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Carlos Marx, en su genial obra El Capital, puso al desnudo el mecanismo que el sistema capitalista utiliza para explotar a los trabajadores y, al propio tiempo, para tenerlos “contentos”. Señaló que al obrero no se le paga su trabajo, pues el obrero al hacer el contrato no ha laborado, por ende, no vende su trabajo, sino su fuerza de trabajo, concepto acuñado por Marx y que se refiere a la capacidad que cada trabajador tiene, por término medio, para realizar una determinada labor productiva. Marx señaló que, como toda mercancía, la fuerza de trabajo tiene un doble carácter: valor de uso y valor. El valor de uso de la mercancía fuerza de trabajo es el trabajo, en otras palabras, si se contrata a un obrero para que apriete un botón durante ocho horas, entonces, el valor de uso de la fuerza de trabajo de ese trabajador es que apriete el botón durante ocho horas.
Ahora bien, ¿cómo se determina el valor de la fuerza de trabajo? Por el valor de los productos y servicios que los trabajadores requieren para estar listos al día siguiente para trabajar y para que cuando falten haya quien les sustituya, en otras palabras, se trata del valor de una canasta básica que garantice que el trabajador reponga sus fuerzas de un día a otro para que esté en condiciones de volver a trabajar. Al trabajador no le dan la canasta básica de alimentos y servicios, le dan dinero que no es otra cosa que su salario.
En su obra cumbre, Marx señala que el trabajo es la única fuente de la riqueza en combinación con la naturaleza; sin embargo, la naturaleza por sí sola no crea valor, pues el concepto valor es un concepto social. Así, dado que el trabajo es la única fuente creadora de valor, Marx puso al descubierto la capacidad que tiene la fuerza de trabajo, aunque la pagaran por su valor, de generar más valor del que ella misma cuesta. Efectivamente, pone el ejemplo de un telar, si se coloca un carrete de hilo de algodón para hacer una camisa y el carrete tiene un costo de 10 dólares, al término de la producción de la camisa, si se agota un carrete en una camisa, por ejemplo, entonces, la camisa tendrá 10 dólares del hilo, nada más. Es, por tanto, la capacidad del trabajador la que al crear la camisa le imprime más valor del que ella misma cuesta. Por ende, si la mercancía camisa puede venderse a un sobreprecio por encima del costo ello se debe a que la camisa en sí misma tiene un valor superior al costo de producción. Entonces, al trabajo realizado, pero no pagado por el patrón fue a lo que Marx llamó plusvalía.
Marx planteó, en la primera parte de su libro que, aunque se pagara la fuerza de trabajo por lo que vale, de todos modos, en el sistema capitalista el trabajador es explotado y ello se debe a la plusvalía. Ahora, ¿cómo se calcula? No es sencillo, pero Marx estableció los principios generales. Si hablamos de una jornada de trabajo de ocho horas, Marx supone que el trabajador labora la mitad del tiempo para reponer lo que su salario cuesta, es decir, en pesos lo que el valor de su fuerza de trabajo representa. De esta suerte, el resto de la jornada el obrero trabaja gratis para el patrón generando la plusvalía, que una vez que se realiza la mercancía, es decir, que da el salto mortal y pasa a ser adquirida, se convierte en dinero y, quitando el salario, se convierte en la ganancia del capitalista.
Pues bien, si el patrón desea incrementar la plusvalía, lo puede hacer aumentando la jornada de trabajo por encima de las ocho horas y pagando menos o no pagando nada, a ello le llamó Marx plusvalía absoluta. En segundo lugar, si no podemos reducir la jornada de trabajo entonces hay que reducir el costo de la mano de obra, en otras palabras, incrementar la productividad en los sectores de las mercancías que forman la canasta básica de los obreros; así, en vez de tardar la mitad de la jornada de trabajo, supongamos que ahora se repone el salario en sólo una cuarta parte, por tanto, las tres cuartas partes restantes de la jornada son plusvalía para el patrón en una inmóvil jornada de ocho horas.
Finalmente, a partir del capítulo trece sobre la maquinaria, Marx advierte que puede intensificarse la explotación y lo que antes en dos horas se podría obtener de plusvalía, ahora hace el supuesto de que esto puede cambiar. Por ejemplo, si se intensifica el trabajo, puede que al cuerpo humano le extraigan las energías de dos horas de antes en una hora intensiva. La introducción de un invento en la industria, finalmente, que supere a todos sus rivales, le permite a ese sector obtener plusvalía extraordinaria.
Veamos cómo están las cosas en los tiempos que corren. Vamos a poner un ejemplo actual. Tuvimos acceso a los datos de un fabricante de vasos que nos permitió sacar los siguientes cálculos. Se trata de una empresa altamente especializada y mecanizada, los trabajadores son literalmente apéndices de la máquina. La empresa produce un millón y medio de cajas al año, a razón de cuatro mil 200 cajas diarias. Cada una de ellas tiene un costo de 177 pesos mexicanos, por tanto, el costo por día equivale a 743 mil 862 pesos. La venta al público por caja es de 800 pesos, por ende, el ingreso total es de tres millones 360 mil pesos. Quitando los costos de producción a los ingresos totales, la empresa obtiene una ganancia diaria de dos millones 616 mil 138 pesos (a esto tal vez hay que agregarle costos de distribución: transportación y otros que no están especificados en el costo de producción). Sus ingresos son 4.5 veces superiores a los costos y la ganancia total anual de esta empresa es de cerca de mil millones de pesos.
El obrero trabaja una jornada de ocho horas, entonces, toca calcular en cuanto tiempo el obrero reproduce el valor de su fuerza de trabajo. El obrero gana en promedio por día la cantidad de 341 pesos. Los minutos que se requieren de trabajo directo para la elaboración de una caja es de 1.38 minutos, por ende, si el trabajador labora ocho horas, equivalente a 480 minutos, por lo tanto, cada trabajador produce, en esas ocho horas, 348 cajas en promedio. Esto equivale a un costo de 61 mil 603 pesos por trabajador y un valor de mercado de 278 mil 260 pesos por trabajador (tomando en cuenta TODOS los costos, incluido el salario del trabajador). De ello se deriva que la ganancia del patrón por trabajador por jornada es de 216 mil 657 pesos, que es una buena aproximación a la plusvalía en su forma monetaria.
Si pasamos estos datos a minutos, resulta que el costo de cada caja producida por una persona por minuto es de 128 pesos y el ingreso por la venta de la caja producida por persona por minuto es de 580 pesos. Por lo tanto, si dividimos el salario del trabajador, 341 pesos, por el costo de producción de la mercancía por persona por minuto, 128 pesos, entonces, en 2.66 minutos el trabajador recupera lo que cuesta su fuerza de trabajo; pero si dividimos el salario del trabajador, 341 pesos, por el precio de venta de la mercancía por persona por minuto, 580 pesos, entonces, el tiempo que requiere el trabajador para reponer su fuerza de trabajo es de tan solo 0.59 minutos, equivalente a 36 segundos, por ende, el resto de la jornada que equivale a siete horas y 59.4 minutos, labora gratis para el patrón.
Ése es el nivel de explotación de la mano de obra en México, razón por la cual la clase obrera en México debe tomar conciencia del problema, educarse y organizarse para ser quien maneje la fábrica, quien gobierne al país y quien disfrute de la riqueza creada por sus manos con una vida mejor para ella y para sus hijos.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.