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Fidel Castro, ícono revolucionario
Fidel Castro es un símbolo de la lucha anticolonial y antiimperialista.
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Fidel Castro, el icónico líder de la Revolución Cubana, fue uno de los líderes revolucionarios más emblemáticos del Siglo XX. Desde su temprana juventud, mostró una aguda conciencia social y un espíritu rebelde que lo llevaron a enfrentarse al régimen dictatorial de Fulgencio Batista. De humilde origen, el Comandante Fidel forjó un legado de resistencia y soberanía que inspiró a los pueblos de América Latina y el mundo entero a luchar contra el imperialismo.

Lideró una revolución que transformó a Cuba en un baluarte de la justicia social y la independencia nacional, desafiando el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos durante décadas. Fidel Castro es un símbolo de la lucha anticolonial y antiimperialista, una figura emblemática que desafió el orden global establecido y defendió los intereses de las clases populares hasta su último aliento. Le rendimos un homenaje a ocho años de su fallecimiento, el 25 de noviembre de 2016. 

 

Marcha triunfal
del Ejército Rebelde

El Indio Naborí (Jesús Orta Ruiz)

 

¡Primero de Enero!

Luminosamente surge la mañana.

¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero

de la redimida bandera cubana.

 

El aire se llena de alegres clamores,

se cruzan las almas saludos y besos,

y en todas las tumbas de nobles caídos

revientan las flores

y cantan los huesos.

 

Pasa un jubiloso ciclón de banderas

y de brazaletes de azabache y grana,

mueve el entusiasmo balcones y aceras,

grita desde el marco de cada ventana.

 

A la luz del día se abren las prisiones

y se abren los brazos: se abre la alegría

como roja rosa en los corazones

de madres enfermas de melancolía.

 

Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes,

con trajes de olivo vienen de las lomas,

y por su dulzura, los héroes triunfantes

parecen armadas y bravas palomas.

 

Vienen vencedores del hambre y el frío

por el ojo alerta del campesinado

y el amparo abierto de cada bohío…

Vienen con un triunfo de fusil y arado.

 

Vienen con sonrisa de hermano y amigo,

vienen con pureza de vida rural,

vienen con las armas que al ciego enemigo

quitó el Ideal.

 

Vienen con el ansia del pueblo encendido,

vienen con el aire y el amanecer,

y, sencillamente, como el que ha cumplido

un simple deber.

 

No importan los días de guerra y desvelo,

no importa la cama

de piedra o de grama,

sin otra techumbre que ramas y cielo.

 

No importa el insecto, no importa la espina,

la sed consolada con parra del monte,

la lluvia, los vientos, la mano asesina

siempre amenazando en el horizonte.

 

¡Sólo importa Cuba, sólo importa el sueño

de cambiar la suerte!

¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño,

ni viene asombrado de tutear la muerte!

 

Los niños lo miran pasar aguerrido

y piensan, crecidos por la admiración,

que ven un rey mago rejuvenecido

y con cinco días de anticipación.

 

Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos,

alumbran su rostro cien fuegos de gloria.

Pasan capitanes, curtidos labriegos

que vienen de arar en la Historia…

 

Con los invasores pasa el Che Guevara,

alma de Sarmiento que trepó el Turquino,

San Martín quemante sobre Santa Clara,

Maceo del Plata, Gómez argentino…

 

Pasan lindas reinas sin otras coronas

que su sacrificio: cubanas marciales,

gardenias que un día se hicieron leonas

al beso de doña Mariana Grajales…

 

Ya entre los mambises del bravío Oriente,

sobre un mar de pueblo,

                        [resplandece un astro,

ya vemos la cálida frente;

el brazo pujante, la dulce sonrisa

                        [de Castro…

 

Lo sigue radiante su hermano Raúl,

y aplauden al paso del héroe ciudades

quemadas,

ciudades heridas que serán curadas

y tendrán un cielo sereno y azul.

 

Fidel fidelísimo, retoño martiano,

asombro de América, titán de la hazaña

que desde las cumbres quemó las espinas del llano

y ahora riega orquídeas,

                        [¡flores de montaña!

 

Y esto que las hieles se volvieran miel,

se llama… ¡Fidel!

Y esto que la ortiga se hiciera clavel,

se llama…¡Fidel!

Y esto que la patria no sea un cuartel,

se llama…¡Fidel!

 

Y esto que la bestia fuera derrotada por el bien

del hombre,

esto que la sombra se volviera luz,

esto tiene un nombre,

sólo tiene un nombre:

FIDEL CASTRO RUZ.

Se acabó

Nicolás Guillén

 

Te lo prometió Martí

y Fidel te lo cumplió;

ay, Cuba, ya se acabó,

se acabó por siempre aquí,

se acabó,

ay, Cuba, que sí, que sí,

se acabó

el cuero de manatí

con que el yanqui te pegó.

 

Se acabó.

Te lo prometió Martí

y Fidel te lo cumplió.

Se acabó.

 

Garra de los garroteros,

uñas de yanquis ladrones

de ingenios azucareros:

¡a devolver los millones,

que son para los obreros!

La nube en rayo bajó,

ay, Cuba, que yo lo vi;

el águila se espantó,

yo lo vi;

la coyunda se rompió,

yo lo vi;

el pueblo canta, cantó,

cantando está el pueblo así:

–Vino Fidel y cumplió

lo que prometió Martí.

 

Se acabó.

¡Ay, qué linda mi bandera,

mi banderita cubana,

sin que la manden de afuera,

ni venga un rufián cualquiera

a pisotearla en La Habana!

 

Se acabó.

Yo lo vi.

Te lo prometió Martí

y Fidel te lo cumplió.

Se acabó.

 

¡Ordene, comandante en jefe!

Poema enviado por Antonio Guerrero Rodríguez, en nombre de los cinco luchadores antiterroristas cubanos prisioneros en Estados Unidos.

 

A usted, fiel combatiente que incendió

la aurora decisiva de la independencia

con el esfuerzo de sus nobles entrañas.

 

A usted, conductor incansable

            [que ha guiado

la ruta de la historia por el honor,

la hermandad, la sólida esperanza.

 

A usted, invicto soldado que cabalga

sin miedo hacia el sol de la muerte

enfrentando al más brutal imperio.

 

A usted, que viene y va entre verdades

y lleva en sus manos un corazón gigante

ofreciéndolo con altruismo al mundo.

 

A usted,

que es pueblo en el pueblo,

que es tierra en la tierra,

que es justicia ante el podio,

que es paz ante la guerra,

le decimos:

 

¡Fidel, nuestra bandera socialista

jamás se caerá de nuestras manos!

¡Ordene, Comandante en Jefe

díganos cuál batalla librar

nuestra victoria será inevitable.

Canto a Fidel

Carilda Oliver Labra

 

No voy a nombrar a Oriente,

no voy a nombrar la Sierra,

no voy a nombrar la guerra

–penosa luz diferente–,

no voy a nombrar la frente,

la frente sin un cordel, 

la frente para el laurel,

la frente de plomo y uva:

voy a nombrar toda Cuba:

voy a nombrar a Fidel. 

 

Ese que para en la tierra

aunque la luna lo hinca,

ese de sangre que brinca

y esperanza que se aferra;

ese clavel en la guerra,

ese que en valor se baña,

ese que allá en la montaña

es un tigre repetido 

y dondequiera ha crecido

como si fuese de caña.

 

Ese Fidel insurrecto

respetado por las piñas,

novio de todas las niñas

que tienen el sueño recto.

Ese Fidel –sol directo

sobre el café y las palmeras–;

ese Fidel con ojeras 

vigilante en el Turquino

como un ciclón repentino,

como un montón de banderas.

 

Por su insomnio y sus pesares

por su puño que no veis,

por su amor al veintiséis,

por todos sus malestares,

por su paso entre espinares

de tarde y de madrugada,

por la sangre del Moncada

y por la lágrima aquella

que habrá́ dejado una estrella

en su pupila guardada. 

Por el botón sin coser

que le falta sobre el pecho, 

por su barba, por su lecho

sin sábana ni mujer

y hasta por su amanecer

con gallos tibios de horror

yo empuño también mi honor

y le sigo a la batalla

en este verso que estalla

como granada de amor. 

Gracias por ser de verdad,

gracias por hacernos hombres,

gracias por cuidar los nombres

que tiene la libertad. 

 

Gracias por tu dignidad,

gracias por tu rifle fiel,

por tu pluma y tu papel,

por tu ingle de varón.

Gracias por tu corazón.

Gracias por todo, Fidel.


Escrito por Redacción


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