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La importancia del juicio estético
Hegel menciona que la labor más importante de la filosofía es expresar el propio tiempo en pensamientos.
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Hegel menciona que la labor más importante de la filosofía es expresar el propio tiempo en pensamientos. De este modo, la reflexión filosófica se centra en el proceso real que explica lo que es el ser humano. Todas las formas en que la humanidad se expresa ocupan un lugar importante en el interés del pensamiento racional. Para analizar la esencia de las cosas hay que analizar la forma en la que se nos presentan, pues para conocer lo que existe, debemos reconocer que una cosa es la apariencia de las cosas y que otra es la esencia, aquello que explica de manera más completa lo que las cosas son. Sin embargo, por lo menos en la filosofía de Hegel, hay que reconocer a la apariencia captada por los sentidos, no como una limitante para conocer la esencia que se esconde, sino como el medio que nos revela, aunque sea parcialmente, lo que hay detrás.

Esto es lo que se comprende, a grandes rasgos, como la dialéctica entre la esencia y la apariencia. Es una relación dialéctica porque en realidad, en el estudio de una podemos ver la necesidad de la otra. El punto que queremos resaltar aquí es: para poder entender la esencia de algo, hay que estudiar las formas en que se manifiesta. Por esto, Hegel justificaba la necesidad de estudiar la historia de la filosofía porque en ella se muestra lo que la filosofía realmente es. Lo que fue aportado por la filosofía a lo largo de su historia no son opiniones separadas unas de otras, sino momentos necesarios en donde la filosofía convertía en pensamiento el propio tiempo de cada quien y donde cada momento ayudó a explicar mejor la esencia de la humanidad, aquello que constituye lo que somos. 

Por lo anterior, el estudio crítico del arte ha importado a diversas corrientes de la filosofía. Desde la antigüedad en Grecia hasta el idealismo alemán, la estética —que Hegel definía como la filosofía del arte— ocupaba un lugar central en las reflexiones filosóficas. El ser humano tiene distintas formas de expresarse, en donde despliega sus capacidades creativas y se realiza, el trabajo manual puede ser un ejemplo de esto. Pero desde muy temprano en la historia se necesitaron de otro tipo de expresiones que mostraran las concepciones humanas, cuáles eran sus preocupaciones, cuáles sus concepciones del mundo, cuáles las formas que decidían utilizar para comunicarse con sus dioses o para mostrar lo que como sociedad imaginaban. Por medio de la pintura, la danza, el teatro, la escultura, la poesía, la música, etc., se manifiesta parte fundamental de lo que nos constituye, de lo que explica nuestra esencia; lo que justifica la necesidad de la reflexión filosófica en el plano de la estética. 

Cuando este debate lo traemos a la tradición marxista de la mano de personalidades como Lifschitz, Lukács, Adolfo Sánchez Vázquez, entre otros, nos damos cuenta de que estudiar la estética desde un punto de vista marxista no puede ser una labor que no interese a la transformación social. La labor del esteta marxista desde hace ya muchos años ha sido mostrar cómo en el debate sobre el sentido y las expresiones artísticas podemos encontrar claves para entender nuestro tiempo, en este sentido, el interés de Marx por el arte no era un gusto menor; al contrario, en sus valoraciones sobre el arte, por pocas que parezcan, pueden encontrarse claves para el estudio científico de nuestro tiempo. Menos hojas ocupan las tesis sobre Feuerbach y constituyen, según Engels, el germen de la nueva concepción del mundo de Marx.


Escrito por Alan Luna

Columnista de cultura


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