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Argentina está en el tapete. Contemplamos con asombro cómo las promesas a veces absurdas que hacía el candidato Milei hoy se hacen realidad de manera acelerada, lo cual afecta a las organizaciones sociales, la estructura judicial y política, entre otras.
Emerge por tanto la agresiva presencia, en el ámbito de la protesta popular, de un poderoso aparato represivo que pretende cambiar radicalmente las reglas del juego.
Para entender lo que pasa en el gigante del Sur entrevistamos a la intelectual Telma Luzzani, cuya trayectoria política, educativa y comunicacional la anteceden. Una mujer de gran verbo y rapidez en el análisis político nacional y regional, graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires y periodista especializada en política internacional por más de 30 años.
Conductora de radio y televisión, articulista en varios medios, incluyendo Correo del Alba, ha sido reconocida por el periodismo argentino. Esta escritora de amplia labor nos explica con lujo de detalles lo que ocurre en el país de los míticos Eva y Juan Domingo Perón.
Milei cumplió un mes en la Presidencia y ya presentó un polémico megadecreto –conocido como Ley Ómnibus– que modifica una veintena de leyes y sólo puede ser aprobado en el Congreso, donde carece de los votos necesarios. ¿Es ingenuidad, falta de experiencia o un plan mayor de intervención de la democracia el hacer hincapié en tales medidas extremas sabiendo de su debilidad en el Legislativo?
Además de la Ley Ómnibus hay un Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) que también presenta modificaciones estructurales y no son una veintena de leyes, sino muchas más, se habla de hasta casi 300 puntos.
Las propuestas implican una reforma profunda del Estado, entre ellas: las privatizaciones de empresas importantísimas como Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), Aerolíneas Argentinas, Vaca Muerta, industria del petróleo, del litio, del transporte, de la salud. Lo que se sospecha es que cada uno de estos sectores que se privatizaría implicaría pagos de comisiones de un determinado empresario o grupo de empresarios privados a ciertos diputados que votarían a favor. Hay muchos intereses creados en esta reforma de privatización, como te podrás imaginar.
Presentó un megaproyecto muy polémico, porque Milei apunta a modificar la estructura institucional de la Argentina de los últimos 200 años, desde que se independizó de la Corona española –tal es la profundidad de lo que pretende–. Por supuesto que la Constitución obliga a discutirlo en el Congreso y no a libro cerrado, sino punto por punto, ley por ley, procedimiento que él está tratando de evitar.
Si bien es cierto que Milei tiene minoría parlamentaria, el apoyo que está consiguiendo de los sectores de la derecha, como el PRO o Cambiemos, tolda de Mauricio Macri, en el que tiene mucha gente dentro del Gabinete como, por ejemplo, Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad, todos ellos apoyan o apoyarían la aprobación de estas leyes, por lo tanto, no es tan seguro que tenga minoría. Es decir, tiene una minoría real, pero en la negociación política parlamentaria se teme que podría llegar a encontrar alguna mayoría.
La oposición fuerte, que es la del kirchnerismo, llega a un 40 por ciento. Pero se comenta que, aunque todavía no se sabe cómo va a votar cada diputado, habría algunos peronistas, por ejemplo, Miguel Ángel Pichetto, que podrían llegar a hacerlo en favor de Milei a cambio de algunas concesiones.
¿Es posible imponer un Estado ultraneoliberal en la Argentina? ¿Concretar las reformas de campaña? Es decir, ¿habría viabilidad, sostenibilidad en el tiempo y correlación de fuerzas favorables al oficialismo para algo de esa naturaleza?
En mi opinión, la única posibilidad de que se frene esta experiencia ultraneoliberal en la Argentina es con la gente en la calle. El 24 de enero hay un importante Paro Nacional y se supone que va a haber muchísima gente en la calle, vamos a ver.
En el caso de que se concretaran estas reformas nos centrarían en un periodo enorme de inestabilidad y enfrentamientos, por eso pienso que este tipo de planes ultraneoliberales vienen acompañados de una gran violencia, de unas doctrinas de Estados de excepción o de represión, asociando la manifestación política y social con el terrorismo: se está preparando un terreno para que la represión contra la protesta sea, entre comillas, legal.
¿Cómo definiría el perfil político de Milei y cuánto ha cambiado entre el personaje-candidato y el que tiene el cargo de Presidente?
El perfil político de Javier Milei es difícil de definir, porque efectivamente ha cambiado entre el personaje de candidato y el de Presidente. Desde ya cambió las promesas. Y esto es muy curioso, porque acá en la Argentina se dice: “bueno, a diferencia de otros presidentes, como Carlos Menem, prometió lo que iba a hacer y lo está haciendo”. Y no es verdad, porque prometió que los cambios, por ejemplo, no los iban a pagar los pobres, la clase trabajadora, sino la “casta”, la élite política. Y eso no ha sucedido.
El personaje ha ido variando mucho, sobre todo porque la impresión es que ha cedido el manejo del gabinete a sectores vinculados con el PRO de Macri, donde están, como comentaba antes, Bullrich, lo mismo que el ministro de Economía, Luis Caputo, o el propio Héctor Cenega, que escribió la Ley Ómnibus. Todos ellos trabajaron anteriormente en el gobierno de Macri.
¿En qué posición se encuentran las Fuerzas Armadas luego del impasse que se produjo con el Ejecutivo por el pase a retiro de 23 generales? ¿Comparte la opinión de que los relevos tienen como prioridad alinearse con Estados Unidos?
En cuanto a lo de las Fuerzas Armadas, es uno de los temas más importantes y sensibles por la historia de la Argentina. Hasta ahora era una línea roja que, para el país, no debía atravesarse, es decir, que las Fuerzas Armadas se convirtieran en una fuerza que participara en tareas de seguridad interna, esto dado a nuestra historia durante la dictadura. Pero esa línea roja es la que está tratando de cruzarse, acción que a su vez es la característica del gobierno de Milei: atravesar y empujar todos los límites para ver hasta dónde se llega, pero todo junto y al mismo tiempo. Esto es lo que verdaderamente está perturbando tanto al país.
Hay una idea de modificar un decreto hecho por la exministra de Seguridad del gobierno de Néstor Kirchner, Nilda Garré, que establecía que los militares de ninguna manera podían intervenir en temas de seguridad interna y únicamente lo harían ante una amenaza de un Estado extranjero, cuestión que no ocurre ahora, pero que igual se quiere modificar. Si vemos lo que está sucediendo en otros países de la Región, notaremos que eso viene como un mandato del Pentágono.
¿Cuál es el peso geopolítico de la actual Argentina en la Región? ¿Cuánto pueden repercutir las políticas adoptadas por Milei en el vecindario? ¿Cree que puede inaugurar, en caso de tener éxito, un periodo conservador en el Cono Sur?
Sí, efectivamente, lo que está sucediendo en la Argentina tiene y va a tener un peso geopolítico en la región, así como lo tuvo la presidencia de Bolsonaro en Brasil. Creo que acá lo que está habiendo es incluso un ensayo, el que la Argentina se ha convertido en un laboratorio para medir cuánto se sostiene la democracia ante una embestida estilo “doctrina del shock” –como decía Noemi Klein–, y encuentra a toda la institucionalidad un poco sorprendida y paralizada, y cuánto se puede avanzar con estas propuestas fuera de la tradición política de nuestra región.
Creo que el éxito o el fracaso del gobierno de Milei será muy importante. El éxito porque, como cuando se usó a Chile como laboratorio del neoliberalismo en 1973, va a servir para aplicarse en otros países; y si fracasa también, porque van a estudiar en qué punto se fracasó para mejorar esa embestida. En mi opinión, está muy vinculado con el proceso de ocaso y decadencia de Estados Unidos, que necesita aferrarse a la región, controlar absolutamente todo el continente americano y, por esta razón, está sometiendo a los diferentes países del continente a este tipo de experiencia ultraneoliberal.
Durante la campaña electoral, y ya en calidad de primer mandatario, Milei ha sido explícito en su alianza plena con Estados Unidos e Israel. ¿Cuál es el papel que le ha asignado Washington a la Argentina?
La Argentina se está convirtiendo en un laboratorio, por ejemplo, al modificar extremadamente su política exterior, y no sólo porque era de neutralidad y de no injerencia –ésos son nuestros principios–, sino cuando se abandonan para alinearse con Ucrania y con Israel, lo cual es totalmente disparatado y opuesto a nuestra tradición. Además, está cambiando de alianzas, abiertamente cediendo su soberanía, por ejemplo, alineándose con Estados Unidos en favor de Taiwán y en contra de China. Éstas son todas conductas o decisiones totalmente ajenas a la historia nuestra; entonces vemos que la política exterior está modificándose profundamente.
En el caso de Milei hay que ver dos aspectos: la línea que tuvo y tiene el sector político vinculado con la oligarquía argentina, con las empresas multinacionales y con el partido que las representa –que es el de Macri–; pero, en el caso de Milei como tal, no creo que sea exactamente eso; o sea, se autodefine como un anarquista y, en ese sentido, su objetivo es destruir el Estado desde dentro, porque cree que no debe existir. Es decir, son dos sectores que tienen un propósito similar: uno, para alcanzar sus objetivos, como es el caso de Milei; el otro, cooptar al Estado privatizándolo para hacerlo lo más pequeño posible, en plan neoliberal.
¿Cuáles serán los efectos del no ingreso a los BRICS y el anunciado distanciamiento de socios comerciales como China? ¿Cómo se pasa a ubicar la Argentina en la geopolítica actual y cuánto debería incidir, para bien o para mal, en los procesos de integración regional?
El no ingreso a los BRICS es un enorme error y daño para el país, es no entender qué está pasando en el mundo o, quizás, entenderlo demasiado y justamente defender al imperio. Se está siendo funcional a Estados Unidos en este marco de ocaso o de pérdida de liderazgo de ese país.
En parte está bueno que no haya entrado a los BRICS, porque sería como una especie de Caballo de Troya. Lo mismo podría llegar a perjudicar alianzas como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) o la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Tal vez sea mejor que no esté en ellas, dada la ideología que tiene este Gobierno.
Finalmente, ¿cómo vislumbra la recomposición del tejido social de la Argentina al corto y mediano plazo? ¿Cuál es la fortaleza del campo popular para cuestionar y resistir a políticas que atentan contra la calidad de vida e intereses de las mayorías?
El 24 de enero va a ser un día crucial. Es muy difícil decirlo ahora, si bien hay cacerolazos y manifestaciones.
El campo de la cultura ha hecho importantísimas manifestaciones, pero todavía es complicado evaluar cuánto es esta indignación popular y cuánto de ésta puede torcer la decisión de los diputados que están en el Congreso. El temor está precisamente en que Milei busque clausurar el Congreso, lo cual sería tremendamente fatídico y ahí sí la reacción popular sería mucho más violenta. Pero todo eso está por verse, es difícil augurar algo ahora.
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El terror existencial de Emmanuel Macron y sus tóxicos cómplices narcisistas en la Unión Europea (UE) tendrá que esperar respuesta en otro artículo dedicado a ello porque éste se centrará en la economía europea.
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Escrito por Cris González / Correo del Alba y Rebelión
Directora de Correo del Alba