropólogo que viajaba para colectar “razas exóticas” para una feria en EE. UU.
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El matemático fue el primero en usar las funciones de variable compleja en la solución de problemas aritméticos, iniciando una fructífera área de investigación llamada: Teoría Analítica de Números.
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Escrito por Evelyn A. Carrillo Bermejo
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