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¿Por qué idea clama la realidad?
Marx estaba convencido que una idea demuestra su superioridad en la práctica.
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“No basta que la idea clame por realizarse; es necesario que la realidad misma clame por la idea”.

Carlos Marx

En 1920 se crea el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP), un pequeño partido caracterizado por un nacionalismo extremo y su antisemitismo. En noviembre de 1923 Hitler intenta dar un golpe de Estado conocido como “el Putsch de Múnich” pero fracasa y termina tras las rejas en el presidio de Landsberg. Cumplía una condena de cinco años, pero fue liberado ocho meses después a finales de 1924. Es en la cárcel donde escribe “Mein Kampf” (Mi Lucha), libro donde describe sus planes para Alemania y la justificación que guiaría su vida. “Durante mi lucha por la existencia, en Viena, me di cuenta de que la obra de acción social jamás puede consistir en un ridículo e inútil lirismo de beneficencia, sino en la eliminación de aquellas deficiencias que son fundamentales en la estructura económico-cultural de nuestra vida y que constituyen el origen de la degeneración del individuo o por lo menos de su mala inclinación.”, sostiene.

Después de la derrota en la Primera Guerra Mundial, el Emperador Guillermo II abdicó y Alemania se convirtió en una república desde 1919. Muchos alemanes están descontentos con la nueva situación y desean volver al imperio, opinando que la socialdemocracia gobernante es culpable de la derrota en la guerra.

Beneficiados por la crisis económica que comenzó a fines de los 20’, pues Alemania no podía pagar la deuda originada por la guerra, además de que millones de alemanes perdían sus empleos, los nazis tuvieron la excusa perfecta para llevar adelante una feroz crítica hacia el gobierno y el acuerdo de Paz de Versalles. Es así como intentarían llegar al poder a través de las elecciones. 

Dicha estrategia rinde frutos ya que, en las elecciones de 1928, el NSDAP obtiene 810, 127 votos, quedando en 9no lugar con el 2.63 % del total (31.165.789) y en 1930 logró 6.379.672, el 18.25% del total (35.224.499), obteniendo casi siete veces su anterior resultado y convirtiéndose en la segunda fuerza política del país. No consiguen suficiente apoyo, pero presionan al presidente Paul von Hindenburg para que nombrara canciller a Hitler, esperando así poder formar un gobierno con mayoría. El 30 de enero de 1933 Von Hindenburg dimite y nombra a Hitler como presidente. 

El 27 de febrero de 1933 los guardias observan llamas en el edificio del parlamento Reichstag y atrapan al comunista holandés, Marinus van der Lubbe, lo que vale para que Hermman Göring, mirando al fuego gritara: "Este es el comienzo de una revolución comunista. Ahora atacan. No tenemos tiempo que perder". Antes de que pudiera continuar, Hitler exclamaba: "A partir de ahora no vamos a mostrar ninguna misericordia. Quien se interponga en nuestro camino será sacrificado". 

Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de emergencia de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios artículos de la Constitución de la República de Weimar con el objetivo de "proteger los documentos culturales alemanes", pero que realmente proporcionaban la base para una dictadura. Los derechos civiles de la población alemana son suspendidos, la libertad de expresión ya no es un derecho inherente y la policía puede detener arbitrariamente a las personas y allanar casas. 

En esa atmósfera y con el propósito de elegir a los miembros del VIII Reichstag, el 5 de marzo se llevaron a cabo las novenas y últimas elecciones de la República de Weimar, teniendo como verdadero objetivo dotar al gobierno de Hitler de una mayoría parlamentaria. Como era de esperarse, el Partido Nazi abusó de los recursos del Estado para financiar su campaña y recurrió a la intimidación directa y a inspirar temor hacia “una guerra civil causada por los comunistas” (¿Les suena?). Sin embargo, el resultado no fue el esperado, aunque los nazis lograron un amplio triunfo con el 43.91% (17.277.180) del voto popular no obtuvieron la mayoría absoluta legislativa. 

Aunque los partidos de izquierda representan aun el 30 % de los sufragios, los arrestos y la intimidación se incrementan. El gobierno prohíbe el Partido Comunista y el 15 de marzo ya hay decenas de miles de comunistas arrestados. El 23 de marzo el parlamento se reúne en Berlín, donde Hitler propone la '"Ley Habilitante", la cual le permite promulgar leyes durante cuatro años sin interferencia del Presidente o del Parlamento alemán. Hitler conmina a los presentes a elegir entre "La Guerra o la Paz" y con 444 votos a favor y 94 en contra, el Parlamento aprueba dicha ley, la que sería la base un régimen totalitario y dando inicio al período histórico conocido como Alemania nazi.

La historia de la humanidad nos dice que siempre han existido fuerzas que se oponen al progreso y que intentarán instaurar su dominio incluso legitimados por el voto popular, como lo hizo Hitler, para después imponer sus ideas a costa de lo que sea. Si lo he narrado desde el surgimiento del partido nazi es para que sepa usted, querido lector, que a los nazis les bastaron sólo 13 años para consolidarse y otros 13 para destruir medio mundo. 

Pero los historiadores apologistas del libre mercado, ocupan esos elementos con claras intenciones de dominación mundial en contra de la Unión Soviética y el socialismo. Desde el triunfo de la Revolución Rusa se ha gastado mucha tinta y saliva para afirmar que el bolchevismo era la continuidad del marxismo para imponer al mundo el “terror rojo”. Si bien es cierto que Stalin impuso algunas de sus ideas, también es cierto que no era su plan la conquista del mundo entero. La mayor demostración, y que poco a poco el mundo se está dando cuenta, es que fue la Unión Soviética de Stalin la que le puso el alto al nazismo un 9 de mayo de 1945, 20 años después de publicado “Mi lucha”. 

Aunque nadie debiera estar de acuerdo con la idea de imponer y aniquilar de la obra de Hitler, no podemos ignorar que después de estar prohibido por 70 años, ha vuelto a los anaqueles para ser uno de los libros más vendidos de los últimos años. Cerca de 85.000 ejemplares fueron vendidos a un año del lanzamiento en el 2017, por los 90 años de la obra, de la edición hecha por el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich. 

No hay duda de que el fascismo vuelve a subirse a la palestra internacional y lo hace como lo hizo Hitler, culpando a los comunistas de ello. Para muestra un botón, en el Foro de Davos 2024 que se llevó a cabo entre el 15 y 19 de enero, el recién elegido presidente neonazi, Javier Milei, dijo ante la élite mundial reunida que "Occidente está en peligro", pues los valores están "cooptados con una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo", culminando con un elogio zalamero hacia los capitalistas: “Ustedes son benefactores sociales, héroes, creadores del período de prosperidad que jamás hemos vivido". Milei está sirviendo como el nuevo títere de la burguesía mundial, y lo hace en un nuevo contexto de crisis económica. 

Pero “Mi Lucha” no es el único libro que uno puede encontrar en los estantes. También está El Capital de Carlos Marx, cuya última edición en inglés acaba de salir. Editado y traducido por Paul Reitter, profesor de lenguas y literaturas germánicas y ex director del Instituto de Humanidades de la Universidad Estatal de Ohio. A decir del autor de “El joven Karl Marx: filosofía alemana, política moderna y florecimiento humano, David Leopold”, es “Una traducción para nuestros tiempos. Basada en la última edición alemana que el propio Marx revisó y aprobó para su publicación, esta nueva lectura capta con éxito su comprensión teórica, su vigoroso humor y su ira justificada. El texto resultante está en perfecta sintonía con la estructura literaria y lógica de El capital, y transmite tanto los ritmos complejos del lenguaje de Marx como la continua relevancia de su razonamiento”. 

La crisis por la que atraviesa el mundo pone en debate las ideas de las clases en lucha. Pero Hitler lo tenía bien claro: “todos los grandes movimientos son reacciones populares, son erupciones volcánicas de pasiones humanas y emociones afectivas aleccionadoras, ora por la diosa cruel de la miseria, ora por la antorcha de la palabra lanzada en el seno de las masas – pero jamás por el almíbar de literatos estetas y héroes de salón”. 

Carlos Marx fue muy claro al decir en la “Ideología alemana” que “para nosotros el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”. Marx estaba convencido que una idea demuestra su superioridad en la práctica. 

Mientras muchos académicos de izquierda polemizan desde la esterilidad de sus plataformas, los fascistas aprovechan las circunstancias para ascender al poder. Sólo los marxistas consecuentes saben que la tarea no ha cambiado: educar y organizar al pueblo para formar un gran movimiento que pueda amarrarle las manos a todos los aprendices de Hitler. Es por ello que cabe preguntarse: ¿nos quedaremos viendo cómo resurge el fascismo que amenaza al mundo entero o nos dispondremos de una vez y para siempre a trabajar en la construcción de un mundo mejor para todos? 


Escrito por Ignacio Mejía López

Colaborador


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