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Cientos de adultos y niños se amontonan desesperadamente frente a una pequeña ventana. Con lágrimas en los ojos y rostros angustiados, intentan, todos a la vez, introducir sus brazos por ella. Pareciera que su vida dependiera de ello. Lo que buscan es, simplemente, una hogaza de pan fresco. Es la primera vez en semanas que algunas panaderías reanudan su producción, y multitudes se lanzan en avalancha con la esperanza de aliviar, aunque sea momentáneamente, el hambre que los atormenta de forma ya permanente.
Estas imágenes, ampliamente documentadas por medios de comunicación y difundidas masivamente en redes sociales, muestran la realidad que enfrentan los palestinos en la Franja de Gaza. Son el resultado del brutal bloqueo impuesto por Israel desde marzo y de la intensificación de la ofensiva militar, que a través de bombardeos indiscriminados e incursiones de todo tipo, cobra la vida de decenas de civiles cada día. No por nada Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, calificó la situación actual como “la fase más cruel del conflicto”. Pero la forma más precisa de describirla es como la fase más cruel del genocidio en curso.
Para quien haya perdido de vista la evolución de los acontecimientos en Palestina, lo hasta aquí descrito podría resultar sorprendente. ¿Cómo se pasó de un cese al fuego en enero de este año a “la etapa más cruel del conflicto” en menos de cinco meses? El punto clave es que Israel nunca respetó las condiciones del cese al fuego. De acuerdo con el portal Al Jazeera, entre el 19 de enero y el 18 de marzo –periodo de vigencia del alto al fuego– 170 palestinos murieron directamente a causa de las hostilidades militares, y otras dos mil 200 personas fallecieron por heridas o fueron encontradas bajo los escombros. El 18 de marzo, Israel rompió abiertamente el alto al fuego. Desde entonces, y hasta el 23 de mayo, han sido asesinadas cerca de cuatro mil 700 personas, lo que eleva el saldo total a al menos 53 mil 822 muertes desde el siete de octubre de 2023. Todo esto sin contar a los cientos de miles de desplazados, los heridos, los enfermos, y a toda la gente que simplemente lo ha perdido todo.
Pero eso no es todo. Paralelamente al recrudecimiento de las hostilidades, a inicios de marzo de este año, Israel impuso el bloqueo más severo en la historia de Gaza, con el objetivo de estrangular al máximo a la Franja. Este bloqueo ya ha provocado la muerte de decenas de personas por hambre, ha dejado a la población prácticamente sin acceso a atención médica y amenaza con provocar una hambruna generalizada. Las imágenes descritas al inicio, sobre las panaderías que reanudan poco a poco su producción, están relacionadas con un relajamiento mínimo y prácticamente simbólico del bloqueo por parte de Israel. En palabras del propio Guterres, la ayuda humanitaria que actualmente entra a Gaza representa apenas “una cucharada” respecto a lo que realmente se necesita: se permite el ingreso de nueve camiones, de los más de 500 requeridos diariamente para satisfacer las necesidades básicas de la población.
Y, sin embargo, es importante entender por qué el Estado de Israel cedió –aunque fuera de forma simbólica– a la demanda de flexibilizar el bloqueo. Esto se debe a que los gobiernos de Inglaterra, Francia y Canadá amenazaron con imponer sanciones si no lo hacía. De igual manera, 22 países aliados de Israel emitieron un comunicado con la misma exigencia. Ante esto, Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, respondió que, dado que sus “grandes amigos en el mundo” amenazaban con retirar su apoyo, debían ceder con el fin de “alcanzar la victoria”.
Esto deja en evidencia dos cuestiones fundamentales. Primero, que quienes manejan los hilos del Estado israelí no se detendrán, por sí mismos, ante ningún imperativo moral o humanitario con tal de alcanzar sus objetivos. Pero, quizás más importante aún, esto revela cuán profundamente dependiente es Israel de sus socios occidentales, tanto en lo económico como en lo militar. Y esto, a su vez, deja al descubierto la hipocresía de los gobiernos de los países de la OTAN, que hoy se rasgan las vestiduras ante las atrocidades cometidas contra la población civil, al mismo tiempo que tienen en sus manos la capacidad de detener la masacre.
La magnitud de la tragedia en Gaza es difícil de describir. Los Estados más poderosos del mundo son cómplices directos, aunque intenten ocultarlo ante la opinión pública. Sólo una resistencia igual de poderosa, respaldada por todas las fuerzas revolucionarias del mundo, puede hacerle frente y ponerle fin. Nadie debe quedarse al margen de esa tarea.
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La ley contempla 34 agravantes, incluyendo la extorsión cometida con violencia.
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El imperialismo no es un fenómeno nuevo en la historia. Los imperios aparecieron desde los albores de la sociedad dividida en clases: el acadio, el egipcio, el asirio, el griego, el persa, el romano, el chino, por nombrar algunos de los más conocidos y antiguos.
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Escrito por Eulalio Amoxóchitl
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