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Mohammad al-Amin al-Karkhi
Como traductor del persa al árabe, tradujo la poesía clásica persa como los poemarios de Shirazi, Jayyam, Attar y otros.
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Nació en Bagdad, Irak, en 1971. Es poeta, traductor y editor. Reside desde los noventa en Holanda. Publicó hasta hoy tres poemarios: Fawanis (2005); El libro de la plastilina (2008) con ilustraciones en colaboración con la artista holandesa, Loes Botman; y El exilio de Voltaire (2019).

Como traductor del persa al árabe, tradujo la poesía clásica persa como los poemarios de Shirazi, Jayyam, Attar y otros. También vertió al árabe libros de Kiarostami, Sabhari, Farajzad y Rahmani. Trabaja también en la prensa y dirige el portal electrónico Alwan press. Dirigió revistas literarias como Hamishyun/ Marginados y la revista Shiraz. Parte de sus poemas han sido traducidos al persa, holandés y español. 

Lugar de nacimiento

El fuego arde en el cuerpo de Bagdad,

ciudad que no tiene bastantes raíces en mí,

es para proporcionarme el esplendor

del eterno viaje en las galerías del laberinto.

 

Sin duda que sus mapas son tan desnudos

como el melocotón en una tarde de verano abrasador.

 

Los otros

que me llamen desde la profundidad

de los árboles para engañarme

y estamparme por la ceguera,

 

les molestó hablarles del lugar de mi nacimiento

en términos sencillos como las semillas de granada

 

les gustó y mucho rodearme

por los arcos del pánico cada vez

que me dirijo al río

que me invaden como la ansiedad

mientras voy caminando fugazmente

en una acción breve e inocente

 

como la punta de un alfiler

y con tanta tranquilidad como el ojo cerrado del lobo.

 

Yo procedente de los callejones del Karj

y los barrios de Shah Chraj

tengo que memorizar los poemas

de corsarios habladores capaces de deletrear todo

con un idioma intacto y escogido

lejos de los azotes de ordenes brutales,

y ordeno al poema que cambie los pasos

de la víctima del matadero del verdugo,

es una casualidad que escondo de la mañana,

su secreta pasión y sus profundas quejas

cual estampas de las fuentes

que voy aguantando los espantapájaros

que no saben su destino

al lado de las víctimas o de la tela de los asesinos.

 

Es el momento de desaparecer

de la compañía de amigos

como cocodrilos ciegos

y despedirme de ellos con

un baile de unicornio suspendido en un pozo

o embarcarme con ellos en faluchos de caña fina,

pero están allí, echando el agua

sobre sus pies para aguantar fijamente

en los ojos del adversario

y esconder los relojes de arena en sus abrigos

porque dicen que el invierno no permite dividirse.

El destierro de Voltaire

Ahora puedes abandonar el lugar.

No mereces estar aquí para siempre

apoyado en tu bastón de piedra.

 

Vendedores de otras ciudades

montan sus puestos a tu alrededor

y te sitian del zoco de los sábados.

Los jardines ya no son el lugar

donde se juntan los enamorados

ni los vagabundos.

Los ricos le arrebataron el lado norte y rodearon con tumbas,

[tu palacio

y bajo la valla de la meseta

Los chinos orgullosos de su civilización

venden mercancía barata

para turistas

que llegaron

a la aldea

por descuido.

 

Ahora puedes salir

de esta aldea que lleva tu nombre.

Pareces un policía de tráfico en unas calles desiertas

y no tienes nada que hacer

más que dormir en la cueva.

Y eso es más placentero que un sueño.

Guerra

Sólo

me alisté para cazar un ratón que se llamaba guerra.

Sólo

construí posiciones delanteras por la paz.

Y con cables espinosos

tejía mis días.

 

Soy la espuma de la nada

sus llaves y sus grilletes.

Sobre las costras de mi soledad se desliza la noche,

y con otro suspiro se desgarra mi cuerpo.

Rebelión

Mis recuerdos que culminaron en lágrimas y añoranza

se rebelaron como una noche surgida del mediodía.

Y la esperanza que rehízo sus huesos, se escapó.

Aquí estoy llamando al olvido –mi aliado– por otras

[pérdidas.

La tregua se perdió en el camino hacia mí.

Exilio

Aquí, los manantiales del terror

como cohesión de las piedras del vacío,

aquellas que pelean como dos ciegos en el maratón

mis palabras se confunden con el sabor del olvido.

 

Oh,

el olvido, como el exilio,

allí practica rendidamente trabajos forzosos,

unos manantiales del terror

para las piedras del vacío.

Viaje

Al amanecer, asombro a las ciudades,

por eso levantan sus brazos, para entregarse a mí.

Sueño

Ahogado en el fondo del sueño,

siento mi distancia

con una ensangrentada estrella

que todavía conserva su dirección,

mi llanto cortó la distancia a pie

mientras el olor a llanto sigue vagando muy dentro de mí.

Tecnología

Antes de que la tecnología penetrara una bandada de lobos

en el agujero de una aguja

Antes de…

incrusto mis sueños en palabras descarnadas

y peleo con mis nombres cerca del portal.


Escrito por Redacción


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