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BRICS: centro geopolítico del nuevo orden multipolar
Los miembros de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) son antihegemónicos, privilegian a las mayorías y no a corporaciones u oligarquías.
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Los miembros de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) son antihegemónicos, privilegian a las mayorías y no a corporaciones u oligarquías. La XVI Cumbre en Kazán, evidenció que ya es inviable el capitalismo bélico, empobrecedor y depredador; y que existe un bloque para compensar el saqueo imperial. Sin visión geopolítica, la clase política mexicana dejó fuera a nuestro país del bloque que protagoniza el Siglo XXI.

En un trasfondo de significativa tensión geopolítica global, Rusia mostró que no está aislada y proyectó a los BRICS como “puntal” del nuevo orden en la Cumbre del 22 al 24 de octubre. Ese cónclave representó el punto de inflexión donde las naciones del sur global y de Eurasia exhibían su tránsito de lo bipolar a lo multipolar.

Ese ejercicio de alta geopolítica se daba cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) pretende absorber a Ucrania, e Israel masacra a Palestina, Líbano e Irán; y un ataque terrorista en Turquía deja 12 muertos. A la vez, las oligarquías se disputan la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.) y su ministro de Defensa jura –sin probar– que tropas de Norcorea están en Rusia.

A miles de kilómetros, el Sur Global vivía felices momentos en Kazán, la perla del Volga Central y kanato conquistado por Iván el Terrible en el Siglo XVI. Ahí fue el cónclave de los BRICS, que reunía a más jefes de Estado y de Gobierno que antes del 2022.

La reunión de los BRICS, titulada: “Fortalecer el multilateralismo para el desarrollo y seguridad equitativa”, retrataba la diversidad de civilizaciones, igualdad soberana, poderío económico e influencia de un grupo que representa la plataforma importante para el Sur Global e influye en las relaciones internacionales.

Los BRICS ahora suman 36.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) global y superan al 29 por ciento del G7. De ahí que se celebre su rumbo táctico, que avanza en “desdolarizar” gran parte de sus intercambios, crear nuevos mecanismos de intercambio comercial-financiero, de cooperación tecnológica y proyectos de infraestructura.

BRICS+

Esos logros han despertado el interés de naciones y regiones, así como la preocupación del Occidente Ampliado. A inicios de 2024 se anunció la ampliación de los BRICS con la eventual inclusión de Egipto, Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y otros socios.

Sería el BRICS+, con unos cuatro mil millones de habitantes del planeta, dos quintas partes del comercio global de bienes y un potencial energético superior al 43 por ciento de petróleo y 32 por ciento de gas natural, con la suma de los países del Golfo Pérsico.

Y si ingresan Kazajastán, Kuwait y Bahréin, ese hecho elevaría a más de la mitad del porcentaje mundial de hidrocarburos. A la vez, las dinámicas economías de Tailandia, Bangladesh y Vietnam desean ser BRICS+, cuyo poder económico sería un tercio PIB mundial.

Visto así, los BRICS originales ya representan una coalición de grandes mercados emergentes que proyectan una vía alternativa al capitalismo contemporáneo. Por ello es comprensible la preocupación del Occidente Ampliado, colosal importador de energía y expoliador de los recursos estratégicos del Sur Global, que hoy se vuelve hacia el bloque liderado por China y Rusia, adversarios políticos de un Washington cada vez más desprestigiado.

En política, los BRICS+ darían al Sur Global una voz más poderosa para desafiar el dominio –o inacción– de las instituciones mundiales. Por ello, la pausa en la adhesión de nuevos socios propuesta hace tiempo por el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, para no interrumpir el actual mecanismo de decisiones y consolidar al grupo original.

El mecanismo ha sido cuidadoso para elegir a países con influencia en asuntos regionales e internacionales y cuya política coincide con los principios del bloque. Sin embargo, la efervescencia por adherirse a los BRICS+ llegó a Kazán, donde el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunciaba el interés “de una treintena de países”.

Y mientras una treintena de jefes de Estado y de Gobierno sostenían encuentros bilaterales con el jefe del Kremlin, él aclaraba que no es un formato cerrado sino abierto a quienes comparten valores del bloque y trascendieron versiones de que nueve países ya han avanzado.

Simultáneamente, en Kazán se celebraban 200 actos entre delegaciones, encuentros y acuerdos entre representantes de ministerios de salud de miembros y debates para el combate articulado por los desafíos globales. Otras mesas alentaban la creación de una base de datos “cientométrica” y jóvenes diplomáticos compartían sus experiencias con TV BRICS. A la par, Putin impulsa la formación de “bricsólogos” profesionales desde la Escuela Internacional BRICS, en la Universidad Estatal de Moscú.

Las diatribas

Desde sus oficinas en Washington, Tel Aviv, Bruselas, Berlín, Londres, Varsovia, Madrid, Ottawa, París o Buenos Aires, estrategas occidentales seguían la Cumbre en Kazán temerosos de que se consolide la alternativa a su modelo expoliador. Por ello, su contraofensiva multidimensional, difunde a través de sus medios la consigna de que los BRICS son muy heterogéneos y que, con nuevos socios, perderá sus objetivos.

Por ejemplo, califican a Etiopía y Egipto como “deudores netos” con finanzas débiles, o la falacia del “veto” de Brasil al ingreso de Venezuela como nuevo socio. Desde Kazán, el presidente del país sudamericano, Nicolás Maduro, reveló que su país pertenece a la familia BRICS desde tiempo atrás; y se pronunció por avanzar audazmente en la consolidación del nuevo banco del bloque.

Otros difunden que Arabia Saudita no formaliza su adhesión en espera de que la elección estadounidense resuelva la situación en Medio Oriente. Algunos intentan romper el consenso entre China y Rusia al proyectar al primero como el líder y al segundo como simple proveedor de energía. Otra táctica, con afán divisionista, desacredita a los aspirantes a formar el BRICS+.

Son ciertos la heterogeneidad y los intereses individuales; sin embargo, el grupo está cimentando su estructura para mantener visión estratégica y formalizar decisiones; así, mantendrá sus objetivos prioritarios.

En contraste con la ansiedad de los estrategas occidentales, la prensa corporativa fue esquiva. No cubrió la discusión en la Cumbre, aunque sus acuerdos impactarán en más del 40 por ciento de la población mundial. En cambio, decidió valorar la falacia de las “tropas norcoreanas” en Rusia y desmenuzar los precarios discursos de los candidatos, demócrata y republicana, a la presidencia estadunidense.

 

Músculo geopolítico

A mediados de la primera década del año 2000, la calificadora Standard & Poors (S&P) investigaba a las economías más promisorias. La cooperación multidimensional de Brasil, Rusia, India y China surgían por luchas de liberación nacional y no alineación.

En 2006, cuando EE. UU. humillaba al mundo con su Cruzada Antiterrorista, atraía a Sudáfrica la proyección geopolítica de los BRIC –de ahí la ‘S’ final en el acrónimo–. En solamente 18 años, esa exitosa alianza ya desafió a la hegemonía occidental exhibiendo la inequidad de la globalización y el neoliberalismo.

Hoy, los BRICS representan un reto conceptual para el capitalismo corporativo. Su eficaz modelo financiero-crediticio y atractivas redes de comercio, cadenas de suministro, políticas energéticas y tecnológicas obligan al capital trasnacional a ofrecer “algo más” al Sur Global.

Su ampliación y consolidación resistirá más los saltos geopolíticos, sanciones o guerras comerciales y tecnológicas. Los BRICS+ anuncian un cambio del orden mundial con su mercado intergrupal –sin tratados–, capaz de desarrollar empresas resistentes que prevean campos promisorios, como autos eléctricos y energías limpias.

Frente a tal desafío, el capitalismo corporativo puede optar por adaptarse y jugar a la competencia multipolar, aconseja el Grupo de Consulta Boston. Y es que ni EE. UU. ni la decadente Europa están hoy en condiciones de competir contra el mercado intra-BRICS, donde China es proveedor de bienes industriales e importador de materias primas.

El coloso asiático es un mercado fundamental para la soya y el hierro de Brasil, el gas ruso, minerales sudafricanos, software y maquinaria de India, entre otros aspectos. Rusia provee energía, cereales, fertilizantes, maquinaria y tecnología y es importador de bienes de consumo de alta calidad. Y los países del Golfo Pérsico importan casi todos sus productos de consumo en tanto que proveen energía al bloque.

El financiamiento de infraestructura a través del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) representa un logro de los BRICS. Con un fondo de cien mil millones de dólares (mdd), asiste obras en las iniciativas chinas de La Faja y la Ruta de la Seda, con Egipto, India, Arabia Saudita, Rusia y EAU.

El Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (AIIB) de China financia servicios de salud, energías renovables y otros sectores con empresas de los BRICS para diversificar las finanzas del grupo.

Y mientras los BRICS definen una moneda propia, usan monedas propias; además, un quinto de los créditos del NBD es en yuanes chinos, y los socios consolidan la aplicación de pagos digitales.

Ese modelo de interacción financiera se independiza del sistema que EE. UU. impuso tras la Segunda Guerra Mundial y que utiliza al dólar como divisa global; una política que daña a las economías con las sanciones o crisis financieras del Occidente Ampliado.

Los principios del grupo privilegian el intercambio de servicios profesionales y empresariales. Al ser un espacio plural, político y económico, alientan el intercambio de conocimiento y saberes; por ello, BRICS ya tiene un Comité Conjunto de Cooperación Espacial.

BRICS diplomacia

Por primera vez desde que Rusia lanzó su Operación Militar Especial contra el neofascismo del régimen ucraniano, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, visitaba Rusia y alababa el fortalecimiento de los BRICS.

Esa organización intergubernamental, dijo, “puede desempeñar un fuerte papel para desarrollar el multilateralismo y la seguridad global”. Además de instar al bloque a forjar un sistema financiero global “más equitativo”, daba crédito a la potente geopolítica multinacional al reconocer su capacidad para trabajar por la paz “especialmente en Gaza, Líbano, Ucrania y Sudán”.

Guterres admitió la propuesta de los BRICS para reformar el Consejo de Seguridad y así reconocer la importancia de los países africanos, latinoamericanos y asiáticos en la gestión de los asuntos mundiales. El portugués reconoció que ese viraje debe reflejar mejor el mundo actual y que la comunidad internacional fortalezca y actualice “la maquinaria de paz”.

Al finalizar la Cumbre de los BRICS, el presidente Putin confirmaba que ha recibido diversas señales de socios de Occidente para restablecer contactos que alcancen la paz en Ucrania, cuyo territorio controlan sus fuerzas en más de 20 por ciento. Y puntualizó que la relación de Rusia con EE. UU. dependerá de la elección presidencial. “Si ellos se muestran abiertos, nosotros lo estaremos también. Si no lo quieren, no hay problema”. 

 

 

China ¿eje o socio?

La asertividad diplomática y dimensión económico-tecnológica de China ha proyectado a esta nación como actor dominante del BRICS. Aunque, para algunos, el futuro del grupo parece incierto, otros le auguran creciente peso geopolítico con la presencia de China e India. Aun así, los pronósticos sobre el desempeño del grupo a mediano y largo plazo no son definitivos. Así lo confirmó el economista de G&P, Jim O’Neill,

cunado vaticinó que Brasil, Rusia, India y China serían un colectivo de creciente importancia económica hacia 2050. La profecía de O’Neill falló por casi 30 años, pues entre 2012 y 2022 China ya representaba la cuarta parte del PIB mundial; y los BRICS, 45 por ciento. Es cierto que China es el dínamo en los BRICS, con una economía cinco veces mayor que la de India, país al que el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) ha financiado unas veinte obras de infraestructura para transporte. También importa la evolución del poder en Beijing y la percepción que de ese coloso conservan hoy los miembros del bloque. Para algunos, el “elefante en la habitación” es India, cuyo gobierno tuvo un

revés electoral este año y fue objeto de inédita hostilidad por Canadá. Ello confirma que la heterogeneidad del BRICS no solamente es económica, sino política, explica Alicia García, del Centro Bruegel. En todo caso, el futuro del grupo dependerá no tanto de China, sino de su capacidad para superar los desafíos internos y su respuesta a Occidente.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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