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¿Por qué no hay más viajes a la Luna?
(…) Cuando estaba en la luna
paseando por la nada como un imbécil
sentí el asco infinito de la ausencia del hombre
y me dije qué mierda estoy haciendo aquí
algo así debe haber confesado Armstrong a sus jefes
con su estrenada voz de robot disidente
y quizá por eso los dueños del poder
postergaron sine die los viajes a la luna.
El hombre ha regresado pocas veces a la Luna desde que en 1969 Neil Armstrong alunizó y caminó pesadamente entre los cráteres lunares junto a sus compañeros de odisea. Sus palabras: “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad,” resonaron en los 500 millones de televisores que transmitieron en vivo y en directo la hazaña de la tripulación del Apolo 11. Ocho años antes, Yuri Gagarin, el cosmonauta soviético, se convirtió en el primer hombre en navegar el espacio extraterrestre y a su vuelta declaró: “No veo ningún dios por aquí arriba”. En el contexto de la Guerra Fría, por un lado, el eje comunista y por el otro, el eje capitalista compitieron por la conquista del espacio exterior y, gracias a esa lucha, la humanidad se benefició con descubrimientos.
Cincuenta años más tarde aquí estamos. Ya no hay Unión Soviética y desde 1972 el hombre no ha vuelto a pisar la superficie lunar. Esto sugiere una moraleja reveladora. No hemos regresado a la luna por varias razones, pero la fundamental se debe al capitalismo. ¿Para qué nos trasladamos allá? Los viajes son muy costosos, no son rentables y no hay materia prima que explotar, ni gente que expoliar en el espacio. A pesar de que las misiones espaciales han construido un legado científico sumamente importante, los sobrecostos de la exploración científica del espacio exterior han imposibilitado estas labores ultraterrícolas.
La relación entre la ciencia y el dinero, entre la técnica y el negocio, ha sido ampliamente discutida por los grandes pensadores de la humanidad. Como relata Carlos Marx en El Capital, en la época en que se inició la maquinización de la industria textil, John Stuart Mill puso el dedo en este renglón. En 1848, cuando publicó su libro Principios de Economía Política, Marx escribió: “Cabría preguntarse si todos los inventos mecánicos aplicados hasta el presente han facilitado en algo los esfuerzos cotidianos de un hombre”. Pero la lógica de la producción capitalista no sigue esas coordenadas, por más que se nos venda la idea de que el consumismo y la industrialización han facilitado y hecho más apacible la vida humana en la Tierra.
De este modo, la Revolución Industrial de mediados del siglo XIX, el proyecto espacial y el desarrollo de las telecomunicaciones de la segunda mitad del siglo XX, y la tecnología de comunicación electrónica de nuestra época comparten el mismo sentido: el espíritu del enriquecimiento personal y el espíritu de la explotación de la naturaleza para la continuidad de las relaciones capitalistas de producción.
Por ello resulta entendible que, en una época como la nuestra, de florecimiento tecnológico y científico, el freno para el conocimiento y la exploración del universo sea precisamente el capitalismo y su libre mercado, para el cual lo que no sea negocio ni redituable es cancelado o postergado. Éste es el caso de la odisea espacial. El capitalismo nos revela otra de sus múltiples facetas: la de ser un freno para el conocimiento.
Sin embargo, no sería justo ni verdadero afirmar que las misiones espaciales están frenadas en su totalidad. En estos años se han enviado naves tripuladas por robots que han viajado hasta las lunas de Júpiter o que han aterrizado en Marte. Esto se haría con el fin de conocer, observar las particularidades de los asteroides y sondear la posibilidad de habitar el universo en un futuro cada vez menos lejano.
Pero los programas espaciales de Estados Unidos, por ejemplo, se han amparado en el desarrollo de la iniciativa privada, como ocurre con la compañía Space X, de Elon Musk, magnate multimillonario con ínfulas de superhéroe posmoderno; o la empresa espacial Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos, el gerifalte de Amazon. Estos proyectos espaciales tienen pensado realizar los primeros viajes tripulados de turismo espacial; que solo podrán pagar por multimillonarios. Pero en los planes de la iniciativa privada, el afán de conocimiento científico queda relegado a segundo plano o subsumido al deseo de hacer negocios. Por ello, si se contrasta actualmente la presencia de nuestra especie en el espacio, lo único que podríamos trasladar a otros planetas del sistema solar y la Vía Láctea serían las diferencias sociales generadas por el capitalismo y su libre mercado.
Saihanba, combinación de chino y mongol, es el nombre del bosque artificial más grande del mundo. Su objetivo, proteger a Beijing, azotada por tormentas de arena debido a la desertificación de sus alrededores.
Si existen o no está sujeto a lo que concebimos como realidad, misma que es relativa, existe una realidad capturada por nuestros sentidos y una realidad inventada que sólo existe conceptualmente en la mente humana.
Para aprovechar el petróleo crudo, éste debe someterse a un proceso de destilación fraccionada para separar sus diferentes componentes, dependiendo del tamaño de las moléculas y de sus puntos de ebullición (temperatura a la cual un líquido pasa a fase gas
El fósforo blanco ha sido usado durante varias guerras de conflagración mundial, y usada, en menor escala, en forma de bombas o cohetes. Este químico se usó contra Irak, Chechenia, Gaza y Libia, cobrando millones de vidas.
Actualmente, diferentes grupos de científicos alrededor del mundo trabajan en la búsqueda y el desarrollo de tratamientos para combatir el Covid-19; el reto es que éstos sean eficaces contra las variantes actuales y futuras.
El volcán Popocatépetl se formó hace 23 mil años sobre los restos de otros volcanes. Desde entonces presenta actividad de manera intermitente, Tras estar inactivo 67 años, "despertó" en 1994.
volviendo al ejemplo del futbol, las vacunas son el equivalente a jugar un partido amistoso a principio de temporada, solo nos preparan para los posibles escenarios de una “competencia real”.
Aunque amado por unos y odiado por otros, el huitlacoche tiene un papel relevante en la economía, gastronomía y en la ciencia.
La naturaleza es compleja y se manifiesta de muchas formas. Uno de los instrumentos para estudiar dichas formas es la geometría
Considerado de los grandes matemáticos del S. XVIII, su mente no era la de un geómetra, era esencialmente analista. Newton, Euler y D’ Alembert, reconocieron que sus métodos analíticos los habían ayudado a entender problemas matemáticos.
El oportunista luce como un “matasanos”, un doctor de ocasión que, viendo al paciente lamentarse por el dolor que le aqueja en una pierna, decide cortársela. Solo tenía un golpe, pero nadie podrá decirle al doctor que no logró curar el dolor.
Un tema que ha inquietado al hombre desde hace mucho tiempo es el del cálculo de áreas de terrenos accidentados para el cultivo.
Muchas de las enfermedades “del mundo moderno” (cáncer, diabetes, hipertensión, asma, demencia) son producto de los “malos hábitos” alimenticios y falta de ejercicio.
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El uso de semillas mejoradas es una alternativa que garantiza la rentabilidad de las cosechas y la seguridad alimentaria, pero esa tecnología no es accesible para los 6.8 millones de personas que se dedican al sector agrícola.
Escrito por Aquiles Celis
Maestro en Historia por la UNAM. Especialista en movimientos estudiantiles y populares y en la historia del comunismo en el México contemporáneo.