Cargando, por favor espere...

No es “tercera olaˮ, es un tsunami
Preparémonos para la peor, pero no sin exigir al gobierno mayor velocidad en la aplicación de las vacunas y que éstas no sean usadas para condicionar el voto.
Cargando...

Los comercios se mantienen abiertos no al 30 ni al 50 por ciento, de acuerdo con el color del semáforo, sino totalmente, porque la economía no soporta más confinamiento. Aun así, los negocios de casi todas las ramas están totalmente quebrados. De las 4.9 millones de unidades económicas registradas en 2019, desaparecieron un millón 10 mil 857 negocios, de acuerdo con la Segunda Encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el impacto de la Covid-19 en las empresas. Con el cierre del 21 por ciento de los negocios en el país imagine, querido lector, la magnitud de la tragedia en el empleo nacional.

La irresponsabilidad del Gobierno Federal contrasta enormemente con la actitud asumida por los gobiernos de otras naciones, que ante el peligro de una tercera ola de contagios y muertes por Covid-19 provocada por el relajamiento de Semana Santa, adoptaron restricciones a la movilidad ciudadana y destinaron apoyos económicos extraordinarios, como ha ocurrido en Alemania, Francia y Ecuador, entre otros. A diferencia de éstos, en México, la gente se movió en carreteras, terminales, aeropuertos y ciudades como si nada pasara, sin guardar la sana distancia; en unos casos motivados por la necesidad de ganar algunos pesos, y en otros, por el hartazgo del confinamiento en sus casas.

En este comportamiento se advierte la falta de una estrategia clara y efectiva del gobierno para evitar que un gran número de mexicanos no tengan otra alternativa que exponerse al Covid-19 y cruzarse de manos en espera de la buena suerte para sobrevivir al contagio. El gobierno negó, desde un principio, la gravedad de la enfermedad, subestimó las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cerró los ojos a las consecuencias sanitarias y económicas de la mayor parte de las familias en el país, que hoy carecen de empleo y de los recursos indispensable para vivir al día.

El comportamiento de las personas durante las vacaciones de la Semana Santa mostró la angustia e incertidumbre que muchas de ellas sienten por el año que han perdido, del que, hoy más que nunca, han aprendido que la vida es corta y que un par de días de diversión y convivencia con la familia podría ayudarlos a desentenderse de su situación socioeconómica; también, por supuesto, del diario bombardeo mediático proveniente de un gobierno que pretende convencerlas de que, con la llegada de las vacunas, México ha empezado a superar la pandemia.

Pero esto ni como chiste es aceptable, ya que al tres de abril habían sido vacunadas ocho millones 987 mil 190 personas, de las que solo un millón 83 mil 530 habían recibido su segunda dosis. La primera cifra equivale al siete por ciento de los 127 millones de habitantes que tiene el país y la segunda al 0.7 por ciento. Es decir, estamos muy lejos de vacunar siquiera a la población más vulnerable. Este fraude mediático, así como la falta de apoyos económicos a familias y empresas, ha propiciado que la gente anteponga sus necesidades vitales a su salud y que inunde calles, mercados y otros espacios públicos.

La Semana Mayor de este año fue más dantesca que la de 2020, debido a que el gobierno no tiene escrúpulos y a que las recomendaciones sanitarias del “zar del Coronavirus” fueron muy limitadas, incluso cómicas. Las mentiras compulsivas de éste y su jefe nos están llevando irremediablemente no a una tercera ola de contagios, sino a un tsunami. Las matemáticas son claras: si los miles de muertos son el mejor indicador de cómo andan las cosas, México posee ya el nada honroso primer lugar mundial en fallecimientos porque su medio millón de muertos –la cifra real, no la oficial– es proporcionalmente mayor a la de Estados Unidos, que con 328 millones de habitantes reporta 555 mil fallecidos, y a la de Brasil que cuenta con 211 millones de pobladores y suma 330 mil fallecidos.

Preparémonos para la peor, pero no sin exigir al gobierno mayor velocidad en la aplicación de las vacunas y que éstas no sean usadas para condicionar el voto. Y, lo más importante: va llegando la hora de organizarse para que con una sola voz pidamos cuentas y resultados a este gobierno de cuarta para ponerle un alto antes de que termine de destruir al país.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


Notas relacionadas