El gobierno de México no logró detener el remate de 120 piezas de arte prehispánico en Francia. La venta de ese inapreciable lote del patrimonio cultural confirmó la incompetencia gubernamental para la recuperación de ese acervo, pese a que existe un amplio marco legal y tratados de cooperación internacional y el país cuenta con personal y equipos especializados en prevenir ese comercio ilícito y gestionar la repatriación de piezas arqueológicas. La estrategia no fue efectiva para comprobar que eran patrimonio mexicano y frenar su venta. Evitar otro trance semejante debería ser prioridad para el gobierno, pues a los mexicanos no les bastan frases como ésta: “Hemos hecho todas las gestiones de rigor”.

En la Sala de Drouot de Maison Millon, en París, el subastador anunció: “¡Vendu! (Vendida)”, tras mostrar a los asistentes una preciosa figurilla de arte prehispánico previamente exhibida en el catálogo. De ese lote se vendió el 95 por ciento, con una recaudación total estimada en un millón 200 mil euros (25 millones 694 mil 760 pesos) ¡Negocio redondo para los especuladores del arte, y un estímulo para los traficantes del patrimonio cultural mexicano y del mundo!

Mientras el embajador de México en la República de Francia, Juan Manuel Gómez Robledo, decía a la prensa internacional que para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el patrimonio cultural es “una de las prioridades de su política exterior”, los interesados en la subasta pujaban al alza para apropiarse de las magníficas piezas. Todas las esculturas, máscaras, estelas y objetos rituales duplicaron, triplicaron y hasta cuadruplicaron su precio inicial.

Fascinados con obras de arte que datan del año 1000 antes de Cristo (a.C.) al siglo XVIII de nuestra era, los virtuales compradores no cuestionaron cómo llegaron esas piezas a la Casa Millon. Por esta razón, y también por la incuria del Estado mexicano, ese 18 de septiembre los mexicanos perdieron, quizás para siempre, el derecho de apreciar las obras que los artistas mesoamericanos modelaron en estatuas, placas de jade, joyas, cerámicas policromas y máscaras, que en adelante solo serán accesibles para coleccionistas privados y museos de otros países.

Apenas un día antes, la cancillería mexicana emitió un comunicado impugnando la subasta de ese patrimonio nacional. Tal indolencia para proteger y conservar su patrimonio cultural llevó al Comandante Carabinieri de Tutela Patrimonial Cultural de Italia, Lanfranco Disibio, a advertir que las investigaciones de su organización determinaron que México ocupa el primer lugar en robo de arte en América Latina.

El gobierno francés no se sintió comprometido a colaborar con las autoridades mexicanas, pues omitió dar aviso con anticipación a éstas acerca de la subasta para que dispusieran de tiempo suficiente en la preparación del reclamo y realización del peritaje e intervenir con sus expertos para autentificar el origen de las piezas. En todo caso se actuó tarde y de forma reactiva, no preventiva.

Ofertando lo robado

El catálogo de Maison Millon ofreció nuestra herencia cultural con este título: “Artes de la América precolombina. Colección Manichak y Jean Aurance”.

“Lo que mejor caracteriza a la colección es la investigación de la verdad arqueológica. Un objeto salido de la tierra debe ser presentado tal cual. Nada de resurrección gracias a la magia de un talentoso restaurador.

“La locura de lo perfecto era para ciertos coleccionistas un poder, tal vez, el medio mercantil para darle satisfacción. Eso condujo a lo que llamo los objetos fotoshop: ninguna ruptura, ninguna grieta. Entonces, se resana, vuelve a pegar y se completa. Aquí el objeto perfecto. ¡Es así que la belleza de los manequíes es magnífica en las revistas! ¡El efecto fotoshop!

“Felizmente hay excepciones, Jean y Manichak Aurance han comprendido que el fragmento de un objeto creado por un gran escultor aporta más emoción que el objeto completo de débil factura. Es el punto importante que nos debe conducir al análisis y adquisición de los objetos Aurance… Atención: hay “bocas cerradas” que son las obras maestras: Gérald Berjonneau, coautor de Obras Maestras Inéditas del Arte Precolombino (Payot, 1985)”.

Saqueo impune

En la sesión de la Casa Millon se mencionó que el lote subastado era “propiedad” de los coleccionistas franceses Manichak y Jean Aurance. Sin embargo, un peritaje previo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) determinó que ese lote incluye piezas de las culturas maya y olmeca, originarias de Teotihuacán, Guerrero, Oaxaca y el sureste mexicano. Otras proceden de Colombia y Guatemala.

Según ese informe, los bienes fueron sustraídos de varios sitios arqueológicos del país, aunque se ignora cómo llegaron a los coleccionistas. Para algunos peritos fue a través del mercado negro a partir de excavaciones clandestinas, pues desde los años 60 del siglo pasado ya estaban en poder privado.

Cuando trascendió la noticia de que esa colección sería subastada, ya era tarde. Para evitar la venta, el gobierno emprendió medidas a contrarreloj que no funcionaron. La primera fue la solicitud del embajador Gómez-Robledo a Casa Millon para que suspendiera la subasta. Enseguida, el INAH interpuso una denuncia en Francia contra los coleccionistas Aurance para su restitución.

A la par, la Fiscalía General de la República (FGR) solicitó la cooperación judicial del Ministerio de Justicia de Francia y apeló a la Convención de Cooperación Judicial en Materia Penal para que el gobierno de Emmanuel Macron intercediera a favor de México.

Adicionalmente, la Secretaría de Cultura solicitó la intervención de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para que comprobase el origen de las piezas, pues la subastadora no le había informado.

A pesar de todo, era evidente que la subasta no se detendría. De ahí que el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, “informara” vía Twitter que México luchaba contra el tráfico del patrimonio histórico.

Afuera de la Sala de Drouot, el embajador Gómez-Robledo arengó: “México es el propietario legítimo de esas obras de arte y hemos venido aquí a expresar nuestro malestar y para explicar por qué esto viola la Ley mexicana y el Derecho internacional”.

Entretanto, en México, la embajadora de Francia, Anne Grillo, explicó que su gobierno estaba “comprometido” en la lucha contra el tráfico ilegal de bienes culturales, al tiempo que justificó la venta de las piezas mexicanas porque “corrió a cargo de una firma privada”.  A la atropellada acción del gobierno mexicano solo respondió la UNESCO que solicitó a Casa Millon aclarar la procedencia de las distintas obras de arte prehispánico.

Justificando el tráfico ilegal

En su réplica al órgano cultural de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el presidente de la subastadora, Alexandre Millon, declaró a la agencia Reuters que los coleccionistas “cumplieron con los criterios legales” para justificar la propiedad de su colección, reunida tras “enamorarse” de las piezas expuesta en “una galería” parisina en 1963.

En su cínica lógica, y antes de la subasta, Millon se atrevió a recomendar al Gobierno mexicano cómo recuperar bienes sustraídos y expuestos en el exterior. “Al ver que las piezas se ofrecen en una subasta, debía convertirla en una plataforma positiva y decir: ‘miren esa venta, son las piezas que necesitamos’ y adquirirlas”.

En su imaginario, el subastador alegó que para que los mexicanos recuperen su patrimonio –sustraído ilegalmente de su territorio– deben pagarle sumas multimillonarias. Es paradójico que así se pronuncie Millon cuando el presidente francés ofreció en 2018 devolver a Benin 26 piezas de arte saqueadas durante la etapa colonial.

La especulación con el patrimonio cultural no es algo que le quite el sueño al propietario de esta empresa, protagónica en el mercado del arte, que desde hace más de un siglo tiene sucursales en numerosas ciudades como Nueva York, Beijing, Dubai, Tokio, Casablanca y Jerusalén.

Resulta paradójico que al remate en la subasta Grange-Bateliére asistieran agentes de las aduanas francesas y del Organismo Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales, según describió Millon, puesto que la subasta es el resultado de un proceso ilegal de saqueo en México.

La jefa de la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos del INAH, María del Socorro Villarreal, aseguró que continuarán las gestiones para repatriar los bienes subastados. El trámite a seguir consiste en una investigación que determine la forma como esos bienes llegaron a Francia, cuándo y cómo fueron adquiridos por los coleccionistas, pero la posibilidad del retorno es remota.

Voracidad y falta de prevención

Los países latinoamericanos –principalmente México, Guatemala y Colombia– han librado una lucha para reducir el comercio ilícito de bienes prehispánicos, que se nutre de un ciclo perverso: saqueo, inflación de precios, falsificación y la abulia institucional que dificulta el reclamo de los países de origen. Ante lo sucedido en Casa Millon, urge:

1) Fortalecer a las comunidades autóctonas, dotarlas de recursos etiquetados para la protección y resguardo de los 58 mil sitios arqueológicos detectados en el país. El director del INAH, Diego Prieto, declaró que solo hay 500 arqueólogos. 2) Fortalecer la relación de diplomáticos mexicanos con instituciones del país anfitrión y la cadena de responsables (conservadores, galeristas, expertos de mercado de arte, coleccionistas) para actuar oportuna y eficazmente, advierte André Delpuech en su análisis Un mercado de arte cuestionado. 3) Fortalecer el rol ético de museos e instituciones culturales con mayor colaboración con la UNESCO. 4) Capacitar en protección y salvaguarda del patrimonio cultural a personal del INAH, Secretaría de Relaciones Exteriores y otras instancias. En marzo se logró recuperar 600 obras de arte sacro en Italia con respaldo del Comando Carabinero especializado en ese rubro.

¿Qué hacer ante el robo de arte?

Además de los convenios con organismos internacionales para evitar el robo de bienes culturales y facilitar la recuperación de esas piezas, las autoridades mexicanas deben actuar bajo protocolos, explicó en abril pasado la experta Cynthia Fabila.

En primer lugar, debe considerarse que ante el robo de un bien cultural nacional es posible reportarlo, entre otras instancias, a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol). Para formalizar la denuncia, se requiere aportar información específica del bien sustraído ilegalmente (medidas, material, así como número de folio y fecha de la queja ante la FGR entre otros).

En el actual gobierno de México, el representante permanente ante la UNESCO, con sede en París, es Juan José Bremer de Martino, quien funge como embajador extraordinario y plenipotenciario. Es uno de los diplomáticos a los que corresponde evitar subastas de patrimonio como la ocurrida el 18 de septiembre.

Dos reclamos exitosos

El problema radica en que, para lograr la restitución de una pieza arqueológica, el país que la reclama debe probar que fue objeto de un saqueo. Un antecedente exitoso ocurrió en 2008, cuando México recuperó un bajorrelieve olmeca (fechado en los años 700 a.C.), sustraído cerca de la selva lacandona chiapaneca. Antes de aparecer en París, ese bien había sido documentado por arqueólogos en 1968, con lo que el reclamo procedió, explicó a Radio France Internationale el arqueólogo Dominique Michelet.

Ese trabajo de documentación permitió que en un remate de Casa Millon, un fragmento de estela maya robada en Piedras Negras, Guatemala, fuera reconocida por arqueólogos de aquel país. De inmediato, el gobierno guatemalteco  logró retirarla del catálogo de la subasta francesa, además de negociar con los coleccionistas, aunque se ignora si la obra será devuelta y regresará a su sitio de origen.