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Antoine Boulad
Actualmente trabaja en la creación de una revista semestral dedicada exclusivamente a la poesía que reúne poetas libaneses.
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Poeta libanés de habla francesa, nació en Beirut en 1951. Es autor de quince libros de poesía, novelas cortas y relatos. Como tal, fue invitado a Quebec en 2007; al Festival Mediterráneo de Lodève, en 2010; a la Universidad de Rennes, en 2014; y a las Ferias del Libro de Beirut. Fue maestro y luego director de enseñanza francesa en una gran escuela norteamericana en Beirut. Cofundador en 1997, luego presidente y miembro activo de la asociación Assabil, que creó la primera biblioteca pública en Beirut. Como parte de su compromiso con la cultura para todos, lleva veinticinco años realizando un gran número de acciones a favor de la ciudadanía, la Francofonía y el desarrollo medioambiental y personal.

Cofundador en 2009 de la asociación Kitabat, ayudó a introducir y luego desarrollar talleres de escritura en el Líbano. Como parte de la Universidad Para Todos, dirigió un curso durante más de seis años. Desde 2018 creó su propio taller de escritura que publica Fruits confits, una revista sobre el confinamiento durante la reciente pandemia. Presentó Le Printemps des Poètes en Líbano, implementado en colaboración con el Ministerio de Cultura. Animador de tres Clubes de Lectura. Desde su fundación, colaborador de Orient Littéraire, suplemento mensual de Orient-Le-Jour, que cuenta con una importante sección dedicada a la poesía.

Desde 2018 dirige el poemario En verso y con todos de Ediciones Oser Dire. Actualmente trabaja en la creación de una revista semestral dedicada exclusivamente a la poesía que reúne poetas libaneses cuya lengua de expresión es el árabe, el francés y el inglés y cuyas obras inéditas serán traducidas a los otros dos idiomas.

 

Aquí andan nuestras largas sombras que nos siguen

                                                                 [sin ruido

Entrando en la ciudad con sus farolas imberbes.

En esta noche inmaculada

la muerte coloca sus mejillas rosadas

en las delicadas ventanas.

Es una noche de espejos cruzados.

Una noche femenina

donde el espíritu nos reparte en voz alta.

La página en blanco ya no nos asusta

ni las largas sombras que siguen a nuestras

sombras enmudecidas.

 

* * *

Dentro de las palabras

las más desnudas

arrancan

una tras otra

sus pieles

para vestir a la muerte.

 

* * *

¡Ya Sannine! Oh, montaña de mi

adolescencia y de la vida desenfrenada de mis

viejos huesos, ¡pastel de mezcalina!

Gotas de puro amanecer

¡luego de una noche de insomnio!

Es hacia ti que me doy

vuelta, hacia la Meca de las noches en desorden.

¡Es en tu cumbre que he declamado

páginas del Che Guevara! Es en tu valle

¡que casi pierdo la piel! Una muerte en una

mochila, ¡una resurrección a lomo de un burro!

Ya ¡Sannine! Tú, el que vigila estas tierras desde

la Noche de los tiempos, dímelo, te lo ruego,

en nombre de

este disco solar que quema ahora tus

laderas. ¿Algo habrá cambiado en Medio-Oriente?

* * *

Atardecer; bebo a pleno pulmón

los helechos del bajo bosque.

Avanzo a paso de lobo: los abejorros se hacen

los exagerados y los cardos me asedian

con sus dardos ardientes.

El sol enrojece en el horizonte, mas se vuelve negro

en mi garganta que se despliega.

En la extremidad del promontorio, el monasterio

se ahoga en un mar de neblina.

La noche desciende, despojada y poderosa.

¡Ah!, cómo se cosquillean la vida y la muerte.

 

* * *

Que se ahogue en su apestoso aliento el

que acaba de lanzar esta bomba encima de

Beirut. Que sus párpados se cierren

inexorablemente como tumbas.

¡La ceguera de Occidente! Los cristianos del

Líbano han resuelto convertirse al Islam.

Como una flauta traversa, tu lengua

se equivoca a través de mi boca

en busca de una fuente viva.

Paso mis vacaciones escolares en la guerra.

 

* * *

Éstas son las 52 cosas que ejecuto diariamente

para preparar mi desayuno: primero abro el buffet.

Saco una cafetera, un plato y un bol que pongo

sobre el mármol de la cocina: luego cierro el buffet.

Destapo la botella; hecho el agua en la

cafetera y la pongo sobre la cocina.

Después enciendo un cerillo. Giro el botón del gas

y enciendo el fuego. Entonces me dirijo al refrigerador

y lo abro. Saco la lata de labne y el queso sin grasa y

cierro el refrigerador. Luego, tomo las galletas sin sal

encima del refrigerador. Abro el cajón del cual

saco un cuchillo y dos cucharas,

una grande y otra pequeña

y lo cierro. Abro la lata de labne y tomo dos cucharada

que echo en mi plato; saco el queso

de su bolsa de plástico.

Corto un trozo. Lo corto en cubos; destapo la botella

de aceite de oliva y vierto unas gotas;

luego pongo el aceite en su lugar.

Me imagino por un momento

el lago de la alta montaña

atravesado por nubes.

Sólo un momento, breve y furtivo.

Saco tres biscochos y los coloco en el plato.

En el buffet, tomo la leche descremada Regilait.

Abro el frasco y con la cucharita

sirvo cuatro porciones. Al hervir, vierto el agua en el

bol y giro la cuchara. Finalmente apago el fuego.

Luego pongo todo en una bandeja.

–Cuáles son las noticias, las noticias frescas

de la noche.

–Un edificio se derrumbó sobre sus habitantes

en Chiah.

–Mi diente se mueve un poco. Tengo que llamar

a mi dentista antes de que sea demasiado tarde.

 

* * *

Cuando sea estrella fugaz, tejeré la

cabellera de la Vía Láctea, asombrando a los niños.

Cuando sea cigarra en un pino musical

o polvo ágil en el agua de un manantial, una

mujer de pechos lucientes

me llevará en su hombro de arcilla.

¿Pero, se habrá acabado la guerra para ese entonces?


Escrito por Redacción


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