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La creciente influencia económica de China en el mundo ha suscitado un importante debate entre los académicos de tradición marxista: ¿Es China un país imperialista? La cuestión surge de una premisa: si todos los países capitalistas desarrollados tienden a convertirse en imperialistas por propia naturaleza económica entonces China, que es ya un país capitalista desarrollado, debe ser, o está en camino de serlo, un país imperialista. La mayoría de los análisis responden positivamente a la pregunta; sin embargo, hay algunas voces discordantes.
Es el caso de David Kotz y Zhongjin Li[1], académicos estadounidenses especializados en economía política china. Kotz y Li parten de la definición que Vladimir Ilich Ivanov, Lenin, propone del fenómeno en Imperialismo, fase superior del capitalismo, donde pese a que plantea cinco características económicas que le son propias, en su concepción integral del imperialismo incluye la dimensión política. Es así como, apoyados en Lenin, ambos estudiosos definen al imperialismo como la “dominación económica y política de un país por la clase dominante de otro país realizada con el objetivo de extraer beneficios económicos para esa clase dominante”. La dominación política se entiende aquí de la siguiente manera: las clases capitalistas pueden establecer relaciones de dominación económica en otros países mediante el establecimiento de sus empresas, pero solo pueden establecer relaciones de dominación política a través del Estado.
Una vez delimitado el concepto, los académicos estadounidenses caracterizan la base económica del modo de producción actualmente prevaleciente en China. Para ello, los investigadores invocan los tres aspectos que Carlos Marx apunta en El Capital como centrales de toda economía capitalista: 1) Se producen mercancías para el intercambio en el marco de una economía de mercado. 2) La relación fundamental de producción se da entre trabajadores libres y propietarios de los medios de producción y 3) El objetivo de la producción es la ganancia mediante la apropiación del plustrabajo de la clase trabajadora. ¿Puede caracterizarse a China con base en estos tres aspectos? Sí. La reforma impulsada desde 1978 por Deng Xiaoping ha logrado que, hoy, la economía china sea fundamentalmente una economía de empresarios privados. Los datos del Estado chino lo expresan así: de 1998 a 2018, la propiedad pública del sector industrial cayó del 69 al 39 por ciento y la propiedad privada creció del 31 al 61 por ciento; en el mismo periodo, la generación de empleo en el sector industrial de empresas públicas pasó del 60 al 18 por ciento; y los empleos generados por empresas privadas crecieron del 40 al 82 por ciento. Si bien hay participación estatal, la economía china es predominantemente una economía de mercado: la base económica del modo de producción existente en China es capitalista.
De acuerdo con la teoría marxista, la clase social económicamente dominante es también la clase que domina al Estado y, por tanto, en una sociedad económicamente dominada por la clase capitalista se espera que esa clase también controle al Estado. Sin embargo, Kotz y Li explican que, dentro del capitalismo, esto no necesariamente ocurre así, sino que ha habido casos de economías capitalistas con Estados no dominados por la clase capitalista. Éste es, de acuerdo a los académicos, el fenómeno que se presenta en China. La economía es dominada por los capitalistas, pero el Estado es dominado por el Partido Comunista de China (PCCh). Si bien el partido comenzó a aceptar a grandes empresarios privados desde 2001, éstos no son la mayoría, no han logrado insertarse en los órganos de decisión más importantes y no controlan el partido. El PCCh es controlado por un grupo dirigente que no responde a los intereses de los capitalistas chinos, sino que tiene sus propios objetivos: 1) Promover el desarrollo de la economía china, 2) Promover el desarrollo tecnológico y 3) Hacer de China una potencia económica y política mundial. El PCCh utiliza al Estado para lograr estas metas.
La consecución de estos objetivos no exige el establecimiento de relaciones imperialistas con los otros países del mundo, sino que ha dado origen a relaciones de beneficios mutuos, que incluso son menos costosas que las relaciones de dominación política y económica. Por supuesto, la clase capitalista china tiene una tendencia hacia el imperialismo; sin embargo, mientras el Estado esté controlado por el PCCh y no por los capitalistas, China no operará como un país imperialista.
Como soporte empírico a su argumentación teórica, Kotz y Li revisan la relación de China con países de Asia, África y América Latina en los últimos años; y sostienen que el comportamiento de China no sigue una dinámica imperialista en todos esos casos. Éstos son argumentos de una discusión que sigue abierta.
[1] Kotz y Li, “Is China imperialist? Economy, State and Insertion in the Global System”, diciembre 2020.
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Escrito por Carlos Ehécatl
Maestro en Estudios de Asia y África, especialidad en China, por El Colegio de México.