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Despicadoras de Camarón: un trabajo insignificante para el Gobierno Federal
A la captura del camarón se dedican 4,000 pescadores, a quienes se le suman 1,500 mujeres. Sin embargo, sus condiciones muy precarias, entre otras, porque les pagan muy poco y carecen de servicio médico.
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Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que en 2020, el estado de Tamaulipas ocupó el quinto lugar nacional en exportaciones —solo después de Chihuahua, Coahuila, Baja California Norte y Nuevo León— con ventas externas valuadas en 26 millones 584 mil dólares (mdd).

La esquería es una de las actividades productivas con mayores aportaciones a la capacidad exportadora de Tamaulipas, ya que la entidad cuenta con su extensa línea costera en la noroeste del Golfo de México, que incluye varias lagunas, donde se capturan especies marinas como carpa, jaiba, lisa, mojarra, ostión, cazón y camarón. Esta última –llamado popularmente “oro rosa”– es la que más divisas aporta, debido a su alta demanda tanto en el país vecino como en el interior de la República.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) del Gobierno Federal, en el país se capturan 42 especies de camarón, cuyo peso en vivo alcanzó 55 mil 212 toneladas en 2020, con un valor aproximado de mil 787 millones de pesos (mdp). En el primer trimestre de 2021, Tamaulipas aportó el 2.17 por ciento al Producto Interno Bruto (PIB), cifra equivalente a 709 mil 991 mdp y se ubicó en el número 16 de las economías estatales de México.

El Diario Oficial de la Federación (DOF) informó que la captura de camarón en el país se realiza desde el área ribereña de Matamoros, en la frontera con Estados Unidos (EE. UU.), hasta la desembocadura del río Coatzacoalcos, Veracruz; y que dicha actividad se inició el pasado 15 de septiembre a las 18:00 horas después de que concluyó la veda que se impone cada año para que la especie se reproduzca y alcance el tamaño deseable para su exportación.

A la captura del camarón se dedican cuatro mil pescadores de la región sur de Tamaulipas, quienes se adentran en el mar para realizar esta actividad. A estos trabajadores se suman dos mil 500 mujeres –la mayoría madres solteras con uno o dos hijos– quienes se dedican al despique del camarón, es decir, a limpiarlo y prepararlo para su empaque y venta.

Las condiciones laborales de estas trabajadoras son muy precarias, pues les pagan muy poco, emplean mucho tiempo en ellas y carecen de servicio médico y prestaciones. Ninguno de los tres niveles de gobierno se ocupa de ellas en las temporadas de pesca, ni les importa de qué vivan el resto del año. Estas mexicanas prácticamente no existen para ninguno de los funcionarios públicos.

Los sectores productivos estratégicos de Tamaulipas son la industria petroquímica, la automotriz, electrodoméstica, maquinaria agrícola, servicios de investigación, turismo, agroindustria, equipos médicos, tecnologías de información, energías renovables, logística y equipo aeroespacial, además del sector primario: agricultura, pesquería, silvicultura y minería.

La explotación de camarón es también de gran potencial. Este año se capturaron cuatro mil 294 toneladas del crustáceo, que contribuyeron a un crecimiento exponencial con respecto al de 2019-2020, cuando en todo el país solo se capturaron seis mil 622 toneladas, según la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER); ya que en 2021 se acumularon 33 mil 582 toneladas en el rubro nacional.

Los pescadores de la entidad noreste de México contribuyeron con el 12 por ciento del total generado en el país, con lo que ocupan el cuarto lugar, solo por debajo de Sinaloa, donde se cosecharon nueve mil 655 toneladas; Sonora, con siete mil 430; y Nayarit, con cuatro mil 951 toneladas. En el municipio de Tampico se integró la flota tamaulipeca más grande, con 250 embarcaciones. Según la Comisión Federal Regulatoria (CFR), esta entidad ocupa el primer lugar en el área del Golfo de México.

 

El desempleo golpea a las mujeres

El informe del Inegi señala que en Tamaulipas hay un millón 791 mil 595 mujeres que representan cerca de la mitad de la población del Estado; y su participación laboral extradoméstica es muy relevante respecto a la de los hombres. Por ello fue uno de los sectores sociales más afectados por la pandemia de Covid-19 durante 2020, ya que más de un millón de mujeres abandonaron o perdieron sus trabajos en el territorio nacional, lo que significó una disminución del 5.2 por ciento.

Al cierre de 2020, en Tamaulipas perdieron su empleo 52 mil 920 personas: 25 mil en Tampico y nueve mil 851 en Reynosa, los municipios más afectados. En el primer trimestre de 2021 había 20 mil 640 mujeres que perdieron su empleo. Entre ellas están incluidas las trabajadoras que se dedican al despique de camarón en la zona sur del estado.

Muchas de ellas buscaron refugio en la economía informal: vendiendo dulces, bollos, pasteles, aguas de sabor y comida. La mayoría buscó la protección del Gobierno Federal mediante su inclusión en los programas sociales para solventar los gastos de alimentación y servicios básicos de sus familias, ya que el camarón estaba en veda y todos los negocios se hallaban cerrados.

Además, la pesca de camarón ha sufrido una sensible disminución en los apoyos del presupuesto federal desde 2018 a este año. El gasto de Conapesca en 2018, destinado a través del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), fue de 811.3 mdp, todavía en la administración de Enrique Peña Nieto; en 2019, con Andrés Manuel López Obrador, fue de 716.2 mdp y en 2020 se le aprobaron 655.1 mdp, es decir 156.2 mdp menos, cifra equivalente al 19.2 por ciento con respecto a 2018.

Estas reducciones se resintieron principalmente en la disminución de vales de diésel para las embarcaciones; pero también en los trabajadores directos o indirectos del sector laboral pesquero.

El programa BienPesca es el encargado de otorgar apoyos económicos a las trabajadoras dedicadas a la pesca, con un monto de siete mil 200 pesos, en una sola exhibición, para aliviar el desempleo que afecta a los trabajadores de ambos sexos en el gremio durante la veda. Para ser beneficiario de este programa, los llamados Servidores de la Nación hicieron encuestas a un costado de los locales de las despicadoras.

Sin embargo, de acuerdo con las trabajadoras, la encuesta fue aplicada sin orden ni control; y muchos de los apoyos económicos fueron entregados a más de un integrante por familia y sin importar que los beneficiarios formaran parte del gremio. Muchas de las despicadoras quedaron fuera del beneficio.

Pero estas trabajadoras no solo enfrentan la falta de apoyo federal, sino que además no tienen contratos laborales y trabajan sin un seguro médico que las proteja contra accidentes o enfermedades causadas por su actividad; no cuentan con salarios bien pagados, ni pueden recibir prestaciones que por ley les corresponde (bonos, aguinaldos, etc.) y mucho menos pueden acumular antigüedad que con el tiempo les permita disponer de una pensión para su vida adulta.

Las despicadoras no están sujetas, asimismo, a un horario establecido, y sus actividades dependen del monto de la pesquería, de su habilidad manual para desprender la cabeza, las extremidades y el duro caparazón del crustáceo, que implica entre ocho o nueve horas de arduo trabajo, o de su capacidad para soportar varias horas más, hasta agotar la carga.

Finalmente, deben estar dispuestas a trabajar todos los días –lo que implica no descansar ni un día de la semana–, aceptar los horarios, las cantidades de camarón que se les entregan y el monto de pago por kilogramo limpiado o despicado.

 

El despique, único sustento familiar

Los pagos que reciben las mujeres en esta labor varían con el peso del producto, pero se mantienen entre ocho y diez pesos por kilogramo, dependiendo del local donde se empleen. Para trabajar, deben presentar una tarjeta de salud con un costo de 300 pesos, que cubre la empleada; y para adquirirla se debe someter a exámenes de salud en servicios públicos o privados.

La limpieza del camarón es delicada para la salud de las trabajadoras, porque esta pequeña especie puede afectar sus manos y deben lavarse frecuentemente con agua caliente y agua fría, cuyo uso genera rigidez y dolores musculares con el tiempo, además de dolores de espalda. Aunque la edad no es un factor determinante o necesario para realizar tal actividad, a esta labor ingresan generalmente las mujeres, al igual que menores de edad y adultos mayores.

En la pesquería de camarón, quienes tienen posibilidad de obtener mejores salarios y labores más estables son los hombres, pues éstos se ocupan de la carga y descarga del producto, trabajo por el que cobran entre 200 o 250 pesos por día; mientras que, por despicar, las mujeres ganan 160 o 200 pesos diarios por limpiar entre 20 y 25 kilos.

Liliana Rivera Velazco obtiene de esta labor el único sustento para su familia. “Los mejores meses que nosotros podemos decir que nos queda dinero es en Semana Santa y el mes de diciembre, que es cuando hay mayor posibilidad de que aumenten las cargas de camarón. El trabajo es pesado, hay que soportar las horas de trabajo paradas o sentadas hasta completar la cantidad de kilos que nos permitan obtener el día pagado. Las horas varían y dependen de la habilidad que tenga cada persona”, revela a buzos; y destaca que varios años de ardua labor le han otorgado la experiencia y habilidad necesarias para despicar entre 30 y 31 kilos de camarón, con lo que obtiene mayores ingresos.

En el área conurbada de Tampico, las despicadoras ganan como máximo 10 pesos por kilo; mientras que en el municipio de Soto la Marina se pagan entre 20 y 25 pesos el kilo de camarón coctelero o pacotilla; en las comunidades pesqueras de Matamoros, entre 30 y 31 pesos, una diferencia de hasta 20 pesos que depende de la zona en que se realice la actividad.

La producción de camarón representa una importante fuente de ingresos para nuestro país; y una de sus principales labores en la preparación es realizada por mujeres. Sin embargo, no sucede lo mismo con los programas y apoyos económicos que entrega el gobierno de la “Cuarta Transformación” para mejorar sus condiciones laborales, a pesar de la importante derrama económica que este producto genera para el país.

Mientras esto no cambie, el gremio de las mujeres despicadoras y los pescadores en general continuará en la precariedad laboral extrema.


Escrito por Flor Martínez

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