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Tala clandestina en los bosques del iztaccíhuatl y Popocatépetl
Contrario a lo dicho por el Gobierno estatal sobre supuestos beneficios del programa Reforestando Edomex, vecinos denuncian la tala ilegal de bosques que, hasta 2020, se perdieron 800 hectáreas frondosas.
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El gobierno estatal mexiquense asegura que con su programa Reforestando Edomex ha logrado recuperar la mayor superficie boscosa desde 2022 en los municipios de Aculco, Ixtapaluca, Ocuilan, Sultepec, Tejupilco, Temascaltepec, Tepetlaoxtoc, Texcoco, Villa de Allende y Villa Victoria.

Sin embargo, en Ixtapaluca hay testimonios que denuncian no sólo el incremento de la tala clandestina, sino incluso el descarado exceso de los últimos años, como lo afirma Silverio Lazcano, joven campesino que todos los días junta varas para hacer escobas en las colinas orientales del Monte Tláloc, cercano al volcán Iztaccíhuatl y donde ve cómo a todas horas transitan vehículos con madera cortada ilegalmente.

Una denuncia similar hace don Alfredo Costa, vecino de Atlautla de Victoria, región del Popocatépetl; desde sus cultivos de lavanda, ruda y toronjil, observa cómo cotidianamente, las laderas occidentales de Don Goyo se quedan sin árboles porque en esa área “las camionetas pick up de tres y media toneladas de los taladores pasan con madera sin ningún control y sin que alguna autoridad tome cartas en el asunto”.

Los bosques ocupan seis mil 223 kilómetros cuadrados (km2) de 22 mil 499 km2 del territorio mexiquense; la mayoría los integran coníferas (pinos y cedros) y encinos, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) del 19 de marzo de 2019. 

 

 

Pero al término de la segunda década del presente siglo, según José Iván Zúñiga, del Instituto de Recursos Mundiales (IRM), capítulo México, cuya información procede de la Global Forest Watch (GFW) –organización especializada en la Detección de la Deforestación con Radar (RADD)– en 2020 se habían perdido ocho km2 de bosques en el Edomex, es decir, 800 hectáreas frondosas.

Según la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la deforestación se debió a que 74 por ciento de las áreas de bosque se utilizaron para pastizales; 21 por ciento para uso agrícola; 21 por ciento para asentamientos humanos; dos por ciento se destinó a otras prácticas y uno por ciento a humedales. 

A estas causas reconocidas oficialmente se suman la deforestación por tala legal e ilegal de los bosques; incendios y cambios de uso de suelo sin autorización, un fenómeno muy recurrente en los núcleos ejidales y comunales.

Esta información oficial resulta incongruente porque, como toda la difundida durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO); mientras que al final de 2021, la Conafor declaró que la comercialización de los productos de madera aumentó 9.5 por ciento con respecto a 2018, la deforestación se redujo en 25.94 por ciento. ¿Entonces de dónde salió la madera que se comercializó en ese periodo?

En su portal de Internet, la Conafor publicó: “La producción del sector forestal de México se realiza a través del manejo y aprovechamiento sustentable de los ecosistemas forestales”. Es probable que ello ocurra en otras áreas boscosas de la República, porque éste no es el caso en las de la Sierra Nevada del Valle de México.

 

Sin vigilancia en los bosques

En el estudio Estimación de las Pérdidas Económicas por la Tala Ilegal en México, del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en 2020, ya durante el gobierno de AMLO, el país perdió 127 mil 770 hectáreas de bosque, es decir, hubo una deforestación superior a la del periodo 2010-2015, que fue de 91 mil 600 hectáreas; en un año se perdió 140 por ciento más de bosques que en cinco años de los dos gobiernos anteriores, y un alza equivalente al ocho por ciento.

Entre 2018 y 2020, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) recibió mil 179 denuncias por tala ilegal; pero en su página oficial no se detallan los lugares donde ésta se realizó, y únicamente se cuentan las historias de éxito que, naturalmente, los campesinos no reconocen.

Para la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) hay dos categorías de tala ilegal; la hormiga, realizada por individuos o familias para autoconsumo o uso artesanal; y la ejecutada por grupos organizados que utilizan motosierras, otras herramientas, camiones y radios de comunicación. En la región de Los Volcanes se practica esta última.

A pesar de su tipificación como delito en el Código Penal del Edomex, las sanciones penales por la tala ilegal van de los 12 a los 20 años de cárcel, en los bosques de Amecameca, Atlautla, Ozumba y del Parque Nacional Ixta-Popo, que resulta una práctica común y cotidiana; pero los funcionarios de la Protectora de Bosques del Estado de México (Probosque) no hacen nada para frenarla.

En la carretera federal México-Puebla, la tala ilegal de bosques se ejecuta a la vista de los policías de todos los niveles; pero éstos fingen no ver ni escuchar porque las denuncias, además de implicar una larga y sinuosa tramitología, ponen en peligro la integridad física tanto de los denunciantes y sus familias como de los “vigilantes del orden ciudadano”. 

A partir de Llano Grande, pequeña comunidad asentada entre la carretera federal y la autopista México-Puebla, hasta la región de Río Frío, se advierte el tránsito de las camionetas de tres y media toneladas que cargan la madera cortada ilegalmente en las faldas del Monte Tláloc.

A los costados de la vía federal hay cunetas con profundidad de un metro a metro y medio, que impedirían el paso de estos vehículos; pero eso no les impide circular por la zona porque, a cierta distancia de ellas, hay brechas de cortafuegos que, en menos de cinco minutos, pueden rellenarse con arena para que las camionetas de los talamontes transiten sin dificultad, según el testimonio de Rigoberto, quien trabaja en una procesadora de plástico en Río Frío, comunidad originaria.

 

 

“Antes rara vez subían, pero desde hace año y medio empezaron a subir como Pedro por su casa”, añadió, además de precisar que algunos vehículos sacan en trozo los árboles cortados y que esa madera se destina a pequeños productos de carpintería, artesanales o para leña y carbón.

En otros casos, los troncos son llevados por los vehículos de un personaje local que la gente conoce con el apodo de El Tiliche, quien presume tener relaciones estrechas con las autoridades de Ixtapaluca, municipio donde gobierna el morenista Felipe Arvizu de la Luz, razón por la que no tiene problemas para sacar la madera de Río Frío.

Una vez en la vía federal, se dirigen a una carretera vecinal conocida como “Camino a El Pino” y otros se orientan hacia el vecino municipio poblano de Tlahuapan donde, después de cruzar Santa Rita, llegan a Apapaxco, donde los espera un aserradero que cuenta con documentación “legal” y donde la tala ilegal es “lavada” y se vuele legal.

Esta ruta es conocida por los vecinos de Río Frío con el nombre del escritor Manuel Payno, autor de la famosa novela del Siglo XIX Los bandidos de Río Frío, de quien también lleva sus apelativos una escuela de nivel básico.

Como en los tiempos del expresidente Antonio López de Santa Anna, saber lo que hoy ocurre en Río Frío es sencillo, pero no debe decirse, ni contarlo, mucho menos denunciarlo porque si no puede sucederle a uno lo mismo que al actual Presidente del Comisariado de Bienes Ejidales quien, al inicio de su administración, asumió la defensa de los bosques de la comunidad y en una ocasión fue baleado mientras viajaba en su camioneta, atentado del que por fortuna salió ileso.

Actualmente, gran parte de las tierras del Monte Tláloc son “escombro” o deforestadas; y las que aún tienen bosque son objeto de la explotación de los talamontes. Hace poco menos de un año, en la colonia Manuel Ávila Camacho, fueron asesinados cinco miembros de una misma familia a causa de la disputa sobre unos terrenos de más de 80 hectáreas que, al parecer, nadie reclama.

Esta historia viene al caso porque los difuntos mantenían una relación cercana tanto con El Tiliche de Río Frío como con el alcalde de Ixtapaluca, Arvizu de la Luz, a quienes se atribuye la deforestación de las montañas de esta región oriental del Edomex, especialmente el Monte Tláloc, que con sus tupidos bosques era y es aún el principal proveedor de agua de los mantos freáticos del Valle de México.

Hoy, la cara occidental de este cerro de nombre prehispánico y sagrado parece un desierto; no sólo por la inmoderada tala ilegal de sus bosques, sino también por la explotación brutal de las minas de arena y grava y, aún peor, porque algunas de sus tierras se utilizan como tiraderos de basura común o lixiviados, que pueden contaminar el agua del subsuelo.

 

“No descansan ni en fin de semana”

En el otro extremo de la Sierra Nevada se halla Atlautla de Victoria, municipio con 28 mil habitantes en cuya área geográfica se ubica una buena parte del volcán Popocatépetl, al que los lugareños llaman también Don Goyo; entre los pobladores hay mucha preocupación por la tala de los bosques circundantes.

Un amable vecino, Lorenzo Pérez, aceptó ser nuestro guía para llegar al paraje llamado “La Joya Redonda”, santuario de la mariposa monarca. Tal vez debido a la escasa difusión que ha recibido, el sitio conserva casi intacta su belleza natural. El viaje en vehículo toma poco más de una hora debido, en gran parte, a que la brecha resulta bastante accidentada y al intenso tráfico de camionetas y camiones de los talamontes que “ni en fin de semana descansan”.

Campesinos como don Alfredo –nuestro guía–, Lorenzo y Romualdo –otro vecino que facilitó un vehículo para llegar a tan hermoso lugar– están muy preocupados porque el tránsito de “sube y baja” no existe para ninguna autoridad de los tres niveles de gobierno, a pesar de que esa parte de Don Goyo se deteriora.

Cuando íbamos cuesta arriba, únicamente pudimos ver troncos cortados casi de raíz, puntas o ramas de árbol cortas y delgadas y tiraderos de costera a ambos lados de las faldas, convertidas en “cementerios de bosque”, es decir, de la cáscara o los desechos derivados de las tablas o tablones.

El Comisariado de Bienes Comunales administra la mayor parte del territorio de Atlautla, que sólo cuenta con dos pequeños núcleos ejidales: Tehuixtitlan y Popo Park, donde la situación es similar. Las tierras municipales donde el bosque ha crecido, son comunales.

Tanto los núcleos ejidales como los comunales mantienen una administración propia, ante lo que las autoridades municipales justifican su actitud de indiferencia, los cambios de uso de suelo y la regulación de las compraventas de terrenos, actividades que afectan a los núcleos agrarios.

 

 

Según don Roberto, otro de los peligros potenciales más graves son los incendios, ya que los montones de puntas (leña y hojas secas) son de fácil encendido gracias a la presencia continua del viento.

Las camionetas, los camiones, el sonido de las motosierras, las laderas desmontadas, los pequeños troncos desnudos que “parecen cadáveres” que “imploran al cielo”; y los grupos de cinco a diez talamontes contribuyen a crear el paisaje tenebroso de un genuino “cementerio de bosque”.

Ahí está el camino hacia los tres parajes donde se concentran los talamontes: La Joya, Xochiaquiya y Huexotitla. En éstos ahora sólo hay unos cuantos pinos y cedros que resisten el embate de los operadores con motosierras. 

Sólo un reducido grupo de personas cuidan esta zona, porque se concentran más en el santuario de la Joya Redonda, donde se aprecia el vuelo de la mariposa monarca, que mitiga su sed con el agua del deshielo; porque los manantiales son cada vez más escasos debido a la deforestación. 

En el entorno inmediato puede verse cómo se desgajan los cerros debido a las lluvias y por la falta de árboles que sostengan la tierra de los bosques. Es decir, los agentes antiecológicos son múltiples; pero los de mayor riesgo son los talamontes. Por ello, los defensores, a pesar de sus esfuerzos, se sienten impotentes.

En este recorrido, buzos pudo constatar cómo trabajan los dos grupos de talamontes. El que usa camiones Torton y se lleva los troncos cortados a 1.27 metros de largo, se aleja con destino incierto; pero siguiendo la ruta de El Tiliches; el otro, el de las camionetas, se comprueba que es el de la tala hormiga, que también transporta madera para leña, carbón o para pequeños trabajos de carpintería. 

Ambos actúan con la connivencia de Bienes Comunales y la actitud pasiva de las autoridades municipales. El grupo de jóvenes cuidadores, en su intento por pararlos, construye zanjas de hasta tres metros de profundidad y los mismos de ancho; pero nada los detiene: al amanecer, las zanjas ya están cubiertas de tierra o con un puente de madera.

“No los podemos enfrentar porque se juntan los dos grupos y suben de 80 a 100 gentes; y tenemos que aguantarnos la muina”, comentó uno de los guardabosques.

La mariposa monarca es para muchos una bella expresión de la naturaleza; para otros es un insecto que forma parte, junto a las abejas y los colibrís, de los polinizadores, vitales para la reproducción de las plantas, entre ellas las comestibles y medicinales. Por ello es importante la defensa de los bosques, para que estos lepidópteros favorezcan la vida orgánica en el planeta.

La tarea ciertamente no es sencilla. Los campesinos, muy lejos de la oratoria presidencial, no poseen recursos para sostener la siembra; y cuando dependen de los cultivos de temporal, saben que se arriesgan a malas cosechas, y todo resulta incierto.

En 2023, los campesinos de la zona de Los Volcanes apenas tuvieron “pa’rastrojo”. En Atlautla, los sistemas de riego, la habilitación de tierras para cosecha y las presas sólo son discurso; además de que los programas que daban medio empleo han desaparecido y los apoyos directos “no alcanzan”.

Don Alfredo narra la situación en la comarca de Don Goyo: “ya no llega maquinaria y tampoco llega el apoyo para arreglar los caminos; ya no hay empleo temporal para arreglar y limpiar carreteras; y es difícil conseguir financiamiento para riego y cultivo agrícola”.

Lejos, muy lejos, está la veintena de dependencias para atender y cuidar los bosques; y los actuales informes, maquillados y triunfalistas, están lejos de la realidad. La numeralia oficial sobre la pérdida de bosques, cierta en muchos aspectos, debería servir para emprender acciones ejecutivas y evitar el deterioro de los bosques.

La tala tiene que regularse efectivamente y hacer cumplir la ley con base en el principio elemental de que quien corte un árbol debe sembrar otro… ojalá los gobiernos municipal, estatal y Federal la aplicaran en la zona de Los Volcanes, donde los talamontes tendrían que plantar diariamente centenares de árboles para cumplir con la legislación.

Pero el gobierno permisivo de la llamada “Cuarta Transformación” argumenta que “la ley es la ley…”. 


Escrito por Ale Torres .

Colaboradora


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