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La pandemia avanza, sigue la cerrazón para apoyar al pueblo más vulnerable
Dinero hay. Somos la economía número 15 del mundo y estamos derrochando dinero en proyectos faraónicos no prioritarios.
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La situación está cambiando rápidamente y se vuelve difícil publicar un análisis actualizado; los datos que se publican, los que se supone que están apegados a la verdad, cambian rápidamente, pero lo que se mantiene firme, inamovible, es la decisión del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) en el sentido de no otorgar un mayor apoyo, el indispensable a la población afectada por el “permanece en casa” que parece tan sencillo y obvio de practicar, el Gobierno de la República considera que con las transferencias monetarias directas que ya tenía programadas desde que tomó el poder es más que suficiente para garantizar el alimento de millones de mexicanos. Esto no es así.

Los gobiernos de Jalisco y Michoacán decretaron la obligación de permanecer en casa para todos los habitantes, so pena de sufrir sanciones, es decir, la prohibición de salir a la calle se volvió más drástica y, por tanto, será mayor la población afectada en sus ingresos. ¿Qué va a hacer toda esa gente encerrada en su casa? ¿De qué se va a alimentar? A la hora de redactar estas notas, el lunes 20 por la mañana, una de las noticias destacadas consiste en que el Senado de la República, en el que hay mayoría de morenistas, está convocando a una reunión para discutir la aprobación de una amnistía que ponga en libertad a muchos presos, según se dice, no peligrosos, para protegerlos del contagio del Covid-19; pero, curiosamente, al acatar ciegamente las instrucciones del Presidente de la República, se niegan a incorporar a sus discusiones las formas de enfrentar la crisis económica, entre las cuales debería estar, supongo yo, la grave situación alimentaria por la que ya atraviesan millones de mexicanos. La mayoría morenista no varía sus prioridades. Se dedica a cumplir las promesas de campaña del candidato López Obrador, aunque las condiciones hayan cambiado radicalmente.

El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a decir que México es el país que menos infectados de Covid-19 tiene, solo por debajo de La India, pero lo que le ocultó a la gente es que México es el país que menos pruebas por millón de habitantes ha hecho, o sea, si se dice que somos el país con menos infectados, es porque somos el país con menos detectados. Estamos en realidad ante un manejo tramposo de las cifras, estamos ante otra mentira. Pero la realidad es mucho más terca que cualquier calculo manipulado, se abrirá paso inobjetablemente cuando en el pueblo aparezcan decenas de infectados o en la familia haya varios o en la colonia se sepa de varios ingresados a hospitales o se sepa de hospitales que rechazan a los enfermos porque su capacidad está rebasada. Entonces el pueblo sabrá la verdad y sabrá que durante mucho tiempo se le estuvo engañando.

Hoy hace crisis el sistema de salud del país. Durante años, incluyendo el primero de la 4T, se le han estado escatimando recursos para que no haya personal ni infraestructura ni equipo (el presupuesto de Salud 2020, sin Insabi, IMSS e ISSSTE, es de 128 mil 826 millones de pesos, equivalente aproximadamente al 0.52 por ciento del PIB), durante años, los antorchistas hemos tenido que salir a la calle a hacer manifestaciones que muchas veces han sido satanizadas para solicitar un centro de salud, una clínica o un simple médico para un consultorio y, aunque en algunos casos ha habido resultados, la verdad es que las comisiones y movilizaciones para cada demanda resuelta favorablemente han sido muy numerosas. ¿Cuántas organizaciones ciudadanas o políticas pueden ahora decir, como el Movimiento Antorchista, que tenían razón, que siempre tuvieron puesto el dedo en la llaga? Ahora que se les acerca peligrosamente la enfermedad y la muerte a los habitantes, por ejemplo, de la Cañada de los Once Pueblos de Michoacán, vale la pena recordar que el Movimiento Antorchista ha estado desde hace años reclamando un hospital de especialidades en esa zona, nadie se ha atrevido a decir que no; nadie, tampoco, ha dicho que sí… y la demanda sigue pendiente.

Hoy hace crisis la vivienda de los mexicanos, infinidad de ellos tienen una casa inhabitable en las periferias de las ciudades o en pueblos alejados de todo a donde solo llega transporte atestado, a donde muchas veces no llega el agua potable y el drenaje o el pavimento y la casa es improvisada, de materiales precarios que no ayudan a resistir el calor o el frío. Los avances en la ingeniería y la arquitectura modernas, que pueden proveer de una vivienda bella y cómoda, no llegan jamás a las colonias populares y a los pueblos. Hay, claramente, dos mundos, aunque uno exista precisamente porque existe el otro. También aquí, miles, decenas de miles de veces han salido a la calle los antorchistas para reclamar un terrenito para una casa, unos materiales para mejorar un poco la que ya existe; y todas esas veces, los antorchistas han tenido razón.

Hoy hace crisis el modelo del mercado, ese que considera que el mercado por sí solo resuelve todos los problemas sociales; ese que sostiene que debe curarse solo aquel que pueda pagar el médico, la medicina y los tratamientos; ese modelo que preconiza que solo debe tener un terreno y una vivienda aquel que pueda pagar por ella; ese invento de economía que asegura que el Estado no debe intervenir para nada porque altera el libre juego de las fuerzas del mercado, la mano invisible que todo lo guía, aunque ya se sepa que no es más que la mano peluda de los adinerados del mundo. Precisamente por estos aciagos días, más los peores que están por llegar, debemos mirar a nuestro alrededor y observar a dónde nos ha llevado el sistema de mercado, a la realidad espantosa de millones y millones de seres humanos que tienen un “empleo informal”, palabras que no son más que un eufemismo para esconder lo que en realidad es el desempleo; millones y millones de seres humanos que tienen un empleo, este sí, formal, pero que a pesar de los aumentos asombrosos de la productividad, sus salarios reales no se han movido hace treinta o cuarenta años y también viven en la pobreza y en la precariedad. Hoy, lo que no nos dejaba ver con claridad la “vida normal”, la rutina diaria, nos lo azota en el rostro la pandemia de Covid-19.

Y nuestras autoridades se limitan a decirnos que nos quedemos en casa, pero no hacen nada efectivo para que los contagiados se detecten y sean ellos los que se aíslen, no hacen nada para atender correctamente a los infectados ni al personal de los centros médicos encargado directamente de atenderlos, no hacen nada para curarlos y preservar sus vidas, antes bien, bajo cuerda, sin que nadie se quiera hacer responsable, ponen en circulación un manual para escoger y decidir quién vive, a quién se le aplican los pocos y rudimentarios tratamientos que hay y quién debe morir. Hasta eso hemos llegado.

No obstante, todo ello, una vez más, como ha sucedido desde hace 45 años, los desheredados de México tienen un representante honrado y valiente que habla, que clama, que grita por todos ellos, el Movimiento Antorchista Nacional, que ahora exige para todos los que se han quedado sin ingresos y confinados en sus casas, un Programa Nacional de Alimentos. Dinero hay. Somos la economía número 15 del mundo y estamos derrochando dinero en proyectos faraónicos no prioritarios, que pueden esperar a que mejoren las circunstancias. Nadie nos va a callar, seguiremos gritando que las autoridades de este país, que la 4T, en estas circunstancias, deben alimentar a millones de mexicanos que son extremadamente vulnerables. Se trata de vidas humanas.


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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