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Parecería, dada la cantidad de opiniones que sobre el conflicto ruso-ucraniano existen, que escribir sobre el tema es echar agua donde hay lodo. Sin embargo, después de revisar las últimas noticias y escuchar a sesudos analistas de medios internacionales, nacionales, deportivos, culturales, etc. Me parece necesario hacer algunas aclaraciones.
Si algo demuestran los primeros días del conflicto en Ucrania, es el triunfo contundente e implacable de la ideología capitalista en todas las naciones del mundo occidental, entre las que naturalmente se encuentra nuestro país. Uno de los objetivos de la política imperialista estadounidense, por ahora, no radica solo en detonar una conflagración mundial sino, antes que nada, permear en la conciencia de las masas del mundo entero, crear una perspectiva hostil hacia Rusia y China, y legitimar el terrible proceso que harán pasar a la humanidad para salvaguardar los intereses económicos de una diminuta parte de la población: los multimillonarios que están detrás del imperialismo estadounidense y mundial. No podemos simplemente obviar este primer momento del conflicto. Antes de que se desate una verdadera guerra y a lo largo de la historia, los invasores necesitarán una máscara de legitimidad, no importa que tan pequeña o patética sea, ya que tendrán que cubrir su perfidia con un manto de verdad. Fue en este sentido que Adolfo Hitler se erigió como adalid de la pureza racial antes de estallar la Segunda Guerra y Estados Unidos (EE. UU.) fue el defensor de la “libertad” y la “democracia” y no el destructor de una civilización en la guerra contra Irak, a cuyo pueblo exterminó para “su propio bien”.
El imperialismo está “preparando el terreno” ideológico en muchos pueblos del mundo antes de asestar el golpe decisivo. Es sorprendente que todos los canales de televisión, nacionales e internacionales, cuenten exactamente la misma versión. Las redes sociales están plagadas del mismo mensaje y, lo más llamativo es que, desde hoy, los medios de comunicación rusos que hacían una contraofensiva informativa, aunque a un nivel muy básico sean expulsados por las grandes corporaciones globales de Occidente. Hace unos días, Google anunció que los canales de información rusos RT y Sputnik serán bloqueados en Europa; y sus cuentas fueron previamente canceladas en la red social TikTok. Seguramente, en los próximos días los veamos desaparecer de las redes sociales. ¿A qué teme EE. UU. al suspender dos medios informativos? ¿No es precisamente la “libertad de expresión” la razón por la que han asesinado a miles de “fundamentalistas” en Oriente? Lo que el imperialismo occidental hace ahora no es defender la verdad o “su” verdad; sabe de antemano que es mentira, que toda la basura mediática fue previamente fabricada y que, naturalmente, para convencer al mundo de una flagrante mentira, es preciso que ni por asomo conozca la verdad de lo que ocurre hoy en el mundo.
Si las muestras de simpatía hacia Ucrania se han multiplicado en las redes sociales; si el entorno de hostilidad, odio y repudio hacia la nación rusa se sienten ahora en las distintas capas de la sociedad, hay que partir de que es un sentimiento artificial y creado en dos semanas con una astucia perversa que hace unas décadas la humanidad era incapaz de imaginar. El aparato ideológico ha adquirido tal poder que es capaces de crear odio, simpatía y hasta fanatismo como si se tratara de un compuesto químico. El laboratorio de “verdades” y “mentiras” se ha perfeccionado tanto que la credulidad es tan absoluta que ya no es necesario disfrazar la mentira.
Estamos apenas viendo el primer momento de un conflicto que vaticina grandes tragedias y transformaciones en el mundo entero. El enemigo no es el que nos pintan; todo lo contrario. Si la humanidad tiene esperanza, es precisamente porque tanto Rusia como Vladimir Putin habían evitado a toda costa caer en provocaciones de consecuencias catastróficas. EE. UU. necesita la guerra para salvar su imperio. Las razones no las trataremos acá, pero ésta es la única causa del conflicto. En este primer y descarado paso, el imperio estadounidense, respaldado por su fiel sirviente británico, busca poner a la humanidad a su favor, inocular mentiras con apariencia de verdad a través de un aparato mediático e ideológico que les ha llevado años construir, pero que se observa maquiavélicamente eficaz.
Nuestra tarea ahora se concentra en defender la verdad, incluso si nuestros medios son pocos y de corto alcance. Debemos combatir la fuerza destructiva del imperialismo abriendo los ojos de quienes le aplauden. Partamos de que todo, ¡todo!, lo que vemos en televisión sobre lo que sucede en Ucrania es falso o, en todo caso, verdad a medias. No creamos todo lo que vemos; la verdad está mucho más allá de un noticiero o un mensaje en redes. Facebook, Twitter, Google, Instagram, etc., fueron creados con el mismo objetivo de la televisión; y por los mismos que hoy pretenden fabricarnos un enemigo. Difundamos, compartamos y reproduzcamos todos los elementos que nos permitan hacer llegar a los demás, la “verdadera verdad” de lo que sucede en el mundo.
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Escrito por Abentofail Pérez Orona
Licenciado en Historia y maestro en Filosofía por la UNAM. Doctorando en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).