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Vladimir Ilich Uliánov, conocido como Lenin, nació el 22 de abril de 1870. Su padre, Ilia Nikoláievich Uliánov, desempeñó el papel de profesor en varias ciudades rusas, estableciéndose en Simbirsk poco antes del nacimiento de Vladimir. En 1870, la familia Uliánov era nueva en el panorama de la intelectualidad pequeñoburguesa rusa; es sabido que el abuelo de Lenin no fue reconocido como ciudadano ruso sino hasta alcanzar la edad de setenta años.
El ambiente familiar de los Uliánov fue propicio para que los hijos del matrimonio cursaran carreras universitarias. El mayor, Aleksandr Uliánov, se graduó en Ciencias Naturales por la Universidad de San Petersburgo; el menor, Dmitri Uliánov, obtuvo su título en Medicina en la Universidad de Tartu, mientras que Vladimir, el del medio, se graduó en Derecho por la Universidad de San Petersburgo. Las ideas progresistas de la familia Uliánov se extendían al ámbito político, ya que el padre apoyaba la reforma impulsada por el Zar Alejandro II para abolir la servidumbre del campesinado ruso, inculcando en sus hijos un interés por la política y el desarrollo de Rusia.
Durante las décadas de 1870 y 1880, las principales expresiones revolucionarias en Rusia fueron encabezadas por el anarquismo en el terreno ideológico y por el terrorismo individual en la práctica. Tales manifestaciones respondían a un sistema feudal decadente, incapaz de resolver los problemas de su población, y a una burguesía poco desarrollada que no jugaba un papel relevante en el plano político y, por tanto, no representaba un aliado fuerte para la clase trabajadora; incapaz de construir una base social de apoyo para sus planteamientos sociales, la avanzada intelectual revolucionaria, en buena parte estudiantes, renunció a la propaganda revolucionaria entre los campesinos y se decidió por las acciones terroristas como medio principal de lucha.
El terrorismo ruso tuvo su punto álgido cuando el grupo Voluntad del Pueblo asesinó al zar Alejandro II en 1881. Después de este hecho, el terrorismo inició su decadencia, pues la represión estatal se volvió más descarnada e imposible de resistir desde la individualidad, la organización espontánea y los actos emocionales que ponían en segundo término a la clase obrera. Alejandro III, sucesor de Alejandro II, dejó claro que tendría un combate abierto contra toda postura que pretendiera hacer tambalear el aparato estatal.
Aleksandr Uliánov, hermano mayor de Lenin, se erigió como integrante de Voluntad del Pueblo, participando activamente en un intento de asesinar al Zar Alejandro III en 1887. Tras el fracaso de la misión, enfrentó la sentencia de horca y murió ese mismo año. Las constantes derrotas de los anarquistas a manos del zarismo, el recrudecimiento de la autocracia zarista y el crecimiento de la clase obrera rusa con sus crecientes inconformidades, señalaron la necesidad de transformar la práctica política para perpetrar la revolución en Rusia. Este cambio también destacó la importancia de dirigir las fuerzas de la acción revolucionaria hacia la nueva clase social que mejor condensaba las contradicciones de la sociedad emergente: el proletariado.
Este viraje de enfoque hacia los obreros fue acompañado por una transformación en la teoría revolucionaria, pasando del anarquismo al marxismo. Gueorgui Plejánov, destacado socialdemócrata ruso y fundador del Grupo Emancipación del Trabajo, fue el primero en observar el potencial del marxismo para explicar la situación rusa y ofrecer pautas para su transformación. Sin embargo, este cambio teórico no se produjo de manera automática; pasaron varios años antes de que los marxistas adquirieran relevancia en el panorama político ruso. Todos los miembros del Grupo Emancipación del Trabajo vivían en el exilio, lo que les impidió participar activamente en la organización de la revolución hasta casi una década después de su fundación, en 1894. Fue en ese año cuando Lenin los buscó para colaborar en la publicación de un periódico marxista con la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera de San Petersburgo.
Los albores del marxismo ruso se caracterizaron por dos tendencias principales: el marxismo legal y el marxismo socialdemócrata o revolucionario. La primera agrupaba a intelectuales que consideraban el marxismo como una teoría para interpretar la realidad rusa y promover los intereses de la incipiente burguesía nacional, sin verlo como un instrumento para la emancipación del proletariado. Por otro lado, el marxismo socialdemócrata rescató el componente de clase inherente a esta teoría, utilizándolo como guía para entender el contexto ruso y, sobre todo, como un arma para transformar la sociedad rezagada.
En 1887, Lenin ingresó en la Universidad de Kazán, donde se contactó con los grupos revolucionarios activos en su seno. Tras participar en una manifestación ese mismo año, fue expulsado de la institución académica. Es en este período de su vida cuando Lenin se familiarizó con el marxismo a través de los círculos organizados por Nikolai Fedoseyev. Rechazado por la Universidad de Kazán para completar sus estudios, Lenin se presentó a los exámenes de grado en la Universidad de San Petersburgo, los aprobó y ejerció como abogado en Samara. En 1893 se trasladó a San Petersburgo y dio inicio a su actividad revolucionaria con los círculos obreros de la capital. La década de 1890 resultó fundamental en la formación de Lenin como revolucionario, ya que no sólo desempeñó un papel destacado en la creación de círculos obreros en San Petersburgo y Moscú, sino también dedicó estos años a la redacción de obras significativas como Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra la socialdemocracia o El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve. En estas obras, Lenin distingue claramente el marxismo revolucionario del marxismo legal, revelando las limitaciones revolucionarias de este último y su papel como un caballo de Troya contra el marxismo revolucionario.
Este desdibujamiento de los principios revolucionarios frente a los reformistas se agravó por la implacable represión de Alejandro III. Las circunstancias en las que éste ascendió al trono dejaron claro a toda la autocracia la imperante necesidad de resguardar al Estado de cualquier amenaza, lo que desencadenó un aumento constante de arrestos, exilios y condenas para los grupos disidentes. Para los incipientes círculos socialdemócratas que se gestaban bajo los estandartes del marxismo, esto ocasionó un proceso complejo. Los jóvenes, apenas iniciándose en la teoría y práctica marxista, se vieron obligados a asumir el liderazgo de los círculos tras el arresto de los más experimentados, quienes poseían una comprensión más profunda del marxismo y podían contrarrestar las tendencias economicistas y reformistas en boga. Lenin experimentó directamente este golpe cuando, previo a su traslado a Siberia, se reunió con el Comité de San Petersburgo, del cual formaba parte, y constató que los jóvenes, destinados a liderar el círculo durante el exilio de los mayores, habían abrazado las consignas economicistas propugnadas por el marxismo legal. De esta manera, la detención de los elementos más lúcidos en la teoría y firmes en la lucha revolucionaria propició que, temporalmente, el economicismo se impusiera entre los socialdemócratas rusos que permanecían libres, pero que carecían de una sólida formación marxista.
En este contexto, Lenin escribe ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento, en 1902. En este escrito, busca trascender las limitaciones de los métodos tradicionales y artesanales de la labor revolucionaria, resaltando la necesidad de gestar nuevas formas de lucha. Específicamente, propone la creación de un partido revolucionario que supere el espionaje del zarismo y las detenciones constantes, que obstaculizan el progreso del movimiento. Además, aboga por un periódico para toda Rusia que no sólo informe sobre la visión del partido respecto a los problemas fundamentales del contexto político, sino que también sirva como canal para las inquietudes de los militantes.
La conformación de un partido revolucionario ya había experimentado cierto avance; en 1898 se fundó el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), integrando importantes organizaciones de diversos orígenes, sentando las bases para la construcción de un partido nacional. En 1900, Lenin propuso la creación de Iskra (La chispa), el periódico nacional del partido, que contaba con la participación de destacados líderes como Lenin, Plejánov, Axelrod, Mártov, Zasúlich y Potresov en su primer Comité de Redacción. Desde Iskra, se combatieron las posturas del economicismo y el anarquismo, difundiendo una concepción de la revolución propiamente alineada con la teoría marxista.
El POSDR, a pesar de su existencia formal, aún no ejercía una influencia generalizada y contundente en la vida política y revolucionaria de Rusia. En 1903, el II Congreso del Partido se llevó a cabo originalmente en Bruselas, pero por la persecución zarista se trasladó a Londres. La discusión sobre los estatutos del partido se vio entorpecida desde el principio, centrada en el punto crucial de quiénes debían ser considerados miembros. Lenin abogaba por que “Se considerara miembro del Partido a todo el que acepte su programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como con su participación personal en una de las organizaciones del mismo”, mientras que Mártov proponía que se considerara miembro a todo aquel que aceptara el programa, apoyara al partido con recursos materiales y colaborara regularmente bajo la dirección de una de sus organizaciones. Esta discrepancia condujo a la división del POSDR en mencheviques (la minoría) y bolcheviques (la mayoría), siendo Lenin miembro de este último grupo.
En 1905, mientras Lenin se dirigía a la biblioteca de la Sociedad Ginebrina, en Suiza, recibió la noticia de que la revolución había estallado en Rusia. Sorprendentemente, esta manifestación no fue liderada por ningún grupo del POSDR, sino por un sacerdote ortodoxo, el padre Gapón. Este líder religioso se había convertido en el representante de los obreros rusos de las fábricas de Petersburgo y, guiándose por la idea de que los trabajadores debían buscar sólo demandas económicas, convocó a los obreros bajo la demanda de la jornada laboral de ocho horas. Gapón, sin plena conciencia del asunto, persuadió a los obreros de que el Zar accedería a esta solicitud sin la necesidad de una mayor movilización. Sin embargo, al llegar al Palacio Imperial el nueve de enero, las tropas dispararon contra la multitud, desencadenando una masacre. A pesar del derramamiento de sangre, la Revolución de 1905 logró establecer en Rusia una monarquía constitucional mediante la creación de la Duma.
Considerando los cambios en la vida política de Rusia, Lenin promovió el III Congreso del POSDR en el mismo año. En este congreso abogó por la necesidad de “sostener una lucha implacable contra todas las tentativas contrarrevolucionarias y defender los intereses de la clase obrera”, anticipando tiempos de dura lucha para preservar los logros políticos alcanzados a tan alto precio. Congruente con este planteamiento, Lenin impulsó la participación del POSDR en las elecciones a la Duma, y para 1913, los bolcheviques contaban con seis diputaciones en el parlamento ruso.
A pesar de los éxitos de 1905, el ambiente todavía no era propicio para que los revolucionarios ejercieran libremente su labor en Rusia, por lo que Lenin continuó viviendo en el exilio. En 1916, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, escribió Imperialismo: fase superior del capitalismo. Esta obra no sólo constituye un análisis riguroso de las nuevas contradicciones desarrolladas por el capitalismo que llevaron a la lucha armada por nuevos mercados, es también una demostración de que los trabajadores del mundo no tienen razones para luchar en estas guerras, ya que sus intereses de clase no se verán fortalecidos por estos conflictos. Mientras otros partidos socialdemócratas defendían la participación de sus naciones en la guerra, Lenin siempre se manifestó en contra de estos planteamientos.
El año 1917 se inauguró con el eco de una huelga en San Petersburgo, seguida de manifestaciones significativas, entre ellas, la huelga del 22 de febrero liderada por los trabajadores de la fábrica de armas “Putílov”. Estas protestas culminaron con la abolición del zarismo y el establecimiento de un gobierno provisional. Los bolcheviques presentes en Rusia se vieron sorprendidos por la celeridad de los eventos. Ante la indecisión de sus camaradas, Lenin, vislumbrando con desesperación los titubeos de sus compañeros, se trasladó a San Petersburgo. Ya en marzo de 1917, Lenin sostenía la necesidad de desconocer al gobierno provisional, abogando por que fueran los representantes populares en la Duma quienes dirigieran el país. A su llegada a San Petersburgo, el tres de abril de 1917, redactó con celeridad las Tesis de abril, que publicó al día siguiente. En este documento, Lenin argumentó que las condiciones para que el pueblo tomara el poder estaban dadas a través de los sóviets que ya participaban en la Duma.
Entre agosto y septiembre de 1917, en medio de las pugnas por el control de la Duma, Lenin redactó El Estado y la Revolución, una obra fundamental en la concepción marxista del Estado como instrumento que la burguesía utiliza para sostener su dominio; esta obra también destacó por los análisis innovadores sobre las experiencias de las revoluciones proletarias, empezando por la Comuna de París, como fuentes de enseñanza para la Revolución Rusa en curso. Este texto quedó inconcluso, ya que Lenin debió apresurarse para participar en la toma del Palacio de Invierno por parte de los bolcheviques, un paso decisivo en la construcción de la Rusia socialista.
Con la revolución triunfante, Lenin, quien había percibido con claridad el momento revolucionario y se dispuso a abordarlo con mayor convicción, junto con los bolcheviques, se enfrentaron a nuevos desafíos. La Primera Guerra Mundial aún no había concluido, y todas las potencias beligerantes se unieron en una cruzada contra el nuevo Estado socialista ruso. Para contrarrestar esta ofensiva extranjera y la contrarrevolución interna, Trotsky y Lenin impulsaron la formación del Ejército Rojo, que logró defender la revolución socialista. Frente a la monumental tarea de edificar un socialismo que satisficiera las necesidades de la población, Lenin promovió políticas económicas innovadoras en favor del desarrollo comercial, industrial y económico de una Rusia que se había rezagado en el feudalismo.
El 30 de agosto de 1918, Lenin sufrió un intento de asesinato, recibiendo tres balas. Aunque logró sobrevivir, su salud se vio gravemente afectada. Finalmente, su deceso aconteció el 21 de enero de 1924, dejando como legado un desarrollo teórico significativo del marxismo como teoría para la revolución y la demostración palpable de que la revolución socialista es una posibilidad real.
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Escrito por Alan Luna/ Betzy Bravo / Jenny Acosta
Investigadores del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES).