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Javier Milei, el arrogante avance del neofascismo
El senil capitalismo aspira a reactivar los mecanismos que permiten la colocación de sus agentes disfrazados de “antisistema” en las casas de gobierno.
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El neofascismo gana poder en Europa y en América Latina se reposiciona con políticos disfrazados de “antisistema”, que las oligarquías locales usan para despojar a las poblaciones de sus recursos naturales, derechos laborales y sociales.

Mientras, las potencias libran conflictos de índole económica, política, incluso militar, los delegados del imperialismo estadounidense operan en casas de gobierno europeas, asiáticas y latinoamericanas en busca de más beneficios para sus corporaciones trasnacionales. Guerra para unos y “libertarismo” para otros representan un dilema ante millones de personas en el planeta.

En este escenario surgen dirigentes políticos que se autodenominan anarco-capitalistas y ultranacionalistas; pero se rinden a la hegemonía estadounidense o que afirman ser anti-Estado y lucran desde las instituciones de éste, aunque unos más, que aplauden el libre mercado, justamente impiden las corporaciones.

Estas discrepancias abundan en los “liderazgos” que hoy emergen lo mismo en Alemania que en América Latina. Así lo confirmó el resultado de las elecciones europeas del nueve de junio, de cuyo asombro aún no salen liberales, socialdemócratas e izquierdistas que ya no efectúan su trabajo. 

En perjuicio de la mayoría en el planeta, el senil capitalismo aspira a reactivar los mecanismos que permiten la colocación de sus agentes disfrazados de “antisistema” en las casas de gobierno.

La derecha oligárquica y trasnacional ve al sur global como un bolsón del que puede extraer recursos sin ningún problema. En Argentina va por el litio, que se localiza en el noroeste; los cereales de la pampa, la expropiación del río Paraná y la Patagonia. Para facilitar esta labor está el gabinete de Javier Milei.

El personaje

Las divergencias entre el discurso “libertario-antisistema” y la realidad resulta notoria sólo cuando llega el desastre. Así lo ha vivido Argentina desde los años 90 hasta nuestros días; desde el frívolo Carlos Menem y Mauricio Macri, en cuyo gobierno aumentó la deuda hasta el exorbitante monto de 57 mil millones de dólares (mdd) para financiar supuestamente su elección de 2018, pero que acabó en paraísos fiscales mientras hoy los ciudadanos pagan esos intereses.

Los actos de esos políticos causaron graves perjuicios a la gobernabilidad y economía de su país. Y fue precisamente en este escenario crítico sobre el que apareció Javier Gerardo Milei Luján con sus políticas de supuesta austeridad.

Un personaje “antisistémico” que manipuló los sentimientos de los electores con su perversa demagogia atrajo a los desencantados con la socialdemocracia y la pseudo-izquierda y los convenció de que él sí le daría un vuelco total a la realidad argentina.

¡No mintió! Aunque histriónico y servicial al capitalismo corporativo, Milei logró que la derecha le cediera sus votos en la segunda vuelta y lo colocara en la Casa Rosa. Fue así como, con la conversión en presidente del diputado del frente La Libertad Avanza, el imperialismo anglosajón se reposicionó no solamente en Argentina, sino también en todo el Cono Sur de América.

Por ahora, el presente y futuro de 47 millones de argentinos está en vilo pues, desde el 10 de diciembre, Milei emprendió su plan de gobierno que aspira a poner la riqueza de su nación en manos del dólar o de la banca agiotista, nada menos que en el más voraz y saqueador: el capitalismo financiero trasnacional.

Ha despedido a decenas de miles de empleados públicos, avanza en el paquete privatizador y la venta de empresas estratégicas como la petrolera YPF, la energética Enarsa y cada vez hay menos servicios estatales. Su único objetivo es la imposición de la “ley ómnibus” para congraciarse con el capital imperialista.

Con el triunfo de su legislación restrictiva en el congreso, ha cundido el desánimo en los sindicatos, movimientos sociales de todo tipo: de barrio, colectivos académicos y feministas, que hoy están en la resistencia contra el imperialismo neofascista de rostro neoliberal.

Alineamiento y confrontación

La estrecha visión geopolítica regional, la diplomacia emocional de Javier Milei y su ideología de extrema derecha han situado a Argentina en un escenario internacional crítico que frena el paso a la multipolaridad.

Él sirve al gobierno de EE. UU. por puro alineamiento ideológico y sin razones técnicas o económicas. En seis meses ha abierto todas las compuertas que detenían el avance imperialista en su país, y ha secundado medidas restrictivas contra la República Popular China y la Federación Rusa.

No le importa que su diplomacia emocional haya expuesto a Argentina a riesgos político-internacionales impredecibles. Apenas investido, compró en Washington 24 aviones caza F-16 y anuló el compromiso del kirchnerismo con Beijing sobre la adquisición de aviones JF-17 Thunder, más económicos y de última generación.

La medianoche del jueves cuatro de abril protagonizó un acto de servilismo absurdo hacia EE. UU.: ataviado con un uniforme militar que le quedaba grande, junto a su ministro de Defensa y otros miembros de su gabinete, recibió en la base naval de la Armada en Ushuaia, Tierra del Fuego, a la jefa del Comando Sur de EE. UU., la generala Laura Richardson, y al embajador Mark Stanley.

Además de las alianzas bélicas, se comprometió a concertar más negocios con EE. UU. y su aliado estratégico en el Medio Oriente, el gobierno genocida de Israel. Queda claro que a Milei le gusta ser títere de EE. UU. y su comando sur, formado por genocidas y saqueadores, reseñó la excandidata presidencial Myriam Bregman. “Esa muestra de cipayismo se daba a dos días de un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas”, escribió el analista Daniel Satur.

Su animosidad hacia Moscú es tal que ha aceptado que Argentina actúe como socio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y opere como un eslabón de la guerra proxy contra Rusia.

Para acceder a esta asociación y convertirse en el miembro 33, ‒Colombia y Argentina son los únicos socios latinoamericanos de la OTAN– Milei emprendió la modernización de sus fuerzas armadas y presentó la Carta de Intención al secretario general adjunto de esta organización, Mircea Geoaná.

La entregó el ministro de Defensa, Luis Petri, confiado en que su ejército –de triste memoria golpista y represiva‒ obtenga insumos, logística y adiestramiento. Pero el proceso de adhesión llevará hasta tres años.

Milei ha entregado de facto las Islas Malvinas al Reino Unido. En el aniversario 42 de la confrontación, eludió pronunciarse sobre el reclamo británico de soberanía y elogió a la exprimera ministra británica y artífice de la invasión, Margaret Thatcher. En contraste, no envió un representante al homenaje a los militares argentinos que murieron durante la invasión británica en las Malvinas, denunció el Centro de Excombatientes (CECIM).

El gobierno de Milei se caracteriza por su permanente ánimo de confrontación. Todo indica que pretende sepultar la idea de la integración regional, pues no envió representante a la reunión del Mercosur en Río de Janeiro, estima Giorgio Romano Schutte.

En su campaña insultó al presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, a quien denominó “zurdo salvaje” y “comunista corrupto”, además de que designó como embajador de Argentina en Brasilia al exrepresentante ante la tenebrosa Organización de Estados Americanos (OEA).

El huésped de la Casa Rosada ha ofendido también al presidente de Colombia, Gustavo Petro, al calificarlo de “asesino terrorista” y “comunista asesino”; lo que condujo a la expulsión de diplomáticos argentinos de Bogotá y a rozar en ruptura. También se lanzó contra su homólogo chileno, Gabriel Boric, a quien llamó “empobrecedor” y “alguien con ideas incorrectas”.

Con esta misma lógica matona cerró arbitrariamente el canal Telesur, descartó el diálogo y denominó “dictador” al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien lo acusó de convertir a la Argentina en una colonia.

Es por todo esto que “Milei representa una interferencia geopolítica para el sur global”, reveló el analista Bernardo Gutiérrez. A 19 días de su presidencia, Milei rechazó pública y groseramente una invitación del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) para que Argentina se sumara a este bloque antihegemónico.

El presidente argentino ha llevado su rijosidad al otro lado del Atlántico. El 21 de mayo ofendió a la esposa del presidente español, Pedro Sánchez, durante el foro organizado por el ultraderechista VOX. Esta agresión gratuita llevó a que Madrid retirara a su embajadora en Buenos Aires.

Insensible al daño causado, el “libertario” ha preferido adoptar los valores, principios y agenda de la extrema derecha, insostenible hoy, cuando la mayoría de los países avanza hacia la pluralidad. Para enfrentar la oleada extremista, de la que es parte activa, el presidente argentino, “es crucial palestinizarse: organizarse y liderar la resistencia” sugiere el sociólogo de Berkeley, Ramón Grosfoguel. 

 

 

 

La “Ómnibus” y Dios

 

A principios de junio, miles de argentinos de todos los sectores protestaron contra el gobierno por la llamada “ley ómnibus”, llamada así porque incluye varias reformas. La Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos otorga a Milei legislar por un año en materia administrativa, económica, financiera y energética, so pretexto de una emergencia pública.

Con ese escudo legislativo se reforma al Estado en varias modalidades: impulsa la privatización de empresas públicas, modifica el sistema laboral y de seguridad social; la ley privatiza empresas públicas y arrasa con todas las riquezas de Argentina.

Están convirtiendo al país en un laboratorio mundial del neoliberalismo que promueve la utopía del mercado autorregulado; y es el mayor fraude de la historia, pues no hay un solo beneficio para las clases bajas y medias, advierte la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Mientras tanto, miles de miembros de sindicatos, organismos defensores de derechos humanos, agrupaciones políticas y ciudadanas rebasaban el cerco de seguridad del Senado, ahí había empate técnico: 36 senadores a favor y otros tantos en contra.

Por ello, la iniciativa volvió a la Cámara de Diputados y únicamente se aprobó la del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones, con beneficios normativos, aduanales, tributarios, cambiarios y ambientales al gran capital (la mayoría extranjero).

Ejemplo de la resistencia popular al “libertario” fue el homenaje rendido el 11 de junio a la cofundadora y líderesa de las Madres de Mayo, Nora Cortiñas, en la iglesia de Santa Cruz del barrio de San Cristóbal, del que surgió el grito de “La Patria no se vende”, principal lema de la oposición, que se “viralizó” en redes sociales.

El momento fue elegido para incendiar los ánimos. Desde los bancos surgió el canto kirchnerista contra la “ley ómnibus” y en todo el templo se escuchaban los gritos de “La Patria no se vende”, mientras los fieles palmeaban al ritmo del estribillo musical. Incluso el sacerdote que oficiaba, y los monaguillos se sumaron al cántico; y algunos levantaban las manos con el símbolo peronista de los dedos en V.

En la última dictadura militar (1976), esa iglesia fue refugio para familiares de desaparecidos. La elección de este templo fue un acierto del movimiento contra la “ley ómnibus”.

 

Líderes de propaganda y derecha radical

 

Las operaciones de relaciones públicas diseñadas por los servicios de inteligencia hegemónicos se han elaborado con la misma visión reaccionaria que antes favoreció la victoria de los expresidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro, de EE. UU. y Brasil respectivamente, y hace seis meses la de Javier Milei en Argentina.

Todas son producto de la mercadotecnia política, que los proyecta como personajes “antisistema”; pero que, en la realidad, son políticos ultraconservadores e improvisados, como son los casos de Milei y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski quien, igual que el argentino, nació como clown televisivo y ganó fama por recitar guiones de gran impacto mediático, pero sin propuestas de alcance sociopolítico.

Su cuidada imagen publicitaria y agresiva verborragia populista les ha permitido ganar la atención y aun la simpatía de electores poco informados y manipulados por los medios de comunicación masiva.

Con la fragilidad de las democracias liberales, este populismo ya no es tan marginal, como lo constata el arropamiento europeo a Zelenski y el triunfo de la extrema derecha en el Parlamento Europeo promovida por la xenofobia, el individualismo sobre la solidaridad, el nacionalismo por encima de la convivencia; y exaltan lo masculino, la intolerancia hacia el otro y la no aceptación a culturas y creencias religiosas ajenas.

El Partido Popular, de la democracia cristiana y la centro derecha, pasó de 182 votos a 189 en el Parlamento Europeo. Este avance fue celebrado por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Lyen, quien es militarista acérrima y rusófoba.

Los partidos de esta misma tendencia son la primera fuerza en cinco países: Francia, Italia, Austria, Hungría y Bélgica; además, avanzó en Alemania, con AFD en segunda posición, después de la CDU y adelante del SPD.

Sin embargo, el extremismo perdió en Países Bajos ante los socialdemócratas y verdes. En Polonia, el ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS) fue derrotado por la Coalición Cívica del primer ministro, Donald Tusk.

También perdió en República Checa ante el gubernamental centrista SPOLU, aunque el populista liberal se fortaleció y los ultras de Přísaha a Motoristé, del expiloto de F4, Filip Turek (admirador de Adolfo Hitler) que quedaron como tercera fuerza. La española VOX únicamente obtuvo 10 por ciento de votos.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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