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El segundo informe de Menchaca: mentiras y engaños
El día del informe, un grupo de alrededor de seis mil personas decidió manifestarse públicamente por la falta de obra pública y atención a diversas demandas.
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El viernes seis de septiembre, el gobernador de Hidalgo, Julio Ramón Menchaca Salazar, rindió su Segundo Informe de Gobierno, jactándose de las obras y el desarrollo para el estado, trabajo realizado durante los dos últimos años que lleva al frente. Sin embargo, diversos indicadores evidencian que el informe está plagado de mentiras y la propia realidad da cuenta de las carencias que padecen miles de familias hidalguenses.

El día del informe, un grupo de alrededor de seis mil personas decidió manifestarse públicamente por la falta de obra pública y atención a diversas demandas. Sin embargo un contingente numeroso de hidalguenses inconformes provenientes de el Valle del Mezquital, Tulancingo, Zacualtipan, Huasca, Atotonilco, Ajacuba, Progreso de Obregón, Chilcuautla y Mineral de Reforma, que llevaban pancartas en las que se leía: “Julio Menchaca no sabe gobernar”, fue interceptado a la entrada de la ciudad de Pachuca, donde la Policía Estatal colocó retenes en un operativo digno de mejores causas. Al mismo tiempo, pobladores de la Huasteca, como San Felipe, Atlapexco, Yahualica, Tlanchinol y Jaltocán, asistieron a la subsecretaría de Gobierno de la ciudad de Huejutla en demanda de que sean atendidas necesidades apremiantes como la introducción de agua potable, drenaje, luz eléctrica, carreteras, educación de calidad, etc.

De acuerdo con el informe de pobreza y evaluación 2022, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta 2022 en la entidad el 41 por ciento de la población vivía en situación de pobreza, es decir, un millón 294 mil hidalguenses; además, otras 214 mil personas se hallaban en pobreza extrema. Y aunque en casi todos los rubros hubo una disminución porcentual respecto a 2016, en carencias sociales, rezago educativo, población vulnerable por carencias sociales y de servicios de salud, los porcentajes incrementaron o se mantuvieron porque el gobierno no logró reducir las carencias. 

En Hidalgo habitan más tres millones 82 mil personas, según el Inegi; de esta población, el Coneval identificó que dos millones 461 mil personas padecen al menos una carencia social, en otras palabras, más de la mitad de los hidalguenses. Una de las carencias que afecta a miles de personas en la entidad es el acceso a los servicios de salud; en esta situación se encuentra un millón 591 personas. En rezago educativo, 631 mil personas; sin acceso a la seguridad social, dos millones 65 mil personas. 

En este mismo sentido, 772 mil personas sufren carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda y en el indicador de bienestar económico, un millón 454 mil personas perciben un ingreso inferior a la línea de pobreza por ingreso, es decir, lo que ganan por su trabajo no les alcanza para satisfacer sus necesidades; y la situación se complica para 378 mil hidalguenses que se encuentran en situación de pobreza extrema, por lo que sus ingresos son insuficientes hasta para cumplir con las dos comidas.

Entrevistada por buzos, la líder social Flor Hernández aseguró el gobernador ha tenido buena aceptación de la gente; sin embargo, los hidalguenses lo califican así por la “ola morenista” que sigue haciendo “estragos” hasta el día de hoy. Esto se demuestra viendo los resultados de las pasadas elecciones, en donde consiguieron más del 45 por ciento de los votos para las diputaciones y alrededor de 53 de las 83 presidencias municipales. El gobernador ha ido en esta dirección.

Sin acceso a los servicios de salud 

La señora María Antonia Monrroy Montalvo, habitante de la colonia Humberto Gutiérrez Corona, en el municipio de Tizayuca, enumeró a este medio las dificultades que padece debido a la falta de servicios de salud en la zona, pues no cuenta con recursos propios ni con el apoyo del gobierno estatal.

Ella tiene un hijo de 27 años que padece epilepsia y retraso mental, carece de servicio de salud pública y tiene que acudir hasta un hospital en la Ciudad de México, pues en la región no hay doctores especializados. Los pocos recursos apenas le sirven para atender a su hijo, situación que “se me complica mucho, tengo que pagar el agua, la comida y los medicamentos”, asegura María, con un rostro que denota la frustración. “Tengo que comprar el medicamento los lunes en el Simi, para que me salga con descuento”, afirma.

En esa misma localidad vive don Antonio Bautista, quien hasta hace poco era músico, pero derivado de un derrame cerebral tuvo que dejar de trabajar; ahora es su mujer, la señora Esther Santiago, quien lleva sobre sus hombros los gastos de la casa. “Pues es mi esposo y yo tengo que estar en las buenas y en las malas… pero no puedo salir a trabajar porque tengo que cuidarlo… los vecinitos a veces son los que nos traen un taquito”, asegura Esther, con un nudo en la garganta que refleja su desesperación.

Lo mismo que en el caso de la señora María, también don Antonio tiene que trasladarse al médico hasta la Ciudad de México y su mujer no puede llevarlo en transporte público porque no puede caminar, por lo que a veces tienen que esperar mucho tiempo para ir al doctor y más para comprar los medicamentos que, asegura Esther, son muy caros.

En el caso de la salud, el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, informó el pasado mes de julio que habrá una inversión importante de tres mil 945 millones de pesos (mdp) para consolidar el sistema de salud IMSS-Bienestar en la entidad y con ello atender a las personas que no cuenten con un seguro médico; también anunció inversiones millonarias para el Hospital General Actopan, el Hospital General de Zona (HGZ) Tula de Allende, el mejoramiento de Centros de Salud, etc. Sin embargo, son proyectos que aún no se materializan y de los que la población no se ha podido beneficiar, como el sistema de salud prometido por Andrés Manuel López Obrador que, dijo, no sólo se compararía con el de Dinamarca, sino sería mejor pero que no se materializó durante el sexenio.

Miles en rezago educativo y sin servicios 

La falta de servicios de salud no es el único problema que padecen los hidalguenses. De acuerdo con el Coneval, en términos de rezago educativo la entidad sigue prácticamente igual que en 2016, pasando de 19.9 a 20.4 puntos porcentuales. Algo que se puede comprobar visitando una escuela en Tizayuca; está equipada con escasas bancas, un patio sin techo, un enrejado en lugar de barda, y un aula donde conviven 17 niños de diferentes edades, pues en el mismo salón dividido por una mesa o por huacales de madera, se imparten clases de primaria y preescolar. 

Carolina López Chávez, mamá de dos niños que asisten a esta improvisada institución, comenta a buzos que “ésta es la escuela más cercana… para ir a otra escuela hay que caminar una hora; y como aquí el transporte es muy escaso y pasa cada hora o a veces no pasa más que dos o tres veces al día, por eso decidimos construir esta escuela, pero la edificó el pueblo, el gobierno no nos ha ayudado como tal, sólo nos ayudó a acondicionar un poco, pero nosotros hemos acondicionado otra parte, nosotros instalamos Internet, el agua para las instalaciones, que como ustedes pueden ver, no tenemos agua, ni drenaje… aquí los niños estudian a como pueden”. 

Por su parte, Flor Hernández demandó al gobierno estatal la construcción de esta escuela, que beneficiará a los alumnos. “Aquí pasan aguas, pasan calores, pedimos que no haya tanta tierra, que tenga adecuaciones para que jueguen los niños. Eso sí, la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo (SEPH) ya lanzó la convocatoria para el proceso de becas para estudiantes de la educación básica en el ciclo escolar 2024-2025 y aunque estos raquíticos apoyos no sacarán a los niños del rezago educativo, sirven como una palmada en la espalda, para tranquilizar al pueblo”, aseguró.

Además, el director del Instituto Hidalguense de Educación para los Adultos (IHEA), Pedro Porras Pérez, reveló que en Hidalgo el rezago educativo en educación básica asciende a 600 mil personas, pero que en cifras generales existen 140 mil analfabetas, 180 mil personas no han culminado su instrucción primaria y 300 mil abandonaron su educación secundaria por motivos diversos, muchos de ellos de carácter económico.

Otros problemas que no menciona el gobierno en turno es la falta de agua y de infraestructura para mejorar los caminos y el sistema de drenaje; esto trae al mismo tiempo problemas de salud, “hay mucho mosco, ese sí no lo podemos controlar, se origina por esto, mire (señala un charco de agua estancada y verdosa), entonces, no tenemos agua para tomar, pero hay suficiente para inundar nuestras casas”, reflexionó para buzos María de los Ángeles Sánchez Gonzales, quien amablemente enseñó la precariedad en la que viven ella y sus vecinos en la colonia ampliación Jorge Obispo, en Pachuca.

“Siempre carecemos de agua y siempre que vamos a CAASIM nos ponen trabas: que no se puede, que no hay presupuesto, y eso que nosotros, vamos y pagamos nuestros contratos, nos cobraron cinco mil pesos y ahora mes con mes nos siguen cobrando… Si el señor gobernador dijo que “primero los pobres”, ahora vamos a ir a verlo a ver si ahora sí recibe nuestras peticiones” , dijo molesta doña María.

La manifestación de los olvidados

Salí alrededor de las 7:00 am, el sol apenas pintaba de violeta y naranja las nubes del Oriente del Estado de México; las ansias de saber si eran reales las peticiones ciudadanas en el estado de Hidalgo eran muy intensas y crecieron al ver un hashtag en redes sociales que decía #EnHgoNoHayResultados. 

Para buzos, el tema era de gran importancia, pues se trataba de documentar las precarias condiciones de los hidalguenses o descubrir un movimiento motivado por meros intereses políticos. En ambos casos, la información era pertinente y reveladora.

Para nadie es desconocido que en la manifestación durante el Segundo Informe de Gobierno de Julio Ramón Menchaca Salazar participaron más de seis mil hidalguenses agremiados al Movimiento Antorchista Nacional; y era prudente y necesario documentar si esa gente acudía bajo amenazas, con mentiras o por su propio pie, movidos por sus genuinas necesidades.

Así que nos dirigimos a Tizayuca, serían las nueve de la mañana. La primera parada fue en la colonia Humberto Gutiérrez, pero antes de llegar fue evidente que la colonia estaba cercada por dos unidades habitacionales de inmensas proporciones: Ciudad Natura y Los Héroes Tizayuca; a diferencia de la Humberto Gutiérrez, éstas sí cuentan con todos los servicios básicos, porque el “bienestar” sólo aplica para las empresas privadas como ICA, inmobiliaria que construyó una de las dos unidades antes mencionadas.

Nos recibió un camino de cemento lleno de baches y la cosa se fue poniendo peor… grandes terrenos llenos de maleza y sembradíos de maíz, relativamente pequeños, adornaban el paisaje. En el trayecto nos cruzamos al menos con una decena de personas en bicicleta; después supimos que se debía a la ausencia de transporte público. Al fin llegamos; el asentamiento humano era justo lo esperado. Calles de tierra y lodo serían el escenario de este reportaje.

La colonia padecía serias carencias. Ahí habitan varias personas irían a la manifestación programada para el seis de septiembre; están convencidos de la legitimidad de su lucha; el primero fue Antonio Bautista, quien antes fuera músico, pero que ya no puede caminar por un derrame cerebral que lo imposibilitó; pese a ello, él y su amable esposa nos aseguraron que irían a la manifestación e incluso nos hicieron una modesta invitación. También conocimos a Urbano Velazco, a su esposa María y a Toño, su hijo, quien padece de una discapacidad cerebral desde que era un niño. Las dos  familias comparten una característica: la miseria. Ambos casos resultan desgarradores; doña María, por ejemplo, denunció la falta de medicamentos para su hijo; el desabasto en los hospitales públicos la obligan a comprarlos en una farmacia Similares los días lunes, aprovechando el descuento; de lo contrario, no podría adquirirlos. Su esposo, don Urbano, se va semanas enteras a la Ciudad de México a trabajar en una panadería para poder sostener a su familia; mientras él vuelve, se alimentan de las cosas que cosechan: quelites y nopales son la base de su dieta.

En la misma colonia se ubica una escuela con una matrícula pequeña, de apenas 17 alumnos. Su barda es un enrejado viejo colocado por los propios vecinos. El patio no tiene canchas, ni techo, ni nada, sólo unas plantas silvestres mal crecidas y un pobre perro en los puros huesos que seguramente se coló por debajo del enrejado. La escuela se compone de una sola aula dividida por huacales de madera. Del lado derecho está el preescolar y en el izquierdo, la primaria. La madre de uno de los niños dice que ésa es la única opción para que sus hijos estudien, pues es casi imposible llevarlos a otra escuela, primero por la falta de dinero y segundo porque la escuela más próxima se encuentra a una hora caminando, por un sendero de tierra y coladeras abiertas. “Es imposible que vayan a estudiar a otro lado”.

El tour de la pobreza fue brutal, recorrimos de arriba para abajo la colonia, conocimos a su gente, a don Ángel, por ejemplo, un carpintero que perdió todo su patrimonio en un incendio provocado que lo dejó prácticamente en la calle; de no ser por los vecinos que le están ayudando a reconstruir, quizás estuviera vagando en alguna otra parte, lejos de su hogar. 

Después de ese episodio conmovedor, que nos permitió observar esta prueba de la entereza del pueblo hidalguense, fuimos a la capital, Pachuca, lugar de pastes y pobreza, para visitar la colonia Jorge Obispo; serían las dos o tres de la tarde, el frío ya calaba los huesos, pero el deseo de averiguar si el caso anterior era aislado o representaba una generalidad era más fuerte que los obstáculos de la naturaleza; además, siendo la capital, la pobreza tiende a disminuir, o por lo menos pensaba eso ilusamente.

Al llegar, unos vecinos con ayuda de sus hijos formaron un canalito en medio de una calle de tierra, desesperados, porque en días pasados el agua había inundado sus casas. En lo alto del cerro pueden apreciarse hogares solitarios, como puestos ahí para observar de lejos la mancha urbana, para envidiar la vida de quienes transitan por calles pavimentadas y con un buen sistema de drenaje: “como si eso existiera”. En fin. Subir hasta esas casas y en efecto, entre más altura, más desolador era el panorama. Primero, calles sin pavimentar; luego, calles sin drenaje y al final, calles sin agua, como los círculos del infierno dantesco, así se vive en la Jorge Obispo, como pagando el pecado de ser pobre. 

Después de esto, no hubo más… de regreso en casa, triste por la situación precaria de los hidalguenses, feliz por la tarea cumplida. Esperamos, sinceramente que este escrito llegue a las autoridades correspondientes y que Mateo, uno de los alumnos de la escuela en Tizayuca tenga educación de calidad; que Toño, Mari, Antonio, Juana, Cándida y todos los hidalguenses que se sientan representados, encuentren pronta solución a sus problemas. 


Escrito por Fernando Landeros .

Periodista


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