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América Latina bajo la sombra de la pandemia
Los estragos de la pandemia de coronavirus (Covid-19) en la región se agudizan tras 40 años de neoliberalismo. De México a Brasil y de Haití a Ecuador, millones de personas viven en cuartos de cartón y lámina.
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Los estragos de la pandemia de coronavirus (Covid-19) en la región se agudizan tras 40 años de neoliberalismo. De México a Brasil y de Haití a Ecuador, millones de personas viven en cuartos de cartón y lámina, sin agua y atención médica que fungen como campo de cultivo ideal para el virus. Habrá 22 millones de nuevos pobres debido a la emergencia sanitaria, la caída en el precio del petróleo, del cobre, la agricultura, la ganadería y el turismo. So pretexto de atenuar el impacto de la infección, se emiten decretos arbitrarios que aumentan el desempleo, la precariedad y con ello la percepción de que se trata de Caballos de Troya para instaurar la represión.

Ésta es una crisis sanitaria, humanitaria y socioeconómica sin precedentes en el último siglo. América Latina es muy vulnerable ante la infección generada por el Covid-19, que trastoca su precario sistema de salud pública y expone a la población a daños colaterales excepcionales. La enorme dimensión del desafío exige a los Estados un mayor protagonismo económico y no decisiones basadas en criterios mercantiles.

Para los 630 millones de latinoamericanos, enfrentar al Covid-19 representa un desafío. Cuatro décadas de neoliberalismo dejaron a la región en la flaqueza sanitaria; ni siquiera hubo visión para garantizar el derecho universal a la salud. Por el contrario, los sistemas de seguridad social fueron saqueados mediante recortes presupuestales o privatizados, mientras se sobreexplota a sus trabajadores.

La consigna “lavar tus manos frecuentemente” no es un consejo, sino un cruel sarcasmo en una región donde más del 40 por ciento de la población carece de agua potable en sus casas. “¿Alguien preguntó cómo sufren el “Quédate en casa” las familias hacinadas en los metros donde viven, duermen, cocinan?”, cuestiona el analista Álvaro Verzi Rangel.

Palabras como cuarentena y confinamiento carecen de sentido para los sin techo, favelas, chabolas y ciudades perdidas de América Latina, donde la única posibilidad de sobrevivir de sus habitantes es salir diariamente a buscar el pan. Por decisión del imperialismo, solo una parte tiene lo que se necesita para resistir a la infección; pero millones de pobres no, denuncia Verzi.

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América Latina no ha crecido en años. El 20 por ciento de su población concentra 83 por ciento de la riqueza regional y 85 por ciento no tiene empleo formal. El promedio de gasto en salud es del 2.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

México es el tercer país con mala distribución del ingreso, después de Brasil y Colombia, donde los más pudientes acaparan 55 por ciento de la riqueza. En Uruguay, los más ricos detentan el 45 por ciento de las ganancias totales, difunde el análisis de Statista.

En lo político, la región no remonta tras el golpe en Bolivia y la derrota del Frente Amplio en Uruguay. Con el Comando Sur, Estados Unidos proyecta mayor injerencia, en tanto los tres grandes motores regionales (Brasil, México y Argentina) no consolidan sus programas político-económicos.

La emergencia idónea pasa por admitir que el problema de salud es también de desigualdad social. “Es urgente promover la equidad y mejorar la salud colectiva, a pesar del énfasis de la prensa hegemónica en el efecto bursátil de la pandemia y olvido en su impacto social”, apremian el politólogo Jaime Pastor y el fundador de Científicos por el Medio Ambiente, Joan Benach.

Saqueo y represión

Pese a la enorme riqueza energética, biodiversidad y recursos naturales de la región, la expansión del Covid-19 acentuará la pobreza y desigualdad debido a la deficitaria red hospitalaria que existe en América Latina. Los pobres encaran al virus desde la exclusión del sistema.

La emergencia exige recursos que no llegan por estrategias erróneas y por la caída en los precios de las materias prima, las remesas y el freno a la manufactura. El bajo gasto y la escasez de camas confirman que no hay garantía de acceso universal a la salud y el Covid-19 desborda los sistemas sanitarios.

Ecuador, la pesadilla

Con cuerpos en las calles, Ecuador es hoy el país más afectado por la pandemia del Covid-19 y por las fallas estructurales del actual gobierno. A la fractura del sistema sanitario siguió el desborde del sistema funerario. El horror está en Guayaquil, provincia de Guayas, donde las personas ven morir a sus familiares y esperan días para que la autoridad recoja los cuerpos en sus hogares.

El primer caso de infección que llegó de España, propagó velozmente el virus en un país donde no había medidas preventivas y que no respetó la cuarentena. El seis de abril, los datos oficiales reportaron tres mil 747 infectados y 191 muertos, pero la prensa extranjera contabilizó más de 300 cuerpos en calles de Guayas donde la propia alcaldesa, Cynthia Viteri, se contagió.

Con ideas neofascistas, el presidente Lenin Moreno creó una fuerza conjunta para sepultar a los muertos. La coordina la Armada Nacional y aseguró que la segunda semana de abril serían sepultados los cuerpos. Ese drama no se ve en Quito, la capital, donde “sí se tomaron los recaudos necesarios a tiempo”, refiere Nadia Contartese.

El promedio regional de camas disponibles en hospitales es de 27 por cada 10 mil habitantes. Resulta paradójico que Cuba, Barbados, San Cristóbal y Nieves sean los únicos con una disponibilidad de camas similar a la que tiene la Unión Europea (UE). Los 11.2 millones de cubanos disponen de 90 médicos por cada 10 mil habitantes, 47 mil camas y un sistema de salud gratuito, pese al bloqueo económico estadounidense.

En cambio, sentirán más los efectos del Covid-19 Bolivia, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Venezuela, según la Organización Panamericana de Salud. De ahí la advertencia de la Comisión Económica para América Latina (Cepal): “No podemos volver a transitar por los caminos que nos trajeron a esta brecha”.

“El sombrío horizonte político era oscuro, oscilando entre el bajo crecimiento y la recesión, pero ahora el avance de la epidemia aleja el objetivo de erradicar la pobreza y carestía”, agrega. El impacto, prevé el organismo, será entre el tres y el cuatro por ciento del PIB y para la reactivación económica será imprescindible el rol del Estado.

Cínico, el jefe regional del Fondo Monetario Internacional (FMI), anticipa: “El avance de la epidemia aleja el objetivo de erradicar la pobreza y la carestía”. En el ánimo popular, se teme que las medidas “sanitarias” tiendan a la militarización y reducción peligrosa de las libertades democráticas.

Virus y politiquería

Medios y organismos internacionales criticaron a los presidentes de México y Brasil, dos de los tres mayores países de América Latina, por desestimar los peligros de la pandemia y resistirse a imponer la cuarentena. Por tanto, “esto se va a poner tanto o más como Italia, o peor”, comentó a The New York Times el periodista australiano Daniel Berehulak.

Internacional

Aunque el Gobierno Federal destinó el 2.6 por ciento del PIB a salud, el presupuesto resultará insuficiente por los rezagos y la dimensión de la emergencia. De ahí que The Washington Post denunciara que México gasta en salud apenas un ápice más que Haití, Barbuda, Santa Lucía y Venezuela.

Además, el diario estadounidense criticó que, en medio de lo peor de la pandemia y cuando el mundo entraba en el aislamiento, “Las calles de la capital mexicana siguen bulliciosas, mientras el Presidente insiste en que todo está en calma. No hay prevención”.

En el sur del continente, más de 211 millones de brasileños atestiguan cómo el presidente Jair Bolsonaro y sus aliados defienden la estrategia de Donald Trump y la del premier británico Boris Johnson.

Para satisfacer a una derecha atemorizada por la recesión, Bolsonaro propuso dejar avanzar la infección en mayores de 60 años (casi 60 millones) para que murieran pronto y que no se suspendieran las actividades económicas.

En gobiernos anteriores, el Sistema Único de Salud de Brasil atendía barrios y pueblos apartados en colaboración con casi nueve mil médicos cubanos. Hoy, la mala gestión y la desigualdad en el acceso inhabilita al sistema sanitario para enfrentar a la pandemia, explica el epidemiólogo Eduardo Costa.

Bolsonaro emitió la Medida Provisoria MP927 que permite a las empresas suspender el pago de salarios por cuatro meses. Es decir, los trabajadores absorben los costos de la contingencia sanitaria y millones morirán de hambre al no comprar comida, pagar la renta, el gas y otros servicios. “Los trabajadores preguntan ¿Quedarse en casa para no contraer el virus o ir a trabajar para no pasar hambre?”, publicó el diario Esquerda el 26 de marzo.

América Central

En el Istmo, el neoliberalismo privatizó o arrasó con los sistemas de salud pública, mientras se acentuaba la pobreza, la inequidad y la violencia. Ningún país tiene capacidad médica para enfrentar la pandemia, aunque los gobiernos aprueban medidas asistenciales con endeudamiento, insuficientes para garantizar salud y empleo, pero benéficos para empresarios.

Guatemala: Decreto No. 5-2020. Estado de Calamidad. Moratoria tres meses a créditos.

El Salvador: Decreto No. 12-2020. Estado de Emergencia. Cuarentena, bono de 300 dólares para sectores, suspensión de pagos a serivicios tres meses. Cuarentena laboral; el trabajador paga su incapacidad.

Honduras: Decreto PCM021-2020. Emergencia Sanitaria. Cuarentena parcial, toque de queda, asistencia para pobres sin concretar prórrogas a créditos.

Nicaragua: No declara cuarentena ni cierra fronteras

Costa Rica: Expediente 21854. Emergencia nacional; cuarentena, reduce jornadas de trabajo, moratoria de tres meses al IVA y algunas bajas de interés bancario.

Panamá: Ley No. 75. Emergencia y cuarentena parcial. Flexibiliza pago de impuestos, tasas y gravámenes; legaliza el teletrabajo con riesgo de tercerización de relaciones laborales.

Fuente: Partido Socialista Centroamericano.

Se establece así una cruel división de clases: los que pueden defender su vida y los que la deben arriesgar para comer, cita el Partido Socialismo y Libertad. De ahí que el analista Valerio Arcary llamase “neofascista irresponsable” a Bolsonaro y retase: “Ni morir de virus ni morir de hambre. Hay alternativa”.

En Argentina, el Covid-19 avanza en las chabolas. La segunda semana de cuarentena, los 65 mil habitantes de la Villa 31 veían jugar a los niños en las calles, pues hay más riesgo de contagio en sus cuartos de cartón. Miles de jubilados se exponen al contagio masivo en las ciudades, agolpados en los bancos para cobrar su pensión.

El gobierno de Alberto Fernández dio raciones de alimentos a los más pobres, pero las secuelas de la gestión de Mauricio Macri aumentaron en 35.5 por ciento a los condenados a la pobreza. “Por el hambre me comí tres salchichas del último paquete; en el barrio están robando como nunca, hasta comida”, indicó un trabajador automotriz de 45 años.

Chile, con 18.7 millones de habitantes, apenas tiene 22 camas hospitalarias por cada 10 mil personas. El presidente Sebastián Piñera, agobiado desde octubre por protestas contra abusos en educación, en el sistema de salud privatizado y las pensiones, temía ordenar la cuarentena por temor a saqueos y protestas.

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Para proteger más la economía que la salud, postergó el estado de excepción por catástrofe; pero decretó toque de queda y sacó a la calle a 20 mil uniformados. Hoy, miles de chilenos repiten la frase “No son 30 pesos, son 30 años”, con la que aluden al aumento en el boleto del metro de 2019 y la destrucción de los servicios públicos desde los gobiernos de Augusto Pinochet y Ricardo Lagos, que profundizaron Michelle Bachelet y Piñera.

La paradoja del neoliberalismo ya es usual en ese país: una persona enferma recibe un bono para ser atendido en una clínica privada, sistema subsidiario con el que florecieron los negocios empresariales en el sector salud, explica el sociólogo Carlos Ruiz Encina.

Venezuela, con 30 millones de habitantes y bajo sanciones imperialistas y genocidas, ve desplomarse su sistema de salud, que subsiste con la cooperación de Cuba. En cinco años han emigrado más de 22 mil médicos y los restantes enfrentan una situación crítica.

Catástrofe para los indígenas

La infección por Covid-19 expone de forma letal a los pueblos originarios y afrodescendientes de AL. Para los 55 millones de indígenas, la enfermedad arriesga su vida porque viven en territorios aislados; están muy expoliados por la agroindustria y la minería expansiva y son acosados por la violencia de la militarización, el paramilitarismo y el narcotráfico.

Para ellos, una infección significa su desaparición. Los gobiernos neoliberales y reformistas no han diseñado planes de contingencia para ellos. De ahí que organizaciones regionales exijan fortalecer los sistemas de salud pública y su estatización; trabajo con derechos, ingreso universal, vivienda y hábitat digno.

Proponen concretar y replantear las luchas históricas por la defensa de los territorios indígenas, así como priorizar en la sobrevivencia sobre el pago de la deuda externa, combatir la desigualdad con un impuesto extraordinario a los ricos, a los que sacaron capitales, los bancos y grandes corporaciones. Y rechazan la mercantilización de la naturaleza y la intervención político-militar imperialista.

Apoyan esta causa, entre otros, el Movimiento de Trabadores sin Techo (Brasil), el Congreso de los Pueblos (Colombia), Naciones Indígenas de Ecuador, Frente Darío Santillán (Argentina), Lucha Campesina (Venezuela), Red de la Diversidad (Bolivia); Foro de la Amazonia Oriental, Brasil, Convergencia Nacional Maya Waqib’Kej (Guatemala) y Campesinas e Indígenas de Paraguay.

 


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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