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México es el segundo lugar en pobreza alimentaria de América Latina, con 4.7 millones de personas que ya sufren hambre y, a pesar de que ocupa la posición 13 como productor mundial de alimentos, el futuro que le espera a muchos mexicanos es la hambruna.
Para los grandes y medianos empresarios agrícolas, la tierra y los labriegos solo son un negocio con el que producen frutos, vegetales y cereales, por los que obtienen millones de pesos en ganancias; pero para los campesinos tradicionales, el campo es una fuente de vida a la que se debe cuidar, nutrir y tener paciencia, porque de ella dependen su cultura, sobrevivencia y sus creencias ancestrales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reporta en el informe México rural del Siglo XXI, que existen 3.9 millones de trabajadores agropecuarios, de los cuales 2.5 millones son jornaleros que producen el 40 por ciento de los alimentos a lo largo del territorio nacional.
El documento destaca, además, que el 90 por ciento de los jornaleros mexicanos carecen de prestaciones de ley y trabajan en condiciones precarias, pues son pequeños y medianos productores de edad avanzada, con baja escolaridad. “Presentan poca productividad por su bajo acceso a servicios financieros, asistencia técnica, TIC e innovaciones tecnológicas”.
El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) comparó el primer semestre de 2019 con el mismo periodo de 2018 y registró que hubo un aumento del 3.5 por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) “siendo el único sector (primario) el que, en términos anuales, registró un crecimiento… Las actividades del sector fueron por un valor de 859 mil 118 millones de pesos (mdp), monto que representa el 3.7 por ciento del PIB total; al interior la agricultura registró 555 mil 717 mdp, o sea el 64.6 por ciento”.
A pesar de estas cifras, en el sector primario de la economía nacional hay múltiples factores que no son favorables para su preservación y desarrollo futuro, entre los que destacan el cambio climático, el acaparamiento de la tierra; la intermediación comercial y la falta de herramientas y tecnología agropecuaria.
Para resistir los embates económicos, organizaciones sociales como el Movimiento el Campo es de Todos, ha demandado al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la instrumentación de programas emergentes para la protección a la pequeña y mediana producción agrícola, principalmente la de los granos básicos, ya que se prevé una disminución en su productividad. Por ejemplo, se estima que el maíz reducirá su volumen de producción en tres por ciento; el trigo en nueve por ciento y el frijol hasta en 22 por ciento.
Aseguran que la depreciación del peso encarecerá el costo de los insumos, como el fertilizante o la renta de maquinarias: “importamos la mayoría de los fertilizantes y es mayor el número de agricultores que requieren este tipo de insumos que no están dentro del programa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). Estimamos que el área sembrada y cosechada de maíz sea de 6.6 millones de hectáreas y se obtenga un volumen de producción de 26.4 millones de toneladas, representa una baja de 0.5 por ciento con respecto al año 2019. Además, de una reducción del volumen de producción del tres por ciento, debido a menores rendimientos propiciados por siembras fuera de tiempo en el ciclo otoño/invierno”. Ante este panorama, se teme a que el precio de la tortilla pase de 14 a 18 o 20 pesos.
En representación del Movimiento el Campo es de Todos, Isidro Pedraza Chávez advirtió que, a pesar de que este sector resulta estratégico, ha sido poco valorado por todos los gobiernos, incluido el actual. Deben aplicarse, por tanto, nuevas políticas públicas apegadas a la realidad de la agricultura nacional.
Por su parte, Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), advierte que si el país no muestra una mejoría en un plazo de cinco o seis meses, estará en riesgo el crecimiento económico del cuatro por ciento proyectado para el sexenio.
Luego del recorte presupuestal del 27 por ciento para el campo, “es el momento para que el Gobierno Federal retome el rumbo, los recursos no se están distribuyendo de manera eficiente a los pequeños agricultores; además, el sector agrícola comercial quedó desprotegido y compite en desventaja ante nuestros principales socios comerciales. Además, los cambios de legislación están retrasando los procesos; este año creceremos al dos por ciento, si bien nos va”, comentó.
Hambre en el Estado de México
En entrevista con buzos, el director general de Desarrollo Rural del gobierno del Estado de México (Edomex) afirmó que los resultados en la agricultura local son satisfactorios, ya que se encuentran entre los primeros 10 lugares del país en la elaboración y comercialización de productos.
Explicó que el Edomex ocupa el primer lugar en producción de flores, el cuarto sitio en maíz; que tiene muy buenos resultados en acuacultura y presumió que se hacen los trámites para obtener las certificaciones necesarias para exportar productos como el aguacate y el agave a Estados Unidos (EE. UU.) y Europa.
Aseveró que la diversidad orográfica del estado permite el cultivo de múltiples productos agropecuarios con alta demanda en el mercado. En la zona oriente se produce flor de manzanilla; en otras regiones se cultiva tuna, nopal, entre otros frutos.
“En todas las áreas estamos trabajando para que el campo mexiquense sea competitivo, preparamos a los campesinos con capacitaciones y paquetes tecnológicos para que aumenten su producción, mejoren sus ventas y registren sus marcas; por ejemplo, una hectárea que en promedio da entre dos o tres toneladas de maíz, hemos conseguido que den hasta 14 toneladas”, destacó el funcionario.
Con respecto a la inversión pública en el campo, advirtió que el Edomex destina dos mil 400 millones de pesos (mdp) en materiales y capacitación para los labriegos, que deben cumplir con reglas de operación para acceder a estos programas. Al preguntarle sobre la falta de apoyo para 80 mil agricultores que demandan un subsidio del 50 por ciento en la compra de fertilizante, el funcionario estatal insistió en que deben acercarse a las 11 delegaciones regionales y cumplir con las reglas de operación.
Y es que, contrario al panorama alentador de las autoridades mexiquenses, los pequeños campesinos y más de 300 mil personas dependientes de la producción agropecuaria en la entidad, están en riesgo de sufrir hambruna. Se trata de los labriegos de Sultepec, Luvianos, Tlatlaya, Tejupilco, Temascalcingo y Ecatzingo, entre otros, quienes demandan el fertilizante para nutrir sus tierras e incrementar su producción.
En un recorrido por los municipios de Joquicingo, Malinalco y San Simón, la adquisición de fertilizante a un menor costo es la demanda recurrente entre los campesinos, que están preocupados por la falta de apoyo proveniente del gobierno estatal y Federal.
Con el rostro cansado, cabizbajo, con manos y pies agrietados por la tierra, ojos cristalinos, Ricarda Pérez y José Natividad, de 61 y 86 años, respectivamente, son pequeños propietarios que han dedicado toda su vida a la siembra.
Don José aún cultiva un poco de maíz para autoconsumo, lo hace en tierras ajenas, ya que su hijo le quitó el humilde hogar que con tanto esfuerzo construyó. Entre los intensos rayos de sol, las herramientas de labranza y los surcos en la tierra; pasa los días esperando el apoyo del gobierno estatal para comprar fertilizante y que su cosecha sea mayor a dos toneladas.
Entre lágrimas, reconoce que ha sido el Movimiento Antorchista (MAN) el único que le ha ayudado a sobrevivir con apoyos, como láminas e insumos agrícolas.
Doña Ricarda enviudó a los 25 años. Para sacar a sus tres hijas adelante, comenzó a trabajar un par de hectáreas; su jornada laboral se inicia a las seis de la mañana y todos los días camina cuatro horas. Al igual que miles de agricultores, depende de una buena cosecha para sobrevivir.
A estas voces se suma la de Simón Castañeda, de 62 años, quien se siente agradecido con la vida por darle una segunda oportunidad para labrar la tierra. Esto se produjo luego de haber superado un cáncer en el estómago que padeció por varios años. “Cada vez es más difícil, ya que las semillas y fertilizantes están más caros. Nuestra cosecha solo es para comer; aquí se cultiva mucho aguacate, pero una sola persona es la que se lleva las ganancias”.
Lorenzo Carrillo es otro campesino que demanda el apoyo para el campo: “Siempre hemos estado en el olvido; pero de 20 años para acá nuestra situación se ha empeorado; tenemos que pedir prestado a rédito para poder seguir sembrando. Necesitamos del fertilizante para cosechar de cuatro a cinco toneladas; si no solo tendremos dos o tres y no alcanzará para comer. La renta de un tractor está en 800 pesos y de mil 500 a mil 700 el arado por cada hectárea; luego no llueve o hace mucho aire o nos cae la helada y nos tira la cosecha. El campo está muriendo y necesitamos del apoyo de los gobiernos federal, estatal y municipal para sobrevivir”.
Don Lorenzo trabaja ocho horas diarias en el campo y le enseña a sus siete nietos a sembrar zanahoria, chícharo o maíz, según sus posibilidades.
En defensa de los campesinos, el noveno regidor de Joquicingo, Fernando España, denunció que en este municipio se ejerce un presupuesto aproximado de 100 millones de pesos; pero resulta alarmante que dicho dinero no esté a la vista, ya que el 80 por ciento de los pobladores son pequeños agricultores que necesitan gastar en fertilizantes entre 600 y 700 pesos y se ven imposibilitados para adquirirlos.
El hambre, la angustia y la falta de insumos agropecuarios obligaron a más de 25 mil personas a manifestarse en la ciudad de Toluca estos últimos días de marzo. Visiblemente molestos, los campesinos marcharon empuñando sus herramientas; algunos lo hicieron a pie y solos; otros arreando a sus mulas, montados a caballo o conduciendo sus pequeños tractores, logrando, con ello, que los citadinos voltearan a verlos, pero esto no resultó suficiente para que el gobierno estatal atendiera sus demandas.
Los campesinos de escasos recursos vestían prendas de manta, huaraches y sombreros; sus rostros y manos agrietadas son una prueba de su esfuerzo diario por sobrevivir labrando la tierra; son ellos quienes, al llegar al palacio de gobierno, se encontraron con un cerco policiaco que les impidió la entrada. Entre sus pancartas se leía: “El campo está muriendo”; “El espantapájaros cuida mejor del campo que Alfredo del Mazo”; “Edomex abandona el campo y los mexiquenses en riesgo de hambruna”.
Una comisión representativa, encabezada por el alcalde de Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román Bojórquez; la alcaldesa de Ixtapaluca, Maricela Serrano; el diputado local, Telésforo García Carreón y el legislador Brasil Acosta, exigieron la atención de las autoridades estatales, pero no fueron recibidos.
Sin embargo, aseguraron que regresarán a mediados de abril con un contingente mayor a 50 mil personas para que el gobierno estatal atienda y resuelva las demandas de los campesinos de San Felipe del Progreso, Villa Victoria, San José del Rincón, entre otras ciudades.
“Responsabilizamos al gobierno estatal de la hambruna que se desencadene; la gente está en riesgo de enfermar y morir; si el fertilizante se entrega entre abril o mayo, será demasiado tarde. Nos vamos orgullosos de nuestra lucha, nacimos para exigir los derechos del pueblo y tengan la seguridad de que regresaremos las veces que sean necesarias, con un mayor contingente para que le zumben los oídos a quien pidió el voto y ahora patea a quienes se lo dieron. Ya no vamos a demandar fertilizante, pediremos maíz y frijol para alimentar a los campesinos”, aseguraron los dirigentes.
La jefa de Gobierno de la CDMX Claudia Sheimbaum justificó que la contingencia ambiental que padece la capital se debe a fenómenos globales
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a partir de mañana, 17 de marzo, comenzará con la suspensión paulatina de clases en sus diferentes campus, con vistas a que el próximo fin de semana la suspensión sea total: UNAM
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Escrito por Carolina Ruvalcaba
Periodista con casi 20 años de experiencia en el medio.