Cargando, por favor espere...
Tras la normalización de las relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos (EE. UU.) con la visita de Richard Nixon a Mao Tsetung en 1973, la política exterior de Washington se planteó el objetivo de integrar y subordinar a China al orden internacional de Breton Woods. Durante los 80 y 90, la estrategia estadounidense consistió en promover la desestatización de la economía china con el supuesto de que, una vez abierto al mercado internacional, habría necesariamente un cambio en el desarrollo socialista, en el sistema político liderado por el Partido Comunista, y que China se integraría al capitalismo globalizado con un gobierno democrático liberal.
La economía china atrajo capitales de todo el mundo cautivados por las facilidades para la inversión; los bajos salarios de la abundante fuerza de trabajo; las Zonas Económicas Especiales abiertas para promover la transferencia tecnológica de las empresas extranjeras a las chinas; la privatización de casi la totalidad de la economía (hoy, las empresas son privadas en un el 84 por ciento) y la inserción de la República Popular de China al sistema económico internacional, mediante la Organización Mundial del Comercio en 2001. Sin embargo, no hubo ningún cambio sustantivo en el sistema político chino y el Partido Comunista se mantuvo en el poder.
La reforma y la apertura económica que China aplicó en los años 80, 90 y 2000 se basó en la producción manufacturera de mercancías de bajo valor agregado destinadas a la exportación, estrategia que generó tasas de crecimiento inéditas en la historia mundial y permitió que millones de personas salieran de la pobreza. Pero este modelo de desarrollo tuvo sus consecuencias negativas también, entre ellas la contaminación medioambiental, la desigualdad, la sobrecapacidad y problemas de rentabilidad. La crisis de 2008 lo volvió prácticamente inviable. Para sustituirla, se planteó un modelo de crecimiento basado en la tecnología y en productos de alto valor agregado (cuarta revolución industrial); mientras, China hacía fuertes inversiones en algunas regiones de África, Asia y América Latina, y la Olimpiada de Beijing 2008 mostraba al mundo su impresionante progreso económico y social.
Fue a partir del cambio de modelo económico y de la creciente proyección internacional, que EE. UU. comenzó a ver a China con preocupación. Durante el mandato de George W. Bush, la política exterior estadounidense se enfocó en su cruzada contra el terrorismo en el Medio Oriente. El gobierno de Obama sostuvo una fuerte presencia militar en los países de esta región y alentó las “revoluciones de colores” en el norte de África. En su segunda administración, Obama aplicó una actitud denominada “pivote a Asia”, que consistió en cambiar el centro de su política exterior del Medio Oriente hacia China para contener su crecimiento. Washington asumió a China como un rival estratégico.
Con el “pivote a Asia” Obama intentó aislar comercialmente a China mediante el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), reforzó sus lazos militares con los países aliados del Sudeste Asiático (Corea del Sur, Japón, etc.) y, en general, buscó frenar el crecimiento chino. Donald Trump continuó la política exterior anti-China, aunque con otras estrategias, como el inicio de la guerra comercial, la imposición de sanciones económicas y la campaña ideológica que señalaba a China como un peligro para la supervivencia de las sociedades occidentales. En la administración Trump, las relaciones diplomáticas entre China y EE. UU. se deterioraron más desde los tiempos de Nixon.
Joseph Biden pretende retomar el liderazgo al que renunció Trump, y busca aplicar una política exterior más activa contra China. El primer paso de esta nueva política fue la cumbre bilateral de alto nivel realizada en Alaska los días 18 y 19 de marzo. Acostumbrados a imponer al mundo sus decisiones, los representantes estadounidenses acusaron a China de violar sistemáticamente los derechos humanos en Hong Kong, Xinjiang y Taiwán. Por su parte, los dirigentes chinos respondieron que EE. UU. no está calificado para dirigirse a China desde una posición de fuerza; afirmaron que las perspectivas del gobierno estadounidense no representan al mundo, sino únicamente a su país, y exigieron respeto a su soberanía. Después de la cumbre, la delegación china se retiró sin ofrecer un mensaje a los medios como señal de descontento, lo que se comprende si se considera que, un día antes de la cumbre, Washington aplicó sanciones a 24 ciudadanos chinos.
La cumbre bilateral en Alaska representa el episodio más reciente de los fracasos en política exterior estadounidense contra China, sus intereses y decisiones. Hoy, el país asiático enfrenta a EE. UU. en condiciones equivalentes y reclama también un diálogo como iguales.
El Covid-19 nos abre los ojos sobre lo que nos falta, pero también nos alumbra el camino para conseguirlo; para poner la humanidad a salvo de ésta y de todas las plagas que puedan venir en el futuro.
La visita de Nancy Pelosi a Taiwán demostró que “la parte estadounidense deliberadamente distorsiona, oscurece y vacía el principio de una sola China”.
El canciller de Xi Jinping aseguró que no se inmiscuirá en el gobierno y criticó a los Estados Unidos al pedir la revisión de las sanciones internacionales al régimen fundamentalista
EE. UU. teme como al fuego una alianza total entre China y Rusia y, para impedirla, acusa a China de apoyar la “invasión” a Ucrania no acatando las sanciones económicas “contra el agresor” acordadas por la OTAN, y la amenaza con sanciones parecidas.
Con motivo del Festival del Medio Otoño, la Embajada de la República Popular China, el Centro Cultural de China en México, en colaboración con el Complejo Cultural Los Pinos, organizaron la celebración “China y México bajo la Misma Luna”.
“Siento un cariño especial de parte del pueblo de Tecomatlán hacia China. Nunca he tenido esta experiencia única en mis tres años aquí en México", dijo Wang Huijun, representante del Embajador Zhang Run.
Ha ganado galardones para su poesía en La India, EE. UU., Canadá, Grecia, China y Rusia, además del Premio de la Unión Mongol de Escritores.
El panda fue desarrollado por la Administración de Bosques de China
Los hechos son más valiosos que el discurso; la franja y la ruta es lo que realmente necesitan los países en desarrollo.
Hace falta descongelar los activos extranjeros de Afganistán y devolverlos a sus propietarios, ya que la situación humanitaria en el país empeora, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian.
Al defender el principio de una sola China, el país “no solo defiende su soberanía e integridad territorial, sino también salvaguarda la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán", sostuvo Wang Yi.
El mundo está empezando a desmoronarse, por lo que China, siendo una de las mayores partes interesadas en este sistema global, propuso varios puntos para minimizar el riesgo de que [el mundo] caiga en otra catástrofe.
La economía china ha pasado a ser una relevante fuente de energía motriz para el crecimiento de la economía mundial.
En el mundo actual, Europa va hacia la derecha, América Latina va hacia la izquierda y China va hacia adelante. Probablemente solo China es capaz de mirar tanto desde el ayer como desde el pasado mañana para mirar hacia la nueva era.
Sobre las declaraciones de la Secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet L. Yellen, de que los químicos para la fabricación ilícita de fentanilo proceden de China, éste se posicionó al respecto y al tiempo que lamentó las afirmaciones de Yellen.
Educación en México: más presupuesto, peor distribución
Venezuela hacia su punto más alto
Nuevo sistema nacional de bachillerato elimina prueba Comipems
Doce organizaciones buscan registro como partido político
China impone nuevos aranceles en respuesta a Trump
Comienza operativo de la Guardia Nacional en la frontera norte
Escrito por Carlos Ehécatl
Maestro en Estudios de Asia y África, especialidad en China, por El Colegio de México.