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Bestias
En el capitalismo los de abajo siempre serán los de abajo y su suerte está determinada: servirán como mano de obra barata, serán esclavos modernos que servirán para crear la riqueza que otros se apropian.
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No hay nada peor para un ciudadano normal que quedarse sin empleo o estar empleado y disponer de un salario que no alcanza para alimentar nutritivamente a la familia. Para sobrevivir en la pobreza el hombre suele llegar a niveles de bestialidad y a cometer toda clase de crímenes que escandalizan a la sociedad y lo hacen ver como un monstruo. Los años recientes han enseñado crudamente cómo en la sociedad capitalista no todas las personas son iguales, ni tienen las mismas oportunidades que las clases privilegiadas, cuyos aparatos mediáticos exaltan su sistema como si fuera un paraíso en el que todos gozan de los derechos fundamentales del hombre y de la democracia. Pero en el capitalismo los de abajo siempre serán los de abajo y su suerte está determinada desde antes de su nacimiento. Han de servir de mano de obra barata como esclavos modernos que se mueven al ritmo de los engranajes del sistema para crear la riqueza que otros se apropian.

Algunas empresas trasnacionales se desplazan hacia las naciones pobres, donde la mano de obra y los recursos naturales son abundantes y baratos; otras ni siquiera se toman esa molestia porque saben que los trabajadores llegan por cuenta propia después de transitar miles de kilómetros atravesando selvas, montañas y ríos de varios países. El migrante llega a donde hay expectativas de trabajo mejor pagado, aunque esto solo sea un espejismo en persecución del cual termina contratándose con el primer capitalista que encuentra, ya sea dentro de su país o cualquier otro. Para el capitalista, la mano de obra es un “insumo parlante” al que puede exprimir el mayor jugo posible para luego desecharlo sin ningún remordimiento, porque hay siempre un ejército de desempleados buscando una oportunidad. No se inmuta ni siente dolor ni pena ajena cuando escucha que 40 migrantes murieron en un “centro de alojamiento provisional” del Instituto Nacional de Migración (INM) de Ciudad Juárez durante un incendio en el que nadie abrió las puertas. Piensa que solo son 40 en un mar de migrantes y que son nada.

Las tragedias de los migrantes se han vuelto recurrentes en los últimos años debido a la extrema vulnerabilidad física, la inseguridad pública que prevalece en los lugares por donde transitan, la existencia de grupos delictivos y la impune desatención de las autoridades responsables que deben cuidarlos. Por ello, los migrantes latinoamericanos que pasan por México en busca del “sueño americano” tienen que esconderse para no ser atrapados por los agentes de migración y retenidos por la Guardia Nacional, quienes operan como aparatos de represión y propician que estén más expuestos a riesgos naturales, actos criminales y accidentes viales en La Bestia o cuando deben atravesar ríos, selvas y desiertos.

En México, la migración no es un delito y, por tanto, la privación de su libertad en los centros de “alojamiento” del INM puede considerarse fuera de la ley. Las condiciones de insalubridad existentes en dichos recintos mexicanos son humillantes y equiparables a los ghettos que Adolfo Hitler creó para apresar y asesinar judíos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Hasta ahora a nadie se ha hecho responsable de lo que a ojos vistos es un crimen de Estado, de acuerdo con el video que circula en las redes sociales. El personal de nivel bajo del INM puede argumentar que siguió órdenes de arriba pero, ¿qué clase de bestialidad se necesita para dejar morir a otros seres humanos? De poco le sirve a los migrantes que organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se pronuncien y exijan una investigación a fondo del terrible accidente, si es el propio sistema capitalista el que los está matando, a veces de un jalón como acaba de ocurrir en Ciudad Juárez, o a veces poco a poco. Para quienes consideran que México tiene un Presidente de la República muy humanista y preocupado por los pobres, deben saber que cuando recién se dio a conocer la noticia de Ciudad Juárez, intentó justificar al INM y le echó la culpa del accidente a los migrantes, quienes padecen los mismos problemas y riesgos de los miles de mexicanos que emigran de sus entidades porque son igual de pobres que aquéllos. Claro, los migrantes no tienen la fortuna de los hijos de los funcionarios morenistas que entran con visa a Estados Unidos y se hospedan en zonas residenciales exclusivas gracias a las componendas y la corrupción de sus padres.

Los migrantes seguirán intentando llegar al país vecino porque consideran que encontrarán buenos trabajos, pero cuando no todos puedan ser empleados por las empresas burguesas, entonces van a ser perseguidos y criminalizados. La causa por la que millones de parias no hallan empleos es connatural al sistema capitalista porque el desempleo masivo le permite abatir salarios. Es por ello que cada año, Estados Unidos deporta casi a un millón de personas y que una cantidad similar entra por diversas vías, lo cual es un cuento de nunca acabar. Pero quizás un día los trabajadores latinoamericanos se decidan a luchar y a recuperar lo que les han robado, ya que su suerte no le importa a nadie y ellos son los únicos que pueden cambiarla.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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