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De forma alevosa, por más de una década, Occidente llamó guerra civil al choque de sus intereses geopolíticos con otras potencias en Siria. Su demoledora acometida al frente de la Coalición Internacional, que coincidió con la violenta irrupción del Estado Islámico, cobró miles de vidas, desterró a seis millones de sirios y asoló al país. Sin embargo, Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados fallaron en sacar de la presidencia a Bashar al-Assad. Y por añadidura, esa torpe actuación imperial reposicionó a Rusia e Irán como actores clave en el futuro sirio y de la región.
Un balance, a diez años de la nociva injerencia occidental en Siria, nos remite a los 46 años de la derrota de EE. UU. en Vietnam, que se cumplen este 30 de abril. Desde entonces, la superpotencia fracasó en cada incursión de su temible maquinaria de guerra para eliminar gobiernos. El saldo de esas derrotas humillantes se observa en naciones fracturadas como Afganistán, Irak y Libia, donde quebrantó cientos de miles de vidas perdidas, economía e infraestructura.
Siria no escapa en ese rastro macabro, pues su cruce estratégico entre Medio Oriente y Europa ha sido la gran tentación del capitalismo corporativo que encarnan los huéspedes de la Casa Blanca. El control de este paso clave de hidrocarburos fue también el objetivo de Barack Hussein Obama II y Donald John Trump y ahora lo es de Joseph Robinette Biden. Todos han fracasado.
Para justificar su intromisión en el país árabe, EE. UU. y aliados han mentido sobre la esencia del conflicto. Lo llaman guerra civil, choque de facciones políticas y hasta crisis religiosa para ocultar que, ahí, Occidente dirime sus intereses con otras potencias regionales e internacionales.
Al crear el cruento conflicto, Obama invocó el concepto “responsabilidad de protección” y, con él, amenazó la paz y seguridad internacionales al cometer atrocidades de gran calado, que persisten. Donald J. Trump criticó a Obama, pero lo imitó al bombardear el país y desplegar a dos mil tropas; en su campaña por la reelección, admitió que era inviable convertir a Siria en un Estado más en la colección de los Estados sometidos a EE. UU.
La política que encarna Biden es más confusa y errática que la de sus precursores. En febrero se estrenó como Comandante en Jefe del Ejército de su país y bombardeó a supuestas milicias proiraníes. Ese mensaje inequívoco confirma su letal concepto de política exterior.
Rusia, Irán y Turquía
Desde 2011, Rusia votó consistentemente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra la intervención en Siria. Para el académico de la Universidad de Salford, Moritz Pieper, hay dos razones para ese apoyo: una, que Rusia representa un baluarte de integridad en la gobernanza siria. La otra es que su éxito antiterrorista desde 2015, lo convirtió en interlocutor geopolítico imprescindible para el resto del mundo. Occidente fue forzado a hablar con Rusia como otra potencia y considerarla clave para las nuevas reglas internacionales.
La relación entre la Revolución Islámica de Irán y Siria es una de las más duraderas en Medio Oriente. Ambos comparten su visión en asuntos como el conflicto palestino-israelí y el movimiento Hezbolá de Líbano. Irán, por su parte, ha trabajado con Rusia para asegurar sus intereses geopolíticos en el futuro sirio.
Con Damasco, Teherán formó un eje de resistencia para atajar la creciente violencia que instigan Israel y Occidente —refiere el analista Edward Wastnidge, de The Open University—; ese intento enfrenta múltiples obstáculos.
Turquía es otro actor ineludible. Mostró un asomo de unidad con Irán y Siria contra Occidente, pero se alejó del debate por la cuestión kurda, cuya soberanía no reconoce Ankara, explica Alpaslan Ozerdem, analista de la Universidad de Coventry.
Dinero para asesinar
• 10 años de “guerraˮ en Siria costaron 1.2 mil billones de dólares a EE. UU.
• En 2014, Obama pidió al Congreso 500 mdd para la oposición armada.
• EE. UU. ha gastado 6.4 billones de dólares en conflictos en Medio Oriente desde 2001.
• A cada contribuyente de EE. UU. le costó un promedio de siete mil 627 dólares las operaciones en Afganistán, Irak y Siria en el marco de la “guerra contra el terrorˮ del Pentágono.
Fuentes: Agencia Visión Mundial, Instituto Watson, Universidad Brown.
Diez años
La geografía y geopolítica contemporáneas han determinado el largo y cruento conflicto que Occidente provocó en Siria. Aunque este país carece de grandes yacimientos de crudo o gas, resulta de interés geoestratégico porque representa el paso de hidrocarburos. Además, su gobierno independiente lo ha puesto en la mira de Washington.
El presidente Bashar al Assad, pese a ser un profesionista óptico graduado en Reino Unido, se mostró, como su padre, poco afín a Occidente. Esa actitud crispa a las corporaciones energéticas y armamentistas que protagonizan el capitalismo imperial.
EE. UU., ajeno a la lógica interna de los Estados que expolia, solo defiende el interés de las multinacionales. Insensibles al sutil equilibrio de convivencia entre pueblos y culturas de esa región, sus estrategas optan por llamar “dictadura” o “Estado fallido” a lo que no comprenden.
Esta ignorancia política condenó a la llamada Coalición Internacional al fracaso liderado por EE. UU., y respaldó a las hordas de mercenarios a las que llamó “rebeldes”. Entre 2009 y 2013 lanzó su estrategia de desestabilización contra Siria: la propaganda incitó el repudio contra el gobierno de Al-Assad, a quien acusó de corrupción, falta de libertades, represión y desempleo.
Cuando EE. UU. y sus aliados se vieron entrampados, recrudecieron las denuncias, nunca confirmadas, sobre supuestos ataques químicos de Assad contra su población. Así, mientras el Estado Islámico (EI) dejaba una estela de destrucción, Occidente lo acusaba por servirse de esa tragedia para crear “una guerra dentro de otra guerra”.
EE. UU. nunca dominó al Estado Islámico; la derrota de esa milicia radical se logró con la alianza de fuerzas más eficaz de los últimos años: la certera operación antiterrorista de Rusia, el valiente desempeño del ejército sirio y la invaluable cooperación de Irán. Con el fin del EI, también concluyó el único objetivo en que, aparentemente, coincidían actores locales, regionales y globales, asegura la experta Pilar Requena del Río.
En marzo de 2018 ya era obvio el descalabro de EE. UU. en Siria y lo admitía la prensa. Natasha Ezrow, de la Universidad de Essex, explicó a The Conversation que Trump acusó a Damasco de ataques químicos, mientras él lanzaba intensos bombardeos aéreos. Kristin Helberg preguntó en The Washington Post por qué se prolongó el acoso a Siria sin que un país europeo ayudase a la población. El mismo diario publicó: “El mundo aprende a vivir con Assad”.
Lecciones geopolíticas
Los juegos de guerra que lideró EE. UU. con Reino Unido, Francia e Israel no lograron expulsar a Bashar al-Assad. Se constata el pésimo cálculo de los aliados al secundarlo en esa agresiva aventura.
Guerra oculta por la energía
1949. EE. UU. alienta golpe contra el presidente al Quwatli, quien rechazó el oleoducto Trans-Arabian de crudo saudita a Europa.
1954. Siria activa el oleoducto Kirkus-Baniyas.
1990. Estrategia “Cuatro mares” para hacer clave a Siria en el paso de energía entre el Mediterráneo, Golfo Pérsico y los mares Negro y Caspio.
2001-2003. Invasión a Irak complica plan energético de Siria.
2007. Al Assad anuncia en Turquía nuevo plan de energía.
2008. Primer paso del ducto Arab-Gas de Egipto a Jordania, Siria y Líbano, que conecta a Turquía y su red Nabucco. 2012. El ducto no se concreta a causa de la ofensiva de EE. UU. en Siria.
Rusia ganó su retorno a la política global como superpotencia; garantizó las instituciones sirias, ganó prestigio por vencer al EI y afianzó su acceso al mar Mediterráneo.
Irán ganó una importante victoria política al afirmar su posición en Siria y fortalecer su alianza con Rusia e Irak. El conflicto amplió la brecha entre Irán y Arabia Saudita, ambos Estados donde el Islam es dominante.
La ONU fracasó en proteger a civiles durante conflicto.
El pueblo kurdo vuelve a perder, tras ser “comodínˮ de Occidente, a cambio de compromisos incumplidos y la ofensiva turca en su contra.
No valieron los millones de dólares (mdd); los cientos de expertos en logística, inteligencia, subversión y estrategias de combate; la red de bases militares, ni las armas de última generación que se ensañaron contra la población civil y la infraestructura sirias. ¡Perdieron!
Mercenarios y “rebeldesˮ
Si las instituciones de seguridad que custodian la gobernabilidad y legalidad en EE. UU. o Europa notasen que un país financia y arma de forma encubierta a su oposición interna, espía, difunde propaganda engañosa y realiza actos subversivos, considerarían todo esto un ataque a su integridad y responderían con todo su poder.
Sin embargo, aunque el gobierno sirio denunció como virtual acto de guerra ese apoyo exterior, los aliados afirman que la oposición a Bashar al-Assad ayuda a la democracia, pues son jóvenes rebeldes e intelectuales moderados “que buscan la pluralidadˮ.
Occidente causa destrucción
• Al menos 500 mil muertos
• Seis millones de desplazados hacia Turquía, Líbano y Jordania, que viven en campos de refugiados.
• Colapso de la economía: destrucción del 70 por ciento de la infraestructura eléctrica; una de cada tres escuelas está en ruinas; fuga del 70 por ciento de trabajadores de la salud, que huyeron; solo funciona el 58 por ciento de los hospitales.
• Por las restricciones de EE. UU. y Europa, y la situación bélica, la pandemia impacta de forma letal a Siria, con más de 15 mil casos y miles de muertos cada día.
Fuentes: ACNUR, Centro Sirio de Investigación en Políticas.
Aunque para ello recurran al uso de la violencia armada sin explicar el origen del dinero para comprar armas, su procedencia o quién los entrena. La BBC justifica esa violencia porque sabe que Londres fue sede de cientos de organizaciones “prodemocraciaˮ en Siria, jugosamente asalariadas por EE. UU. y Europa.
Choque de intereses
1946. Siria se independiza de Francia.
1950-1969. Golpes de Estado e inestabilidad.
1970. Presidencia de Hafez al Assad.
2010-2012. Protestas contra el presidente Bashar al Assad. Oposición armada choca con el ejército sirio; mercenarios asaltan campo de refugiados palestinos de Yarmuk. La ONU fracasa en ordenar el cese al fuego. EE. UU. anuncia que apoyará a la oposición que lidera el general Salim Idris, del Consejo Militar Supremo.
2013. EE. UU. acusa a Al Assad de ataques químicos a civiles; la ONU no encuentra pruebas. Ofensiva mercenaria asesina al comandante de Damasco y toma Alepo; terroristas explotan autobomba en Damasco, cortan internet y teléfono.
Abril- junio de 2013. Nace el Estado Islámico de Irak y Siria (EI) y actúa en el noreste sirio.
2014. Pláticas en Ginebra. Occidente insiste en la salida de Assad.
EE. UU. entra en acción y bombardea supuestas bases del EI.
Septiembre de 2015-2017. Rusia ataca al EI y comienza a cambiar la situación. Al Assad recupera control de Alepo y otras zonas. Occidente no atacó a ISIS directamente, solo al ejército sirio.
2016-2017. Rusia, Irán y Turquía promueven el alto al fuego. EE. UU. ataca con 58 misiles Tomahawk a fuerzas sirias por aparente uso de armas químicas.
2018. Nuevo ataque de EE. UU., Reino Unido y Francia contra “infraestructuras de armas químicasˮ que resultaron ser un centro de investigación, bodegas y puestos militares. La ONU propone gobierno de transición.
2019-2020. EE. UU. se repliega para que Turquía ocupe la zona que reclaman los kurdos.
Cambio de enfoque en México
Septiembre de 2013. La Secretaría de Relaciones Exteriores de México expresa su “honda consternación por evidencias en el uso de armas químicasˮ. Se basa en informes de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los aliados de EE. UU.
Septiembre de 2017. Arriban 23 “jóvenes estudiantes sirios que huyen de la persecuciónˮ. El Proyecto Habesha (del exembajador Francisco Olguín y asistentes humanitarios) los beca en la Universidad Iberoamericana y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y da fondos para su estancia. Todos claman que no les alcanza ese dinero.
Algunos sirios en México: Samah Abdulhaid (26 años), licenciado en Bellas Artes; Zaín Alabadín, estudiante de Medicina; Tamer Abu Mansour, licenciado en Comunicación; Essa Hassan estudia maestría en Comunicación; Karam Darwish y Haezm Sharif, maestría en Administración de Empresas. Críticas porque no se apoya también a centroamericanos y haitianos.
15 de marzo de 2021. Es preocupante el abuso de invocaciones al Artículo 51° de la Carta de la ONU para usar la fuerza sin autorización del Consejo de Seguridad; esa práctica amplía el uso de violencia, advirtió Juan Ramón de la Fuente, representante de México ante el organismo, Turquía se divide entre su alianza con Occidente y su rol de “mediadorˮ con Rusia e Irán.
Don Juanito es una víctima más de las malas políticas del gobierno morenista. Su ejemplo es fundamental para el pueblo y para quienes dedican su vida a encabezarlo como activistas revolucionarios.
“Es un panorama negro, una verdadera situación de emergencia que no está en el futuro; ya lo estamos viviendo. No había visto algo igual desde 1995, cuando fue por sequía, por la naturaleza, no por el hombre".
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.