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El Estado de México (Edomex), la entidad federativa más poblada del país, con 17.6 millones de habitantes, tiene un déficit inmobiliario de 619 mil viviendas y concentra la sexta parte de las casas construidas en asentamientos irregulares.
La mayoría de estas viviendas, además, carecen de los servicios urbanos más indispensables como agua potable, drenaje, pavimentación y recolección de basura, así como de clínicas sanitarias, centros escolares de nivel básico y carreteras.
Este enorme déficit es visible particularmente en los municipios Ixtapaluca, La Paz y Texcoco, en región oriental del Valle de México, y en Cuautitlán-Izcalli, en la zona norte, pese a que la legislación federal vigente obliga a las autoridades locales a brindarles la mayor atención posible.
En efecto, la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano (LGAHOTDU), publicada en el Diario Oficial de la Federación en 2016, ordena a gobiernos estatales y municipales atender las necesidades de las colonias asentadas en áreas irregulares porque en ellas habitan las personas más vulnerables.
El Artículo 11° de esa ley establece que son atribuciones de los gobiernos locales “prestar los servicios públicos municipales, atendiendo a lo previsto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en la legislación local”.
También le ordena “coordinar sus acciones y, en su caso, celebrar convenios para asociarse con la respectiva entidad federativa y con otros municipios o con los particulares, para la prestación de servicios públicos municipales, de acuerdo con lo previsto en la legislación local”.
Y el Artículo 52°, a su vez, advierte que la legislación estatal establecerá las disposiciones para “la construcción de vivienda adecuada, infraestructura y equipamiento de los Centros de Población”. Pero en varios municipios del Edomex, las autoridades no han cumplido con este mandato.
Doña Yolanda Arias, oriunda del estado de Oaxaca y vecina de la calle Nardo, de Cuautitlán Izcalli, no tiene agua potable desde hace 21 años, se provee con pipas municipales; y en torno a su domicilio hay montañas de basura.
Afirma que, en tiempos de calor, la “pestilencia es insoportable”; lamenta mucho que ella y sus vecinos vivan olvidados por las autoridades. Y después de evocar con nostalgia su lugar de origen, lamenta: “pero aquí nos tocó vivir”.
El pomposamente llamado “relleno sanitario” a cielo abierto ocupa 47 hectáreas, se ubica entre las colonias Los Ailes, Lomas del Rosario y Ejido Lago de Guadalupe, de Cuautitlán Izcalli, a cuyos habitantes contamina con sus olores y fauna nociva.
Este municipio surgió a inicios de los años 70 y fue desprendido del prehispánico Cuautitlán como expresión de “la imperiosa necesidad de procurar la descentralización de la gran urbe en ciudades independientes y autosuficientes que gravitaran en una determinada zona de influencia, con el objeto de evitar la conurbación de las mismas y que sirvieran como filtros para frenar la fuerte migración”, reporta una nota informativa publicada en julio de 2018 en el diario El Universal.
Sin embargo, hoy pertenece a la zona conurbada; y los habitantes de las colonias citadas no tiene “la bendición” de servicios públicos básicos ofrecidos a la moderna Izcalli.