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La colonización de América, África, Asia y Oceanía a manos de los europeos puede ser considerada como el punto de partida de la mundialización. Las relaciones económicas que se tejieron entre las metrópolis europeas y sus colonias de ultramar sentaron las bases del comercio internacional a escala global que hoy se muestra en su máximo apogeo. No hay país en el mundo, ni siquiera los que se consideran más herméticos, como Corea del Norte, que pueda actuar sin considerar al resto de Estados que conforman a la comunidad internacional. Si ningún país está determinado por el concierto de las naciones, absolutamente todos están, en cambio, condicionados. Pero esta verdad tan evidente para todos es hoy olímpicamente ignorada por el titular del Poder Ejecutivo de México.
Su máxima “la mejor política exterior es la política interior” refleja el papel que para Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tienen las relaciones de México con el mundo. Para él es algo secundario y, si lo apuran un poquito, hasta sin importancia. Se vuelca totalmente en la política interior y deja todo lo que está allende las fronteras nacionales a Marcelo Ebrard; el contexto internacional no le preocupa, ni lo considera relevante para su proyecto. Por ello durante su mandato la presencia de México se ha venido desdibujando paulatinamente en el panorama mundial. Amparado en el discurso de la Doctrina Estrada y el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, el Presidente busca en realidad aislarse lo más posible del contexto internacional. Se trata de no tomar posiciones ni a favor ni en contra, en aras de mantener la mayor neutralidad posible; actúa como si el mundo no existiera y dedica todos sus esfuerzos a los problemas internos.
Recapitulemos. En enero, AMLO se negó a asistir al Foro Económico de Davos, uno de los espacios donde confluyen los principales empresarios del mundo y los presidentes de las mayores economías para acordar inversiones y fomentar sus relaciones. El mismo mes, México abandonó el Grupo de Lima, uno de los mecanismos de la derecha continental para ahogar a la Revolución Bolivariana. En junio se celebró el G-20 en Japón, foro en el que se reúnen las 20 economías más importantes del mundo, considerado como plataforma de la mayor prioridad política para los jefes de Estado que asisten a ella. AMLO mandó a Ebrard en su lugar. En julio, por último, se reunieron los países que integran la Alianza del Pacífico –conformada por México, Perú, Colombia y Chile– y, como se acostumbra, los presidentes de los países sudamericanos acudieron a ella. Otra vez AMLO mandó a Ebrard. El colofón de esta serie de episodios es que, en sus siete meses de gobierno, Obrador no ha realizado una sola visita de Estado a otro país. Entre menos lo molesten, mejor, piensa.
Todo estaba bien hasta que la realidad lo golpeó en la cara: si él había decidido ignorar las relaciones internacionales, las relaciones internacionales no lo ignoraban a él. Un buen día, Donald Trump decidió utilizar a México para reelegirse en la silla presidencial del vecino del norte y recordó a Andrés Manuel quién manda en la región: o aceptaba jugar el papel de Presidente del tercer país seguro en relación con los migrantes centroamericanos o provocaba una crisis económica mediante el cobro de impuestos a las exportaciones. Ante estas condiciones, Obrador se movió cuán rápido pudo para satisfacer la voluntad imperial. Ha hecho tan bien su labor de policía migratorio que se ha ganado los aplausos del mandatario estadounidense. En esta coyuntura, de nada le sirvió esgrimir orgullosamente la Doctrina Estrada, ni demandar respeto a la libre autodeterminación de los pueblos. La enorme asimetría que impera en el escenario mundial puso de rodillas al Presidente de México.
Retirarse del tablero internacional equivale a dejar a México a merced de sus potenciales victimarios, entre ellos Estados Unidos. Y aplica no solo para la situación actual, sino para el futuro próximo, pues ya en junio, México ratificó el T-MEC, un tratado de libre comercio que subordinará al país todavía más a la economía estadounidense. En este escenario, la política exterior es una magnífica herramienta para que el país se acerque a actores internacionales que en coyunturas de riesgo pueden equilibrar un poco la balanza con Estados Unidos. China, Rusia y América Latina funcionarían como contrapeso al poderío estadounidense. Pero Andrés Manuel no lo ve así y sigue desdibujando la poca presencia que tenía México en el plano mundial. ¿Entenderá el Presidente que un México solo, aislado, es un México más vulnerable? Esperemos que sí, por el bien del país.
La Cuarta Transformación (4T) recortó 18 mil millones de pesos a las entidades, entre enero y mayo del 2020.
La Ciudad de México y Aguascalientes son los estados que encabezan la lista con mayor ocupación de camas.
El desabasto de medicamentos perdurará hasta el mes de marzo, esto debido a la nueva política de compra de medicamentos implementado por AMLO.
Quien crea que la protesta masiva en el Zócalo capitalino logrará que AMLO deje de atacar al INE y a la SCJN es porque no ha entendido que la 4T defiende al gran capital nacional y extranjero, a los grandes empresarios, no a las mayorías.
Los recortes a programas educativos, al campo, salud, vivienda y servicios de luz, agua potable, drenaje y pavimentaciones, afectarán directamente a las familias pobres del país.
El gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) no ha dudado en utilizar tal simbolismo para manipular al pueblo; y organizará una ceremonia, aun en plena pandemia, para emular a los próceres de la Patria.
Condenamos la persecución judicial en contra de los productores de Sinaloa y exigimos al presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, la libertad inmediata de Baltasar Valdez Armentía.
Las niñas, niños y adolescentes en México presentan mayor prevalencia de pobreza respecto a la población en general.
El poder adquisitivo de los mexicanos corre el riesgo de quedar paralizado y ahondar la pobreza extrema y la marginación.
La voz empresarial atribuye al gobierno querer convulsionar el mercado de los medicamentos para favorecer a nuevas empresas
Por eso creo que es deber de todos los que podemos hacerlo, alertar desde ahora al país sobre los peligros que se ciernen sobre nuestra democracia y sobre la paz y la estabilidad de toda la sociedad.
El morenista López Obrador tiene que enfrentar la realidad cuando México se ubica junto a Brasil, Estados Unidos y la India, como uno de los países más afectados por la pandemia.
Los mexicanos vivimos en los días que corren, una tras otra, son las acciones mal planeadas y mal pensadas del gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En la capital se ha alcanzado el pico de hospitalizaciones más alto de la pandemia.
El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, criticó al Gobierno Federal por las malas políticas que en materia de seguridad ha implementado desde que arrancó el presente sexenio.
Escrito por Ehécatl Lázaro
Columnista de politica nacional