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Mitos y política de una pandemia
Los falsos triunfalismos, el silenciar el peligro de rebrotes y la manipulación de estadísticas cuestionan la integridad de gobiernos y validan la estrategia de mentiras en los centros hegemónicos.
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La verdad es un arma eficaz en el combate contra el Covid-19 y para transitar con éxito la ruta de la cuarentena global. Los falsos triunfalismos, el silenciar el peligro de rebrotes y la manipulación de estadísticas cuestionan la integridad de gobiernos y validan la estrategia de mentiras en los centros hegemónicos. Algo es cierto: el SARS-CoV-2, causa del Covid-19, está lejos de ser derrotado, pese a su contención temporal en un puñado de países. A pesar de las alertas de científicos en México, como Estados Unidos (EE. UU.), Italia, Alemania, España, Francia, Suecia y Reino Unido –el país con más decesos– se alistan para “volver a la normalidad”. Bastarán unos días para confirmar si el microorganismo se difunde más.

Triunfalistas, gobiernos que no han tenido contagios en los últimos días vocearon: ¡Hemos ganado la batalla al coronavirus!. Incluso lanzaron esos mensajes semanas antes de concluir el periodo formal de confinamiento. Ya en la tercera semana de abril, íconos de la prensa corporativa como CNN, Forbes, BBC, O Globo y El País mostraron como “triunfadores” a países del llamado Primer Mundo.

Además, aderezaron ese falso optimismo con el argumento de que las mujeres políticas son más resistentes a la pandemia que el género opuesto. Las llamadas “guerreras triunfadoras” eran jefas de gobierno en siete países: la canciller alemana, Ángela Merkel (que se contagió del virus); las primeras ministras de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern; la de Dinamarca, Mette Frederiksen, de Islandia, Katrin Jakobsdóttir; de Finlandia, Sanna Marin; de Noruega, Erna Solberg y la presidenta de Taiwan, Tsai Ing-wen.

Merkel

La propaganda mediática destacó a dos países por su acertada gestión en la pandemia: Vietnam, que cuando el mundo cumplía cinco semanas de aislamiento y millones de decesos, no reportó ninguno por Covid-19. Y Suecia, cuya singular estrategia fue no imponer cuarentena y pedir a sus ciudadanos el distanciamiento físico.

Es cierto que tras el dramático efecto del virus en China e Italia, en los países que hoy se dicen triunfadores contra la enfermedad, hubo temprana intervención gubernamental que se tradujo en cierre de fronteras, aplicación masiva de pruebas preventivas y aislamiento de sospechosos.

Sin embargo, ya entrada la segunda quincena de mayo, y cuando la mayoría de paises supuestamente triunfadores ante la pandemia había abierto sus economías, se encendían las alertas por nuevas olas de infección. “El problema es psicológico, pues creen que la crisis ya pasó. Y eso no es lo que está ocurriendo”, expresó el dirigente del Centro de Investigación de Brandenburgo, J. Hufert.

Esto da la razón al analista alemán Eodion Ebbinghausen quien afirma que a un virus no le importa la política, tampoco le impresionan la retórica ni las palabras. Lo verdaderamente importante son los hechos, y solo se le puede vencer con conocimientos científicos y criterio.

Éxitos reales y falsos logros

Los medios informativos occidentales fueron parcos con la efectiva estrategia de Vietnam, con 95 millones de habitantes y una frontera de mil 400 kilómetros con China, que logró contener el brote de Covid-19. Al 24 de abril, ese país solo tenía 268 casos positivos, ninguna muerte y ningún caso nuevo en siete días.

A finales de enero se instituyó la estrategia vietnamita, que incluyó cierre de negocios, cancelación de vuelos desde y hacia China, todo el este asiático y Europa. En febrero, con diez casos confirmados, confinó a la población de todas las aldeas próximas a la capital con más de 10 mil habitantes.

A mediados de marzo se impuso cuarentena a todos los visitantes –que deben aportar detalles de sus contactos en el exterior–  y canceló vuelos internacionales. Además, se rastrea a quienes se desplazan a ciudades y provincias e ingresan a edificios gubernamentales y hospitales.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) elogió al país y dijo que no hay duda de sus buenos resultados, CNN  y The Conversation reaccionaron con escepticismo al anuncio del Ministerio de Salud sobre el levantamiento parcial del confinamiento y criticaron “métodos del gobierno que serían cuestionados en países más democráticos”.

En contraste, el académico Carl Tahyer declaró a The Financial Times que Vietnam “es una sociedad movilizada, donde el gobierno jerárquico es bueno para responder a desastres”. The Economist reconoció como “muy interesante” la estrategia del gobierno “comunista” de ese país.

wuhan

En la BBC, Jonathan Head publicó que la campaña estatal de medidas preventivas “evoca el estilo heróico que utilizaron en la guerra contra EE. UU. para movilizar al público en apoyo de lo que los líderes llamaron una lucha nacional contra el virus”.

En cambio, el mundo sí siguió los buenos resultados de Surcorea en su estrategia anti Covid-19. A mediados de febrero, ese Estado tenía un mal pronóstico, pues ya era el segundo país con más infecciones detrás de China.

El epicentro de la propagación fue el templo de Shincheonji, en Daegu, a 250 kilómetros de Seúl. Gracias a esa robusta política de pruebas y rastreo tecnológico de contactos con sospechosos, el plan de prevención logró que el cómputo de infecciones se mantuviera en 10 mil 765 casos.

Occidente voceó la “medida impresionante” de Surcorea de no imponer cuarentena ni restringir movimientos, solo impuso horarios límite y obligatoriedad de mascarillas. Eso permitió que 29 millones de surcoreanos votaran por sus parlamentarios el 15 de abril, sin que se presentara un nuevo caso de infección.

Así, por primera vez en 72 días, el 30 de abril, Surcorea reportó cero infecciones. Resplandeciente, el ministro de Salud, Park Neung-hoo, atribuyó ese “notable cambio de rumbo” a que fueron creativos. Sin embargo, tres días después se presentaron cuatro nuevos casos de contagio.

Nueva Zelanda se promovió como ejemplo de éxito ante el Covid-19 y reportó dos días sin nuevos contagios; el siete de mayo, la premier Jacinta Arden anunció planes para relajar aún más la cuarentena tras cinco semanas de estricto confinamiento y cierre de fronteras. Un día después abrieron bares y restaurantes, competencias deportivas profesionales a puerta cerrada y reuniones restringidas a pocas personas, todas con mascarillas.

Alerta en Alemania

Por primera vez, en la Alemania reunificada, 273 centros de investigación médica, química, biológica y de alta tecnología rechazaron al plan de reapertura económica de Angela Merkel. El comunicado del 29 de abril fue firmado por directivos de la Sociedad Frauenhofer, la Asociación Helmholtz de Centros de Investigación del país, la Sociedad Max Plank para Promoción de la Ciencia y la Asociación Leibniz, entre otros. “Al superarse el nivel de relajamiento, volvemos a la etapa de crecimiento exponencial de infección por el virus”, advirtió el epidemiólogo Michael Meyer-Hermann.

Proponen dos opciones: una, esperar a que desciendan las infecciones y sea posible rastrear el origen de nuevos casos; otra, imponer nuevas medidas de higiene, continuar otras, aumentar y realizar más pruebas. Ambas mantienen contacto restringido

Pero Merkel, presionada por la cúpula industrial de su país y los presidentes de los Estados federados germanos (Länder), reabrió la economía en un país donde la medida que menos se respeta es la de distancia mínima de seguridad de metro y medio.

 Le sigue la obligatoriedad de usar mascarillas en el transporte público y comercios; las multas no son iguales: en Baviera, 150 euros  para quien no la lleve y cinco mil al comercio que permita el ingreso de un cliente sin ella. En Renania del Norte-Westfalia, son diez euros y en Baden-Wurtemberg, de 15 a 30 euros.

Las claves de su estrategia consistieron en el cierre de fronteras (tres de febrero) a viajeros  de China y a cuatro millones de turistas; se limitó el uso de automóviles, se cerraron bares, cafés, negocios y parques públicos. Sin embargo, aunque el 15 de marzo solo tenía seis casos registrados, los contagios escalaban a nivel incontrolable, por lo que la isla impuso cuarentena obligatoria a todos los visitantes.

Diez días después declaró el nivel cuatro: bloqueo total del país, suspensión de vuelos nacionales, se prohibió la interacción social fuera del hogar y solo se abrieron tiendas de alimentos, farmacias, hospitales y gasolineras.

El plan de  Ardern disminuyó la tasa de infección de 146 casos en marzo a un puñado para mitad de abril. Sin embargo,  luego de que el 30 de abril se relajaron las restricciones, surgieron siete nuevos casos que, una vez más, occidente y su propaganda no consignaron.

Otro caso muy publicitado como el de mejor resultado en la pandemia es el llamado experimento sueco o estrategia de inmunidad colectiva #Covid19. Aunque el reino sueco fue el más perjudicado por el virus entre los países nórdicos, pues sumó más de tres mil muertos, se desmarcó de sus vecinos europeos y decidió no confinar a su población, ni cerrar negocios, escuelas, empresas y transporte público.

Ahí, como en el resto de Europa, el epicentro de la infección (40 por ciento de decesos) fue en residencias de ancianos, aunque nunca se planteó cerrar esos lugares, como sí lo hizo el Reino Unido. La campaña mediática borró el abandono de recursos económicos en ese sector y optó por difundir que al no recurrir al aislamiento, “los suecos no sufrieron los impactos psicológicos de la caída económica”.

Para matizar este triunfalismo, el director del programa de emergencias sanitarias de la OMS, Michael Ryan, señaló que está por verse si fue benéfico no seguir la cuarentena. Y advirtió que en zonas donde hubo intensa transmisión “es bastante elevada la posibilidad de que la enfermedad retorne”.

Coincide el principal epidemiólogo sueco, Anders Tegnell, quien asegura que aumentarán de nuevo, en el mundo, las tasas de infección al levantarse las restricciones temporales. Y asegura que “una pandemia de vida prolongada como la del Covid-19 exige el distanciamiento social”.

La India, con mil 300 millones de habitantes, desplegó una particular estrategia ante el Covid-19. Aunque tuvo su primer caso el 30 de enero y los contagios escalaron, solo presentó menos del uno por ciento de casos a nivel mundial.

Narendra

Primero impuso control fronterizo y vetó a pasajeros aéreos de países afectados. Y sumó la restricción de confinar completamente a la población en sus casas, situación inédita en ese país, refiere el experto en estudios de seguridad y defensa Manuel Francisco Herrera.

El gobierno aplicó pruebas a sospechosos, asintomáticos y personas con historial de viajes al exterior por la intensa migración externa e interna; ese tamiz rastreó casos positivos y sospechosos con eficiencia. Además, con apoyo empresarial, difundió masivamente prácticas de higiene y logró crear tal conciencia pública, que mantuvo bajas las cifras de contagio: casi 18 mil y unas 600 muertes.

Para los críticos, el confinamiento forzado hizo recaer en los ciudadanos la responsabilidad de contener el brote; estiman que ese aislamiento castigó innecesariamente a los sectores más vulnerables, que viven hacinados en núcleos urbanos sobrepoblados y soslayó las grandes carencias en salud y seguridad pública del país.

No obstante, la temprana acción permitió a India “comprar” algo de tiempo, porque el gobierno sabe que hay focos latentes de brotes que se expandirán cuando se levanten las restricciones, alertó Asia North East.

Brecha intraeuropea

La gestión de la pandemia en Europa marcó la división entre países del centro y este del continente y los occidentales. Cuando los decesos por Covid-19 sumaron más de 25 mil en Italia, Reino Unido, Francia y España, no superaban los tres mil en Polonia, Eslovaquia, Chequia, Hungría, Austria y Rumania.

Lecciones del rebrote

Se aseguró que Singapur frenó la propagación del virus, pero recientemente enfrentó una segunda ola de contagios, como también ocurrió en China, que parecía haber detenido la propagación y hoy enfrenta nuevos brotes.

La lección, tras esas experiencias, consiste en que el Covid-19 podría ser endémica en determinadas ciudades y zonas rurales. Eso significa que, en espera de una vacuna y que sea generalizado su acceso a ella,  en el corto y mediano plazos, todos los países deben mantener su veto al ingreso de personas  de países con altas tasas de contagios. De lo contrario, está latente la amenaza del rebrote, incluso más agresivo, advierten especialistas en inmunología y epidemiólogos.

Esta brecha este-oeste, en un continente con intenso flujo de personas y mercancías, se atribuye a que la zona del este tuvo tiempo de emprender medidas preventivas y a que su relación con China es relativamente baja.

En cambio Italia, con vínculos económicos, turísticos y laborales –miles de inmigrantes chinos en su industria textil– tuvo sus primeros casos en enero, mientras que, hasta marzo, la enfermedad llegó a Polonia, República Checa y Eslovaquia.

De inmediato, estos países cerraron fronteras, escuelas, comercios no esenciales y restringieron la movilidad de personas. Polonia solo tenía 11 casos al decretar la cuarentena, mientras que Italia y España impusieron esas medidas cuando ya tenían miles de contagios.

Para la experta del Centro Polaco de Salud y Política, Agnieszka Sowa-Kofta, esa ventana fue positiva, “pues nuestros sistemas de salud son más limitados en presupuesto, equipos y personal”. Honestos, al levantarse parcialmente la cuarentena, los virólogos admiten que no se reportan todos los casos; “en realidad, no sabemos cuál es la escala de contagios”, alerta el periodista Mar Pichel.

virus

Austria fue ejemplo de contención pese a compartir frontera con Italia. Sus dos primeros casos se registraron el 25 de febrero. Eran una pareja de italianos residentes en Innsbruck que retornaron de Lombardía. En poco tiempo hubo más de 15 mil 500 contagios y 608 muertes, cifra semejante a Alemania (828) contra 47 mil 800 de Italia.

Por ello fue el primero en Europa en cerrar su frontera, escuelas y restringir las entradas desde Italia. El 12 de marzo limitó el tránsito de personas y, aunque sin evidencia de su efectividad, impuso el uso de mascarillas en supermercados y transporte público.

Para el occidente europeo, esas medidas eran radicales y ya las practicaban checos y eslovacos, afortunadamente. Otro mito que cayó en Austria fue que el virus solo ataca a población de edad avanzada; ahí afectó a deportistas de esquí de 40 años que contagiaron a sus pares.

Holanda ve al futuro

Este país propone reestructurar su economía para evitar el retorno del Covid-19. Más de 170 intelectuales y académicos holandeses proponen un escenario postcrisis con base en los principios del descenso. En su comunicado plantean:

Dejar de centrar la economía en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB); diferenciar sectores que necesitan inversión para crecer (energías limpias, educación, salud) y sectores que deben disminuir radicalmente (petróleo, gas, minería, publicidad).

Crear una estructura económica con base en la redistribución. Establecer la renta básica universal, el sistema universal de servicios públicos, fuerte impuesto a ingresos, lucro y riqueza; horarios de trabajo reducidos y compartidos.

Transformar a regenerativa la agricultura, que conserve la biodiversidad y esté basada en producción local y vegetariana. Así como más justicia en condiciones de empleo y salarios.

Reducir el consumo despilfarrador y los viajes lujosos.

Cancelar la deuda de trabajadores y pequeños negocios, así como del Sur Global.

 

 

 


Escrito por Nydia Egremy .

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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