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Emergencia ecológica en lagos de Michoacán
Los habitantes y las autoridades locales de los municipios ribereños de los lagos de Pátzcuaro, Cuitzeo y Zirahuén tienen más de dos décadas denunciando su imparable desecación.
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Los habitantes y las autoridades locales de los municipios ribereños de los lagos de Pátzcuaro, Cuitzeo y Zirahuén tienen más de dos décadas denunciando su imparable desecación, así como su contaminación con residuos sólidos y plagas de lirio acuático, sin que, a la fecha, los gobierno Federal y estatal logren frenar esta emergencia ecológica.

El lago de Pátzcuaro, el más emblemático del estado, se muere paulatinamente. Este manto acuífero pierde alrededor de un kilómetro cuadrado cada año. Su superficie es hoy de 120 kilómetros cuadrados y su cuenca abarca 930. Está rodeado de 26 pueblos indígenas y tiene siete islas: La Tecuenita, Yunuén, Tecuena, Pacanda, Jarácuaro, Urandén Morelos, Urandén Morales y Janitzio, famosa por su celebración del Día de Muertos.

El lago, rodeado por hermosos paisajes naturales y poblaciones con ricas tradiciones indígenas, tiene, como principal atractivo turístico, los paseos en lancha y como actividad primaria la pesca. En los últimos años ha sufrido un gran deterioro debido a la acumulación de basura, desagües sanitarios y residuos plásticos.

En noviembre de 2020, Víctor Manuel Báez Ceja, alcalde de este municipio, anunció la campaña “cero plásticos” para evitar el desperdicio de polímeros en el agua y promover su reciclamiento industrial. Pero de nada ha servido porque el problema continúa.

La corrupción y los falsos compromisos políticos relucen ahí porque nada se ha hecho para rescatar la fauna acuática y a los residentes de los pueblos colindantes del lago, quienes viven de éste, indicó Pavel Guzmán, coordinador del Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM).

“Cada tres o seis años, cuando se acercan elecciones, surgen por todos lados ‘ambientalistas’ que presentan propuestas para el rescate de este embalse emblemático del país, pero todo queda en buenos deseos o en proyectos y programas inconclusos. El desvío de recursos y el oportunismo político han adulterado los intentos de recuperación de la cuenca del lago de Pátzcuaro”, denunció el también representante de 60 autoridades comunales purépechas.

Ernesto Martínez Elorriaga, quien se apoya en diferentes estudios de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), sostiene que en los últimos 15 años se han destinado casi cinco mil millones de pesos (mdp) al rescate de la cuenca; pero la corrupción y la falta de coordinación entre los gobiernos Federal, estatal y municipales han frustrado los programas.

“De 1934 a la fecha se han realizado más de dos mil 300 estudios y proyectos de rescate del lago, sin resultados cualitativos; solo ha sido la bandera política de gobiernos federales, estatales y municipales. Pero lo más grave es que 79 por ciento de los habitantes de los municipios ribereños de Pátzcuaro, Erongarícuaro, Quiroga y Tzintzuntzan viven en pobreza y 40 por ciento en pobreza extrema, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de 2015”, explicó Guzmán para La Jornada.

Pero el de Pátzcuaro no es el único lago afectado, ni el más grave. El de Cuitzeo, en la región volcánica de la Meseta Tarasca, al norte de Michoacán, es el segundo lago más grande del país, después del de Chapala, Jalisco, pero actualmente está condenado a desaparecer debido a su gravísima desecación.

Lago

Cuitzeo sustenta a aproximadamente cuatro mil familias, cuyos integrantes se han visto en apuros durante los últimos años. Este 2021, el lado oriente se ha secado debido a la sobreexplotación, la sequía, la deforestación y el cambio climático. Hoy, esa área está convertida en un desierto y genera fuertes tolvaneras que ponen en riego a los habitantes y transeúntes de la carretera que lo cruza. Desde hace 25 años, su ribera poniente suele secarse completamente.

“Mis papás me traían de niño los domingos. Desde chamaco recuerdo que este restaurante daba al lago y a mí me gustaba acercarme a la orilla aquí en el tipo muelle, y ver a los pececitos y acercarme para verlos nadar y de repente saltaban uno que otro. Había muchos más pájaros en el lago; me gustaba atrapar ranas, muchas saltaban para este lado del restaurante, aunque bien listas, no se metían. A mí me encantaba pasar por la carretera y ver hacia los dos lados de la ventana ese lago tan grande. Ahora me da tristeza estar aquí trabajando, que lo único que queda de ese paisaje son las polvaredas que levanta el aire”, contó a buzos Carlos Tinoco, habitante del lugar y mesero de un restaurante ubicado a la orilla del lago.

Pobladores e investigadores que buscan evitar este deterioro, han advertido la indiferencia de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Los habitantes suponen que la desecación se debe a que las aguas del Cuitzeo se utilizan en riego de cultivos sobre el Valle Morelia-Queréndaro, principalmente en el municipio de Álvaro Obregón.

Con la desecación ha desaparecido en 80 por ciento la actividad pesquera. “Desaparecieron las cinco cooperativas porque este oficio dejó de ser rentable y también hay daños a la salud, por las tolvaneras que empezaron hace unos meses”, informó Alvarado Rangel, quien explicó que el viento “oscurece el día de tanta tierra”, lo que afecta a todos los poblados de la ribera, en especial a Capacho y Miguel Silva.

“De repente llega gente a comer o a almorzar al restaurante y hablan sobre el lago. Muchos cuentan a sus acompañantes cómo estaba antes el agua y les dicen que no estaba tan seco. Otros cuentan anécdotas, otros solo dicen: ‘ojalá que en tiempo de lluvias se vuelva a llenar’. He escuchado comentarios diciendo ‘uh, yo venía aquí por el lago y ahora es tierra’. Es triste que ya no sea como antes, que el lago se esté secando y no podamos contra esto”, lamentó a buzos Carlos Tinoco.

Para los especialistas, el deterioro ambiental se debe a la deforestación provocada por la tala inmoderada, las plagas, los incendios y al cambio de uso de suelo para sembrar aguacate y otras actividades agropecuarias. El director general del Organismo Operador de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento de Morelia (OOAPAS), Julio César Orantes Dávalos, explicó que la tala de árboles y cambio de uso de suelo causan mayor erosión, la que a su vez ocasiona que el lago tenga menor profundidad, sobre todo en la ribera poniente, que ya está completamente seca.

Montes erosionados al 85 por ciento

En las inmediaciones del lago de Pátzcuaro se han perdido más de 15 mil hectáreas de bosque durante los últimos 17 años, de acuerdo con autoridades ambientales de Michoacán. El 85 por ciento de los suelos está erosionado en alguna medida; la profundidad del agua se ha reducido más de 2.5 metros, y en algunas partes el lago no alcanza ni un metro de altura, de acuerdo con los doctores Juan Pablo Ramírez y Omar Domínguez, investigadores del Laboratorio de Biología Acuática de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

Sequia

“Es mucha la evidencia de la pérdida actual en la calidad del agua del lago, sugiriéndose algunas causales, dentro de las que destacan el aporte de sedimentos y materia orgánica acarreada desde la parte alta de la cuenca, fuertemente deforestada; aporte de materia orgánica causado por la descarga de aguas residuales sin tratar, desde hace más de 25 años; la introducción de plantas acuáticas que se han convertido en malezas desde los años 30; los continuos dragados que se implementan en el lago de manera regular y el inadecuado manejo de estas malezas desde hace más de 20 años”.

Por el mismo camino va el lago Zirahuén. A través de redes sociales, varios usuarios michoacanos alertaron, desde 2019, contra los altos niveles de contaminación de sus aguas. La página de Facebook Mi pueblito Zirahuén mostró varias fotografías donde se veía el agua de dicho lago de un color marrón y verdoso.

“Alrededor del lago hay más o menos 10 mil hectáreas sembradas de aguacate, a las que le aplican químicos y, en tiempo de lluvia, esos residuos bajan y contaminan las aguas del lago. Desde que están esos sembradíos, que no sé si sean clandestinos o legales, el lago se ha visto más contaminado”, advierte la publicación.

A pesar de que, como candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se comprometió en campaña a rescatar este lago, organizaciones sociales por el Proyecto Rescate del Lago han organizado varias reuniones en las comunidades ribereñas de Pátzcuaro –Quiroga, Tzintzuntzan, Erongarícuaro, Cucuchucho, San Pedro Pareo y Ajuno– para buscar propuestas y rescatar el lago antes de que sea demasiado tarde.

En 2019, el diputado local Omar Carreón encabezó reuniones de concientización, en varias comunidades, con el propósito de rescatar el lago, que resulta vital para la economía de las familias aledañas: “Nuestro objetivo sigue siendo el mismo, rescatar el lago de Pátzcuaro para lograr que se restaure la actividad económica de la zona, de la que dependen cientos de familias”, aseguró.

La seguridad alimentaria de la población ribereña está amenazada porque los peces nativos han disminuido y, aunque la pesquería sigue vigente, cada día el acceso a estos recursos es menor, incluso para el autoconsumo.

La mayoría de los pescadores en esta zona lo son por tradición familiar, y usaban redes que ahora están en desuso; antes se ubicaban en lugares poco profundos y realizaban sus labores de trabajo en pequeñas canoas acompañados por una o dos personas. El descenso en el nivel del agua ha modificado y exterminado esas técnicas tradicionales, como el lirio acuático, la pesca excesiva y la introducción de nuevas especies.

Lago

“Antes era más fácil, pero ahorita sí nos va yendo mal, primero porque ya no se pesca, ya cuesta más sacar peces; en segunda, no se vende. Antes venían más turistas, pero por el Covid-19 sí nos estamos viendo afectados. Normalmente yo pescaba y lo que sacaba lo vendíamos a restaurantes, fondas o hasta los charales con las mismas señoras que los vendían aquí preparados para la gente que viene; sin embargo, aunque sí hay gente (en Pátzcuaro) no se vende como antes y no se pesca como antes”, informó a buzos el señor Irepani, pescador de este lago desde hace más de 40 años.

La señora Juana –excomerciante de charales, mojarras y pescado blanco frito y ahora artesana de sombreros– afirmó que la difícil situación, por la que atraviesa la pesca, la obligó a vender y hacer sombreros de chuspata (un junco que abunda a las orillas del lago) para los pocos turistas que aún vienen a Pátzcuaro.

“Muchas mujeres que vendían pescado aquí en la ribera ya no lo hacen o se dedican a la agricultura o la artesanía porque los turistas, que no son muchos por el Covid-19, vienen y ven el lago sucio o con algas, y ya no compran pescado frito como antes o no se les antoja. Por eso ahora mejor vendo sombreros en la plaza grande y chica los fines de semana; y entre semana me voy al mercado. La situación no es fácil, pero seguimos de pie saliendo adelante de una forma o de otra”, agregó.

A la desecación del lago y la falta de respuesta de autoridades para la conservación del cuerpo lacustre se suman la pérdida de la pesquería, el turismo gastronómico, la hotelería y el comercio en general. Algunos pescadores tuvieron que trabajar en otros oficios en Morelia, incluso migrar a estados vecinos como Guanajuato en busca de nuevas oportunidades laborales.

Éstas son las secuelas de la desecación de los lagos de Michoacán. “Está seco totalmente, no tenemos ahorita agua, en muchas zonas ya se secó”, afirman los lugareños; muy pocos de ellos han recibido apoyos insuficientes; pero otros ni siquiera uno solo.

Lago


Escrito por Laura Osornio

colaboradora


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