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En Durango no hay empleos formales
La entidad no tiene empleos formales, apenas cuatro de cada diez trabajadores se desempeñan en la formalidad, lo que significa que el 60 por ciento es informal.
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La entidad no tiene empleos formales, apenas cuatro de cada diez trabajadores se desempeñan en la formalidad, lo que significa que el 60 por ciento es informal.

Pese a que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reporta que México tiene la segunda tasa de desocupación laboral más baja entre las naciones integrantes, el empleo informal se muestra como una problemática persistente. La informalidad laboral es un fenómeno arraigado en muchas regiones de México, y Durango no es la excepción.

De acuerdo con cifras recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), aproximadamente el 60 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) de este estado trabaja en el sector informal. Este fenómeno tiene profundas implicaciones para el desarrollo económico, la estabilidad social y la calidad de vida de los duranguenses.

La informalidad, que se refiere a actividades económicas no reguladas por el gobierno, abarca a trabajadores con sueldos inestables, sin prestaciones laborales y sin acceso a seguridad social. Diversas voces advierten que resulta más complicado encontrar trabajo últimamente por lo que cada vez se suman más integrantes al trabajo informal, principalmente en el comercio para sostener a sus familias. 

José, un vendedor ambulante en el centro de Durango, explica que ha trabajado en la informalidad desde hace más de 15 años: “intenté abrir un negocio formal, pero los trámites eran complicados y los impuestos me ahogaban. Prefiero vender en la calle, es más fácil y me queda algo de ganancia para vivir”, informó a buzos

En la misma situación se encuentra Rosa María, de 42 años, vendedora ambulante en las inmediaciones del Mercado Gómez Palacio, en la capital de Durango, ella comentó a este semanario que cumplió más de 20 años en el negocio de la comida en ese mercado.

 “Empecé porque no encontraba trabajo formal, y con cuatro hijos qué mantener no tenía tiempo ni dinero para esperar un empleo formal. Aquí gano lo suficiente para vivir día a día, pero no tengo ningún tipo de seguro ni prestaciones. Todos los días es un reto”, reconoció.

Ha insistido en formalizar su negocio, pero los trámites complicados no se lo han permitido. “Una vez intenté, pero al final no pude pagar lo que me pedían para registrar mi carrito. También escucho que cuando formalizas, los impuestos te quitan buena parte de tus ingresos; y la verdad, con lo que gano apenas puedo mantener a mi familia”.

¿Te afecta no tener seguridad social ni prestaciones laborales?, le cuestionó buzos: “sí y mucho. Si me enfermo o uno de mis hijos lo hace, tengo que ir a clínicas privadas y el dinero no alcanza. Si no trabajo un día, ese día no como. No tengo ahorros para emergencias ni un fondo de retiro. Me preocupa mucho qué haré cuando ya no pueda trabajar”. 

Inseguridad laboral, tendencia al alza

En Durango, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), desde el primer mes de 2024 se reflejó un aumento de casi el doble en el porcentaje de personas desocupadas con relación a diciembre. Para principios del tercer trimestre de ese año, la situación no había mejorado, pues se mantuvo en 60 por ciento. 

Ya casi al final del año, la situación persistió en la entidad, incluso hubo un incremento en el número total de gente trabajando en la informalidad; por arriba del 60 por ciento de la población, es decir, se mantuvo ocupada, pero sin las prestaciones necesarias. Cabe destacar que la situación no es exclusiva de la entidad, sino que se extiende por todo el país, según los datos de la ENOE. 

Los gobiernos Federal, estatal y municipales deben atender el incremento del comercio informal, coincidieron los afectados. La falta de un empleo seguro y un ingreso fijo de las familias duranguenses representa una tendencia peligrosa y alarmante, ya que impacta en los bolsillos de los hogares más pobres. 

Esta situación se agrava aún más, pues los trabajadores no han tenido el respaldo del Gobierno Federal; por ello, los afectados urgieron a que la administración, que recientemente tomó posesión, implemente medidas y consolide la creación de empleos formales.

La asociación civil México ¿cómo vamos? informó, en su semáforo laboral, que en 2023 el registro de puestos de trabajo ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Durango disminuyó apenas en 0.1 por ciento; colocando a la entidad como la tercera con peor desempeño, y no alcanzó el 75 por ciento de su meta de generar empleo.

Incentivos insuficientes 

El gobierno estatal ha implementado programas para incentivar la formalización de pequeñas empresas y generar empleos, pero los resultados han sido limitados. Iniciativas como el fortalecimiento de los Centros de Desarrollo Empresarial (CDE) buscan capacitar a emprendedores y facilitar la creación de negocios formales. Sin embargo, estos esfuerzos no logran frenar la tendencia hacia la informalidad, especialmente en los sectores rurales y entre los trabajadores de bajos ingresos. 

La profesora María Fernanda Ortega, economista y académica especializada en empleo y desarrollo, sostiene que la tasa de informalidad tan elevada en Durango, que ya supera el 60 por ciento, se debe a diversos factores: “en primer lugar, la estructura económica de Durango se basa en actividades como la agricultura y el comercio informal, sectores que históricamente han sido poco regulados. Además, la falta de oportunidades de empleo formal y la baja calificación de la mano de obra también desempeñan un papel fundamental. Muchas personas no tienen acceso a educación de calidad ni a formación técnica, lo que limita sus opciones en el mercado laboral formal”, reveló en entrevista.

(buzos): ¿Cree que las políticas actuales de los gobiernos estatal y Federal son suficientes para combatir la informalidad?

María Fernanda Ortega (MFO): “No del todo. Aunque ha habido algunos esfuerzos como programas de incentivos fiscales para pequeñas empresas, no han sido suficientes para abordar el problema estructural. El principal reto radica en la falta de apoyo para las microempresas y la carga fiscal que enfrentan. El proceso de formalización es costoso y burocrático, lo que desalienta a muchos pequeños empresarios. Además, hay una falta de seguimiento y evaluación de los programas existentes para verificar si están funcionando de manera efectiva”, sentenció. 

b: ¿Qué medidas deben tomarse para reducir la informalidad en Durango?

MFO: “Primero, es necesario simplificar los procesos burocráticos para que sea más fácil y accesible formalizar los negocios. En segundo lugar, se deben crear más programas de capacitación laboral enfocados en los sectores con potencial de crecimiento. 

También se requiere una política más agresiva de incentivos fiscales y subsidios para que las microempresas sobrevivan durante el proceso de formalización. Finalmente, es crucial mejorar el acceso a financiamiento para pequeños emprendedores, porque muchos no pueden formalizarse por falta de capital inicial”, reiteró. 

“Faltan empleos suficientes para absorber a la población en edad de trabajar, evitando que ésta opte por laborar desde la informalidad. Tal problemática afecta a miles de familias humildes cuya marginación se ha agravado durante este sexenio.

“Si bien, la informalidad ofrece una salida inmediata para aquellos que no encuentran oportunidades en el sector formal, sus efectos a largo plazo son perjudiciales para el desarrollo económico y social del estado, por lo que para reducir el porcentaje de empleos informales resulta esencial fortalecer los programas de formación, simplificar los procesos de formalización y generar más empleos de calidad. Solamente así será posible brindar mejores oportunidades para todos los duranguenses y construir una economía más equitativa y sostenible”.

La informalidad de carne y hueso

Don José García, pequeño agricultor y vendedor ambulante de productos agrícolas en Durango, platicó a este medio sus experiencias: “bueno, llevo más de 20 años cultivando maíz y frijol en mi parcela. Es un trabajo duro, pero necesario para mantener a mi familia. Hago la venta directamente en los mercados y la mayoría de las veces en la carretera. No siempre ganamos lo justo, pero es lo que hay”. 

Él trabaja en el mercado informal vendiendo su producto después de la siembra y cosecha. 

b: ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta como agricultor y vendedor informal?

José García (JG): “El principal problema es la incertidumbre. No hay contratos ni garantías de precios justos. Además, los insumos agrícolas son caros y no siempre tengo acceso a créditos. Trabajamos al día, y si hay una mala cosecha, la situación se pone difícil”. 

b: ¿Ha considerado alguna vez formalizar su negocio?

JG: “Sí, lo he pensado, pero los trámites son complicados y costosos. Además, siento que no hay mucho apoyo para pequeños agricultores como yo. Prefiero quedarme como estoy, aunque sé que así no tengo beneficios como el seguro social”. 

b: ¿Cómo afecta la falta de acceso a servicios de seguridad social su vida y la de su familia?

JG: “Mucho. Cuando alguien de mi familia se enferma, no tenemos servicios de salud y las clínicas privadas o medicamentos son muy caros. No tenemos acceso a pensiones ni seguros. La vejez nos preocupa, pero por ahora sólo podemos trabajar y ahorrar lo poco que se pueda”. 

Además, considera que los créditos accesibles o subsidios para fertilizantes o semillas pueden ayudar un poco en su producción. A esto se agrega el tema de la capacitación sobre las técnicas de producción, a las que no tiene acceso, incluso desconoce su existencia. 

María López, propietaria de una pequeña fonda en la periferia de la capital duranguense, nos cuenta que comenzó hace diez años su fonda; lo hizo con ahorros. Y advirtió que no ha pensado en formalizar su local, ya que lo ha intentado y los trámites resultan caros y complicados; además, lo que gana es destinado a las necesidades de su familia, incluso no le alcanza para pagar los impuestos.

b: ¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta al operar de manera informal?

María López (ML): “Lo más difícil es no tener acceso a créditos o financiamiento. Si quisiera expandir mi negocio, tendría que hacerlo con mis propios recursos, lo que es muy limitado. Además, siempre hay el miedo de que alguna inspección me multe y cierre mi local”. 

b: ¿Ha considerado formalizar su negocio?

ML: “Lo he pensado, pero el miedo a los impuestos y los requisitos me detiene. Creo que, para los pequeños negocios como el mío, debería haber más apoyo o programas que hagan el proceso más sencillo y menos costoso”.

Destaca que de formalizarse podría acceder a créditos, tal vez podría vender a empresas más grandes o expandirse. También gozaría de cierta tranquilidad, porque no tendría que preocuparse por problemas legales. Además, indicó que le ayudaría mucho si los primeros meses no tuviera que pagar impuestos o si hubiera asesorías gratuitas para entender todo el proceso o programas de financiamiento para pequeños negocios que se formalicen serían una gran ayuda”.

Finalmente, precisó que entre las ventajas de un negocio formal se encuentra la facilidad de acceder a financiamientos públicos y que sean considerados por clientes más grandes. Y en el caso de la comunidad, más negocios pagarían impuestos, y la contratación de trabajadores; sin embargo, ni el gobierno estatal ni el Federal han impulsado la formalización de los pequeños negocios.

La otra cara de la moneda

Juan Gabriel Pérez es trabajador informal de la construcción y ayudante de tareas temporales en la ciudad de Durango.

b: ¿Cómo es su experiencia trabajando en el sector informal?

Juan Gabriel Pérez (GP): “Es difícil. No tengo un ingreso fijo, todo depende de cuántos días de trabajo llevo al mes. A veces trabajo en la construcción, otras veces como ayudante cargando mercancías en los mercados. No hay estabilidad, y siempre estoy buscando qué hacer para llevar algo de dinero a casa”, describe su situación. 

b: ¿Qué tipo de problemas enfrenta debido a la falta de formalidad en su empleo?

GP: “Principalmente, no tengo acceso a seguridad social ni a ningún beneficio. Si me lesiono, tengo que pagar todo de mi bolsillo. Cuando no hay trabajo, no tengo ningún apoyo ni seguro de desempleo. Es como vivir al día, sin ninguna protección”.

Esta situación afecta la estabilidad de su familia, pues señala que no puede planificar los pocos recursos que gana a largo plazo, porque los destina para solventar las necesidades diarias. “A veces mis hijos tienen que dejar de estudiar por falta de dinero para útiles o transporte. Tampoco podemos ahorrar para emergencias, y cualquier gasto imprevisto nos deja en una situación muy difícil”.

b: ¿Ha intentado buscar un empleo formal? ¿Qué impedimentos ha encontrado?

GP: “Muchos trabajos formales piden experiencia o estudios que no tengo. Además, los salarios formales tampoco son suficientes y los trabajos suelen estar lejos, lo que aumenta los costos de transporte. A veces, trabajar informalmente me deja un poco más de dinero al día, aunque sé que no tengo beneficios”.

Del mismo modo considera que los trabajadores informales también necesitan apoyo gubernamental, y cree que la capacitación para conseguir trabajo y el acceso a algún tipo de seguro médico resulta importante, “aunque no trabajemos formalmente”.

b: ¿Cómo cree que cambiaría su vida si pudiera tener un empleo formal con acceso a seguridad social?

GP: “Sería un alivio. Tendría la tranquilidad de que, si algo malo pasa, como una enfermedad o un accidente, no tendría que endeudarme. También podría empezar a ahorrar, aunque sea poco, para el futuro. Pero tendría que ser un empleo donde realmente paguen lo suficiente para cubrir los gastos básicos”.

Si bien las causas y los impactos varían según el sector y el contexto, la informalidad emerge como un fenómeno estructural que afecta tanto a los individuos como al desarrollo económico y social de la región. Las barreras para formalizarse son percibidas como elevadas, mientras que los beneficios de la formalidad son valorados pero vistos con dificultad bajo las condiciones actuales.

Las complicaciones a las que se enfrentan los trabajadores y pequeños empresarios en Durango para formalizarse son variadas. Las historias personales reflejan un problema que rebasa la falta de oportunidades laborales; se trata de una barrera estructural que requiere una intervención coordinada del gobierno, el sector privado y la sociedad para lograr un cambio significativo. 


Escrito por José Emilio Soto Soto

Colaborador


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