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En 2013, en las páginas de buzos se publicó una entrevista con Marta Harnecker, una de las escritoras y luchadoras sociales más importantes de nuestra época, eficaz divulgadora de las ideas marxistas en América Latina. El sábado 15 de junio falleció a los 82 años, la periodista de origen chileno que fue reconocida como una de las principales figuras de la izquierda latinoamericana. Muchos luchadores sociales y movimientos populares tuvieron y tienen en Harnecker un apoyo invaluable para encaminar sus esfuerzos organizativos, no solo por la difusión del marxismo como herramienta de educación política, sino por ser ella misma un ejemplo de convicciones revolucionarias no vistos en nuestra América.
Tras la residencia en Canadá resultado del exilio, la periodista chilena Martha Harnecker, referente en la divulgación del marxismo en América, visitaba esporádicamente México ya por asuntos familiares o por convocatorias para hablar con expresiones populares que buscaban cambios en su país. En uno de esos viajes, conversó con nosotros sobre Venezuela, el legado de Hugo Chávez, los enormes esfuerzos del país sudamericano para sobreponerse al liderazgo bolivariano y el enorme reto que representa formar una organización de masas que construya el socialismo. La charla amena de más de dos horas, nos legó lecciones que hoy están vigentes.
Pugnar por un socialismo como alternativa al capitalismo
“La diferencia fundamental consiste en que el socialismo del siglo XX se construyó desde el Estado, quiso resolver los problemas de la gente, el hambre, la pobreza, la vivienda, etc.; empezó con mucha participación popular, pero el pueblo terminó siendo un elemento pasivo que recibía las soluciones del Estado” refería esta mujer que conoció las luces y sombras de decenas de proyectos que avanzaban por una ruta alterna al capitalismo, al documentar las experiencias de Venezuela y Cuba. “En el caso del socialismo del siglo XXI se trata de construir una alternativa al capitalismo donde el papel principal reside en la gente organizada; no se trata de una suma de personas, se trata de que el pueblo organizado, en distintas formas, vaya siendo el constructor de la nueva sociedad, a partir, por ejemplo, de la organización política consciente de las comunidades y los centros de trabajo, es decir, que los trabajadores no sean un tornillo más de la máquina sino que tengan posibilidad de discutir cómo producir más eficientemente y a quién destinar los productos” explicaba la mujer que dio la obra más popular en la historia de la divulgación marxista, Los conceptos elementales del materialismo histórico, libro de cabecera de muchos estudiosos de la política, pero principalmente hombres y mujeres que buscan la comprensión de sus sociedades para transformarlas.
Venezuela, luces y sombras
La destacada educadora popular, como se autodefine la carismática colaboradora de la gestión del desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez, es quizá la figura que mejor conoció los alcances y las limitaciones del proyecto bolivariano, para aprendizajes que deben tomar en cuenta grupos de izquierda en Argentina y Brasil, en donde el avance de la ultraderecha ha derrocado a gobiernos populares.
¿Cómo ve la transición que está ocurriendo en Venezuela después de Hugo Chávez y los primeros días de la gestión del gobierno de Nicolás Maduro?
La fuerza que Chávez transmitía a su pueblo era tan grande que ahora a Maduro le toca una tarea grandísima: mantener el espíritu de lucha de su pueblo. Yo creo que él está haciendo algo muy interesante, le está diciendo a su pueblo que lo necesita, que gobierne con él; está yendo, está haciendo lo que Chávez hizo en una época, pero después suspendió: ir con sus ministros a escuchar al pueblo; Maduro está insistiendo en eso: yo no puedo reemplazar a Chávez sin ustedes; esto es muy importante, de hecho, el nuevo gabinete es para mí el mejor de los que ha tenido Venezuela; ha integrado a gente que ha sostenido posiciones críticas, por eso me parece que hay una gran apertura de parte del presidente Maduro; eso es un buen síntoma.
¿Qué reto es prioritario para el presidente Nicolás Maduro con el empuje colectivo de su gobierno?
El gran desafío de Venezuela es resolver el problema económico; la gente puede resistir un tiempo, pero no eternamente la dificultad económica; y la derecha se está aprovechando enormemente de la escasez. El gran problema que tiene que resolver este gobierno es cómo aumentar la capacidad adquisitiva de la gente para que no haya inflación, para que haya productos y se produzcan más bienes; y eso no se ha hecho en Venezuela en las proporciones necesarias; hay que importar alimentos, pero al mismo tiempo estimular la producción nacional; tienes que subir los precios para que valga la pena producir en el país en vez de importar productos caros; es un circulo complicado que la oposición está manejando, por eso es que Maduro dice con toda razón que tenemos que hacer un gobierno económico y que es estratégico resolver este problema.
¿Se podría decir que en Venezuela se cumple aquel principio de que la democracia política también debe ser económica?
Durante un tiempo en Venezuela no era ese el problema. El mismo Chávez, cuando ocurrió el golpe militar se pudo sostener gracias al apoyo de la gente del pueblo. Esto es sorprendente; a pesar del dicho de que “con hambre el amor desaparece”, resultó que fueron los hambrientos quienes apoyaron a Chávez; es decir, no les importó tener hambre porque había algo más que tenían que defender. Yo creo que esto explica por qué Cuba se ha mantenido todos estos años y por qué ha sido capaz de vencer al imperio. Cuando un pueblo se vale por sí mismo genera una sensación de autoestima que es más importante que el hambre y le permite vencer cualquier problema. Pero esta sensación, por supuesto no puede ser eterna; y ahora el desafío para Venezuela consiste en resolver el problema económico, en ser más eficientes; eso el propio Maduro lo dijo: tenemos que hacer una autocrítica porque hemos sido muy ineficientes; hoy día, tras lo dicho por el nuevo presidente hay conciencia de los problemas y se están planteando soluciones.
Martha nos recordó que su tarea de divulgación del marxismo-leninismo se inició cuando un mexicano en París le pidió hacer notas sobre el materialismo histórico. Por azares del destino estos textos serian el principio de la publicación de su primer libro, Elementos del materialismo histórico, publicado por la editorial Siglo XXI. Actualmente este libro tiene 77 ediciones y ha contribuido a la formación marxista de decenas de miles de jóvenes que hoy comparten con Martha el ser luchadores sociales.
Aunque el entorno internacional ha cambiado, Martha Harnecker creía que la ruta trazada por el ex presidente Hugo Chávez de reconocer las limitaciones para hacer cambios profundos sin contar por un apoyo internacional, pero que una nueva integración latinoamericana es necesaria. “Venezuela es ahora mucho menos dependiente de Estados Unidos que antes; de hecho tiene ya abiertos los mercados hacia Asia y Medio Oriente; Irán es muy importante para Venezuela en varios proyectos económicos; al igual que Rusia y China, hay diversos países que están colaborando económicamente con Venezuela y realizando proyectos que convienen a ambas partes; entonces la situación es menos crítica. No se puede construir el socialismo en un solo país, pero sí se puede empezar a dar los pasos; y hoy día con la correlación de fuerzas que existe, hay varios países que están avanzando y, a medida que dan pasos se van afirmando mutuamente.
Así trascurrieron las más de dos horas de charla con Martha, con varios temas de actualidad, mientras nos anunciaba la próxima publicación de un nuevo libro suyo, Un mundo por construir: nuevos caminos, cuya edición se preparó en España.
Urgencia y necesidad de organizar, la herencia de Harnecker
El proceso de organización, desde la experiencia de Martha Harnecker tampoco es un manual, como muchos buscan presentar la obra de la periodista chilena para desacreditar el enorme legado de su papel educativo y de militancia con las ideas de Carlos Marx, autor de El Capital. “No se puede decretar la participación; yo creo que lo primero que hay que hacer es crear espacios, la idea es ir hacia las comunidades y tratar de que la gente decida lo que se puede hacer en la comunidad, tratar de involucrarlos en las soluciones; hay que llegar a la comunidad, hacer un diagnóstico de las necesidades y pensar juntos cómo resolverlas, eso es muy importante” dice esta mujer que, como activista, acompañó a Chávez en la organización de los consejos comunales, que trabajaban por el ciclos, desde hacer un diagnóstico, ver con qué recursos se cuenta, asignar tareas en función de las necesidades y aportaciones de una comunidad o un territorio; transformar un centro de alumnos, una comunidad campesina, etc. “Normalmente la gente aprende cosas en la práctica y a esa educación hay que añadirle una de más contenido. Después que empiezas a participar, te das cuenta que necesitas más, lo que se llama muchas veces el parque, conceptos, conocimientos; entonces viene otra forma de educación que es de contenidos, más política, digamos” dice la autora…
La falta de cuadros, de liderazgos, para la continuidad de los proyectos socialistas en AL siempre fue un tema que cuestionó seriamente Martha Harnecker, no solo en el caso venezolano, sino en cualquier grupo de izquierda, pero su diagnóstico sigue siendo válido.
“Yo creo que los liderazgos, los líderes carismáticos son necesarios en los procesos de América Latina porque el neoliberalismo fragmentó la sociedad al máximo, su estrategia fue debilitar al pueblo fragmentándolo a través de estimular la creación de muchas organizaciones pequeñas y evitar que se articulen y transformen en una fuerza; los líderes carismáticos permiten reunir a toda esa izquierda, a toda esa gente y grupos dispersos que quieren un cambio para que se unan en torno a una persona que los representa a todos; entonces lo importante es que ese líder cumpla un papel en la etapa inicial del proceso y entienda que lo que tiene que hacer es ir avanzando hacia una dirección cada vez más colectiva, porque evidentemente el proceso no puede depender de una sola persona”
Una vez que en América Latina se nota el crecimiento de la desigualdad social y en donde si bien la propia referente admitia que se caminaba poco a poco hacia resolver el problema de la desigualdad social y el combate a la pobreza había disminuido muchísimo, nunca dejó de reconocer que esta tarea titánica debía tomarla en sus manos una sociedad organizada. “Sobre todo organizada, porque para darle solución a la pobreza hay que entregarles el poder a los pobres; es decir, que el pueblo organizado junto con sus gobernantes es quien puede construir la solución. ¿Se requiere entonces políticos de nuevo tipo? Se le cuestionó: Gobernantes, instrumentos políticos, nueva cultura; y no es fácil, porque el peso de la cultura heredada es enorme y cuesta transformar, no es fácil y hay que tener paciencia porque el proceso es lento.
Afirmó que las grandes esperanzas de la posibilidad del socialismo en América Latina, tras un sentimiento de orfandad generado por la desaparición de la Unión Soviética podían desarrollarse en esta región por varios aspectos culturales que lo permitían. “En América Latina no sólo tenemos gente que piensa en la sociedad alternativa, sino práctica en ella y también la hemos tenido en el pasado…esto nos permitía ver algunas ideas de lo que podría ser la nueva sociedad alternativa: gobernantes transparentes, no corruptos, que llamaban a la gente a participar en la toma de decisiones, era una pequeña luz. Las comunidades indígenas y sus prácticas ancestrales, que hay que recuperar porque el neoliberalismo las ha destruido junto con sus valores... bueno, pues todo esto tenemos que reconstruirlo porque han existido, a diferencia de otros países; y con las nuevas prácticas comunitarias de algunos gobiernos tenemos elementos para construir el socialismo real.
Advertía que cualquier o vacilación sobre las experiencias en el socialismo en Venezuela sería terrible no solo para su pueblo, sino las enormes repercusiones geopolíticas que encierra.
“Cualquier retroceso en Venezuela, es decir, que ganara la derecha sería terrible, por supuesto. Venezuela es el primer país en el mundo que hace una revolución teniendo recursos económicos, gracias a ello puede ejercer una gran solidaridad hacia el resto de los países de América Latina; como es el caso de Bolivia. Un ejemplo claro es la llamada Operación Milagro, que consiste en devolverle la vista a las personas que se están quedando ciegas; son gastos grandes que se han hecho posibles gracias a que Venezuela ha aportado recursos, dice la mujer que vivió de manera directa del ascenso y caída del gobierno socialista de Salvador Allende y logró sobrevivir a la violencia del golpe militar de Augusto Pinochet.
En todo este proceso ¿qué papel ha jugado la izquierda? Usted mencionaba que hay muchas divisiones.
“Yo digo que la izquierda más radical no ha entendido la complejidad del proceso que estamos viviendo, y los que la conocen son muy “estrategistas”, o sea que ellos tienen algunas metas a las cuales hay que llegar pero no se preocupan de las formas ni de los medios para acceder a ellas. En estos momentos estamos viviendo una situación que nos permite ir transitando por un camino que no era el clásico y ellos, los izquierdistas radicales, no entienden el proceso y siguen insistiendo en que si antes no destruimos el estado burgués no avanzamos; se creen dueños de la verdad, pero ya no podemos ser sectarios, vanguardistas, ni dogmáticos como en el pasado; esto es un desgaste y no contribuye; menos mal que estos grupos son cada vez más marginales porque la historia los va superando” dice la autora que siguió los procesos políticos en Ecuador, con el Movimiento Ciudadano que apoyó a Rafael Correa, hoy depuesto líder de la izquierda, en su enfrentamiento con un grupo de izquierda más radical que estuvo en contra del gobierno de Correa y que se colocó fuera de la historia. “Todo lo que debilita un frente de izquierda favorece al enemigo; y eso es lo que no se dan cuenta los compañeros que, por cuestiones principistas, en lugar de unir al pueblo, lo dividen; hay exceso de principios, no morales, sino ideas rígidas que impiden lograr un trabajo amplio” afirma.
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Escrito por Francis Martínez Mateo
Periodista y reportera multimedia. Ex corresponsal en China 2022. Desde 2020 conductora en Canal 6 Tv. Síguela en X como @FranMartinezMx