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Desde hace ya mucho tiempo, el Movimiento Antorchista Nacional ha venido diciendo a todo el que lo quiera escuchar que, si bien es cierto la corrupción en el país es un problema grave, existe otro problema cuya gravedad lo supera con mucho, no solo cuantitativamente, sino cualitativamente. Cuantitativamente es mucho mayor, pero inmensamente mayor, el volumen de recursos que genera la clase trabajadora y que nunca llegan a sus manos a manera de salarios ni retornan de ninguna manera para elevar su calidad de vida mediante servicios, cualitativamente, la injusta repartición de la riqueza modela, mucho más drásticamente que la corrupción, la vida de los mexicanos, mientras la corrupción es una parte del sistema, la injusta distribución de la riqueza, es el sistema mismo.
Ahora, con la pandemia, cuando todo se tensa, se ve muy claro. Aunque tenga que ver, no es precisamente la corrupción la que tiene postrado al sistema mexicano de salud, ni el de los sexenios anteriores, ni el del sexenio actual; es, precisamente, la decisión de política económica en el sentido de destinarle pocos recursos, de esperar, como lo señala el modelo económico neoliberal, que sea la ley de la oferta y la demanda la que resuelva quién recibe y quien no recibe atención en su salud, son, pues, las políticas de austeridad que expulsan al Estado de la atención de la prevención real, la atención de enfermedades y padecimientos y lo dejan todo a la acción de la mano invisible del mercado.
Ahora se ve muy claro que es precisamente la decisión fundamental, básica de política económica de dejar que tenga casa el que pueda pagarla y tenga casa confortable el que tenga dinero para invertir en ella, lo que explica las dificultades para permanecer en casa, en este rubro también el Estado fue y sigue expulsado de la acción para mejorar la vida de los mexicanos. El gobierno de la 4T no es diferente, por mucho que presuma de haber acabado con el neoliberalismo, recuérdese que canceló de tajo la partida conocida como Ramo 23, mediante la cual las poblaciones marginadas podían tener servicios de agua potable, drenaje, pavimento, en una palabra, servicios que contribuyeran poderosamente a que los pobres del país tuvieran una vivienda digna y los dejaban a su suerte, a que vivieran indefinidamente sin estos servicios o a que pagaran por ellos, precisamente como sostiene el neoliberalismo.
Es, pues, ahora, evidente que el gran problema de México y el mundo, que sobrepasa con mucho al de la corrupción, es la injusta distribución de la riqueza, es inconmensurablemente mayor la parte de la riqueza que se le arranca mediante el proceso de producción a la clase obrera que la parte del erario que se van llevando los funcionarios públicos. No entenderlo así, no decirlo así a la clase trabajadora y al pueblo entero, es una forma de mentirle, de ponerlo a tratar de rescatar lo menos, dejando lo más. Precisamente por eso me interesa en esta ocasión, comentar y contribuir a que se conozca un documento que elaboró la organización mundial no gubernamental Oxfam y que se denomina Vivir al día: Medidas para combatir la epidemia de desigualdad en México.
Conviene llamar la atención de que el título del trabajo habla de epidemia de desigualdad y no de epidemia de SARS-Cov2; es decir, que desde la entrada quiere llamar la atención de que la injusta distribución de la enorme riqueza que se produce es tan peligrosa o más que el virus que ahora azota a la humanidad, quizá porque ésta sí es creación humana y cuenta entre los seres humanos con poderosos defensores que se oponen a erradicarla. Dice la Oxfam: “En México, décadas de abandono del sistema de salud, los altos niveles de pobreza y la persistencia de la desigualdad han convertido a la emergencia del Covid-19 en tres crisis simultáneas: una sanitaria, otra económica y otra social”. En efecto, décadas de neoliberalismo en donde se consideró a la salud del ser humano como una mercancía, lo tienen postrado e inerme ante el virus SARS-Cov2.
Oxfam coincide con lo denunciado en sendos desplegados firmados por la presidenta municipal de Ixtapaluca y por el presidente municipal de Chimalhuacán, ambos miembros del Movimiento Antorchista Nacional, quienes valientemente exigen atención urgente para sus gobernados por parte de los gobiernos estatal y Federal. Por boca de ellos hablan los pobres de Ixtapaluca y de Chimalhuacán. Dice Oxfam: “Nuestro sistema de salud no cuenta con el equipamiento, el personal y la infraestructura necesarias para atender todos los contagios que podría generar la pandemia. Si los hospitales se ven rebasados, muchas personas no recibirán tratamiento y podrían fallecer”. Y, en efecto, ahora ya no se está hablando de instalar un sistema de agua potable o de alcantarillado, los cuales, aunque necesarios y urgentes, pueden ser construidos “el año que entra”, ahora se trata de la inminente pérdida de vidas en esos municipios mexiquenses para el día de hoy o mañana mismo.
Oxfan señala también: “El mayor riesgo económico es que las personas pierdan sus fuentes de ingreso de forma permanente y entren en espirales de pobreza debido al impago de deudas, gastos catastróficos o problemas de salud. Económicamente, lo más importante es que las personas mantengan su empleo con un salario digno para sobrellevar las cuarentenas. Tenemos una crisis económica debido a décadas de precarización del trabajo y a la falta de empleos con seguridad social. No serían necesarias medidas extraordinarias si nuestro país contara con un sistema de seguridad social universal”.
Oxfam ve el problema como lo ve el Movimiento Antorchista, o el Movimiento Antorchista mira el problema como lo mira Oxfam, como quiera usted. Existe un riesgo inminente de que a los millones de mexicanos que ya padecían hambre, se añadan muchos más en esta condición. No son exageraciones, las fuentes oficiales señalan que ya se han perdido más de medio millón de empleos formales y existen varios millones de empleados informales que no pueden salir a la calle a ofrecer sus servicios o vender sus modestas mercancías. Tanto los que ya perdieron empleos formales, como los que dejan el empleo informal, difícilmente podrán recuperar sus formas de ganarse la vida, ya que la demanda efectiva está siendo impactada y durará así mucho tiempo.
Por eso precisamente, junto con Oxfam, pensamos que se necesitan acciones gubernamentales urgentes y contundentes para paliar los efectos de la crisis de desigualdad que ya azota a México. No obstante, parece ser que existe poca disposición a escuchar y a reorientar el rumbo de la economía. Sin importar la crisis mundial del turismo que ya existe y lo que todavía se va a ampliar, se sigue construyendo un tren escénico en la península de Yucatán, sin prestar atención a que existen miles de aviones en tierra y que muchos así seguirán mucho tiempo, se gasta una millonada en un nuevo aeropuerto y, finalmente, sin atender a los precios internacionales del petróleo que han llegado hasta el aberrante punto de que los vendedores pagan para que les retiren el crudo de los almacenes los compradores, se sigue gastando un dinero que ante la crisis tanto necesitan los mexicanos en la construcción de una refinería en el estado de Tabasco. Todo eso es lo que reclama el Movimiento Antorchista y, a su manera, plantea Oxfam para los mexicanos. El coro de voces aumenta.
De acuerdo con analistas de Banco Base, los mexicanos terminarán más pobres que en 2018.
La actual política de comunicación del gobierno ha repercutido en la prensa con el despido de decenas de profesionales.
Diez millones de organizados es la meta, algo imposible de lograr sin recursos para crear y sustentar una estructura de activistas.
La ONU advirtió sobre la militarización de la seguridad pública.
Mientras la clase política en el poder se desespera por ganar las elecciones del 2021, el pueblo sigue muriendo.
El desempeño de la 4T en estos casi cinco años ha sido ríspido y polarizante, lo mismo con maestros, estudiantes, médicos, empresarios, periodistas y magistrados, que con instituciones políticas, organismos autónomos y clases medias.
Muchos de los seres más cercanos a él fallecieron de formas horribles cuando José era todavía un niño, y esta serie de sucesos funestos ciertamente lo marcaron.
El gobierno federal sacrifica el bienestar de múltiples sectores sociales por encima de las llamadas obras del sexenio.
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Esta cifra sube hasta 82.5 por ciento entre las instituciones que no están atendiendo el coronavirus.
Gracias al gobierno de AMLO, las televisoras comerciales se convertirán en protagonistas de la educación pública del país, oportunidad que les otorga una etiqueta de “siervos de la nación”.
No sólo se ha agravado la situación de los trabajadores, sino que vamos derechito a una reforma fiscal, pero no a una reforma fiscal progresiva.
... En resumen, el país es zona de desastre, como Acapulco después de Otis. Y la “Cuarta Transformación”, el Otis de México, dejará, al final del sexenio de las ilusiones, un calamitoso legado.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".