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El presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Joseph Biden, a quien la prensa atlantista gusta de llamar Joe para denotar familiaridad y estima, mediante una transmisión en vivo desde la Casa Blanca, se dirigió a los norteamericanos para darles a conocer sus decisiones acerca de la brutal agresión que lleva a cabo el ejército del gobierno sionista de Israel en contra de la población civil palestina en la Franja de Gaza. Cabe recordar que la presencia y la ferocidad de grupos de oligarcas asesinos en la región del Medio Oriente es sólo una parte de las necesidades de expansión del imperialismo que se generalizaron en el mundo a fines del Siglo XIX. Recursos naturales, vías de comunicación, obreros, consumidores y puntos terrestres y marítimos estratégicos para conservarlos y ampliarlos, marcaron la política rapaz de los explotadores del mundo y la consecuente tragedia de los pueblos.
Joseph Biden también se ocupó de hablar de la guerra en Ucrania. Esa otra desgracia de los seres humanos pacíficos se explica de manera similar. Son los mismos intereses y los mismos explotadores del mundo los que la causan y mantienen. Por lo menos desde la caída de la Unión Soviética, los imperialistas de EE. UU., sobre todo, han intensificado sus acciones para destrozar a Rusia, someter a su pueblo y apoderarse de su territorio y de sus inmensos recursos naturales. Prometieron no expandir a la OTAN y la llevaron hasta las fronteras de Rusia, impulsaron una perversa campaña de financiamiento y propaganda en favor de los fascistas ucranianos a quienes apoyaron activamente para que tomaran el poder por la fuerza en 2014 y luego los aventaron a embestir militarmente y expulsar a los habitantes de origen ruso de la región del Donbás; la ocupación de las tierras árabes de Palestina les servía de modelo. Sólo que aquí, los rusos de Rusia, encabezados por Vladimir Putin, decidieron defender a sus hermanos y ahora, el régimen títere de Ucrania, encabezado por Volodymyr Zelensky, se está desmoronando.
Por todo eso, como representante de los explotadores y los imperialistas, habló Joseph Biden desde la Casa Blanca. Dijo que EE. UU. sigue siendo “un faro para el mundo entero”. Los barcos de la antigüedad –ahora ya se guían con satélites– se dirigían hacia los faros y los veían con alegría para llegar a la costa, que era su salvación. Ahora, realmente, sólo añoran entrar y vivir en EE. UU., “el faro del mundo”, habitantes de países empobrecidos y sufrientes precisamente por las acciones de EE. UU.. Como el nuestro. En el que un candidato que les sirve como pocos, timó a su pueblo diciéndole que los pobres serían su principal mortificación y, tan pronto como pudo, precisamente con dinero del pueblo engañado, se puso a edificar aeropuertos, trenes para el gran turismo y productoras de combustibles para las fábricas enormes y las inmensas flotillas de transportes que desbordan las carreteras. A los pobres, además de hacerlos creer que no son víctimas sino héroes, les concedió ayudas diminutas para que no protestaran ni lucharan por una verdadera justicia social.
Joseph Biden dijo también en su mensaje que garantizar el éxito de Israel y Ucrania es vital para la seguridad nacional de EE. UU.. ¿Sí? Sólo que “la seguridad nacional de EE. UU.” consista en mantener y engordar las increíbles fortunas de sus magnates. Para inicios de julio, el índice de millonarios de Bloomberg reportó que nueve de las 10 personas más ricas del mundo son de EE. UU. y una más es de Francia. Ésos son los defendidos de Biden. Ésas, sus preocupaciones y prioridades.
No lo son los del extremo opuesto. Vaya un ejemplo dramático que por supuesto no es considerado de relevancia para “la seguridad nacional de EE. UU.”: “En los últimos cinco años, el estado de Misisipi, considerado el más pobre en EE. UU., ha registrado un aumento del 900 por ciento en el número de bebés nacidos con sífilis congénita”, informó NBC News el pasado mes de enero; eso, en los gloriosos tiempos de la inteligencia artificial es, indudablemente, una consecuencia de la pobreza y la ignorancia extremas que existen y crecen en “el faro del mundo”.
Conozcamos en la versión de una destacada integrante de la Cámara de Representantes el pliego petitorio de los plutócratas de EE. UU. para sus guerras imperialistas. Marjorie Taylor Greene publicó en su cuenta de X lo siguiente: “Joe Biden quiere: 61 mil 400 millones de dólares para Ucrania, 14 mil 300 millones de dólares para Israel, 14 mil 450 millones de dólares para la frontera sur, 2 mil millones de dólares para el Indo-Pacífico, 10 mil millones de dólares para ayuda humanitaria (Israel, Gaza, Ucrania, frontera) ¡Voy a votar NO por dinero para defender las fronteras de países extranjeros y si Joe quiere hacer algo con respecto a nuestra frontera, entonces que ponga una moratoria a la inmigración y deporte a todos los ilegales que dejó entrar! ¡El pueblo estadounidense ya no puede permitirse el lujo de financiar las guerras extranjeras de Joe!”.
Se entiende que la mujer esté escandalizada porque ya la deuda del gobierno de EE. UU. asciende a 31.38 billones de dólares y equivale a aproximadamente el 22 por ciento más del valor de todos los bienes y servicios que se producirán este año de 2023. Dinero para “las guerras extranjeras de Joe”, mientras en EE. UU. no existe el acceso universal gratuito a la sanidad y, por tanto, según datos oficiales, en 2018, 27.5 millones de personas, entre ellas, más de cuatro millones de niños, vivieron sin seguro social. Item más. Sólo en ese año de 2018, los estadounidenses gastaron 535 mil millones de dólares en medicamentos, un 50 por ciento más desde el año 2010 y, el año pasado, sólo de sobredosis de fentanilo, es decir, sólo los que consumieron cantidades excesivas y sólo de una droga, sobrepasaron las cien mil personas muertas.
Me llama poderosamente la atención que ante la espantosa matanza y expulsión de sus hogares de más de un millón de palestinos, muchos de ellos con sus hijos destrozados en brazos, numerosos medios de comunicación, hayan pasado a “interiores” u omitido por completo los reportes de esa realidad espantosa. Colaboro, modesta, pero decididamente a informar a mis posibles lectores del genocidio que se lleva a cabo en la Franja de Gaza, mientras, Joseph Biden, fiel a sus intereses y prioridades, exige más dinero para matar a inocentes de Gaza y el Donbás. “Una inversión inteligente”, dijo cínicamente. Muy inteligente: “Más de mil niños y niñas han muerto en las dos semanas de ataques aéreos israelíes sobre la Franja de Gaza, lo que equivale a uno cada 15 minutos, informó la organización humanitaria Save The Children” (La Jornada, 22 de octubre). Amigo, amiga: La cantidad está seguramente subestimada, pero ¿y si fuera el suyo? ¿y si fuera el mío? Torturar, herir, someter, explotar, matar, son las prioridades del imperialismo. No lo olvidemos.
El 14 de marzo del 2000 nació en las entrañas de" la alternancia" en el poder un periodismo militante, que "por esta postura franca y abierta de toda la vida, la de estar del lado de los desprotegidos, nuestros detractores nos han criticado fuertemente".
La historia cumplió, ha cumplido y cumple con diferentes funciones. Particularmente en México, la historia oficial ha sido utilizada por los diferentes gobiernos (es preciso decirlo) como una herramienta ideológica.
Todos los que escriben en buzos lo hacen por su amor a difundir la verdad de la realidad en las planas periodísticas; el 99 por ciento de los que hacen buzos no cobran ni se hacen ricos gracias al periodismo. Esto es de reconocerse.
En 1928, la URSS organizó las Espartaquiadas, juegos en los que el proletariado demostró su alto nivel de preparación y capacidad de lucha en la construcción del socialismo.
En México no estamos viviendo un periodo sexenal de amor: todo lo contrario, el desamor y el odio son motivados por el Presidente de la República todos los días como parte de una estrategia mediática para aparecer como el “paladín del pueblo”.
Los apellidos de los modernos esclavistas de México destacan como grandes héroes de los negocios en los medios audiovisuales. Esos señores se han enriquecido por la explotación, tráfico de influencias y empobrecimiento de la población.
¿Alguna vez le preguntaron si podía pagar sus impuestos? Es claro que no. El Estado se atribuye la decisión de quiénes y cuánto deben pagar. De lo que se trata es que los ciudadanos paguen más y más impuestos con la "ley del embudo".
Si, como pregona López Obrador, hoy hay menos pobreza y ya derrotó al neoliberalismo, ¿cómo explicar, entonces, la emigración masiva de mexicanos en busca de mejor vida en otra parte, arriesgando incluso la vida para cruzar la frontera?
Los dirigentes occidentales que hoy condenan los actos terroristas de Hamás y apoyan a Israel nada hicieron antes por resolver las injusticias en Palestina y las “posiciones de principio” que hoy pregonan demuestran que tampoco lo harán esta vez.
El pueblo, que inconscientemente recibe cuentas de vidrio por oro, olvida lo que le quitan, agradece la dádiva, y se está quieto: no hace huelgas para exigir salarios dignos y mejoras laborales, dejando así tranquilos a los capitalistas.
Aquí plasmo algunas manifestaciones recientes de cómo miente la prensa occidental, por eso hay que aprender a informarse. “Nuestro vino es amargo, pero es el nuestro” dijo José Martí. Debemos aprender a tomar nuestro vino por amargo que sea.
Tratándose de los gustos literarios de Marx, Mijaíl Lifschitz menciona que se sabe que en su familia se leía con especial cariño la novela El pequeño Zaches de E.T.A. Hoffmann. ¿Por qué podía interesarle una historia como ésta a Marx? Te cuento.
Hace siete años nos dejó el comandante Fidel Castro Ruz, ¿cuál fue el gesto del revolucionario cubano que me convenció aún más de que la lucha revolucionaria es justa y necesaria; y consolidarme como activista del Movimiento Antorchista? Te cuento.
A propósito del centenario de la muerte del gran revolucionario ruso V. I. Lenin, el maestro Aquiles Córdova lanzó un importante reto intelectual para los revolucionarios del mundo que tienen el propósito serio de construir el socialismo. Veamos.
Para huir del desempleo y la pobreza, los niños y jóvenes mexicanos se ven obligados a migrar al norte de México o incluso hacia EE. UU., no importa el tipo de trabajo.
Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".