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Caravana migrante inseguridad, violencia y desplazamientos forzados
Para varios especialistas en migración, el gobierno de EE. UU. parece estar decidiendo la política migratoria de su homólogo mexicano.
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Josué Lugo/Víctor Vilchis/Jaime Mondragón

En las caravanas que recientemente organizaron miles de migrantes de  Centroamérica para cumplir su “sueño americano” habían hallado una fórmula de protección en masa contra “polleros”, hambre, crimen organizado, incluso accidentes; pero la actitud  servil del gobierno mexicano hacia el presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald Trump, logró frenarlas mediante el uso de la represión violenta, los malos tratos, inclusive con actos de xenofobia de algunos mexicanos que olvidaron sus vínculos de hermandad étnica y cultural con esos ciudadanos.

El 12 de octubre de 2019 grupos de usuarios de redes sociales como Facebook y Whatsapp anunciaron que estaba organizándose una caravana de migrantes con la que pretendían viajar a través del territorio mexicano en busca del “sueño americano”. La publicación de este proyecto en los medios de tradicionales (televisión, radio, diarios impresos, etc.) generó reacciones oficiales contra este fenómeno social; pero curiosamente, esta actitud provocó un efecto contrario y el llamado movió a muchos ciudadanos de Honduras, El Salvador y Guatemala.

Esto se debió a que, en estas naciones, la mayoría de los habitantes además de desempleo, pobreza y marginación social generalizadas –como ocurre también en México– padecen graves problemas de inseguridad pública y violencia delictiva. Por ejemplo, la Oficina de Naciones Unidas contra las Droga y el Delito (ONUDD) reveló que, en 2019, Honduras ocupó el primer lugar mundial en muertes violentas al registrar una tasa de 25.9 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Entre “los caravaneros” se cuentan testimonios en los que las amenazas de muerte violenta son el principal motivo de exilio. Hay hijos que son enviados fuera del país por sus padres para que no los asesinen; familias enteras que tienen que pagar cuotas de “uso de suelo” y ya no tienen dinero para eso ni para vivir; hombres y mujeres de la comunidad LGBTTTQ+ que huyen de la homofobia y las golpizas casi mortales que, en sus comunidades, han sufrido por razones de género.

Una de esas historias fue contada a buzos por Luis, quien dejó Honduras porque se encuentra amenazado de muerte. “Una de las razones por las que me vine es porque tengo problemas con los mareros –miembros de las pandillas Mara Salvatrucha– ya que tenía un amigo al que estaban buscando y yo le di asilo. Entonces me advirtieron que no lo hiciera, pero no hice caso, entonces fueron y me balearon la casa solo por ayudarlo”.

Pero este problema no fue el único por el que Luis salió de su país natal: “Emigré también porque en Honduras hay pobreza, corrupción y falta de empleo. Si uno abre un negocio, lo extorsionan, le piden a uno mucho dinero. Estas extorsiones las hacen los mareros, quienes nos piden cuotas con avisos que ponen en los negocios”, explica.

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Por esta razón, los jóvenes que no ven ningún futuro para su desarrollo en Honduras, se ven obligados a emigrar para buscar un trabajo que les provea de buenos ingresos o les permita estudiar. “Tengo una hija que quería estudiar medicina, pero no puedo cubrir sus gastos; es muy caro, así que estudia lo que se puede, solo los adinerados van a colegios”, agrega.

Luis denuncia, asimismo, que cuando la gente no tiene con qué pagar a los bancos es expulsada de sus casas. “Los bancos apenas no les pagues te quitan tus territorios y se los dan a los que tienen y los mareros extorsionan pidiendo cuotas bajo avisos en los negocios locales”.

Las caravanas: estrategia de seguridad

De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Antonio Gutiérrez y diversas organizaciones civiles, las caravanas de finales de 2018 y 2019 se organizaron por cuestiones de seguridad, ya que viajando en grupo pueden cuidarse unos a otros y evitar pagos a los “polleros”, es decir traficantes o guías de trabajadores migratorios.

Según el estudio Algunas consideraciones sobre la caravana migrante centroamericana en Piedras Negras, Coahuila, que el año pasado realizaron Jesús Frausto Ortega y Juan Parra Ávila, miembros de El Colegio de la Frontera Norte, un viaje en caravana permite a sus integrantes visibilizar y cuidarse entre ellos; tener mayor seguridad; obtener apoyo y protección a sus derechos humanos frente a las instituciones, inclusive demandar atención de las autoridades migratorias.

Con esta conclusión coincide Alberto Pradilla, periodista especializado en temas de migración. Entrevistado por buzos, expuso que dicha caravana fue “un ejercicio masivo de asociación civil para hacer más seguro un trayecto peligroso y violento”.

Ortega y Ávila cuantificaron la inseguridad y la violencia en un 32 por ciento como causales de la migración y afirmaron en su estudio que “las personas migrantes que llegaron en la caravana a Piedras Negras señalaron que el principal motivo por el que salieron de sus países fue la falta de empleo o por motivos económicos”. El 65 por ciento de los migrantes que integraron ésta salió de su país por tales causas.

La estabilidad económica y los niveles socioeconómicos medios en los países centroamericanos representan un sueño. En esta región, de acuerdo con Juan B. Arrien en el análisis América Latina en Movimiento, el 27.7 por ciento de la población urbana con edades entre los 15 y los 19 años y el 72.2 por ciento de la rural no tiene educación primaria completa.

Trump y la “Cuarta Transformación”

Por otra parte, existe la impresión de que las caravanas de migrantes centroamericanos no se podrían entender sin los discursos y las acciones del presidente de EE. UU., quien pudo propiciarlas por el uso político que le han generado sus posiciones antiinmigrantes frente a su campaña por la reelección.

“Uno no entiende ese tipo de políticas, cuando EE. UU. está lleno de migrantes”, aseguró a buzos el fotoperiodista Jacob García, ganador del premio internacional de concurso Impact 2019 - Immigration Status.

Para varios especialistas en migración, el gobierno de EE. UU. parece estar decidiendo la política migratoria de su homólogo mexicano, lo que había ocurrido al inicio de la gestión presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien inclusive recibió a los migrantes con botellas de agua, víveres y albergues el 17 de enero de 2019.

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A Luis, el ciudadano hondureño, le tocó ese recibimiento. Pero a un año de distancia de esa recepción “filial” lleva más de un año sin conseguir un empleo estable por falta de renovación de Visa.

“Recuerdo el puente Rodolfo Robles con gente intentando cruzar mientras había gente de migración repartiendo agua; luego en 10 días se dieron tarjetas de migración. Tiempo después, México cedió ante la presión de Trump y se olvidó de los derechos humanos. Al final, México no está haciendo el muro pero paga los salarios de la Guardia Nacional que funge como muro ante quienes huyen por violencia. Creo que López Obrador fue una ilusión para los migrantes, pero al final resultó un engaño”, aseveró el periodista especializado en migración, Alberto Pradilla.

Por esta misma causa, diversas organizaciones consideran el fenómeno social como una “crisis global y humanitaria”. De acuerdo con Durán, en 2013, el mayor número de migrantes se concentraba en 10 países y EE. UU. se hallaba en el primer escaño. En 2015, la crisis migratoria mundial llegó a un punto muy alto por el que esos países decidieron cerrar sus fronteras.

Las rutas por las que pasan los migrantes son peligrosas, lo que les ha impulsado a tomar la opción de viajar en caravanas. Esta estrategia, según la especialista Amarela Varela, ha propiciado el tránsito de 200 a 400 mil personas cada año. Aspecto que Donald Trump no entiende, porque a decir de Luis “nunca ha sido pobre”.

En este tenor, la catedrática de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), sitúa a México junto a Marruecos y Turquía, países que operan como “tapón” migratorio de la Unión Europea (UE), cuyos gobiernos deportan a los migrantes que logran colarse a sus territorios con prácticas violatorias de los derechos humanos.

De acuerdo con el fotoperiodista Jacob García, es lamentable que la Guardia Nacional intervenga en este conflicto y violente los derechos humanos de los migrantes. “Los gobiernos deberían de plantear mejores estrategias sin violaciones a los derechos humanos, como por ejemplo otorgarles visas humanitarias”, sugirió.

Sin embargo, la situación se complica cada vez más porque el fenómeno migratorio se extiende y los gobiernos de México y Centroamérica se han sometido al mandato de Trump, quien de manera sistémica “criminaliza al pobre, lo que vuelve muy peligroso el discurso del gobierno mexicano cuando celebra la detención de migrantes, de niños que van en chanclas, madres que cargan a sus hijos, etc.”, asegura Alberto Pradilla.

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Para el también autor del libro Caravana migrante, la imagen de miles de personas cruzando la frontera ha servido para justificar la retórica xenófoba en el discurso de Trump, para “así lograr poner éste en su agenda y hacer firmar a México, Guatemala y El Salvador”.

México: cadáveres, solidaridad y discriminación

En la historia reciente de la migración en México hay huellas difíciles de olvidar, entre las que destaca la muerte de los 74 migrantes asesinados por los Zetas en Tamaulipas en 2009; los africanos muertos en el río Tonalá, de cuyo testimonio hay un trabajo fotográfico de Isabel Mateos para la agencia Cuartoscuro y la foto de un migrante muerto junto a su hija, mientras intentaban cruzar el río Bravo en junio de 2019, imagen publicada por muchos medios impresos, entre ellos  The New York Times en junio del 2019 y que dio la vuelta al mundo.

En este compendio de historial negro, no pueden quedar de lado la desaparición y captura de niños migrantes ni, mucho menos, las frecuentes violaciones de mujeres que son abusadas, mientras viajan por territorio mexicano y tratan de cruzar la frontera con EE. UU.

En su investigación Luchas migratorias en contextos de tránsito migratorio, el caso del movimiento migrante centroamericano, la profesora Amarela Varela asegura que en el periodo de 2006 a 2015 se hallaron 24 mil cadáveres en cementerios municipales, así como 40 mil cuerpos no identificados en morgues públicas.

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Cifras poco alentadoras que, a decir de varios especialistas, hacen de la migración un recurso social afectado severamente por la violencia delictiva donde las principales prácticas son los secuestros, extorsiones y asesinatos.

Varela afirma que el promedio anual de secuestros contra migrantes ronda los 20 mil casos y que las desapariciones tienen un rango oscilante entre los 72 mil y los 120 mil registros. Los investigadores Aikin y Anaya completan este panorama tétrico con una cifra emitida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que registró un total de 22 mil secuestros y extorsiones a migrantes en el periodo 2009-2010.

La violencia e inseguridad amenaza a los migrantes durante su trayecto por el territorio mexicano y, de acuerdo con el estudio ya citado de Ortega y Ávila, el 72.9 por ciento de los migrantes consultados padeció actos de violencia física, robo, amenazas, discriminación y xenofobia, ya que se les aplican adjetivos como el de “delincuentes” e “indeseables” o se les señala por “quitar empleos” a los mexicanos.

El fotoperiodista Jacob García indicó a buzos que, en algunos estados de la República abundan comentarios y chistes despectivos en los que se evidencia que sus actores y difusores carecen de valores mínimos de solidaridad humana y, por supuesto, de los sufrimientos que los migrantes son víctimas. Esto evidencia que la gente es incapaz de ponerse en los “zapatos y las circunstancias” de los migrantes centroamericanos.

García denunció que, en las redes de Internet, circulan varios videos donde se invita a los usuarios a realizar actos violentos contra los migrantes. “Esto se vuelve un llamado de atención hacia el contenido que se presenta, ya que se tergiversa la información y esto se queda en forma digital, complicando el hecho de tener una perspectiva más amplia”, agregó el fotógrafo, quien invita a los usuarios no xenófobos a “demostrar que los mexicanos también somos personas buenas”.  

Sobre este tipo de experiencias Luis, el migrante hondureño, cuenta varias, como los actos de solidaridad provenientes tanto de ciudadanos comunes como de autoridades mexicanas, entre las que, sin embargo, predominan quienes “nos mal miran y nos ven como una amenaza a pesar de que nuestra intención es llegar a EE. UU.

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“Cuando veníamos en la caravana nos castigaron porque alguien quemó la bandera. Yo no quemé nada, lo hizo un salvadoreño para que les abrieran la puerta. Pasaron cuatro días para que nos dejaran entrar a México. Luego nos llevaron a migración y a un potrero como si no fuéramos humanos. En ese lugar había de todo tipo de animales. Ahí nos tuvieron como 15 días. Nos quitaron nuestras pertenencias de valor y no nos las devolvieron”, revela Luis.

Por todo esto, los especialistas en el tema coinciden en que las autoridades de México, empezando por la Presidencia de la República y las secretarías de Gobernación (Segob) y de Relaciones Exteriores (SRE), así como la CNDH, deben asumir su responsabilidad constitucional; pero se niegan a actuar contra el “muro” migratorio del presidente estadounidense Donald Trump.

Es indispensable, además, que las autoridades mexicanas otorguen a los migrantes visas humanitarias y exijan a los ciudadanos del país que respeten sus derechos humanos porque México –cuya población es multilingüe y multicultural– no es un país racista; y el Estado puede generar marcos de “hospitalidad radical” con base en la solidaridad como punto clave.

Amarela Varela considera que es necesario promover un periodismo pedagógico y especializado, ya que “es muy distópico que México, al ser la segunda diáspora de la migración, sea tan xenófobo”.

En contraste con las expresiones xenofóbicas y díscolas de algunos mexicanos, es necesario reconocer que en el país funcionan albergues de apoyo a migrantes en condiciones de trabajo informal y susceptibles de ser deportados. Destacan entre ellos Sin Fronteras, La Casa del Migrante, Casa Tochán, Casa Del Migrante San Luis Potosí, en donde se generan acciones humanitarias dignas de felicitación.


Escrito por Contratiempo MX

Colaborador


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