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Sin lanzar un solo disparo, Rusia muestra su poderoso músculo de potencia nunca vencida ante un Occidente que proyecta su endémica violencia contra el mundo. Ante esa implacable acometida, el liderazgo ruso despliega su exquisita diplomacia para convocar a parlamentarios de Medio Oriente, África y América Latina a construir un mundo multipolar.
Con ejemplar visión estratégica, Moscú tiende una red de diálogo con parlamentarios del mundo para consagrar en acuerdos y tratados la base de una cooperación que defienda la soberanía e intereses nacionales de los pueblos. Desmantelar la dependencia que han consolidado Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados en agresivas campañas que subordinan a Congresos a la voluntad del capitalismo corporativo.
Hoy se recurre a campañas de odio, violaciones al Derecho Internacional, operaciones de desinformación y violación de pactos legislativos para entorpecer el desarrollo de los pueblos y perpetuar el dominio de un puñado de Estados sobre la mayoría.
Sin embargo, congresistas comprometidos con sus representados se declaran listos para avanzar hacia formas más eficaces de cooperación que apunten hacia la emergencia de un nuevo orden mundial multipolar, donde el beneficio mutuo sea la norma.
Ése fue el objetivo de la Duma (Parlamento ruso) al organizar la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina, realizada del 29 de septiembre al tres de octubre. Desde Moscú, miembros de Asambleas, Congresos y Parlamentos asumieron que esos órganos deben alentar el diálogo plural para cumplir su misión, atender y solucionar los asuntos públicos.
Esa iniciativa de los legisladores rusos puso el acento en el complejo escenario global de esta tercera década del Siglo XXI y cuando Occidente libra su guerra proxy contra Rusia en Ucrania. También evidenció la urgencia de legisladores con visión de futuro en favor de sus representados, cuyas agendas de trabajo proyecten un auténtico compromiso por la paz y seguridad globales a través de la relación con otros Parlamentos.
Lograrlo, es expresión exitosa de la pluralidad que encarnan los partidos políticos, como ha mostrado la Duma con su permanente búsqueda de vínculos con América Latina. Ya fuera en la Unión Soviética hasta la actualidad, los legisladores rusos han promovido la creación de un amplio abanico de Acuerdos y Convenios que hoy constituyen un fuerte entramado de pactos de cooperación multisectorial con la Federación de Rusia.
Ante la feroz tendencia de Occidente por instaurar el neocolonialismo, al apropiarse de recursos, dominar rutas estratégicas y mercados en perjuicio de miles de millones de personas, la Duma ha rechazado las hegemonías, la discriminación, el saqueo y prácticas coercitivas unilaterales –como bloqueos y sanciones que minan la autodeterminación de los pueblos –.
De ahí la exitosa iniciativa diplomática de los líderes parlamentarios rusos de reunir a sus homólogos latinoamericanos para reimpulsar esa progresiva comunicación parlamentaria que favorezca acuerdos igualitarios, respetuosos y fundados en valores de solidaridad.
Así, con certera visión geopolítica, Rusia y América Latina se proponen fragmentar el status quo desigual que Washington ha impuesto a nuestros pueblos. Los Parlamentos ruso-latinoamericanos han declarado su intención de diluir el impacto de miles de sanciones multisectoriales contra Rusia.
Duma multipolar
Es obvio que ese entendimiento incomode a Occidente, cuya rivalidad geopolítica con Moscú atestiguamos todos los días y en todo el planeta. De ahí la imparable injerencia de agencias y grupos de presión de EE. UU. y la Unión Europea sobre partidos políticos de América Latina y el Caribe.
Su objetivo básico es reafirmar su poder. Lo hace perpetuando la dependencia de nuestras naciones, saqueando sus recursos y controlando territorios ilícitamente; por ello despliegan difamatorias campañas contra la cooperación –más equitativa y atractiva– con Rusia y otros países.
Hoy hay consenso en que la estrategia del Ejecutivo y Legislativo rusos les ha ganado enormes triunfos geopolíticos. Las victorias militares en Siria, sus fuertes lazos en Medio Oriente y África Subsahariana, así como su larga historia de solidaridad con los pueblos que luchaban por su autodeterminación, confirman la gran proyección rusa que sorprende a Occidente.
Ante el acoso financiero, comercial y mediático de Occidente a Rusia, el poder legislativo ruso actuó para garantizar a sus ciudadanos el respaldo. Sólo a la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina, asistieron unos 200 legisladores y expertos, cuando a unos kilómetros Occidente oxigenaba el belicismo de Kiev.
En la cita legislativa Rusia-América Latina se evidenció la voluntad de disfrutar de un mundo multipolar, sin sanciones, presiones político-militares del hegemón estadounidense ni de la constante expansión hacia el este de la OTAN.
Los debates se centraron en cuatro ejes: el rol parlamentario para alcanzar la cooperación económica igualitaria y mutuamente beneficiosa; cómo deben contribuir los parlamentos latinoamericanos al desarrollo de vínculos con Rusia; alcances de la diplomacia parlamentaria para alcanzar un mundo multipolar justo y la acción parlamentaria para garantizar seguridad.
Tras la decisión estadounidense y europea por frenar el desarrollo de Rusia a costa de sacrificar a su población con miles de sanciones injustificables, fue evidente que la mayoría de Estados no se alinearía con esa práctica genocida. Hoy pesan sobre los ciudadanos rusos más de 17 mil 500 sanciones occidentales; rebasar su efecto letal se logrará con cooperación interparlamentaria, explican expertos.
Y la mejor vía es ese poder suave ruso traducido en una diplomacia asertiva. De ese modo, el mundo atestiguaba, en junio de 2022, el fracaso del intento occidental por aislar a su rival geopolítico. Entonces, los Estados árabes y musulmanes rechazaban aplicar esas sanciones al Kremlin, a pesar del disgusto de Washington y Bruselas.
La diplomacia rusa siguió imparable y eficaz. El 24 de agosto, el bloque de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), anunciaba que en 2024 se incorporarían como nuevos miembros Estados tan diferentes en política y cultura como Argentina, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos.
Acuerdos Duma y AL
En el mundo multipolar, Rusia y América Latina enfrentan las crisis mundiales provocadas por Occidente. De ahí que hoy, ambos bloques tejan una alianza estratégica para el desarrollo bajo el compromiso de la neutralidad, por lo que han fracasado las ilegítimas sanciones impuestas a Rusia que intentan dificultar su progreso.
Para estrechar sus vínculos con la región, Rusia ya eliminó los visados en 27 países latinoamericanos. El otro objetivo de esta aproximación es cerrar el paso a endeudamientos que sólo sacrifican el presente y futuro de las actuales generaciones, será otro efecto en la participación económica latinoamericana. El pueblo ruso, disperso en el enorme territorio del país, es el mejor mercado para productos alimenticios latinoamericanos a precios correctos y relaciones de respeto.
A cambio, la potencia euroasiática ofrece su experimentada producción industrial (helicópteros, medicamentos, fertilizantes, ámbito espacial), e intercambios en múltiples sectores como en hidrocarburos.
Hoy, Rusia construye en Bolivia el Centro de Investigación y Tecnología Nuclear. En unas semanas, Rusia pactó con Cuba, Venezuela y Bolivia una serie de acuerdos que ejemplifican esa sociedad de mutuo beneficio.
El llamado grupo ampliado incluye a países de población mayoritaria árabe y musulmana. No se descarta que esa selección sea resultado de los tres pilares de la política árabe de Rusia que aplica en su era post-soviética: flexibilidad (abandono de alianzas y bloques en favor de asociaciones, con mayor margen de maniobra); estabilidad (expresada en la lucha antiterrorista y rechazo al islam político-radical); y obsidionalidad (denuncia a la injerencia e intervención militar) describe el analista Adlene Mohammedi.
Por tanto, el beneplácito de Rusia y sus socios en el BRICS significa también la capacidad de expandir ese bloque a pesar de la diversidad política, cultural de sus miembros. En la reciente Conferencia Internacional Parlamentaria Rusia-América Latina (CIPRAL), el presidente ruso Vladimir Putin, puntualizó que ese bloque no es una alianza militar sino una plataforma para coordinar soluciones mutuamente aceptables basadas en la soberanía, la independencia y el respeto mutuo.
La clave de ese mundo plural, está en acuerdos y cooperación de beneficio común, justo cuando se desintegra el mal llamado Primer Mundo. En todo caso, al Sur Global le interesa la oferta de neutralidad, cooperación y sociedad beneficiosa para solucionar los conflictos.
Otro ejemplo de éxito diplomático ocurría el siete de septiembre, con el encuentro Rusia-África, días después de las asonadas en ese continente, en países tradicionalmente saqueados por Occidente.
A días de los golpes en Níger y Gabón, llegaban a San Petersburgo representantes de Angola, Burundi, Eritrea, Kenia, Malí, Mauritania, Sudáfrica y Mozambique, para pactar el suministro de cereales y fertilizantes. Al mismo tiempo, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, viajaba a Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Es innegable que, con estos acercamientos regionales, Rusia ha logrado un importante triunfo geopolítico. En cambio, ha fracasado el intento del régimen fascista en Ucrania por allegarse apoyos, a pesar de que EE. UU. con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea, desatan la barbarie sobre Rusia.
Esa polarización sucede cuando el Banco Mundial advierte del riesgo de crisis financiera en EE. UU. donde la Reserva Federal prevé una recesión y cuando el Congreso logra un acuerdo –con gran apuro– para financiar servicios públicos, en momentos en que la Casa Blanca ha decidido seguir financiando al régimen de Ucrania en su guerra proxy contra Rusia.
Rol clave
Tradicionalmente, Rusia y los Estados latinoamericanos han coincidido en asuntos internacionales; esa cooperación bilateral con países latinoamericanos será una locomotora en la creación de un nuevo orden multipolar. Estamos a favor de un orden mundial justo, creemos que cada país debe tener oportunidad de desarrollarse y planificar su futuro, declaró en su espectacular presentación ante la Duma estatal, el presidente Vladimir Putin, al inaugurar la CIPRAL.
Los latinoamericanos siempre han buscado la autonomía e independencia; de esos vivos ejemplos está llena la historia de su continente. Lo fue en la lucha de Simón Bolívar contra el colonialismo y en la segunda mitad del siglo pasado, cuando ese continente dio al mundo luchadores abnegados como Salvador Allende, Ernesto Ché Guevara y Fidel Castro, evocó el Ejecutivo ruso.
Al recordar sus reuniones con Fidel Castro, Putin lo calificó de ser “un gran hombre” que pensaba en la gente a cada segundo, no sólo en los cubanos, sino en toda América Latina, en toda la gente del planeta, pues le preocupaban el bien común y la justicia.
“Ése es el tipo de personas que nos regala América Latina, cuyos países hoy muestran un éxito progresivo para formar un mundo multipolar, con relaciones internacionales basadas en la igualdad, justicia, respeto al derecho internacional y los legítimos intereses individuales” bajo una asociación mutuamente beneficiosa.
Para el presidente ruso, esa arquitectura policéntrica es posible dado el colosal potencial económico y recursos humanos de América Latina, cuya actual política exterior e independencia soberana le garantizan “uno de los principales papeles en el mundo”. Y llamó a los parlamentarios a trabajar por los intereses de sus electores y desarrollar una asociación mutuamente beneficiosa.