En estos días confusos conviene recordar el mito del filósofo griego Platón en el que ubica a un hombre dentro de una caverna donde se halla encadenado y en una posición desde la que únicamente puede percibir el fondo de la cueva, razón por la que cree que la única realidad es esa penumbra y las siluetas de otros hombres que están en la misma situación, pero que pueden mirar hacia el exterior de la caverna. Si éstos le advierten que el mundo de penumbras existente detrás de él no es único y que afuera hay uno más grande y mejor, ese hombre se resiste a creerlo porque sólo cree en el que tiene frente.

Pues bien: a buena parte del pueblo mexicano le sucede algo muy similar al hombre de las cavernas de Platón; debido a que durante cientos de años, la clase patronal y las instituciones de gobierno, sociales y religiosas lo tienen sometido con grilletes invisibles y le han moldeado la mente para que no perciba a los responsables de la realidad. Estos sutiles y efectivos grilletes, a los que en el último siglo se han sumado los medios de comunicación masiva (prensa escrita, radio, televisión, redes sociales, etc.), lo han llevado a concluir que la pobreza es un estado natural, incluso deseable porque en ella radica la felicidad. Además, lo han convencido de que la diferencia entre las clases sociales se debe a que los ricos lo son por sus “enormes esfuerzos”, sacrificios y riesgos cuando invierten su dinero. Pensar de otra manera es caer en una aberración porque se privaría a las personas del derecho a trabajar, a vivir mejor y a evitar el estilo de vida de los holgazanes. Sí. Así de simplista es la explicación que difunde a la pobreza como producto de la vagancia o el bajo desempeño laboral de la gente.

Por ello, los mexicanos han soportado malos gobiernos durante mucho tiempo. Más de 70 ignominiosos años de priismo y 12 años de panismo que no mejoraron la suerte de las mayorías. Este hartazgo los llevó a creer en “el canto de sirena” del morenismo, cuyos promotores les hicieron creer que había llegado la hora de los pobres y que por fin se les haría justicia. Pero situados en el fondo de la cueva, entre sombras y siluetas en penumbra, y sin herramientas para lograr su liberación, fueron presa fácil de los morenistas.

Nada nuevo hubo en seis años; nada cambió para mejorar, pero sí para empeorar; y aun cuando sus padecimientos se han acrecentado, ingenuamente creen que ahora están mejor y que lo único verdadero en México son las calumnias del Presidente más mentiroso de la historia mexicana. Esto explica por qué, ante el evidente deterioro de los sistemas de salud y educación, una economía en crisis, una inflación muy alta y un ambiente social desbordado por la inseguridad pública y la violencia delictiva durante todo el sexenio, muchos mexicanos aún creen en el cuento de la “Cuarta Transformación” (4T).

Los cuatroteros lograron otra vez el carro completo de cargos públicos, incluida la Presidencia de la República por su habilidad para manipular a las masas y por su descarada corrupción para usar el dinero del erario en la compra del voto ciudadano y no, desde luego, porque hayan realizado una transformación positiva de la realidad nacional gracias a la inteligencia del Presidente y su “humanismo mexicano” que, en lugar de organizar, educar y movilizar a las masas para edificar una sociedad moderna y progresista, las inmovilizó con tarjetas del “bienestar”. No, aquí en México no se construye un socialismo, porque Morena trabaja para el capitalismo de siempre y en el que se presentan elementos de fascismo y totalitarismo.

Pero llegará un momento en que los programas asistencialistas, que Morena usa para jugar con la necesidad de la gente, no contarán con los recursos financieros suficientes para atender los problemas de una población que crece diariamente, como la pobreza, el hambre y la miseria. Y cuando el pueblo no encuentre nada en el fondo de la cueva, se atreverá a buscar soluciones en los lados y enfrente, donde la luz le permitirá ver mejor la realidad y, aunque ésta sea dolorosa, podrá descubrir las mentiras de la 4T para ya no seguir en el mundo de tinieblas en el que está viviendo.