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En la segunda semana de julio terminaron las clases para todos los estudiantes del país. De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), muchos de los millones de estudiantes egresados tienen al menos estudios de secundaria, pero la mayoría de ellos no podrá seguir estudiando porque otra estadística nos advierte que de cada 100 alumnos que entran a la primaria solo 13 llegarán a ser profesionistas, nivel en el que México ocupa la posición más baja entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Por ello es plausible que los padres sientan alegría cuando sus hijos logran egresar de algún nivel educativo y que éstos, asimismo, demuestren entusiasmo cuando participan en fiestas de graduación. En alguna oportunidad llegué a escuchar a un estudiante contradecir a alguien que le recriminaba un festejo de este tipo y lo hizo de una manera muy sencilla al explicar que él y sus compañeros en realidad no festejaban propiamente su egreso de la escuela, sino un adiós entre amigos porque no volverían a verse, ya que para muchos terminaba de golpe la vida escolar y la mayoría tendría que entrar al mercado laboral.
Para los padres el hecho de que sus hijos egresen significa la esperanza de que la educación los llevará a una vida mejor que la que ellos tuvieron, que accedan a mejores trabajos y también, desde luego, a mejores ingresos. En eso fincan sus “mejorías” y por ello hacen muchos sacrificios para mandar a sus hijos a la escuela. Aun cuando algunos de éstos pudieran contar con apoyos como Prospera o becas para instruirse en un nivel superior, los jóvenes siempre tienen carencias, ya que las condiciones de miseria de sus familias es muy grande debido a los raquíticos ingresos que existen en México.
La ceremonia de fin de cursos involucra a estudiantes, maestros, funcionarios, padres de familia y, por extraño que parezca, cada uno juega un papel diferente en la educación. He visto a padres de familia organizarse al término de cualquier eslabón de la cadena educativa de sus hijos para festejar con mucha satisfacción y orgullo, junto con sus familiares y amigos. Para quienes se encuentran en el último decil –los que viven en la pobreza extrema– estos festejos pasan desapercibidos porque en su miseria total hay otras prioridades y la fiesta no es una de ellas, ya que cualquier evento de esta naturaleza cuesta por lo menos tres mil pesos, sin considerar los gastos en ropa de gala, zapatos, fotografías para certificados y todo lo demás que el protocolo implica.
Es interesante escuchar el discurso del funcionario o directivo del plantel (aclaro que hay honrosas excepciones), pero la mayoría carece de argumentos objetivos sobre la realidad del graduado, toda vez que sus palabras son huecas, pues lo mismo dan gracias al altísimo, pintan un mundo ilusorio color de rosa y el homenajeado es puesto como un triunfador capaz de labrar su destino por sí solo. No es fortuito que estos mensajes llenos de optimismo ramplón, que destilan miel a más no poder, sean orquestados para negarles la cruda verdad a la que van a ingresar.
Los que pudieron llegar a la secundaria, o con esfuerzo mayor a la preparatoria, tienen que buscar trabajo casi siendo niños en un mercado laboral cada vez más precario. Mientras cuentan con el vigor propio de la edad, buscarán un lugar en el empleo informal, que es el que ocupa al 60 por ciento de la población económicamente activa. Miremos a nuestro alrededor y encontraremos a miles de jovencitos trabajando arduamente en estos negocios informales por unos cuantos pesos; y en los que, pese a todos sus esfuerzos, estarán condenados a la misma condición hasta que cumplan su ciclo vital en la juventud, pues así lo define el muy injusto modelo económico que prevalece en México.
Al graduado de las capas populares se le castra deliberadamente; aunque logra arrancarle un peldaño educativo a su enemigo natural, que siempre lo desea ignorante, su triunfo de poco le sirve, pues pronto se diluye como el agua limpia en el pantano. Esto ocurre porque la preparación del joven no va acompañada de una educación política que le permita comprender a cabalidad cómo funciona la sociedad, cuál es el papel que desempeña en ésta y, sobre todo, qué función trascendental podría jugar en ella para que no sea totalmente estéril. Pero el sistema social lo devorará de manera inmisericorde sin que siquiera se dé cuenta de que su suerte, contrariamente al pregón que le dice que su destino ha sido ya trazado, podría ser de otro modo si tuviera conciencia política como individuo y como parte de un mismo grupo social unido y organizado.
De diciembre de 2023 a enero pasado, el porcentaje de habitantes en condición de pobreza en Argentina pasó de 49.5 a 57.4 por ciento, alcanzando a cerca de 27 millones de personas.
Ciudad de México. – El problema de obesidad en el país crece alarmantemente debido a varios factores, aunque el principal es la pobreza. Durante la comparecencia del titular de la Secretaría de Salud, José Narro Robles dijo que la obesidad, el sobrepeso y
Aun con los "históricos" al SM en los años recientes, éste no alcanza todavía el nivel decoroso, digno para que los trabajadores vivan mejor… dichos aumentos no se han visto reflejados en los CCT; al mismo tiempo, se incrementaron la informalidad y la pobreza laboral.
"El caso de los pequeños productores de Morelos no han corrido con la misma suerte, la situación por la que atraviesan es verdaderamente crítica, nadie les da solución a su demanda y los han traído de una dependencia a otra".
Para AMLO, el principal problema es la corrupción, por lo que dedica gran parte de su discurso y acciones a combatirla. Error. La corrupción no es la raíz del problema, sino la injusta distribución de la riqueza.
El aparato educativo, escolar y no escolar, está diseñado para desclasar al joven y fomentar el egoísmo como recurso ideológico.
El 12 de diciembre sigue siendo una fecha muy arraigada entre los mexicanos, si bien la cantidad de católicos viene disminuyendo.
En 43 años, el fideicomiso benefició a 12 millones de personas
La frase “primero los pobres” se tradujo, en la práctica, en “primero los pobres, excepto los más pobres”: Gonzalo Hernández Licona
La situación es aún más grave, pues a la falta de trabajo y los bajos salarios se suma la violencia.
La realidad de los millonarios contrasta con la de la mayoría de los mexicanos.
La falta de una estrategia de producción agropecuaria y el derroche en tres megaproyectos inútiles, entre otras, han contribuido a que el pueblo de México esté pasando hambre y profundizando sus altos niveles de pobreza.
Demandan se encuentran obras de infraestructura básica como pavimentación de caminos y centros médicos.
A tres años de iniciado el gobierno actual, los datos socioeconómicos disponibles no son esperanzadores, sino todo lo contrario.
La mitad de la población con menos recursos tiene más deudas que bienes y los hogares más adinerados engloban cerca de 79 por ciento de la riqueza.
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Escrito por Redacción