Cargando, por favor espere...

El maestro Platón
Antes de Platón ya existía pensamiento filosófico, y junto con él una escuela grande que se dedicaba al pensamiento que conocemos ahora como filosofía.
Cargando...

Afortunadamente, es bastante lo que nos ha llegado de los escritos de Platón; no corrieron la misma suerte otros tantos pensadores de la Grecia Antigua. Antes de Platón ya existía pensamiento filosófico, y junto con él una escuela grande que se dedicaba al pensamiento que conocemos ahora como filosofía; pero sin duda podemos decir que en él encontramos la síntesis de muchos de los problemas filosóficos que aún hoy se debaten, no porque nos guste vivir en el museo de las ideas, sino porque son problemas que se actualizan con el desarrollo de la humanidad misma. Es gracias a Platón que la filosofía empezó a sistematizarse como ciencia, en palabras de Hegel: “la ciencia filosófica empieza a desarrollarse como tal y el punto de vista socrático empieza a adquirir rasgos de cientificidad a partir de Platón; y la trayectoria que éste inicia llega a su remate con Aristóteles. Nadie tiene más derecho que estos dos pensadores a llamarse maestros del género humano”.

Platón es famoso por sus escritos en forma de diálogo, en los que él no aparece. El personaje que lleva toda la carga de la exposición filosófica es Sócrates, su maestro. Este último no dejó nada escrito, su postura ante la escritura era interesante, pues creía que al tener un modo para almacenar la información ya no se ejercitaban la memoria y el razonamiento. Quizá por esto último, opinan algunos, la forma principal que utilizó Platón para exponer los temas de la filosofía fue el diálogo, pues en éste podemos encontrar el razonamiento en movimiento, tal y como se desplegaría en un supuesto debate en el que se enfrenten posturas contrarias que se vayan nutriendo una de la otra. Muchos de los diálogos parecen no resolver el problema que se debatió; sin embargo, esto no quiere decir que el debate no lleve a ningún lado: poco a poco, en el transcurso del diálogo, se va nutriendo la idea planteada como tema principal y, al final, aunque no haya una resolución total, un punto de vista acabado, el resultado nos permite conocer mejor lo que antes considerábamos conocido, pero que nunca habíamos reflexionado realmente.

Se reflexionan en sus escritos los más variados temas: la justicia, la belleza, la moral, la libertad, el origen de nuestro conocimiento y cómo podemos asegurar que sabemos lo que decimos, y también sobre qué es aquello que le da sentido a todo lo que somos. En resumen, se tratan aquí los temas que en la filosofía han pasado a formar una parte importante de la base de nuestro conocimiento, aquello que se conoce como metafísica, estética, filosofía política, filosofía de la historia, ética, epistemología, lógica, ontología, etc.

Lo importante para Platón es profundizar en el conocimiento de los conceptos de las cosas mismas, no quedarnos con las primeras impresiones ni aceptar una idea general sólo por conveniencia. Investigar, por ejemplo, qué es la justicia en sí, no qué actos nos parecen justos, sino si se puede determinar o no lo que es la justicia. De este modo se indaga en el sentido del concepto mismo de lo justo.

No se puede, obviamente, agotar la explicación de un pensador como Platón en este espacio, lo que sí se puede es remarcar la relevancia que dicho pensador tuvo para el desarrollo filosófico posterior. El desarrollo conceptual alcanzado por Platón nos permite posicionarnos en un punto del desarrollo del pensamiento que pone bases para muchos debates posteriores. 

Es indudable que muchas de las cosas que nos legó deben revisarse a la luz del pensamiento crítico. La fuerza de su filosofía fue tal que algunas imágenes quedaron impregnadas en la historia del pensamiento como si fueran inapelables, como ocurre a menudo con las grandes mentes. Platón expuso la filosofía que había hasta su tiempo a su manera y las imágenes que nos legó de muchos de los pensadores deben ser reevaluadas objetivamente. Sin embargo, su obra es referencia obligada para quienes quieran acercarse al mundo de la filosofía. 


Escrito por Alan Luna

Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).


Notas relacionadas

Las ideas se desarrollan por medio de un impulso contradictorio en donde distintos intereses producen distintas formas de entender el mundo.

Los antidialécticos asumen en definitiva que la filosofía de la dialéctica no sirve de nada o en todo caso de casi nada. Más todavía...

Dalton subraya en todo momento los conceptos “construcción” y “lucha”.

Quien quiere cambiar el mundo se somete a un trabajo de doble tipo.

Hablando en términos marxistas, la religión fue una necesidad histórica.

El estudio de Heráclito de Éfeso nos permite observar la huella que un pensador, por muy antiguo que sea, deja en el desarrollo de la filosofía posterior.

Los resultados finales de la política cultural de la 4T nos dejan más incertidumbres que aciertos.

La Grecia clásica confinaba a las mujeres a roles estrictamente definidos.

Lenin reflexiona si las tareas de los socialdemócratas rusos deben modificarse debido a que las condiciones históricas cambiaron: ¿cómo adaptar la teoría y la práctica a las nuevas condiciones históricas sin que el Partido pierda la coherencia ideológica ni la efectividad revolucionaria?

Dos amigos de Hegel requieren especial mención: Förster y Gans.

Las contribuciones de Heráclito al pensamiento filosófico no se pueden exponer profundamente en un texto como el presente, pero sí es posible recuperar una, aquella que se condensa en este título.

El filósofo griego Parménides fue el primero en usar el pensamiento lógico deductivo para establecer la verdadera naturaleza del mundo.

Hay que decir que la tesis de un arte contemporáneo descompuesto es sumamente escasa en las voces de los especialistas.

La trasposición de 19 siglos y la fusión del Cota contemporáneo de Ovidio con el Cota del Tomis del Siglo XX, permiten a Ransmayr sugerir que los usos políticos del pasado más remoto no eran mejores ni peores que los actuales.

Negarse por miedo a la verdad es cobardía, no hacerlo por pereza es apatía, indiferencia y debilidad. Ninguna de estas razones justifica la indolencia.