Cargando, por favor espere...

Ahlam Bsharat
Es poetisa, narradora, novelista Y autora de libros para niños. Sus poemas reunidos en "El nombre del pájaro" abordan la vida del pueblo con crudeza y franqueza, sin la romantización habitual de este tema.
Cargando...

Nació en la aldea Tammun, provincia de Jenin, norte de Palestina, en 1975. Es poetisa, narradora, novelista, autora de libros para niños, y profesora de escritura creativa. Sus libros han tenido un gran éxito a nivel local e internacional. Han sido incluidos en las listas de La Organización Internacional para el Libro Juvenil, preseleccionados para el Premio al Libro Palestino (Reino Unido) y para el Premio Etisalat de Literatura para Niños (Emiratos Árabes Unidos). Ha dirigidos talleres de escritura creativa en el Festival de Literatura de Emiratos en Dubai y ha participado en numerosos foros de escritura creativa en Europa.

Dos de sus novelas, Mi nombre de guerra es Mariposa y Árboles para los ausentes, se han traducido al inglés y sus novelas juveniles árabes más celebradas son: María, la dama del astrolabio; Jengibre y Fábrica de recuerdos. Su última publicación, El nombre del pájaro, es un libro de poemas enraizado en sus orígenes campesinos; ella habla de la vida del pueblo con crudeza y franqueza en estos poemas, sin la romantización habitual de este tema. Su próximo libro a editarse, Gusto oral, cuenta sus recuerdos evocadores de la comida mientras crecía en los valles palestinos.

 

LA VACA OBEIDA

Teníamos una vaca llamada Obeida,

Era ojiabierta

salvo que toda la manada era ojiabierta.

 

Era manchada,

salvo que la mayoría de la manada era manchada.

 

Tenía una ubre llena de leche,

dos o tres baldes de leche,

salvo que toda la manada tenía ubres llenas de leche

y que mi madre llenaba dos o tres baldes. 

 

Tenía mucosidad en la trompa la mayoría del tiempo,

eso la hizo un poco repugnante,

éste fue el caso del resto de nuestra manada,

con sus trompas repletas de mucosidad repugnante.

 

Y cuando Obeida estaba en duelo, 

tenía lágrimas en los ojos como si fuese humana.

Cuando le quitábamos sus terneros,

como hacíamos con el resto de la manada,

todas se entristecían

como si fueran humanas.

 

Obeida se ponía nostálgica, entonces mugía fuerte en ese

[caso,

mugía tan fuerte que rompía nuestros corazones;

nosotros los niños nos escondíamos bajo las sábanas,

como escondiéndonos de un monstruo,

antes de que amaneciera para poder anunciarnos más tarde,

orinando en la maleza uno a uno detrás de la casa

como si anotáramos nuestra entrada a la vida espontáneamente. 

 

Y el sol recita su hechizo sobre nuestras cabezas,

entonces corremos hacia las llanuras.

 

Como si conociéramos nuestro camino de otra vida

y ahora lo repitiéramos sin error alguno.

Conocíamos incluso el lugar de las pequeñas piedras.

 

Incluso a las serpientes amarillas,

no perdíamos el tiempo que pasaba. 

 

En cada boca había pan

y en cada mano un palo delgado cortado

                           [de un árbol de amapola

que llamábamos por toda la infancia:

el naranjo amargo. 

 

Corremos y guiamos la manada con nuestros palos;

frente a nosotros el rebaño entero de vacas,

Obeida en primera fila,

y el perro que se llamaba

Camello.

 

CÓMO MATO A LOS SOLDADOS

Soldados coloniales,

¿qué le han estado haciendo

a mi poesía todos estos años

cuando fácilmente pude haberles dado muerte

en mis poemas

así como ustedes han matado a mi familia

fuera de la poesía?

 

La poesía ha sido mi oportunidad

para ajustar cuentas con los asesinos,

pero los dejo envejecer afuera,

pues quiero que conozcan el detrimento

de sus vidas, que se arruguen sus rostros,

que se adelgacen sus sonrisas,

y que se herrumbren sus armas.

 

Así que si ustedes, lectores, ven a un soldado

paseándose por mi poema,

tengan confianza en que lo he abandonado a su destino

así como se abandona un criminal 

por los años que le queden,

aquellos que se encargarán de ejecutarlo.

 

Y sus oídos serán los que se encarguen de ejecutarlo

mientras me escucha recitar mi poema

para las dolientes familias,

y no podrá escabullirse

de mi libro o del sitio de la lectura

mientras la gente sentada lo mira fijamente.

 

No serás consolado,

soldado, no, nunca,

ni siquiera cuando salgas

de mi lectura de poesía

encogido de hombros

y con los bolsillos cargados de balas muertas.

 

Incluso si tu mano,

trémula como se encuentra

por tanta muerte,

se pone a jugar con las balas,

tú no

producirás nada

salvo un sonido muerto.

 

ME CONVERTÍ EN MÍ MISMA

Un día fui un bulto de papas

En otro fui una piedra

en otro fui un arado

en otro fui una abeja

en otro fui un graznido

en otro fui un pájaro

en otro fui una cucaracha nocturna

en otro fui un grano de maíz

en otro fui un beso

en otro fui perro

en otro fui un hoyo en el suelo

en otro fui una jarra plástica

en otro fui un palo de madera

en otro fui una fruta magullada

en otro fui una codorniz

en otro fui un camello

en otro fui una sed de noche

en otro fui tristeza

en otro fui una verdura en rodajas

en otro fui una manta de lana

en otro fui un pescuezo de gallina

en otro fui el cuello de un pájaro.

 

Luego llegó un día

Y me convertí en mí misma.


Escrito por Redacción


Notas relacionadas

En una de sus últimas colecciones poéticas aborda su labor como escritora ante el lector; uno de tales poemas se refiere a la muy conocida frase de la cultura árabe que reza: “el sentido se halla en el ombligo del poeta”.

Madre, es el título de este hermoso poema que hoy compartimos con nuestros lectores, escrito por la poetisa y polígrafa española Carmen Conde.

En esta ocasión transcribimos fragmentos del Romance de Don Quijote de la Mancha (El último capítulo), obra del poeta yucateco José Peón Contreras (1843-1907).

Poeta turco nacido el 26 de agosto de 1914 en Estambul. Uno de los poetas más prolíficos de la Turquía republicana, con más de 60 colecciones de poemas publicados.

Revolucionaria ejemplar de la Guerra Civil, María Silva Cruz inspiró diversas obras, entre las que destaca el Romance de «La Libertaria», de la poetisa y periodista Lucía Sánchez Saornil.

La obra del veracruzano Manuel Maples Arce ha conservado, con la eficacia de una instantánea de mediados del Siglo XX, la vida del México posrevolucionario.

La literatura se convirtió para ella, a partir de entonces en un refugio ante las carencias de todo tipo y comenzó a crear sus primeros textos, que nunca vieron la luz.

Esta colección de ensayos políticos fue escrita para recoger, describir y evaluar lo que el propio autor llamó las “actas de los ideales colectivos” que el pueblo mexicano generó para sacudirse el colonialismo español.

Aparte de a la vida misma, el apego a los bienes de uso cotidiano es común a todos los hombres.

Moderna e inteligente es la lírica de la ecuatoriana Espinel Cedeño; sin estridencias, se rebela ante las trabas impuestas a la mujer para participar en la vida intelectual.

En el Siglo XVIII, el poeta español Tomás de Iriarte (1750-1791) no se limitó a seguir la tradición clásica, circunscrita a reescribir a Esopo y Fedro.

Su poesía, en contraste con el realismo y el modernismo de 1950, expresa la belleza eterna y delicada de la naturaleza y la dignidad escondida en la vida corriente de la gente humilde por medio de la lírica tradicional coreana.

Actualmente trabaja en la creación de una revista semestral dedicada exclusivamente a la poesía que reúne poetas libaneses.

Roberto Santoro era un poeta emanado del pueblo.

La nueva realidad estaba lista para la fotografía y también los ojos del poeta.

Edición impresa

Editorial

¿Qué significa la liberación de Julian Assange?


Hay que descartar la posibilidad de que el imperialismo en general, y sobre todo el norteamericano y su gobierno feroz y vengativo, caminen hacia la democracia y la justicia.

Síguenos en Facebook


Poesía

Sociedad anónima

Sociedad Anónima 1141