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Claribel Alegría: la destrucción del mito de Penélope
Carta a un desterrado pertenece indudablemente a la poesía feminista del Siglo XX, al romper con el arquetipo homérico de la esposa fiel encarnado en Penélope, expresando su rechazo a unos valores que han perdido vigencia en la moderna sociedad.
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Por su temática, la poesía de Claribel Alegría (1924-2018) se inscribe en la tradición de la lírica universal: el amor, el olvido, la muerte –del padre, la madre, el amigo y la propia–, el sufrimiento espiritual, la pérdida y el duelo, el diálogo con el pasado y los grandes mitos fundacionales de la sociedad moderna, cuyo tratamiento no se sujeta a normas impuestas, pues la poetisa va por la libre, rompiendo moldes y paradigmas.

Carta a un desterrado pertenece indudablemente a la poesía feminista del Siglo XX; incluida en Variaciones sobre mí (1993), rompe con el arquetipo homérico de la esposa fiel encarnado en Penélope, expresando su rechazo a unos valores que han perdido vigencia en la moderna sociedad. Si el asunto se plantea al principio en términos clásicos, como una misiva de la fidelísima esposa de Ulises, pronto sorprende la “variación” introducida. Es claro que hoy los valores han cambiado y la poetisa no hace sino constatarlo: del amor de la consorte nada quedaría, el hijo habría olvidado a su padre, el extraviado marido debería prolongar indefinidamente sus aventuras en una tierra lejana y en Ítaca no lo esperarían ni la hilandera fiel ni el mismísimo Argos.

Mi querido Odiseo:

Ya no es posible más

esposo mío

que el tiempo pase y vuele

y no te cuente yo

de mi vida en Ítaca.

Hace ya muchos años

que te fuiste

tu ausencia nos pesó

a tu hijo

y a mí.

Empezaron a cercarme

pretendientes

eran tantos

tan tenaces sus requiebros

que apiadándose un dios

de mi congoja

me aconsejó tejer

una tela sutil

interminable

que te sirviera a ti

como sudario.

Si llegaba a concluirla

tendría yo sin mora

que elegir un esposo.

Me cautivó la idea

al levantarse el sol

me ponía a tejer

y destejía por la noche.

Así pasé tres años

pero ahora, Odiseo,

mi corazón suspira por un joven

tan bello como tú cuando eras mozo

tan hábil con el arco

y con la lanza.

Nuestra casa está en ruinas

y necesito un hombre

que la sepa regir

Telémaco es un niño todavía

y tu padre un anciano.

Preferible, Odiseo

que no vuelvas.

Los hombres son más débiles

no soportan la afrenta.

De mi amor hacia ti

no queda ni un rescoldo.

Telémaco está bien

ni siquiera pregunta por su padre

es mejor para ti

que te demos por muerto.

Sé por los forasteros

de Calipso

y de

Circe.

Aprovecha, Odiseo,

si eliges a Calipso

recobrarás la juventud

si es Circe la elegida

serás entre sus cerdos

el supremo.

Espero que esta carta

no te ofenda

no invoques a los dioses

será en vano

recuerda a Menelao

con Helena

por esa guerra loca

han perdido la vida

nuestros mejores hombres

y estas tú donde estas.

No vuelvas, Odiseo

te suplico.

            Tu discreta Penélope.


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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