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Tarzán, el hombre mito, de Irene Herner (I de II)
El comic Tarzán de los Monos, que durante casi un siglo distrajo a millones de personas en gran parte del orbe.
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Este libro de la socióloga, psicóloga y crítica de arte Irene Herner Reiss (Ciudad de México, 1942) denuncia con objetividad cómo los estrategas del modo de producción capitalista utilizan el arte popular para infiltrar su ideología individualista a través de personajes literarios y audiovisuales (cine, textos impresos, radio, televisión), como fue el caso del comic Tarzán de los Monos, que durante casi un siglo distrajo a millones de personas en gran parte del orbe.

Este análisis riguroso evidencia cómo el autor de los 26 episodios de esta historia ficticia, Edgard Rice Burroughs (Chicago, 1975-Los Ángeles, 1950) creó un personaje con los rasgos físicos que el imperialismo de Occidente (Europa y Estados Unidos) exalta desde el Siglo XV entre sus componentes sociales: blanco, fuerte e inteligente, mismos que supuestamente lo hacen “superior” a los demás entes humanos.

A grandes rasgos, la historia de Tarzán de los Monos (1912-1965) es la siguiente: En 1888, John Clayton, lord Greystoke y lady Alice viajan a África, pero a causa de un motín de barco son abandonados en una isla de Cabo Verde. Sobreviven en una choza construida sobre la copa de un árbol. Un año después Alice pare un niño, muere y un gran mono mata a su marido. El huérfano es adoptado y criado por la gorila Kala, con el nombre de Tarzán (mono blanco).

A los 10 años de edad, Tarzán descubre la cabaña arbórea de sus padres genuinos; y a pesar de que sólo habla a gruñidos, como sus hermanos antropoides, se alfabetiza y aprende a leer la bitácora de viaje de lord Greystoke. A los 18 años contacta por primera vez con otros seres humanos cuando Kulonga, jefe de una tribu africana, mata a su madre adoptiva. Dos años después, otro desembarco forzado le lleva a Jane Porter, que será su compañera de vida.

A partir de este episodio inaugural, Rice Burroughs involucrará a sus dos personajes centrales en todo tipo de aventuras selváticas, urbanas, políticas e incluso militares en Inglaterra, Estados Unidos, Francia y África. A ésta vuelve primero para ayudar a los ingleses y franceses a ubicar a los espías de la Alemania nazi y luego para colaborar con las potencias de Occidente en la tarea de poner freno al avance del socialismo soviético en África.

Al término de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), dice Herner, la figura de Tarzán de los Monos operó como un agente mediático del anticomunismo, específicamente contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); como “un símbolo de la libertad” económica y como una imagen reivindicadora del wasp (anglosajón, blanco y protestante) y sus principales rasgos étnicos y políticos: supremacismo y autoritarismo. 


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


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