Cargando, por favor espere...

El caracol y el sable, de Gastón García Cantú
Este ensayo es una breve pero atractiva reseña de las causas de la Revolución Mexicana de 1910: despojo de tierras a los pueblos indígenas, explotación laboral extrema...
Cargando...

Este ensayo del historiador y académico universitario (Puebla, 1917-2004) es una breve pero atractiva reseña de las causas de la Revolución Mexicana de 1910: despojo de tierras a los pueblos indígenas, explotación laboral extrema de campesinos y obreros y la negación de los derechos humanos y políticos más elementales (libre expresión, reunión y manifestación) durante los 33 años de la dictadura de Porfirio Díaz Mori. Además de invocar a Emiliano Zapata y Francisco Villa, los principales líderes sociales y militares de la Revolución Mexicana, en esta brillante sinopsis García Cantú resalta las acciones de sus más conspicuos precursores: los dirigentes de la resistencia yaqui José María Leyva, Cajeme y Juan Maldonado, Tetabiate, cuyos seguidores terminaron como esclavos en el Valle Nacional y las haciendas henequeneras de Yucatán; los ideólogos anarquistas Ricardo y Enrique Flores Magón; los periodistas liberales Juan Sarabia, Librado Ribera y Camilo Arriaga; y los fundadores del Partido Liberal Mexicano (PLM), Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez.

En la primera parte del ensayo, su autor dice que entre los años 1889 y 1891, cuando se realizaban los preparativos para la tercera reelección de Díaz, se registraron varias huelgas importantes, entre las que resaltó una organizada en la Escuela de Minería, ya que con ella empezó la agitación de “la plebe intelectual” –figura atribuida al ministro de Educación, Justo Sierra– que años más tarde habría de conquistar a la emergente burguesía porfiriana. En el paro, liderado por los hermanos Flores Magón, participaron 300 estudiantes que durante 14 días combatieron con la gendarmería y el ejército federal, y quienes fueron a parar al Valle Nacional y Yucatán. La segunda parte del ensayo culmina con un par de párrafos en los que en febrero de 1911 el dictador Díaz es descrito azorado, balbuciente y con la quijada completamente caída mientras Victoriano Huerta, su lugarteniente militar y mejor general, le informa que el ministro de Hacienda, José Ives Limantour, había entregado su gobierno a los revolucionarios.

“¡De modo que la fuerte mandíbula de don Porfirio, que parecía, como todo él, una parte de la geografía política del país, fue la causa, rota y doliente, del derrumbe de la dictadura! La conferencia evocada por Sentíes parece un grabado de Posadas. El viejo dictador, vendado, sordo, quejoso, no oye lo que se le dice; le gritan y no entiende. ¿Caballos? ¿Villa? ¿Zapata? ¿Panchito? Acaso ya se iba cayendo desde la piel el alma…al subir por la escalerilla del Ipiringa alguiencontenido por la escolta militar, lo vio llorar: ¡Lágrimas de cocodrilo!, le gritó. Gimió Porfirio Díaz. Su mandíbula estaba rota”… García Cantú escribió una docena de libros, la mayoría de investigación histórica, como fue el caso de El socialismo en el México del Siglo XIX (1970), Las invasiones norteamericanas de Estados Unidos en México (1971) y Utopías mexicanas (1978).


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista y escritor.


Notas relacionadas

En Xibalbá, como en el mundo material, también existían las jerarquías; así, cada uno de los miembros del consejo recibe un nombre que sintetiza su rol; algunos de estos nombres muestran con elocuencia las enfermedades y las principales causas de muerte e

La lectura atenta de estas páginas sugiere que el gran guerrillero Vicente Guerrero vio en Agustín de Iturbide y Arámburu un genuino sentimiento de nacionalismo mexicano.

Gourmont contrapone el instinto y la divinidad de Antifilos a la civilidad racional del hombre moderno para concederle la razón al primero.

En este poema el autor narra la historia de alguien que ha encarcelado en jaulas de oro a un par de ruiseñores; disfrutaba de su bello canto, pero sólo al amanecer. Furioso por no poder oír a las aves durante el día, ordenó a sus criados que los dejaran ciegos.

En Recife hubo un “criadero de negros” en el que incluso se vendían mulatos con ojos azules porque eran hijos de su propietario: un inglés de apellido Reeves a quien los lugareños conocían también con el apodo de El Patriarca.

Este ensayo del historiador e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reseña los pormenores de la guerra que durante casi un siglo sostuvieron los mexicas y sus aliados de Texcoco y Tlacopan contra el reino tepaneca de Azcapotzalco.

En sólo un par de párrafos, Del Campo reseña las importantes labores que entonces realizaban los evangelistas para las mayorías de la capital de la República que no sabían leer y escribir.

Su pluma no solamente da muestra de lo más elevado que puede alcanzar el ser humano en la transmisión de ideas por medio de la escritura.

Se le considera el iniciador del modernismo en su país y uno de los cuatro “delfines” de Rubén Darío.

Tuqan ha sido descrita como una de las tres grandes poetisas árabes de la poesía moderna junto a la iraquí Nazik Al-Malaika y la jordano-palestina Salma Jayyusi.

En una de las páginas de este libro, el autor afirma que la política partidista-electoral siempre le causó la “más profunda repugnancia porque en ella se camina en zigzag”.

El periodista Alejandro Envila Fisher nos lleva a conocer la verdadera historia de Huitzilan, contrario a lo que se ha querido hacer creer respecto a que fue Antorcha quien llevó la violencia al municipio, cuando en realidad fue gracias a Antorcha que ésta pudo eliminarse.

Decir “poetisas mexicanas” y pensar en la genial Sor Juana es automático. Y no importa si somos conscientes de que antes de ella, una multitud de brillantes espíritus femeninos hubieron de condenarse al silencio para salvar la vida.

En abstracto, entender nuestro presente es saber en qué momento histórico estamos situados, saber lo que nos determina y cuáles son las condiciones que hacen que los fenómenos se comporten de cierta manera y no de otra.

El pueblo mexicano continúa con una fe ciega esperando que su suerte cambie.