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Milei, la derecha despeinada
En este artículo analizaré por qué el partido de Milei creció tanto en pocos años, al grado de que su candidatura a presidente encontró eco en la población argentina. En segundo lugar, cuestionaré algunas de sus propuestas políticas y el marco teórico en el que se sustentan.
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El jurista y exjuez de la Corte Suprema de Justicia argentina Eugenio Zaffaroni se pregunta cómo es posible que en Argentina obtenga tantos votos un candidato como el economista Javier Milei, que propone vender órganos humanos, acabar con la enseñanza y la salud públicas, también con la investigación científica, suprimir los subsidios, acabar con la moneda argentina (algo a todas luces inconstitucional), destruir el Banco Central y volver al negociado de las jubilaciones privadas. Y contra todo consenso científico, también niega que el cambio climático esté vinculado con la acción humana, pues esto implicaría reconocer las externalidades negativas del sistema económico que él tanto venera.

La respuesta de Zaffaroni es que “gran parte del pueblo se mueve por el sentimiento”, lo que no significa que sea irracional. Todos tenemos una esfera afectiva, y es en esa esfera donde pega el discurso del outsider. Apelando a las emociones es que Milei, el outsider, se aprovecha de las fallas de la política y del hecho de que amplios sectores de la población argentina están en una situación muy precaria.

Sin negar las razones postuladas por Zaffaroni, en este artículo, en primer lugar, voy a analizar otras hipótesis por las cuales La Libertad Avanza (el partido del economista de extrema derecha Milei) pudo haber crecido tanto en pocos años y, para sorpresa de muchos, su candidatura a presidente encontró tanto eco en la población argentina. En segundo lugar, cuestionaré algunas de sus propuestas políticas y el marco teórico en el que se sustentan.

 

¿Por qué Milei obtuvo tantos votos?

Milei alcanzó la primera minoría en las P.A.S.O. (elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), que permiten elegir entre distintos candidatos de un mismo partido. Pero en las elecciones generales obtuvo aproximadamente la misma cantidad de votos, el 30.06 por ciento del total, mientras que Massa, el candidato oficialista, obtuvo seis puntos más que Milei, el 36.68 por ciento de los votos. Escribo estas líneas tres semanas antes del balotaje entre el oficialismo y Milei.

El contexto en el que ha surgido la extrema derecha en Argentina, de la mano de Milei, no es ajeno a otros procesos que tuvieron lugar en otros países: cuando resultan evidentes las limitaciones de la izquierda socialdemócrata en el ejercicio del poder, surgen fenómenos como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Meloni en Italia, Orbán en Hungría, Yoon Suk Yeol en Corea del Sur y Vox en España. Algo similar ocurrió entre 1920 y 1930 con el fascismo, que apareció como una alternativa al marxismo. Pero estas derechas ya no son neofascistas, golpistas ni proclaman el irracionalismo como las derechas anteriores a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, actualmente es la izquierda la que está basada en filosofías especulativas y desvinculadas de la ciencia, como es el caso de Jacques Derrida o Judith Butler.

A todos los representantes de la extrema derecha referidos, aun cuando unos sean más liberales y otros más proteccionistas, los une su antiprogresismo, es decir, su oposición a una izquierda centrada en la cuestión identitaria (género, raza) más que en los problemas económicos, así como su crítica a la corrección política. Todos ellos encarnan una dialéctica de la historia que inclina la balanza hacia la derecha tras la caída de los “socialismos realmente existentes” en Europa del este.

Más allá del contexto internacional, Argentina cuenta con algunas particularidades que facilitaron el surgimiento de una propuesta extrema como la de Milei. Una inflación que supera el 140 por ciento anual, tornando atractiva para muchos la opción por un partido que nunca estuvo en el poder. Basta focalizar en las consecuencias que tuvo el plan de convertibilidad del expresidente Carlos Menem, a quien Milei pone como ejemplo a seguir, en el que la moneda nacional fue equiparada el dólar, para comprobar que esa estrategia ya fue utilizada y a largo plazo no fue eficaz.

Desde ya que hay un voto de castigo por las malas administraciones y por los privilegios de muchos políticos en el ejercicio del poder, y también un hartazgo con los grupos más radicales del feminismo, que son andrófobos y promueven el quebrantamiento de garantías constitucionales como el principio de inocencia y el del debido proceso. El partido de Milei es el único que promueve cerrar el Ministerio de la Mujer y promulgar una ley contra las falsas denuncias, un fenómeno que lleva a muchos hombres inocentes a la cárcel y debilita las denuncias de quienes son auténticas víctimas de la violencia. Por último, un componente no menos importante es el de la publicidad que tuvo Milei en los canales de televisión y en las redes sociales.

La imagen de rebeldía de Milei difiere mucho de la imagen conservadora que en general ha tenido la derecha (como fue el caso, por ejemplo, de Álvaro Alsogaray o Adelina Dalesio de Viola en Argentina). Esta imagen es la que llevó al historiador Pablo Stefanoni a titular su libro sobre las nuevas derechas ¿La rebeldía se volvió de derecha? Milei luce el cabello largo y revuelto, sus actos son musicalizados con temas de rock, su vocabulario es más cercano al lenguaje de los youtubers que al de los políticos.