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La pandemia de Covid-19 acentuó las severas limitaciones del sistema educativo nacional que en el pasado bienio propiciaron el abandono escolar de 2.5 millones de infantes, en cuyo futuro se profundizará la desigualdad socioeconómica que afecta a gran parte del país.
En la Sierra del Mezquite, hacia el sur del estado de Durango, las clases en línea son una ilusión. En esta región, de mayoría indígena, siete de cada 10 habitantes viven en pobreza extrema y los aparatos electrónicos y el Internet son un sueño. “Deja tú el Internet: hay lugares donde no hay ni electricidad”, dice a buzos la maestra Esmeralda Solís.
“El programa implementado por el Gobierno Federal a través de la televisión nomás no llega; si llegara, de todas formas no sirve porque la mayoría de las familias aquí no tienen ni televisión y apenas sobreviven malcomiendo”, añadió.
El Mezquital, como muchos otros municipios con población indígena mayoritaria en México, tiene marcados problemas de desigualdad social desde hace mucho tiempo. “Nosotros, como maestros que somos de este municipio, nos quedamos en las comunidades a vivir en donde nos toque para que los niños no dejen de aprender y sobresalgan. Por la mañana, los niños van al aula; pero por las tardes somos nosotros quienes vamos a sus casas a continuar con su aprendizaje”, asegura la maestra rural.
Así como el Mezquital, en Durango se encuentran otros municipios como Tamazula, Topia, Canelas, Otaez y Guanaceví, donde se registró la mayor deserción escolar a raíz de la pandemia. Datos oficiales afirman que el abandono se debió a las dificultades de los menores para asistir a clases y a los problemas socioeconómicos de los padres de familia.
Una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que más de 16 millones de hogares en México carecen de conexión con la red de Internet, brecha digital que impidió que millones de estudiantes pudieran acceder a la educación en línea.
“No hay programas serios de detección de estudiantes vulnerables o en situaciones difíciles. Es una gran ausencia del sistema educativo y conforme más tiempo pase va a ser más grave la desconexión, pues la falta de comunicación afecta a gran cantidad de estudiantes”, agrega la maestra Esmeralda.
La pandemia de Covid-19 ha provocado, en efecto, un cambio drástico en la vida de niños y adolescentes; mayor desequilibrio económico en las familias, sobre todo en las más pobres, pues muchos se vieron orillados a dejar los estudios para trabajar y contribuir a los ingresos del hogar, además de que el confinamiento aumentó los niveles de estrés y ansiedad.
Y aunque los padres de familia solicitaron los apoyos necesarios a los gobiernos Federal, estatal y municipal para evitar que los estudiantes continuaran sus estudios, nada pudo revertir la cruel realidad socioeconómica; y los datos oficiales muestran la inmensidad de ese impacto.
México se encuentra hoy entre los países donde se ha registrado la mayor deserción escolar, pues los 2.5 millones de niños y adolescentes representan una reducción del 10 por ciento en la matrícula de educación básica.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que en los próximos 80 años esta pérdida costará a México el 136 por ciento de su producto interno bruto (PIB) en términos económicos de 2019.
“La pérdida de aprendizaje puede cuantificarse en términos de ingresos a lo largo de la vida utilizando evidencia del retorno a la educación, esperanza de vida y mercado laboral”, precisa el organismo.
Un análisis del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), publicado en el primer semestre de 2021, sostiene que una población con menos habilidades formativas o educativas enfrenta dos tipos de costo económico: uno en el nivel individual y otro en el nacional. Esto implicó que México ya no produjo el 1.7 por ciento de su PIB en 2019, cuyo monto monetario fue similar al gasto anual de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Por ello es prioritario que el Gobierno Federal destine una mayor inversión en el sector educativo para que combatir la deserción escolar y recuperar los niveles de aprendizaje, ya que, en los próximos años, habrá salarios más bajos, mayor empleo informal y violencia en las calles como consecuencia directa de la disminución en la escolaridad.
En palabras del IMCO, las autoridades educativas del país deberían estar trabajando en nuevas competencias para la enseñanza, cómo enseñar de diferente manera, resolver el rezago educativo y crear una estrategia para recuperar a quienes han dejado la escuela; pero a la fecha no se advierte ningún plan en este sentido.
La población escolar registrada por la SEP en todos los niveles pasó de 35 millones 588 mil 589 estudiantes, en el ciclo escolar 2020-2021 a 35 millones 412 mil 308. Es decir, hubo un descenso de 175 mil 281 alumnos. En el nivel superior, 480 mil 791 estudiantes dejaron las universidades; además, poco más de 12 mil 698 docentes perdieron su empleo; y más de mil 233 planteles educativos desaparecieron debido a la crisis sanitaria.
Por ello, los especialistas en educación aseguran que el Covid-19 está dejando secuelas muy negativas en este sector, ya que los estudiantes no adquieren las habilidades formativas necesarias para su desarrollo; lo que, a su vez, está provocando elevados costos económicos personales y nacionales. Las organizaciones empresariales aseguran que la pandemia de Covid-19 tendrá un fuerte impacto en la productividad, en el empleo y aumentará la pobreza debido a la deserción escolar.
Cifras de la SEP reconocen al menos 270 mil deserciones de estudiantes de nivel básico; pero los estudios de organismos privados como el IMCO afirman que hubo 628 mil estudiantes entre seis y 17 años que abandonaron sus estudios.
La Comisión Nacional de Educación de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) calcula que, en los próximos 10 años, se verán las consecuencias económicas y el alto impacto productivo por la pérdida de aprendizaje, pues el país tendrá problemas de competitividad y productividad.
Urge más inversión educativa
La situación socioeconómica de Armando Blanco Gutiérrez, estudiante de licenciatura, su situación socioeconómica se ha complicado desde que se aplicaron las medidas sanitarias, entre ellas el confinamiento y el distanciamiento social, y que ahora se le han sumado más gastos de los que ya tenía.
“Desde antes de la pandemia ya tenía mis gastos por vivir aquí en la capital, pero durante la pandemia, el contratar algún servicio de Internet fijo y mobiliario como silla, escritorio o adecuar algún espacio para el estudio, eso llevó a hacer gastos más de los que ya tenía previsto. Logré encontrar un trabajo de medio turno para poder completar todos mis gastos (…) no solo para mí es complicado, sino también para muchos de mis compañeros, algunos prefirieron salirse de estudiar”, contó a buzos.
La mayoría de los estudiantes que recibieron educación en línea lo hizo a través de un teléfono celular; y quienes la abandonaron fue por distintas razones: por enfermedad o problemas familiares. En Durango, el nueve por ciento de los jóvenes entre 15 y 20 años no concluyó su educación, a pesar de que la entidad se encuentra arriba de la media nacional, que es del 6.2 por ciento.
A pesar de las dificultades, cientos de maestros se las ingenian para continuar con su labor formativa. “No dejamos a ningún niño fuera del programa de aprendizaje que hemos implementado. Es importante que todos nuestros alumnos tengan esa oportunidad de continuar sus estudios y no perder a ningún estudiante. Ésa es nuestra tarea como maestros, refirió a buzos la directora de la escuela primaria Unión, Fraternidad y Lucha, de la ciudad de Durango.
Pero la profesora aseguró también con énfasis: “Necesitamos mayor apoyo por parte de las autoridades del gobierno, que destinen mayores recursos para los materiales educativos de las escuelas, para lo destinado a la infraestructura y equipamiento; pues muchas de nuestras instituciones tienen deficiencias. Pero esto es consecuencia de los nulos apoyos del Gobierno Federal, ya que sin los recursos necesarios, nos vemos limitados para hacer que nuestros niños no abandonen la escuela y puedan llegar a ser profesionales”.
Denunció que la SEP no ha aplicado recursos para infraestructura escolar y equipo tecnológico, además de que los docentes y padres de familia tuvieron que coordinar esfuerzos para lograr que los niños realicen sus trabajos, crearon nuevos métodos y estrategias para ayudarlos a estudiar. Gracias a estas labores evitaron que la deserción escolar aumentara exponencialmente.
Para la directiva de este centro escolar, la realidad por la que atraviesa el país debería llevar a las autoridades a ocuparse en una política pública integral en materia educativa; pero ocultando los problemas familiares que los niños, niñas y adolescentes tienen como titulares del derecho a la educación.
Denunció que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) debe identificar, a través de la SEP, a infantes que, durante la pandemia, abandonaron la escuela para apoyarlos y convencerlos de que regresen al sistema educativo.
“No debemos darnos el lujo de perder más alumnos. Esta tarea requiere invertir una mayor proporción del PIB para reabrir los planteles que fueron vandalizados durante el confinamiento”, agregó la directora de la escuela Unión, Fraternidad y Lucha.
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Escrito por José Emilio Soto Soto
Colaborador