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Este año, el estado de San Luis Potosí padeció 112 incendios forestales que durante 40 días afectaron 21 mil hectáreas en cuatro regiones, ubicando a la entidad en el vigésimo lugar nacional y exhibiendo a las autoridades estatales por su tardía y negligente capacidad para prevenir y combatir este tipo de flagelos. La pésima actuación de éstas incluso generó manifestaciones de protesta y denuncias de que algunos incendios fueron provocados con obediencia a intereses económicos.
El área más afectada fue la Sierra de San Miguelito, en la zona Centro del estado, donde se registró el incendio más grande, se perdieron 11 mil 920 hectáreas y se inició la ola de siniestros causados por el fuego, cuyo número superó en más de un tercio a los que se reportaron en 2018, cuando 84 de ellos propiciaron la pérdida de dos mil 192 hectáreas, según estadísticas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
El primer incendio ocurrió el 17 de abril, cerca de la comunidad Amapolas, de la Sierra de San Miguelito, del que dio cuenta un grupo de comuneros y los medios de comunicación, quienes alertaron sobre las enormes dimensiones del siniestro, que movilizó al personal de Protección Civil municipal, al Cuerpo de Bomberos de San Luis capital y a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno del estado.
Desde entonces y hasta el pasado 26 de mayo se registraron 112 incendios en las cuatro regiones de la entidad, la mayoría de mediana magnitud, afectando áreas mayores a 350 metros cuadrados (m²); en la Huasteca hubo 13 de esta magnitud y 55 de menor afectación (en total 78 en esta zona). Otro de los incendios mayores, con una ocupación superior a un kilómetro cuadrado (km²), se reportó en la región Media.
José Antonio Ávalos Lozano, coordinador del Laboratorio de Variabilidad Climática de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, (UASLP), explicó que la mayor incidencia de este tipo de siniestros en lo que va de 2019 se debe a que la temperatura ambiental ha sido más caliente de lo común, sobre todo en la región de la Huasteca.
Algunos de los incendios fueron en El Nacimiento, comunidad del municipio de Ríoverde; en Tanque Colorado, Matehuala; La Ventana, Guadalcázar; Cerro de San Pedro, Ciudad Valles y en los ejidos Ignacio Zaragoza, Las Ritas, San Salvador y El Esterito, en la región Centro. El mayor fue el de la Sierra de San Miguelito, catalogada como Área Natural Protegida (ANP). El último incendio tuvo lugar en Laguna de Santo Domingo, municipio de San Nicolás Tolentino.
El número de hectáreas siniestradas este año tuvo un incremento catastrófico con respecto al del año pasado, pues fue de al menos del 700 por ciento, dijo Teodoro Morales Organista, suplente legal de la gerencia de la Conafor en la entidad, quien también resaltó que la mitad de las 21 mil hectáreas siniestradas corresponden a la Sierra de San Miguelito (11 mil 920 hectáreas) y que ésta perdió el 94.5 por ciento de su ANP, que abarcaba 12 mil 613 hectáreas.
San Miguelito, 40 días de fuego
“Estábamos preparando la comida, como todos los días, cuando escuchamos a los chiquillos decir que había mucho humo, que la sierra se estaba quemando, salimos corriendo de la casa y vimos una nube muy grande de humo que se iba extendiendo más y más”, contó a buzos la señora Julia, habitante de la comunidad de Amapolas.
El reporte de este incendio se envió cerca de las 15:20 horas, cuando los pobladores se percataron de la presencia de una gran columna de humo. Al lugar se presentaron de inmediato comuneros y brigadas rurales voluntarias, Protección Civil y el Cuerpo de Bomberos para tratar de controlar el fuego; sin embargo, no lo lograron; las autoridades de Protección Civil estatal y Conafor informaron que el fuego se avivó debido a las dificultades para acceder a la Sierra de San Miguelito, Por ello el incendio en Amapolas duró 40 días y los lugareños, como en algún momento dijo don Justino Serrano, llegaron a temer que el fuego nunca terminara y que las altas temperaturas, además de acabar con la flora del entorno, espantaran por mucho tiempo a los animales silvestres, que para resguardarse del siniestro huyeron hacia las partes bajas de la sierra.
En medio de las escenas desoladoras y del extremo cansancio, los voluntarios y brigadistas que trabajaron arduamente para sofocar el incendio, también recibieron la solidaridad comunitaria; la población les brindó alimentos y agua para su sustento. En los primeros días de mayo, cuando el siniestro quedó controlado, aunque no erradicado totalmente, sintieron alivio y pudieron descansar.
Sin embargo, el día siete de mayo, alentado por el viento, el incendio se reactivó con mayor fuerza, extendiéndose a otras áreas de la sierra, por lo que aumentó la necesidad de que los brigadistas, comuneros y el personal de Protección Civil, para combatir el incendio, recibieran el auxilio de un helicóptero de la Fuerza Área Marina (FAM). A partir de esa fecha, esta nave realizó entre 60 y 80 descargas diarias, sin lograr sofocar el fuego.
Al cumplirse 27 días de fuego continuo, los habitantes de esta zona reclamaron la lentitud y opacidad con que estaban actuando las autoridades administrativas, que debían atender esta emergencia, es decir las secretarías de Gobierno y de Ecología y Gestión Ambiental (Segam). Potosinos de diferentes regiones protestaron en la Plaza de Armas de la capital contra la inacción y falta de capacidad para abatir el fuego.
“Se han consumido miles de hectáreas de vegetación, el 50 por ciento de ellas de pino y encino, dos árboles que contribuyen al balance hidrológico con una cantidad de agua significativa. La falta de estrategias para combatir un incendio forestal está arrasando con una de las zonas más importantes de la entidad, el pulmón de San Luis Potosí; se ha movilizado a decenas de brigadistas voluntarios y organizaciones de paramédicos, etc. a esta zona de incendios, poniendo en riesgo su integridad y hasta su vida misma”, dijo Luis González Lozano, director de la Asociación Ecologista Cambio de Ruta A. C.
Para el 17 de mayo, cuando ya había transcurrido un mes completo, el fuego había consumido 10 mil 100 hectáreas en San Miguelito y se afirmaba oficialmente que el incendio forestal estaba controlado en un 91 por ciento, mientras que en la Laguna de Santo Domingo, en San Nicolás Tolentino, se mantenía activo.
“Las causas de estos incendios han sido, en primer lugar, las actividades agrícolas, seguidas por fogatas, fumadores, quema de basura, incendio intencional, actividades pecuarias y naturales”, dijo Morales Organista. El suplente legal de la gerencia estatal de Conafor informó también que se habían destinado nueve millones de pesos en equipos aéreos, mano de obra, combustible y viáticos para combatir los siniestros.
Al conocer esta información, los pobladores cuestionaron: ¿Por qué tanta lentitud y opacidad para acabar con un incendio forestal que afecta ya no solo a los comuneros, sino a toda la población? Si se tenían los recursos ¿por qué no utilizarlos inmediatamente para evitar tanto daño a la Sierra de San Miguelito? ¿Acaso esta situación le conviene a los poderosos empresarios en el estado? ¿Existe presión sobre las autoridades estatales y complicidad con las municipales?
Los grupos civiles inconformes se dieron a la tarea de reunir firmas para proteger integralmente a la Sierra de San Miguelito, ya que solo una parte de su gran territorio es ANP y el resto está desprotegido; la meta es alcanzar la cobertura total. La demanda se planteó en el Congreso del estado, pero éste aún no toma una resolución.
El recuerdo de aquellos 40 días de lucha contra el fuego se mantiene aún vivo en el paisaje sombrío que el incendio dejó en la Sierra de San Miguelito, por cuyos largos caminos transitan los grupos de brigadistas voluntarios, de Protección Civil, el Cuerpo de Bomberos, el equipo de Conafor y el Ejército; avanzan cabizbajos, protegidos con cascos, cubre bocas, pañuelos y sombreros; con palas, picos y azadones, hurgan en lo que quedó del bosque, buscando algún rescoldo del incendio.
“Es desolador caminar entre las cenizas, ver la vegetación y animales calcinados. El olor a quemado penetra todo a su alrededor, los ojos arden, los pies se hunden en la bruma, pero hay que seguir”, dice uno de los brigadistas en quien, al igual que en sus compañeros de lucha, siguen presentes las dramáticas imágenes que observaron cuando combatían las llamas.
Era un ir y venir de hombres y mujeres todos los días y a todas horas, mientras que los paramédicos ofrecían sus servicios, auxiliaban a quienes se quemaban, sufrían alguna caída o padecían insolación debido a las altas temperaturas. El helicóptero de la FAM daba vuelta tras vuelta cargando y descargando dos mil 500 litros de agua sobre puntos específicos, donde aún se veían llamas o se elevaba el humo. Durante 40 días se descargaron 62 mil 500 litros de agua.
La impotencia fue el sentimiento que invadió a la mayoría de los brigadistas institucionales y coadyuvantes, que sumaron más de 300 elementos, porque siempre fue evidente que los recursos disponibles eran insuficientes en cantidad y calidad para combatir aquel incendio, que al final convirtió aquella parte de la sierra, antes intensamente verde y brillante, en un páramo áspero, blanco y negro.
Por ello, Edgardo de los Santos, representante del Grupo Sierra de San Miguelito, A. C., quien ha luchado durante más de 30 años por la conservación natural de esa área, dijo recientemente: “Ante esta situación debemos estar más atentos a lo que sucede con las autoridades, que se supone debieron apoyar desde un inicio y en su totalidad a quienes lucharon contra la contingencia, que desgraciadamente afectó el ecosistema de la zona, y solo atrajo acciones de opacidad y lentitud de las instituciones gubernamentales. Para combatir un siniestro de tal magnitud, que acabó con miles de hectáreas de bosque, hacían falta más brigadistas preparados para controlar el fuego en menos tiempo, más helicópteros o aviones, más logística e insumos específicos contra el fuego; y también, por supuesto, aceptar las ofertas de apoyo de la sociedad civil. Pero como el gobierno nada de esto hizo, hoy la población plantea estos cuestionamientos:
“¿En dónde estuvo el Comité Técnico para el Combate de Incendios Forestales? ¿Qué líneas de acción adoptó o ha adoptado ante los estragos que dejaron los incendios? ¿Cómo se han comunicado éstos a la población? ¿Por qué no se ha aplicado el Plan DN-III-E? Es necesario que el Estado informe la manera en que actuará ante las consecuencias de los siniestros en la entidad, informando de manera clara y puntual a los ciudadanos, es nuestro derecho saber exactamente lo que ocurre”.
¿Qué va a pasar con la Sierra de San Miguelito?
Al ser cuestionado sobre la magnitud del incendio en San Miguelito, Morales Organista dijo que éste puede ser considerado el incendio más complejo y el que más tiempo ha llevado para controlar, “ya que se trabajó durante un mes y 10 días para su liquidación, debido a tres factores importantes: la topografía, se tenía que caminar cinco horas para llegar a combatirlo, la cantidad de material combustible disponible que se juntó durante décadas y los vientos que no permitieron acercarse al mismo”.
El incendio tuvo un impacto preliminar sobre 11 mil 920 hectáreas, en cuyos terrenos y entes orgánicos están realizándose análisis del laboratorio Variclim de la UASLP, a fin de evaluar las afectaciones en las especies de flora y fauna y el suelo dentro del entorno perimetral del ANP.
A partir de este análisis puede comenzarse a elaborar un Plan de Restauración ecológica.
Joel Flores, coordinador científico del Consorcio de Investigación, Innovación y Desarrollo para las Zonas Áridas (CIIDZA), explicó que la restauración ecológica del área afectada es un proceso que tiene que hacerse en etapas y con la participación eventual o marginal y controlada, de la sociedad civil.
“Se trabajará de manera coordinada con instancias gubernamentales para desarrollar e implementar este plan de rescate. Tenemos la invitación de la Conafor a investigadores de la UASLP y del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT), para hacer un plan de restauración que incluya obras de trabajo de suelo y plantaciones de especies nativas, encaminadas a la restauración”.
Agregó que el plan se hará con base en una regeneración natural de San Miguelito y que, por lo mismo, no se considerará la introducción de ninguna especie ajena al ecosistema, porque entonces éste se alteraría. También precisó que la época de lluvias es más adecuada para realizar las plantaciones, porque de lo contrario las plantas no sobrevivirían.
¿Cuánto tardará en recuperarse? “Es complicado decir un número de años, pues tenemos que darle un manejo adecuado a toda la zona afectada, que incluye entre muchas otras cosas, evitar la erosión del suelo y establecer las nuevas plantas. Se buscará la recuperación cubriendo la superficie con especies nativas, rehabilitando, agregando algunas especies exóticas a la mezcla y finalmente restaurándola; restaurando la composición original de las especies con aproximadamente la misma población. Al final del proceso se mantendrá la vigilancia y el monitoreo del área para verificar la supervivencia de la especie y el éxito del proyecto. En cuanto a la participación ciudadana, lo mejor que se puede hacer es no interferir y participar solo en las actividades que las autoridades asignen”, dijo el especialista.
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La edificación del puente, ya que es primordial para cruzar entre los municipios de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl.
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“¿Le preocupa que hayan interpuesto una denuncia en su contra?”, le preguntaron. “No, es parte de una campaña, son momentos electorales”, respondió Sheinbaum.
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Escrito por Érika Herrera
REPORTERA