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Se agravan las fragilidades del capitalismo
¿Es válido afirmar que no tiene nada qué ofrecer a las grandes masas del mundo, por lo menos, así como se le hace funcionar? 
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En el libro de Wolfgang Streeck ¿Cómo terminará el capitalismo? se dice lo siguiente: “Los tres jinetes apocalípticos del capitalismo contemporáneo –estancamiento, deuda, desigualdad– siguen devastando el panorama económico y político”. La obra en mención fue publicada en inglés en el año 2016; en los tres años transcurridos se han acumulado en el capitalismo mundial, esto es, en México y en algunas otras partes del mundo, como en Estados Unidos (EE. UU.), nuevos datos que hacen mantener y reafirmar la tesis sostenida por el autor alemán. Comparto ahora con los lectores algunos de esos nuevos datos. Excluyo extenderme, por esta ocasión, en el problema del crecimiento económico porque ha sido en los últimos meses un tema recurrente en nuestra prensa que el crecimiento de México ha estado rondando el cero por ciento; no hay, pues, no puede haber ninguna duda de que la economía de nuestro país está, como lo dice Streeck, estancada. El propio Carlos Urzúa, exsecretario de Hacienda de la 4T, en su colaboración denominada Nubarrones económicos II publicada en El Universal, dijo lo siguiente: “A raíz de la entrega del Paquete Económico 2020 a la Cámara de Diputados, en la pasada columna, se comenzaron a listar los nubarrones que pueden desencadenar, eventualmente, tormentas sobre la economía mexicana. El primero es el sombrío panorama que tiene el propio gobierno sobre el crecimiento en este sexenio, similar al tenido en los de Fox, Calderón y Peña Nieto”. No crece, pues, ni va a crecer suficientemente.

Me referiré, por tanto, a algunos datos recientes que ilustran el problema de la deuda en nuestro país y del crecimiento de la desigualdad en un país que se precia de ser una superpotencia y, por tanto, debería estar exento de problemas de desigualdad: EE. UU. Los datos provienen de noticias muy recientes que cualquiera puede constatar. Veamos la información publicada por el diario La Jornada, no sobre la deuda pública con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) que es alta, sino sobre la deuda por habitante que, en última instancia ilustra la carga que tienen que soportar los mexicanos (aunque aquí conviene no pasar por alto que la deuda pública sí es una carga importante en la economía nacional, el propio Urzúa lo señala así: “el segundo –nubarrón, pues– versa acerca de la imposibilidad de contener en el mediano plazo la carga financiera de la deuda pública”). En su edición del domingo 29 de septiembre de 2019, el diario La Jornada publicó una nota que lleva por título Deuda por habitante crece cuatro veces más que la economía.

A este respecto, el diario señala que de acuerdo con las proyecciones del paquete económico 2020 enviado por la SHCP a la Cámara de Diputados, el aumento de la deuda per cápita será de un 13.10 por ciento con respecto a la deuda de 2019; en términos absolutos, este aumento de la deuda per cápita se calcula en mil 705 pesos. La relación entre el endeudamiento del sector público y la población del país será la más elevada de la historia y llegará a 94 mil 198 pesos, ya que entre los años 2000 y 2020, la economía ha crecido un promedio de dos por ciento, mientras que la deuda ha crecido en un ocho por ciento, es decir, la deuda per cápita sufrió un impactante incremento de 73 mil 436 pesos.

En el año 2000, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) equivalía a 30.6 por ciento del PIB, alrededor de 20 mil pesos; en 2010, el porcentaje con respecto al PIB ya había llegado a 36 por ciento y la deuda por habitante alcanzaba los 42 mil 126 pesos; en 2015, ya llegaba al 46.5 por ciento que equivalía a una deuda por persona de 72 mil 228 pesos y, como ya queda dicho, de acuerdo a las previsiones, para el año que entra llegará a 94 mil 198 pesos. Esta situación está impulsada por deficiencias estructurales de nuestra economía capitalista que pueden resumirse en: una economía que no crece lo suficiente (ahora ya se llegó al cero de crecimiento), altas tasas de interés, los ajustes en las calificaciones crediticias y la baja recaudación. Males propios del capitalismo, ¿incurables?

En lo que se refiere a la creciente desigualdad, tomamos como ejemplo ilustrativo a los EE. UU., que por los niveles de desarrollo que exhibe con mayor frecuencia pareciera que se trata de una economía boyante que procura el aumento constante del bienestar de todos sus habitantes. No es así. Una nota publicada en el portal World Socialist Web Site (WSWS) el 28 de septiembre pasado, sustentada en información proporcionada por datos del Censo de EE. UU., es decir, por información oficial, señala que la inequidad social en Estados Unidos está alcanzando rápidamente niveles sin precedente.

Durante el último año, el 20 por ciento de los habitantes, esto es, 65 millones de personas sufrió una reducción de su participación en la riqueza nacional de 3.11 por ciento a 3.10 por ciento del PIB; la participación del segundo quintil bajó de 8.4 a 8.35 por ciento, mientras que el tercero y el cuarto quintiles (que representan a quienes están entre los 40-60 por ciento y entre 60-80 por ciento de la banda de ingresos) bajaron de 14.29 a 14.21 y de 22.63 a 22.53 por ciento respectivamente. En otras palabras, todos los quintiles de la población, por rango de ingresos, vieron disminuida su participación en la riqueza nacional en beneficio del quintil de más arriba.

No obstante, solo una pequeña parte de la población se benefició de esta redistribución del ingreso. El cinco por ciento más rico obtuvo el 96 por ciento del ingreso perdido por todos los quintiles inferiores, mientras que el siguiente estrato más rico de la población se benefició con el restante cuatro por ciento (esto significa que aun los del decil de 80 a 90 por ciento sufrieron una disminución o, cuando mucho, permanecieron estancados) ¿Se comprueba que Estados Unidos se está tornando un país más desigual? ¿Se comprueba que se agravan las fragilidades, o más bien dicho las contradicciones del capitalismo? Si ésta es la tendencia permanente del modo de producción en vigor ¿es válido afirmar que no tiene nada qué ofrecer a las grandes masas del mundo, por lo menos, así como se le hace funcionar? 


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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